Colocan a periodistas entre la banalidad de un spot publicitario y densos programas de contenido político donde asumen posiciones de poder e influencia en el público televidente, pontificando desde el neoliberalismo y la mentada “libre competencia”.
José Luis Córdova. Periodista. “El Siglo”. Santiago. 3/4/2024. Este infamante spot publicitario se suma a otras muestras de profesionales que se prestan para participar en avisos comerciales para los canales de televisión con evidente desprecio por el Código de Ética del Colegio de Periodistas de Chile.
El siguiente es el ambiguo e impreciso articulado al respecto contenido en el Capítulo III del Código que se titula “Periodistas y su fuente laboral”: “Decimonoveno: El periodista establecerá siempre una distinción clara entre los mensajes informativos y los publicitarios, evitando toda confusión o distorsión deliberada de ellos. Vigésimo primero: Los periodistas deberán defender la dignidad del ejercicio profesional en todos sus ámbitos, a fin de evitar situaciones de aprovechamiento y menoscabo a los profesionales de esta actividad”.
Si el tema es discutible es porque la mayoría de los llamados “comunicadores” (conductores, animadores y lectores de noticias) desconocen esta normativa, no son integrantes del Colegio de la Orden y, en otros casos, ni siquiera son profesionales del rubro.
Es decir, cuando vemos en los matinales a colegas promocionando gaseosas, ácido hialurónico, proteína de caracol, complementos alimenticios dudosos, artículos de moda y también servicios -educacionales, médicos y previsionales- no podemos hacer más que sonreír, molestarnos y/o experimentar legítima vergüenza ajena.
Afirmaciones como “… ¡Porque lo valemos…!”, “¡Llame ya!”, “¡Te pillé puh, compadre!” y otras colocan a distinguidos periodistas entre la banalidad de un spot publicitario y densos programas de contenido político donde asumen posiciones de poder e influencia en el público televidente, pontificando desde el neoliberalismo y la mentada “libre competencia”.
Es probable que algunos de los funcionarios de estos medios de comunicación se vean forzados a realizar promociones comerciales a partir de un contrato que ellos mismos han aceptado en todos sus términos, pero si ello no es así, los periodistas pueden acogerse a la Cláusula de Conciencia.
Habría que puntualizar que la Cláusula de Conciencia debe entenderse a partir de la legislación vigente que, dentro de la libertad de expresión, encontramos el Derecho a la Información como una parte sustancial. Este derecho tiene tres facultades fundamentales: investigar, es decir, acceso directo a la información; difundir información a través de los medios de comunicación y finalmente, la de seleccionar o elegir la información recibida.
Esta última facultad está íntimamente ligada a la plena libertad, en el marco de la pluralidad y objetividad que debe permitir un sistema realmente democrático y participativo. Todo indica que este no es el caso en Chile.
La prominencia de la política de mercado en los medios obliga a las empresas periodísticas a depender exclusivamente del financiamiento externo, de los clientes en carteras de avisaje para subsistir y así, los entes auspiciadores se erigen en verdaderos propietarios de los medios y de los contenidos que los mismos tienen interés en difundir.
Sólo como muestra, Televisión Nacional reconoció recientemente que el año pasado registró pérdidas por 2 mil millones de pesos, que explican por la disminución de ingresos y el aumento de los costos por las realizaciones de los festivales de Olmué y Viña del Mar. Es decir, el único canal público -que irónicamente no tiene aporte estatal- enfrenta a la competencia en forma tan desleal que exige a sus funcionarios estar dispuestos a sacrificios y roles impensables en medios realmente públicos, como los existentes en Gran Bretaña, Italia o Francia.
En los últimos días hemos sido informados de la renuncia “por razones personales” del director de prensa de TVN, Pablo Badilla, noticia que siguió al despido injustificado del histórico periodista de la Red Valparaíso, Marcelo Álvarez, tras 34 años de labor. Se dijo que fue por la tardía reacción para cubrir los incendios en la Región de Valparaíso, pese a que había un acuerdo previo en materia de horario laboral.
Ello, en vísperas de la llegada al Canal de la nueva directora ejecutiva, la ingeniera comercial Susana García. Aquí sí que se puede dilucidar que no habrá muchos cambios en la política del canal y francamente indicarle al presidente del Directorio, Francisco Vidal: “¡Te pillé, puh, compadre!” Todo seguirá igual.