“Con el plan de medio litro de leche, se acabó la desnutrición en Chile”

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Juan Carlos Concha, quien fuera ministro de Salud del Gobierno de la Unidad Popular, afirmó que ese fue “uno de los grandes legados del Presidente Allende” y explicó que “al erradicar la desnutrición se garantizó que todos los niños y todos los jóvenes llegaran al pleno potencial de su desarrollo”. En entrevista, el doctor Concha enumeró varios logros durante ese período y sostuvo que “el legado de Salvador Allende en salud fue muy grande”. Tenía 36 años cuando asumió la responsabilidad de estar frente al Ministerio de Salud y sobre la actitud del mandatario contó que “me doblaba en edad y en experiencia, y tuvo un trato muy deferente y afectuoso conmigo. Una vez me entrevistaron de la revista del Ministerio de Salud y me preguntaron cuál había sido mi mayor satisfacción profesional y dije: ser ministro de Salvador Allende”. Contando episodios de esos años, se refirió a cómo siempre buscaron el apoyo de la ciudadanía: “Sacamos un decreto sobre la participación del pueblo en el diseño, la ejecución y la evaluación de las políticas públicas de salud. La Contraloría dijo que no, pero los movimientos sociales eran más poderosos y se hizo”.

Hugo Guzmán. Periodista. “El Siglo”. Santiago. 20/7/2023. El doctor Juan Carlos Concha Gutiérrez, fue ministro de Salud del Gobierno del Presidente Salvador Allende entre el 14 de agosto de 1971 y el 3 de noviembre de 1972. Recuerda como una de sus tareas fundamentales implementar el “Programa de Alimentación Complementaria”, una prioridad establecida por Allende, que significó importar 360 toneladas de leche para lograr la meta de medio litro para cada niño y niña del país. Rememora que hubo otras metas, que lo lleva a afirmar que “el legado de Salvador Allende en salud fue muy grande”.

Juan Carlos Concha tenía 36 años cuando el mandatario lo nombró; la mitad de años que Allende. Y le tocó asumir en la materia que mejor ser manejaba el Presidente. “Calcule usted…” Pero no olvida que el jefe de Estado “tuvo un trato muy deferente y afectuoso conmigo” a lo que se sumó un trabajo colectivo. Y recurriendo a la participación de la gente.

¿Cómo fue que usted llega a ser ministro de Salud del Gobierno de Salvador Allende?

Hubo en julio-agosto de 1971 algo así como una evaluación del rumbo. Yo militaba en el Mapu (Movimiento de Acción Popular Unitaria) y el liderazgo lo tenía Jacques Chonchol, a quien respeto y estimo mucho, de una gran capacidad, y que fue el impulsor de una de las grandes obras del Gobierno de la Unidad Popular, como fue la reforma agraria. Él y otros compañeros hablaron conmigo, y se decidió que yo fuera presentado al Presidente Allende como candidato al Ministerio de Salud. Yo había trabajado en el Hospital Exequiel González Cortés, era pediatra y tenía especialidad en Salud Pública, así que sabía que los problemas en salud se solucionaban resolviendo otros problemas sociales, que la salud tenía que ver con determinaciones sociales. El problema no era aplicar una o dos medidas sanitarias, sino que las soluciones emanaban de un complejo proceso social y se requería de soluciones integrales, globales. 

Una cuestión que en ese tiempo nos preocupaba a todos, como un asunto de política de salud nacional, era la desnutrición infantil. Eso se debía a la desigualdad social, pero también a que Chile no tenía la producción de leche necesaria para satisfacer las necesidades. El país, para decírselo de manera simple, producía como 17 mil toneladas de leche y necesitaba 48 mil, y no teníamos capacidad de producir eso. Así que surgió la idea del medio litro de leche para cada niño chileno. Era un propósito que venía de inicios del siglo XX, que era garantizar la protección a la madre y al hijo. Eso Allende lo tenía muy asumido desde muchos años antes y lo implementó en su Gobierno. También estaba el concepto de la medicina social.

¿Eso irradió en la política de salud que puso en marcha el Presidente Allende?

Evidentemente que irradió. Lo que hizo Salvador Allende fue implementar su concepto de medicina social, que lo venía desarrollando hacía años. 

Me dice que usted era del Mapu, ¿venía de la Democracia Cristiana? Porque ese partido surgió básicamente de la DC.

No, nunca fui militante de la Democracia Cristiana, pero fui parte de muchos jóvenes de orientación cristiana que en los años sesenta se entusiasmaron con el Concilio Vaticano II. Al mismo tiempo, muchos jóvenes nos dimos cuenta que la Iglesia no asumía el asunto del conflicto social, de la diferencia social en las sociedades, de la lucha de clases. Y comienza una búsqueda que se encuentra con una dimensión del marxismo que permite tener un instrumento de explicación social y que no impide el mantener su creencia. En ese marco muchos ingresaron al Mapu, a la Izquierda Cristiana y, bueno, surgió el Movimiento de Cristianos por el Socialismo, eso ocurrió en toda América Latina con la Teología de la Liberación. 

“Me doblaba en edad y en experiencia, y tuvo un trato muy deferente y afectuoso conmigo”

¿En qué momento específico lo nombraron Ministro de Salud?

En agosto de 1971 cuando se hicieron cambios en el gabinete. Fue una decisión del Mapu. Un antecedente es que yo había estado haciendo una investigación, por 1968, sobre la desnutrición infantil que afectaba al 40% de los escolares y al 48% de niños y jóvenes de capas bajas y medias. También influyó que yo había estado a cargo de un Departamento del Servicio Nacional de Salud que se llamaba Fomento de la Salud, encargado de la salud de la madre y el niño, de la nutrición, de la salud mental y de niños en situación irregular. Creo que eso fue el argumento del partido Mapu para convencer a Allende. 

Parece increíble que existiera esa labor como prioritaria y que le preocupara al Presidente.

Así es, se trabajó mucho todo eso.

¿Qué edad tenía usted cuando lo nombran ministro?

36 años.

¿Usted conocía personalmente a Salvador Allende?

No, no lo conocía personalmente.

¿Lo conoció cuando lo nombraron?

Sí, pero no en La Moneda. Rodrigo Ambrosio, que era el secretario general del Mapu, porfió por la designación, porque Allende quería a otra persona, influido por su hija, la Tati Allende. Era Patricio Hevia, que tenía todos los méritos, había hecho una gran carrera de salud pública. Cuando me nombran, Allende no quería darle mucha luz al gas, había cierta crisis política, entonces no me cita a La Moneda, sino que a su casa, ahí se hizo la designación. 

¿Qué instrucción le dio?

Allende era médico y era, en política de salud, el personaje más destacado en Chile y, por lo tanto, debía tener un Ministro de Salud que tenía que ejecutar su pensamiento en esa materia. Era una situación bastante difícil para un médico que llegaba a ese cargo. Allende tenía más de 60 años y yo tenía 36, él tenía una enorme experiencia, había sido Ministro de Salud, era una figura de la salud pública en Chile desde los años cuarenta. 

¿Eso no le produjo miedo, nerviosismo?

Calcule usted. Un hombre mucho más joven, con la mitad de los años del Presidente, siendo Ministro de Salud de la figura más eminente en Chile de políticas de salud. Uno sabía en lo que se metía, se sabía lo que había que hacer, como el medio litro de leche y dar salud a la población. Había en todo, además, un papel colectivo. Por ejemplo, Leonardo Fonseca, que cuando se plantea lo del medio litro de leche, descubre que la leche comprada en Europa -había que importar porque no alcanzaba con la producción nacional- venía en barcos que frecuentemente eran asaltados por piratas y se perdía esa leche. Y averiguó dónde se podía comprar, y descubrió que era en Nueva Zelanda y así, el gran proveedor de leche a Chile fue ese país. Necesitábamos aumentar la disposición de leche en cuatro veces, y se logró, se le dio medio litro de leche a cada niño. 

¿Usted conversaba con Allende, se comunicaban?

Al principio fue muy difícil. Allende era la principal figura política del país. Pero a medida que cursó el tiempo, surgió un reconocimiento mutuo. Yo le agradezco mucho a él. Allende me doblaba en edad y en experiencia, y tuvo un trato muy deferente y afectuoso conmigo. Para mí era un reconocimiento…Una vez me entrevistaron de la revista del Ministerio de Salud y me preguntaron cuál había sido mi mayor satisfacción profesional y dije: ser ministro de Salvador Allende. Nosotros teníamos mucho entusiasmo, mucha alegría, estábamos dispuestos a todo, recuerdo los trabajos voluntarios con miles de jóvenes, el personal de salud trabajando sin descanso con mucho entusiasmo. Había mucha felicidad. 

“El legado de Salvador Allende en salud fue muy grande”

¿Cuál otra política en salud fue importante durante el Gobierno de la Unidad Popular?

Reforzar la atención primaria, llevar la salud a todo el país, combatir la desnutrición, lograr que las universidades formaran más médicos, pasar de 250 al año, a 800 médicos titulados al año, y distribuirlos bien, a lo largo del país, algo que se ha perdido ahora. Siempre se pensó, como le dije antes, que el principal factor en salud era la desigualdad social en el país.

Lo del medio litro de leche quedó más grabado.

Mire, la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoció que ese programa fue exitoso a nivel mundial, cualquier dato que se busque, cualquier contabilidad bien precisa que se haga, bien exigente, señala que después de siete años, con el plan de medio litro de leche, se acabó la desnutrición en Chile. Es que con la dictadura siguió igual, no cambió nada, cambiaron después, sabían del beneficio. El medio litro de leche es uno de los grandes legados del Presidente Allende, muy significativo. Fíjese que al erradicar la desnutrición se garantizó que todos los niños y todos los jóvenes llegaran al pleno potencial de su desarrollo. Antes de ese plan, el 40% de los escolares estaba desnutrido, eso afectaba a la educación y había mucha deserción escolar, y eso bajó muchísimo.

Fue un legado concreto.

Es que el legado de Salvador Allende en salud fue muy grande. El primero, en fijar que la atención en salud pública es un asunto social, político, económico, multifactorial. Que es parte de políticas sociales integrales. Luego el medio litro de leche para los niños chilenos, la propuesta de aumentar el número de médicos graduados de 250 a 800 al año, la distribución geográfica y social igualitaria de esos médicos, garantizar la atención primaria en todo el país, tener presupuestos adecuados. Para eso se trabajó de lunes a lunes. Le voy a contar: recién me habían designado ministro, y sacamos un decreto sobre la participación del pueblo en el diseño, la ejecución y la evaluación de las políticas públicas de salud. La Contraloría dijo que no, pero los movimientos sociales eran más poderosos y se hizo. Lo que pasa es que la inteligencia del pueblo de Chile produjo y puede producir mucho más avance que la inteligencia académica. Es la inteligencia práctica, es sobre lo que acontece.

Eso fue una gran alegría.

Sí, pero es que los positivos efectos del programa de salud del Gobierno de la Unidad Popular se vieron unos siete u ochos años después. Los resultados no se vieron inmediatamente, se vieron años después, de eso se ha escrito. Lo que ocurre es que las políticas preventivas demoran en tener efecto, es así que después de unos siete años de aplicación del medio litro de leche fue erradicada la desnutrición en Chile. 

Los objetivos que se quisieron implementar

¿Ustedes tuvieron, en materia de salud, que recurrir mucho a aprobación del Congreso de las políticas o eran decisiones del Ejecutivo?

No, se buscó que fueran decisiones del Gobierno. El Gobierno de la Unidad Popular planteó el Sistema Único de Salud, y armaron una gran escandalera. Pero hablemos las cosas como son en realidad, más allá de ideología, sino de hechos reales. El Servicio Nacional de Salud, fundado en 1952, se inspiró en el sistema de salud inglés. Y quienes idearon ese sistema indicaron que un sistema nacional de salud no era socialismo, sino que la expresión de la capacidad capitalista de otorgar a los ciudadanos del Reino Unido un sistema de protección de salud básica, para todos los ciudadanos. Y aquí comenzaron a decir que un sistema de salud pública era algo socialista. Mire, se puede resumir lo que fue ese servicio nacional de salud en lo que dijo el doctor Manuel Zúñiga, uno de los grandes epidemiólogos chilenos, quien dijo que ese servicio fue la expresión exitosa en Chile de un modelo del Estado de bienestar en el escenario del subdesarrollo. 

Se dijo que el programa del Gobierno de la Unidad Popular quedó inconcluso. En materia de salud, ¿quedó inconcluso, hay algo que rescatar?

Lo primero es que la política de salud no fue neutra, fue parte constitutiva de la política general que se llevó adelante para el Estado y la sociedad. Por eso la política de salud actual es parte de la política neoliberal, es parte de esa política integral que dejó la dictadura. Lo que podemos decir hoy, vinculado a lo que buscábamos en el Gobierno de la Unidad Popular, es que el propósito de un sistema universal de salud, con acceso universal a la salud, sin mirar quién es quién, es que la gente tenga garantizado el acceso a todos los niveles de atención, desde la atención primaria hasta la hospitalización, y que esa atención esté respaldada por un desarrollo técnico y científico, al menos equivalente al promedio mundial. Una tercera condición es que la relación entre la población y el sistema de salud, del paciente y el médico, esté sustentada en ser democrática y de calidad. Un cuarto elemento, tiene que ser un sistema que sea racional, bien gestionado, que gaste lo necesario y bien gastado. Chile puede hacerlo y tiene los recursos para hacerlo.

“No era sólo disponer del Gobierno, sino que era defender el Gobierno”

¿Y el golpe de Estado, las acciones contra el Gobierno?

Bueno, conocimos que la violencia comienza por la reacción, por la derecha, mi casa fue asaltada e incendiada. La derecha siempre quiere conservar el poder a sangre y fuego. Ahora hablan de terrorismo, y eso no ocurrió durante la Unidad Popular, tampoco con la rebeldía de octubre de 2019, el terrorismo comienza por la derecha y si la derecha está en el Estado lo utiliza como terrorismo de Estado y atropello de los derechos humanos. Ése es el problema. La derecha consideraba que el Gobierno de la Unidad Popular era un usurpador del poder, ellos perdieron su poder, y la Unidad Popular era la culminación de un proceso democrático que comenzó años antes, con la indignación popular por hechos como la matanza de la Escuela Santa María.

¿Qué ocurrió con usted el día del golpe de Estado?

Yo ya no era ministro. Seguía en el Mapu. Intuíamos lo que iba a pasar. Mire, un tiempo después del golpe, el ministro Humberto Martones (Obras Públicas), nos contó que fue a Perú, y conversó con un alto oficial de las Fuerzas Armadas de Perú, y le comentó que nunca creímos que el Ejército chileno iba a ser tan cruel, tan enemigo de su pueblo, y el militar peruano le dijo “nosotros sí lo sabemos, sabemos de la crueldad del Ejército chileno y las atrocidades que pueden cometer”. Había antecedentes de la crueldad del Ejército chileno, está la matanza de la Escuela Santa María, hay otras matanzas donde se ametrallaron civiles, mujeres, niños, trabajadores. En esos días del golpe hubo muchas versiones, y creo que no estábamos preparados para eso. No era sólo disponer del Gobierno, sino que era defender el Gobierno. Yo después fui acogido en la República Democrática de Alemania, ahí viví mi exilio. 

¿Y cuándo y cómo deja el Mapu e ingresa al Partido Comunista?

Fue una decisión de un adulto que asumió una determinación ideológica, política y personal, de ingresar al Partido Comunista en 1983. Desde entonces pertenezco al PC, fui miembro de su Comité Central por 20 años, y luego había que darles el paso a los jóvenes.