Marta Lagos, Tomás Hirsch, Bárbara Figueroa, le hincaron el diente al escenario político

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Fueron más allá de la contingencia y episodios mediáticos y se metieron a fondo en realidades y desafíos del país, sobre todo en cuanto a “las urgencias de la gente”. La analista y fundadora de Latinobarómetro y Mori, el diputado de Acción Humanista y la secretaria general del PC expusieron en el foro “El escenario pos plebiscito” organizado por El Siglo. Algunos párrafos de las reflexiones: “El resultado fue positivo porque la gente no quiso darle el voto a un proyecto ultraconservador”; “Se derrota una Constitución que era muy agresiva. Y eso es una derrota de la derecha, no solamente de la extrema derecha, sino de toda la derecha”; “Sigue pendiente llegar a una Constitución, la Constitución que garantice derechos que seguimos sin tener, y seguimos sin tener un Estado democrático social y de derechos”; “En esa dicotomía de quien gana y quien pierde, la sensación es de que hay algo que aún no se resuelve, y que no tiene que ver con el tema constitucional, sino con aquella demanda incumplida, lo cotidiano, la calidad de vida, y que quedó pendiente, quedó en un limbo”; “Qué debe contener la agenda, es una agenda cultural y política, para que la gente comprenda, para que la gente cambie, sobre todo ese sector que sigue siendo tan conservador”; “La expresión ciudadana, la expresión de fuerza, movilización, la organización, la expresión del movimiento social es fundamental”; “No se puede perder de vista que están las demandas urgentes. Hay que tomar medidas, ir a las soluciones, entregar respuestas que pueden ser concretas”; “Es importante cómo abrimos un espacio a una agenda de otro tipo que no nos subordine a la agenda de la oposición o de los medios”.

“El Siglo”. Santiago. 22/12/2023. Marta Lagos, reconocida analista y experta y fundadora de Latinobarómetro y Mori, Tomás Hirsch, diputado de Acción Humanista y excandidato presidencial, y Bárbara Figueroa, secretaria general del Partido Comunista y expresidenta de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), participaron en un foro de El Siglo, titulado “El escenario post plebiscito” para, más allá de lo episódico, meterse en realidades cruciales en el país. La conducción estuvo a cargo del periodista Hugo Guzmán, director del periódico, y estos son párrafos destacados.

Marta, son varios los factores a considerar pero, en general, ¿qué podemos ver o podemos concluir de lo que fue el resultado del plebiscito?

Bueno, es un agrado conversar con ustedes. Tu pregunta es gigante, pero bueno, trataré de dar algunas pistas. En primer lugar, lo que se vio el domingo fue algo que no todos pudieron prever. Teníamos la sensación de que hay una parte muy significativa de la población del país que no estaba interesada y no veía ni leía noticias políticas, que no vio la franja, o sea, hubo mucha gente desinformada sobre lo que iban a votar.

Pero si se mira el resultado, fue muy interesante. Aquí hay un resultado valórico. Por ejemplo, el alto porcentaje de mujeres que votó En Contra y que el 92% de los jóvenes votó En Contra, menores de 35 años. Me parece que igual, a pesar de la desinformación, hubo una reacción, y se mostró al menos una gran parte de la población que responde políticamente ante un hecho como este plebiscito.

Pero diría que hay algo quizá más importante. Es gente que no responde ideológicamente, pero sí valóricamente. Me parece que un ejemplo es el tema de las tres causales para interrupción del embarazo, que esa ley se afectara, eso influyó mucho en las mujeres, o contenidos muy conservadores, y eso influyó en los más jóvenes.

Lo que pasa es que la gente se fija en asuntos específicos, no la noticia general, no el contenido general, sino en aquellos temas que dicen relación con los valores que se compara y están en temas más específicos. La gente vio lo de las tres causales, la quitada de derechos, cosas específicas, y se vio que la discusión de la agenda fue un asunto de sectores del poder y en esa articulación desde el poder no se toca la gente, no se ven las cosas específicas que tocan a la gente y al final, creo yo, el resultado tuvo que ver con algo bastante valórico.

Lo que pasa -y no es un asunto pequeño- es que se al final de cuentas se trata de comunicarse con el ciudadano y al ciudadano no siempre le interesa aquello que le interesa a la política, al poder, y ahí se producen situaciones que no se prevé. Entonces quizá la ciudadanía no se informó, o algo se informó, pero tuvo percepciones de cuestiones específicas que no le gustaban, que le afectaban, porque en definitiva tenemos una ciudadanía que se informa de lo que le interesa. El problema es que la política no responde a eso.

Como sea, creo que el resultado fue positivo porque la gente no quiso darle el voto a un proyecto ultraconservador, la gente no quiso perder derechos, no quiso darle el pase a un proyecto que la afectaba y que percibía que la afectaba

Tomás, se habló mucho de los 5 millones de electores indecisos, obligados a votar, que en el plebiscito anterior y en la elección de consejeros constitucionales le dieron mayoría a la derecha. Pero ahora se comprobó que ese electorado no necesariamente está derechizado. ¿Cómo mirar los comportamientos?

Bueno, quiero partir diciendo que el proyecto de Constitución que presentó la derecha, no sólo la extrema derecha, era un peligro. Venimos de un proceso, porque se presentó otra propuesta anteriormente y yo soy de los que me gustó mucho ese proyecto. Y no por un antojo, sino porque creo que efectivamente era una propuesta que ponía a Chile a la vanguardia en muchas materias, se respondía al siglo XXI, servía para dar soluciones y para enfrentar desafíos que son nuevos. Planteaba cuestiones del medioambiente, de los derechos de la mujer y los derechos de la diversidad, los derechos de especies animales, terminar con la concentración del poder político económico, la recuperación de recursos fundamentales del país. Y hubo una campaña terrible contra esa propuesta, se mintió, se instalaron fake news, fue una campaña a muerte.

Después vino este segundo proceso, con una paradoja, y es que después del estallido social, que es una gran movilización por más derechos, por dignidad, termina la extrema derecha a cargo de redactar una propuesta de nueva Constitución. Y digo a cargo porque Republicanos y de Chile Vamos en el Consejo Constitucional tuvieron mayoría en el Consejo Constitucional y con esa mayoría lo que hicieron fue pasar máquina, imponer lo suyo, no permitir absolutamente ninguna posibilidad de construir diálogo, acuerdos, en decir, todo aquello que tenía que ver con el proceso. Ellos venían generando una propuesta totalmente identitaria, con una propuesta conservadora, neoliberal. Hicieron una propuesta que tenía una visión de sociedad extremadamente conservadora y que limitaba derechos y la gente lo rechazó. Hubo factores que hicieron de esta propuesta un retroceso civilizatorio. La gente captó de algún modo que le estaban imponiendo una propuesta que era una visión de sociedad que era extremadamente conservadora y que debilitaba derechos.  Eso se sintetizó muy bien en el tema de defensa de los derechos, la gente vio que aquí le estaban imponiendo una visión con la cual efectivamente no estaba de acuerdo. Hubo un gran porcentaje de las jóvenes que votaron En Contra.

Se produjo eso contradictorio, de que los Republicanos, que no querían cambiar la Constitución, estuvieron al frente del proyecto de cambio de Constitución. Quizá corrían un riesgo como autores, pero lo hicieron. Claro, ellos plantearon que si ganaba una Constitución más regresiva que la actual, ellos ganaban, pero si perdían quedaba la actual e igual era un avance.

Pero la verdad es que en el plebiscito se derrota una Constitución que era muy agresiva. Y eso es una derrota de la derecha, no solamente de la extrema derecha, sino de toda la derecha.

Bárbara, salieron analistas y hubo vocerías de que en el plebiscito nadie ganó y nadie perdió.

Sí, efectivamente ha sido recurrente esa teoría de que hubo un empate, y además la derecha planteó que si ganaba, ganaba al tener su nueva Constitución, pero si perdía, igual ganaba porque mantenía. Pero lo cierto es que perdió la derecha y su propuesta. Ahora, claro, no hubo un ambiente triunfalista, no hubo una sensación de ganar, sino más bien de no retroceder.

El mayor problema, más de quien gane o quien pierde, porque se derrota una Constitución que era muy regresiva, y esa es una derrota de la derecha, no sólo de la ultraderecha, sino de toda la derecha, el mayor problema es lo que queda o lo que viene. En esa dicotomía de quien gana y quien pierde, la sensación es de que hay algo que aún no se resuelve, y que no tiene que ver con el tema constitucional, sino con aquella demanda incumplida, con lo contingente, lo cotidiano, la calidad de vida, y que quedó pendiente, quedó en un limbo. No tenemos una Constitución que es regresiva, pero dónde está el debate sobre lo cotidiano, sobre las necesidades. Tiene que ver con la posibilidad real de responder a las urgencias de la gente.

Todavía no hay claridad hacia dónde se va a ir, la gente no siente que haya soluciones, y no se ve avance no sólo en temas como las pensiones -que hay una reforma-, sino en esas demandas y urgencias y veo que ahí hay un tema inabordado.

Marta, ¿cuál es la agenda que viene en el país?

Mira, a mi el plebiscito me ha dejado a mí un sabor de largo plazo. Me parece que mucho de lo que pasa debería superar el corto plazo, la inmediatez.

Considerando cuestiones como que la derecha en este plebiscito tuvo el 44%, esa es una votación muy grande, es gigante. Un 44% votó una Constitución conservadora, y hay que entender bien eso en el sentido de cómo remontar una posición tremendamente conservadora que se expresa en el país.

Creo que eso no va a cambiar si no somos capaces de conducir a esa población a una visión más moderna del mundo. Pero estamos encapsulados en ese 40%, si es la votación que en los últimos años ha tenido la derecha, incluso en el plebiscito cuando ganó el No, creo que llevamos como 50 años con esa votación.

Entonces, si tú miras, si tú me preguntas qué debe contener la agenda, es una agenda cultural y política, para que la gente comprenda, para que la gente cambie, sobre todo ese sector que sigue siendo tan conservador. Hay que fortalecer la democracia o los valores de la democracia, lo que significa el derecho a tener derechos. Porque esta era una propuesta constitucional que eliminaba derechos, pero hay quienes votaron por esa Constitución.

También en la agenda hay que fortalecer lo social, claro, sin olvidar que tenemos un Estado débil. Porque hay sectores sociales que tiene muchas necesidades y que no son satisfechas.

Tomas, en este cuadro se ve una derecha que, a pesar del resultado del plebiscito, no se mueve de una postura de obstrucción, dice a todo que no, empezando por el pacto fiscal, la reforma de pensiones, las medidas económicas y sociales.

Parto diciendo que creo que es un momento tremendamente complicado.  ¿Estamos con una derecha a la defensiva? Todo indica que no. Yo vengo llegando del Congreso y las discusiones continúan en cuanto a que la derecha le está diciendo que no a todo lo que presenta el Gobierno, es una táctica. Ellos tienen la mayoría en el Congreso, no lo podemos olvidar, y es un escenario difícil. Están en pie de guerra y por una decisión de impedir todo avance que se pueda intentar en lo que quiera el Gobierno, entonces presentan una acusación constitucional, se oponen al pacto fiscal, a la reforma de pensiones, a todo.

Marta habló de la continuidad de ese 40%, ese 44% de la derecha, pero si es la diferencia que hubo en la segunda vuelta en que ganó Gabriel Boric, y en el plebiscito para terminar con la dictadura, más del 40% votó para que la dictadura siguiera, para mí era incomprensible. Pero esa es una votación de la derecha, que la pueden subir, y ellos lo saben. Efectivamente hay un 40 y tanto por ciento que vota por la derecha. Esto hay que asumirlo y entenderlo.

¿Si esos resultados se repiten, entonces, esa es la composición de la sociedad? No lo sabemos, pero debemos enfrentarlo. En un cambio de dirección hay que tener presente ese dato. Es real que el neoliberalismo es un muro, y no sólo como modelo económico. El neoliberalismo entró la cabeza de la gente común como una visión del individualismo, un compartimiento separado del resto y, por lo tanto, todo lo que pudiera ser el valor de la seguridad de lo comunitario quedó postergado.

Por eso hay una situación que se mantiene y tenemos un desafío que tiene que ver con cómo ir construyendo, recuperando determinados valores que tiene que ver con el fondo de cómo se construye sociedad. Lo que vivimos el domingo tiene que ver con encarar eso. Y de ahí decir de la que nos salvamos como país, porque si ganaba el A Favor era la consagración de la ofensiva de la derecha en todos los ámbitos. Yo creo que hasta hubieran acusado constitucionalmente al Presidente (Gabriel) Boric.

Ahora, sigue pendiente llegar a una Constitución, la Constitución que garantice derechos que seguimos sin tener, y seguimos sin tener un Estado democrático social y de derechos. Bueno, como fuerzas del oficialismo no vamos a propiciar el tercer proceso, al menos durante el año, pero eso no quiere decir que la gente no quiera otra Constitución, en el pueblo queda la aspiración de llegar en una Constitución democrática. Llegará el día en que sea posible dejar atrás una Constitución jerárquica, una absolutamente ilegítima en su origen. ¿Cuánto tiempo tomará eso? No lo sé, pero el proceso histórico en algún momento se expresa.

Hay mucho por los próximos años. Los procesos históricos no dependen sólo de gobernar, depende de cómo los pueblos impulsan las transformaciones. Yo creo que la expresión ciudadana, la expresión de fuerza, movilización, la organización, la expresión del movimiento social es fundamental. Son fundamentales los movimientos de vivienda, los movimientos contra los fraudes, los movimientos por la salud, los movimientos de estudiantes, para poder producir la presión que hay que hacer por los cambios.

Bárbara. En contactos con medios de prensa de América Latina, preguntaban qué pasó con el movimiento social chileno considerando el estallido popular de 2019, cómo se llegó a esta situación actual. Porque vemos un mundo social replegado.

Durante el estallido social no fue solo la demanda constitucional. Fue la demanda por el salario mínimo, por derechos laborales, por educación, salud, los derechos de las mujeres, de los pueblos originarios. Eso no se puede olvidar, había una lista de reivindicaciones, varios puntos.

No se puede perder de vista que están las demandas urgentes, las necesidades de ahora. Y hay que tomar medidas, ir a las soluciones, entregar respuestas que pueden ser concretas y que no requieren necesariamente una resolución en el Legislativo. Hay que dar una señal objetiva y concreta de que el Gobierno se está haciendo cargo de una demanda cotidiana, urgente, de necesidad de la gente.

Mira, creo que en materia de seguridad pública se han tomado decisiones y se han tomado medidas, pero sigue siendo un pendiente la seguridad completa, de tener  una calle con luminaria, paraderos con luz, más canchas de deporte, más espacios recuperados, y todo eso es para más seguridad de la gente.

Creo que los partidos pueden aportar, pero no es suficiente. Lo social, el mundo social organizado, tiene un lugar privilegiado en todo esto, en lograr soluciones, en lograr que avancen reformas y medidas que le ayuden a la gente. Porque en lo institucional, actualmente, los actores sociales sienten que no hay un espacio real y ese espacio hay que crearlo. Se tiene que interlocutar con los actores sociales y por ahí avanzar. Pero si no dialogas con ellos, si sólo los recibes pero no hay interlocución real, si no consigues avanzar por ahí, bueno, vendrán otras búsquedas, otros espacios, otros caminos. Hay que tener espacios reales de participación.

Marta, ¿querías añadir algo?

De lo que dice Bárbara, es un punto muy importante, la diferencia entre una sociedad constituida en comunidad y constituida en la individualidad. Es importante cómo y dónde la gente se conoce, el interactivo que participa, la comunidad que es tal. Eso es desde el vecindario. Entonces, efectivamente, a nosotros nos falta la comunidad, hay que propagar eso, que los grupos humanos se ponen de acuerdo para hacer algo para hacer, para llegar a una acción.

Porque los movimientos sociales no tiene que ser solamente un documento. El viento social debe estar en todos estos temas que hemos hablado, tan decisivos. Sé lo que es una sociedad terriblemente individualista y la que no. Si vivimos en dictadura, y ahora hay generaciones que no vivieron la dictadura, nacieron y crecieron en democracia.

Hablando de puntos muy de contingencia, y que tiene que ver con liderazgos en estos procesos o estas acciones, Tomás, se comenzó a hablar de Michelle Bachelet 3. No sé si es un asunto puramente de una agenda mediática o de los medios hegemónicos.

Bueno, sí, es algo de los medios hegemónicos. Pero fíjate, en este país cuando se acaba de elegir a un Presidente de la República, ya se empieza a discutir quién va a ser el individuo que va a ser el próximo Presidente. Es tremendo. Yo no tengo problema con la opción Michelle Bachelet, o con otra, eso se irá viendo, pero me parece más relevante todo lo que hemos hablado del movimiento social y cómo desde ahí se puede pensar en quién puede estar en La Moneda, representando qué programa, qué ideas. Y no desperdiciar a un individuo que pueda representar un proyecto, claro.

Pero si seguimos creyendo que las transformaciones las vamos a lograr con que esté una u otra persona en La Moneda, no estamos bien, si cuando lo más importante es para qué se llega a La Moneda y las aspiraciones de un movimiento social que respalda a un Presidente. No estoy hablando ahora en contra de la opción de Michelle Bachelet, valorando o no su nombre, sino que colocando en el centro el tema de representación y que vamos a llegar a La Moneda en función de las aspiraciones y demandas del movimiento social y del pueblo.

No creo que debamos discutir o estar viendo quién va a ser candidato o candidata, eso nos desvía de la valoración de la construcción común que necesitamos hacer. Lo más relevante es qué capacidad de respuesta hay al mundo social de parte de quien venga, qué capacidad de conducir un programa hay de involucrarse.

Bárbara, persisten debates entre los partidos oficialistas, algunos se quieren unificar, se habla de los desafíos de los próximos años e incluso si llegarán unidos a las presidenciales y las parlamentarias. Hay un tema con las organizaciones políticas del oficialismo.

Mira, no me gusta hablar de los otros partidos, de lo que vayan a hacer, si hay algún proceso de unidad me parece bien, pero cada uno debe tener su espacio y yo quiero ser respetuosa de eso. Ahora, que los partidos oficialistas tenemos desafíos, qué duda cabe.

De partida, es importante que nos fortalezcamos porque eso es bueno para los sistemas democráticos, así como es importante el fortalecimiento de los movimientos sociales, también es importante que los partidos políticos tengan buena salud, que estén robustos, fortalecidos y, por lo tanto, creo que es importante el sistema político democrático.

Los partidos deben ser parte de los diseños que hagamos. De inicio, tenemos la tarea principal de fortalecer la democracia, que se respete la democracia, porque hay peligros, sino veamos Argentina, donde se toman medidas que pasan hasta por arriba del Congreso, por arriba de acuerdos internacionales y de derechos establecidos. Hay riesgos para el sistema democrático, lo hemos vistos en estos años en varios países.

Nosotros el domingo tuvimos el riesgo de retroceder desde el punto de vista democrático, de ir atrás en derechos consagrados, y todo eso es un desafío de los partidos políticos, es algo ineludible.

Al mismo tiempo, y es algo central, es estar bien sintonizados con la ciudadanía, con la representación de la ciudadanía, mejorar más la gestión, buscar alivio para la ciudadanía frente a las urgencias que tiene. Porque de lo contrario, no hay sintonía, la gente dice “los partidos no me representan”, generamos una distancia.

Entonces creo que ahí hay una medida principal de los partidos, que seamos menos comentaristas de los problemas y entremos a las soluciones, a las respuestas, eso es para los partidos oficialistas y los de oposición. En ese camino debemos exigir con más firmeza que los partidos de la oposición se pronuncien concretamente sobre la agenda de reformas y la agenda de demandas vigentes.

Quiero insistir en algo anterior: es muy importante la acción de actores sociales, porque  no es suficiente la acción de los partidos, hay que sumar la fuerza y la voz de los partidos políticos y de los actores sociales.

En eso es importante cómo abrimos un espacio a una agenda de otro tipo que no nos subordine a la agenda de la oposición o de los medios, sino que nos ponga en el proceso en el cual estamos. Lo que nos interesa es instalar una agenda propia y que nos permita reconectar con ciudadanía en el final del día, si no, estás lejos. No solamente tener el sentido de oportunidad, sino de instalar una agenda positiva, siempre más consistente en sostener. En eso es importante la persistencia, mucha persistencia, es persistencia para instalar nuestros temas y responder a las urgencias del pueblo.

Es necesario tener nuestra agenda y, por cierto, en eso son importantes los medios de prensa alternativos, los que, precisamente, tienen otra agenda distinta a los medios hegemónicos, nos hablan de otros temas, dan otras miradas.

Marta, en todo esto, ¿cuál es el estado de ánimo de las chilenas y los chilenos?

Yo creo que se requiere de otros puntos de la agenda, que sea de derechos, de cosas que plantea y mira la gente. Es parte de lo que yo entiendo del resultado del plebiscito.

Ahora, quiero decir que me parece que la gente entiende mucho más de largo plazo de lo que se cree. Sí, la gente está muy preocupada de sus urgencias y de resolver sus problemas, pero entiende lo del largo plazo, lo de trabajar soluciones que al final sean más consistentes.

Claro, yo debo recordar que hay una obsesión por la inmediatez. Es cierto que lo negativo crea una tremenda desesperanza en las chilenas y los chilenos. Hay angustia, desesperanza, relacionado con el poder ser, poder solucionar. Porque si estoy atascado, no avanzo, y surge el peligro de la desesperanza, la angustia por no poder cambiar mi situación. Eso tiene que ver con el estado de ánimo.

Hay una diferencia muy importante en lo que ha pasado en los últimos años, cuando la gente decía que se “mira una luz” y la gente pensaba que la nueva Constitución les iba a cambiar la vida. Al final de cuentas eso no ocurrió.

Entonces, en este momento, a mi modo de ver, lo más importante es concentrase en la respuesta, cualquiera que ella sea, sobre cualquier tema que fuese, encontrar una respuesta que ayude a la gente. La incapacidad del sistema político de dar respuestas, provocó la situación del 2019.

Y viene el segundo ejercicio, que es la ausencia de respuestas concretas. Pero ojalá eso no ocurra. Por pequeña o trivial que sea, dar respuestas, así es posible avanzar, dar un pasito adelante.

Porque, perdonen, pero de repente todo parece igual, el libro de la desigualdad continúa, parece la imposibilidad del cambio. Hay una profunda desesperanza del pueblo chileno en la capacidad del sistema político. Esto tiene que ver con cualquier Gobierno de turno. Es un tema del sistema político.