La derecha es derrotable

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No se puede seguir insistiendo en grandes acuerdos que la toleran, luego la legitiman y finalmente le pavimentan de esa manera su avance a La Moneda.

Hernán González. Profesor. Valparaíso. 20/3/2024. La conformación de su lista para enfrentar las elecciones municipales, ha dejado a las claras que en la derecha está desatada la lucha por la dirección del sector. Indudablemente, ésta adelanta lo que podría ser el tono en que se va a dar la definición presidencial.

La posible candidatura de la icónica alcaldesa de Providencia, Evelyn Matthei, sintetiza precisamente la tensión latente entre el momiaje, que se debate entre el fundamentalismo de los Republicanos y un piñerismo que se empieza a asomar como la alternativa de renovación de la derecha tradicional.

Nada nuevo bajo el sol, los mismos nombres de siempre; las chaquetas rojas y el discursito de la excelencia y la eficiencia para defender los bolsillos de los mismos, los Luksic, los Matte, los Angelini, los Cueto, los Solari y un par de ricachones más que se apropian del ahorro de los trabajadores a través de las AFP de las que son accionistas.

Hasta ahora, pareciera que Chile Vamos lleva la delantera, especialmente después de la derrota de los Republicanos en el último plebiscito constitucional.

La derecha tradicional salió fortalecida de esa contienda pese al entusiasmo con el que defendió al adefesio de Luis Silva, Beatriz Hevia y los demás. Al día siguiente, en esa ocasión, sufrió un conveniente ataque de amnesia y salió a criticar el ultrismo conservador de la propuesta y en un intento desesperado, salieron horas antes todas las “feministas” del sector, fieles asiduas de las fundaciones de caridad y los exclusivos clubes que ayudan a “mujeres vulnerables”, a desmentir las acusaciones de machismo y conservadurismo moral contenidos en él -Mónica Zalaquet e Isabel Plá- entre otras.

La alcaldesa de Providencia, disciplinada y leal militante de la UDI y representante del piñerismo -que como el Ave Fénix pretende resucitar al sector para disputar la dirección del Gobierno- cumple con el perfil laico, de género y técnicamente probado como economista, en tareas de administración de importantes áreas del Estado como ministerios y municipalidades, para cumplir esta tarea tendiente a recomponer el sector y representarlo nacionalmente.

Pero no todo lo que brilla es oro, deben pensar los Kast lovers. El silencio que han guardado desde su derrota y su distancia de la conformación de la lista derechista para las elecciones municipales y los homenajes a Piñera; el tono con que se refieren diversos dirigentes del sector a las “oposiciones”, no dejan dudas respecto de las diferencias profundas que lo cruzan. Excepto el singular exabrupto de la precandidatura del diputado Kaiser, nada da a entender que tengan aspiraciones en el corto plazo y lo más importante, ni siquiera interés en participar de un debate acerca de la definición presidencial de la derecha…por ahora.

Ir directamente a la papeleta, sin advertirle a nadie, podría ser una posibilidad realista. Matthei ha declarado que eso significaría la crónica de una derrota anunciada en segunda vuelta. Ojalá fuera así. Pero eso no depende solamente de la ingeniería electoral ni de una mejor definición de los demócratas.

Primero, no se puede ignorar que en esta ocasión el desafío es detener el avance de una ultraderecha que no se incluye dentro de los consensos democráticos mínimos que la Humanidad construyó en el siglo XX. Ésta se ha infiltrado hábilmente en los espacios que la derecha tradicional ha dejado a lo largo de todo el período que nos separa del fin de la dictadura militar, espacios abiertos por su persistente negativa a las políticas de verdad, justicia y reparación; redistribución del ingreso; garantizar derechos a los trabajadores y trabajadoras. Ha defendido la discriminación en contra de las diversidades sexogenéricas a las que históricamente ha considerado desviaciones, de los jóvenes y los pueblos originarios a los que ha tratado de hacer calzar en su estrecho concepto de Estado nacional.

No se puede seguir insistiendo en grandes acuerdos que la toleran, luego la legitiman y finalmente le pavimentan de esa manera su avance a La Moneda.

En segundo lugar, se debe hacer protagonista al pueblo. La ingeniería electoral, el muñequeo y los acuerdos a puertas cerradas apenas si sirven para salir del paso, pero no para detener el avance del fascismo, derrotar la resistencia que la derecha ha opuesto a las reformas impulsadas por el gobierno ni menos cambiar de raíz al neoliberalismo.