El Apruebo tendrá éxito “si se mete en la cotidianeidad de los chilenos”

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Hugo Gutiérrez, convencional constituyente, opinó que la campaña para dar luz verde a la nueva Constitución debe dejar de lado “la pretensión de solo salir en los medios” y se debe desplegar en distintos espacios populares y ciudadanos. Indicó que el nuevo texto constitucional “aborda y considera la vida cotidiana de los chilenos” y “perfila un nuevo tipo de sociedad”. Llamó a que la nueva Carta Magna sea “parte de las organizaciones, colectivos y de la gente común” y estableció que “impedir el rechazo y hacer ganar el apruebo implica capacidad para superar el despliegue de los conservadores en el seno del pueblo”.

Hugo Guzmán. Periodista. “El Siglo”. Santiago. 07/05/2022. El convencional constituyente del Partido Comunista (PC) y abogado, Hugo Gutiérrez, abordó en entrevista temas en torno al sensible trabajo de la Convención Constitucional y ruidos que surgen mirando el plebiscito de salida del próximo 4 de septiembre, donde se deberá aprobar o rechazar el nuevo texto constitucional.

¿Ve peligroso que se hable de una tercera opción, plan B, una tercera alternativa, más allá del apruebo o rechazo nueva Constitución?

Es una constatación de que la estrategia del consenso neoliberal está en construcción y en despliegue. Es natural que las fuerzas que se oponen al cambio tengan una actitud activa, es lo esperable. Ellos van progresivamente incrementando y sumando actividades y contenidos a su campaña. Y también van perdiendo el pudor, se vuelven más agresivos; además se suman otros actores políticos que habían hecho apuestas distintas. Se ha ido estructurando una especie de “consenso neoliberal en campaña”, desde la derecha dura, hasta sectores del progresismo. Si hiciéramos un recuento, lo primero, fue desprestigiar a la Convención, quitarle legitimidad política y moral, se nos llamó radicales, ignorantes en la materia constitucionales, ello continúa hasta el día de hoy, cierra ese concepto con parlamentarios socialistas que expresan sus dudas de votar apruebo.

Posteriormente, aparece una fuerte confrontación y descalificación de los contenidos que comienzan a aparecer en el borrador, unido a una presión directa a la Convención pasando por encima de una condición que se le había otorgado, como es su independencia y autonomía. Las batallas más enconadas fueron el tema de la duración de los jueces en sus cargos, la eliminación del Senado y el concepto de plurinacionalidad. Y, en la última fase, empiezan a surgir las ideas de pensar alternativas, que superen el texto que proponga la Convención. Aquí se encuentra la propuesta de una tercera opción en el voto de salida, dejar en manos del Congreso la redacción de un nuevo texto en caso de rechazo, y la elucubración del Presidente (Gabriel Boric) de la necesidad de contar con un plan B, también en caso de rechazo.

Lo que es preciso dejar en claro es que el objetivo es impedir a toda costa que surja un texto antineoliberal. Si la Convención propone un texto de esas características, todas las fuerzas conservadoras del país se volcarán a su rechazo, donde desprestigiar el trabajo de la Convención estará en el centro. Es interesante cómo se posicionan las diferentes alas del conservadurismo y consenso neoliberal, la derecha hace un rechazo duro, acérrimo, convocando al rechazo; y los progresistas, es decir los liberales, se presentan salvando el proceso constitucional, proponiendo caminos y mecanismos alternativos, para producir otro texto, en otros espacios institucionales.

¿Siente temor de la posibilidad de triunfo del rechazo?

Hay que partir diciendo que el poder económico quiere convertir en realidad el rechazo. Esta es una campaña que busca instalar la idea que puede, que la gente rechazará el texto propuesto por la Convención. Primero plantearon que los contenidos eran inadmisibles, todos radicales, filocomunistas, destructores de la unidad nacional, y otros adjetivos. Ahora también agregan otros elementos a su estrategia del rechazo. Ellos han reconocido que si al país le plantean estas dos opciones: el texto propuesto por la Convención o la Constitución de Pinochet. En ese escenario ganará el apruebo. Entonces, se adiciona la idea que si el pueblo rechaza el texto que propone la Convención, se abrirá una nueva opción, otra oportunidad para cambiar la Constitución de (Augusto) Pinochet. Esta es la opción que abre la puerta para que los liberales progresistas puedan sumarse al rechazo.

También, ayuda a crear un imaginario, que el rechazo cubre a una gran diversidad, una amplitud de chilenos y chilenas. Ya es tan real que hasta personeros de Gobierno se abren a esa posibilidad. Todos buscan una salida para resolver la expectativa democrática generada por el pueblo movilizado.

Estamos en la fase mediática, instalando la realidad, hacernos creer que el rechazo ya es una realidad. Buscan convencer de que lo que ocurre en la Convención ahora, es casi irrelevante. El rechazo será real si la ciudadanía, los movimientos sociales, territorios y colectivos, que emergieron en lucha, en el contexto del estallido social, se desapegan de lo que produce la Convención. Si gana en el seno del pueblo la convicción que la opción que se construye en la Convención no se relaciona con sus demandas y necesidades ahí está el peligro.

¿Hay que amplificar más la campaña del apruebo, qué datos argumentativos daría usted?

La primera argumentación fue que había que terminar con la Constitución pinochetista. Ahora empieza perfilarse un contenido concreto que es necesario difundir, sobre todo vincular estos contenidos como fruto de la demanda social, fruto del reclamo popular.

Hay que explicar que el texto aborda y considera la vida cotidiana de los chilenos. No es una abstracción, no es un ejercicio académico; no es la elite escribiendo. La campaña del apruebo debe reflejar, recoger y esparcir estos elementos.  Por sobre todo, hacerla parte de las organizaciones, colectivos y de la gente común. La campaña del apruebo tendrá éxito si deja de  lado un poco la pretensión de solo salir en los medios y se mete en la cotidianeidad de los chilenos y chilenas.

La campaña del rechazo, se ha desplegado en su integridad. Hay que evaluar que ella no ha sido una campaña de medios y redes sociales exclusivamente. Han articulado a organizaciones, gremios empresariales, personalidades, plataformas mediáticas (El Mercurio, La Tercera, Radio Biobío, los matinales televisivos) y además han salido a la calle. Impedir el rechazo y hacer ganar el apruebo implica capacidad para superar el despliegue de los conservadores en el seno del pueblo.

“El Gobierno debe expresar sus convicciones democráticas”

En su opinión, ¿cómo se resuelve el papel del Gobierno frente al plebiscito?

Los sectores más duros del neoliberalismo quieren inhibir, neutralizar, inmovilizar al Gobierno, respecto al proceso constitucional. El problema es que al interior de la coalición de Gobierno más amplia, hay sectores que han sido parte del consenso neoliberal y ciertamente no quieren cambios sustantivos en nuestra sociedad. Hay que evitar que el Gobierno comience a ceder a las presiones y al chantaje derechista. El Gobierno debe expresar sus convicciones democráticas y debe cerrar filas con las demandas de democratización en la sociedad. Debe ser congruente hasta con el sentido e identidad de la coalición principal del Gobierno: Apruebo Dignidad. Su participación debe materializarse en su respaldo al trabajo de la Convención y negarse a generar dudas sobre ella. Debe colaborar y respaldar la demanda ciudadana de la construcción de un país de derechos sociales, debe ser parte de su discurso. Y, ello, más allá de colaborar en términos de recursos y aspectos técnicos.

¿Dónde situaría los principales avances en contenidos y donde los problemas de la convención?

Lo primero, en la impronta, en el perfil del tipo de país y de convivencia social que buscamos vivir. Hay aquí un salto fundamental, que tiene espantado a los sectores privilegiados de este país y a un gran arco de la clase política, la elite que considera amenazado sus privilegios y visiones de la política.

La Constitución anterior tenía la fuerza y visión ideológica de los que se impusieron al calor de la metralla y la represión: terminar con el rol central del Estado en la defensa y protección de los derechos sociales; en la provisión de los principales servicios a la población: vivienda, transporte, salud, educación, agua, electricidad. Con todos los derechos entregados al mercado. Una alta concentración del poder político, sin ninguna incidencia de la ciudadanía para la construcción de las leyes, para participar en el desarrollo de sus regiones y comunas.

El texto que se va construyendo perfila un nuevo tipo de sociedad. Un país donde se reconoce a la diversidad de pueblos que viven en él, en sus derechos fundamentales. Un Estado Regional, que acerca el poder de decisión a la ciudadanía, un país donde se asumen los derechos fundamentales y de un Estado responsable de proveer las condiciones para que se cumplan. En esta confrontación global, está sentado el avance del proceso constituyente. Los problemas vienen de la naturaleza del proceso convencional, en lo que se refiere a la construcción de los contenidos. Por el lado de los neoliberales, ellos se remiten a replicar, reproducir lo que ya en el país se ha vivido como sistema político y el conjunto de los demás contenidos que se discuten.  Al revés, las fuerzas que se oponen a este modelo, debemos hacer una síntesis nueva de lo que queremos y aspiramos como sociedad y país pos neoliberal. Y en este último caso las posibilidades son muy abiertas y es difícil alcanzar esa síntesis. Y esa síntesis no es sólo desarrollar un buen texto, sino que considera construir un acuerdo político que se traduce en votos.

Ello es así, dado la composición de los sectores posneoliberales, donde está el Partido Comunista como fuerza orgánica, y además una variedad de colectivos, independientes y de pueblos originarios, dinámicas y organizaciones emergentes, que deben pasar por el proceso de reflexión y elaboración. La composición de las fuerzas que están por una Constitución posneoliberal; están también en proceso de constitución y articulación al igual como están los movimientos sociales y organizaciones populares que representan y expresan. Es decir, los convencionales que se encuentran allí no pueden ir más allá o tener más fuerza y capacidad que la que tiene hoy en día, en esta coyuntura política las fuerzas sociales y políticas que los eligieron.

Ahora, siendo un problema, para la construcción de un texto y acuerdos políticos mayoritarios fluidos y consistentes; no es un problema, en cuanto es parte de un proceso político mayor, que dota al pueblo de Chile de un texto político que ayuda a dibujar los horizontes hacia donde podemos y deberíamos marchar, superando el actual modelo que nos rige.