NOTAS DEL REPORTEO. Echando ojo al Consejo Constitucional

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En lo general, un entorno donde se mezclan esperanza e incertidumbre, optimismo y escepticismo, atención y desafección. Más allá de frases de buena crianza, lo real es que en el CC se debatirá el tipo de país y de sociedad al que se aspira y se confrontarán las doctrinas conservadoras y transformadoras. La paradoja de que representantes de la ultraderecha y la derecha presiden el órgano que redactará la propuesta de nueva Constitución y encabezan todas las comisiones, después de décadas que llevan defendiendo el texto heredado de la dictadura. El enorme desafío de las representaciones socialdemócratas, progresistas y de izquierda. El rol al que se aspira tenga el mundo social y popular, la incidencia que tendrá o no la participación ciudadana y la sociedad civil.

Hugo Guzmán. Periodista. Santiago. 9/6/2023. 1.-Esperanza e incertidumbre, optimismo y escepticismo, atención y desafección. Palabras que podrían graficar el entorno en que comenzó a trabajar el Consejo Constitucional con sus 50 integrantes, (eran 51 pero uno se retiró por caso de “graves ofensas al pudor”), lo que incluye a un solo representante de pueblos originarios y los representantes de una diversidad de partidos políticos desde la extrema derecha hasta la izquierda. Con escasa representación del mundo social y la sociedad civil.

2.-Mientras algunos sostienen que este es un proceso democrático producto de un buen acuerdo político entre partidos, con un marco de diálogo y respeto institucional, otros plantean que es un camino no participativo, excluyente y lleno de amarras, mientras encuestas, analistas y voceros de distinto sello coinciden en que la ciudadanía no está sintonizada con el desarrollo de esta dinámica constitucional.

3.-La ceremonia de instalación del Consejo tuvo en la testera a puros hombres. Los jefes de los poderes del Estado. Luego el panorama cambió cuando una mujer, paradojalmente representante de los ultraconservadores, quedó como presidenta del órgano. Y la vista panorámica de la sala del Congreso en Santiago lucía la paridad de género del Consejo, determinada por las reglas del juego. Esto de “las vueltas que da la vida” quedó plasmado en que, contradictorio o no, una representante del Partido Republicano, de extrema derecha, opuesta a las transformaciones sociales y estructurales, será quien presida las labores del organismo que debe redactar el texto de nuevo Constitución. 

4.-Continuando con las contradicciones -que debe despertar sorpresas en el exterior del país-, las cuatro comisiones del CC estarán presididas por representaciones de la ultraderecha y la derecha, personas que provienen de partidos políticos que durante décadas han defendido la Constitución heredada de la dictadura, que se han opuesto fervorosamente a un cambio constitucional real y de fondo, y que han descalificado a quienes llevan más de 40 años planteando terminar con el texto construido por juristas conservadores y altos mandos militares. Es más, la mayoría de esas consejeras y consejeros avalaron en su momento el plebiscito fraudulento (entre otras cosas sin registro electoral legal) orquestado por el régimen militar para imponer su Carta Magna. Podrá llamar la atención que integrantes del Consejo que debe materializar un nuevo texto constitucional, son admiradores/defensores del dictador Augusto Pinochet, cuya Constitución se pretende dejar atrás. Esas posiciones y esas personas, son promotoras y asimilables a doctrinas conservadoras en materias sociales, de Estado, de derechos sexuales y reproductivos, económicas, de derechos humanos, salud y educación. Y tendrán, como se sabe, mayoría determinante a la hora de votar los articulados y contenidos de la nueva Carta Fundamental. La duda/incertidumbre es hasta dónde llegará su disposición “a conversar”, “a escuchar al otro”, “a pensar en las chilenas y los chilenos”. ¿Hasta dónde llegarán en imponer la mayoría que tienen en el CC que les permite no sólo aprobar los articulados sino tener también la manija del veto?

5.-El vicepresidente del Consejo Constitucional es un reconocido hombre del mundo progresista y está en ese puesto por los votos de las consejeras y los consejeros que representan a la socialdemocracia, el progresismo y la izquierda. Ese grupo que es de una minoría tal, que ni siquiera tiene derecho a veto. Ahí están quienes llevan décadas planteando la necesidad de que Chile tenga otra Constitución que consagre un Estado social y democrático de derechos, que garantice el acceso a la salud, la educación y la vivienda, el respeto de derechos de los pueblos originarios y de las mujeres, que permita la consolidación de un modelo de desarrollo sustentable, un texto constitucional que vele por la equidad económica, la justicia social, la democracia participativa y el respeto irrestricto de los derechos humanos. La lectura y escucha de sus argumentos y posturas, indica que en este grupo radica la posibilidad real de una nueva Constitución y no el mero arreglo de la existente. Están en minoría, por eso pero tienen el enorme desafío de irradiar con inteligencia y audacia en los trabajos del Consejo y aspirar a un mejor texto constitucional.

6.-Las frases de buena crianza abundan. Basta revisar los medios de prensa tradicionales, afines a la derecha y el conservadurismo, que dedicaron espacios a resaltar la instalación del CC como “sobria, sin incidentes”, dejando de lado “pasiones y revanchismos”, destacando “respeto y compromiso” con el proceso, todo “con solemnidad y sin exabruptos”, destacando que todos quieran dialogar, escuchar, acordar, en “un clima institucional”, cuestionando, de paso, el proceso constituyente anterior y la labor de la Convención. Sin embargo, este proceso constitucional tiene que ver con matrices/contenidos de enorme impacto, insoslayables. En el Consejo Constitucional -salvo que las frases formales/cordiales se impongan sobre los debates de fondo y los articulados matrices- se abre la disputa sobre el tipo de sociedad, el tipo de país y el tipo de institucionalidad al que se aspira. Y ahí hay un punto definitorio en cuanto a las posiciones conservadoras y las posiciones transformadoras. ¿Es realmente posible que haya un texto de equilibrio, de ponderación, de empate, entre esas dos visiones? Varios estudiosos y representantes políticos dijeron, hace mucho y poco tiempo, que al final del día las Constituciones reflejan la correlación de fuerzas existentes en una sociedad. Si no, basta observar el origen y contenido de los anteriores textos constitucionales chilenos. Aunque no guste oírlo, los trabajos del Consejo estarán cruzados por intereses económicos, posicionamientos ideológicos, doctrinas y valores diferenciados, posturas religiosas y nociones de proyecto-país. De esto da cuenta de qué manera los gremios empresariales, los medios de comunicación, los partidos políticos, los centros de estudios, los altos mandos de las Fuerzas Armadas, la jerarquía eclesial, los grupos financieros, las organizaciones sociales y sindicales, los colegios profesionales, los colectivos autónomos y populares, están siguiendo este proceso y levantando sus voces y hasta presiones.

7.-Se insiste en que, precisamente en esa línea, en estos cinco meses debería existir un sostenido y sólido movimiento ciudadano, social y popular para reivindicar demandas y derechos, en la tesis de que las fuerzas sociales pueden incidir en lo que ocurra dentro del Consejo. Se llama, entonces, a participar, a conversar, a proponer, a tensionar, para que no salga, como definió una académica, otra “Constitución neoliberal” y se tenga, al menos, una Constitución de derechos y democrática. ¿Cómo podría expresarse eso? ¿En marchas como las del proceso anterior, manifestaciones, espacios participativos en territorios y sectores sociales, creación de redes, “rodeando” al Consejo? En lo formal e institucional, hay cuatro mecanismos de participación a través de un Portal Web, en un trabajo que lideran la Universidad de Chile y la Pontifica Universidad Católica de Chile. Claro que es hasta el 7 de julio. Con los datos a la mano de que en la ciudadanía hay desafección, desinformación y distanciamiento ante este proceso constitucional. Algunos sostienen que es un dato reversible, que puede cambiar y que, finalmente, la gente saldrá a hacer oír su voz. Es un tema en el ámbito de la incertidumbre y la esperanza.

8.-La gente y las fuerzas ideológicas/políticas/económicas/fácticas tienen ya a la vista el Anteproyecto que presentó la Comisión Experta. Es la base vital de la discusión/debate que viene y que estará centrado en el Consejo Constitucional. Junto a eso vendrán los posicionamientos que hagan las y los 50 integrantes del CC y lo que salga, al menos, de la consulta ciudadana formal. Nadie podría negar, asimismo, que durante estos cinco meses este proceso constitucional estará cruzado por temas políticos, económicos y sociales coyunturales, por la agenda de la seguridad pública, la inflación y el alza del costo de la vida, la reforma tributaria (o acuerdo fiscal) y de pensiones, por la crisis en el sector Salud y el tema de las Isapres, por el escenario migratorio, los temas de vivienda con el fenómeno de tomas y campamentos de por medio, entre otros. Las campañas comunicacionales, la direccionalidades informativas/mediáticas, los medios de prensa, las redes sociales, volverán a cumplir un rol incidente, sin que se vean modificaciones en el teatro de operaciones, con mucha retórica pero pocas decisiones en el mundo progresista y de izquierda. “Cada día tiene su afán”, dice el refrán, y “falta que pase mucha agua bajo el puente”, pero el Día D llegará y no habrá vuelta atrás: el 17 de diciembre próximo, en un plebiscito, chilenas y chilenos dirán sí o no al texto constitucional que emane de este Consejo. El 18 de diciembre amanecerá con nueva Carta Fundamental o permaneciendo la actual. El tiempo corre.