ANÁLISIS. ¿Cuánto vale Ucrania? Apuntes desde el Sur Global

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“Es fundamental señalar que la izquierda ha sufrido desde el comienzo de la invasión una fuerte confusión ideológico-política en torno al conflicto, la cual se ha caracterizado en sus extremos por posiciones tibias que no condenan abiertamente la invasión debido al enorme historial de hipocresía que tiene occidente respecto al sur global y la causa de los derechos humanos, y por otro lado en posiciones abiertamente pro otanistas que han tenido un bajo cuestionamiento crítico a las causas históricas del conflicto ucraniano[1] y de los intereses geopolíticos que fundan la participación de Estados Unidos en la guerra”.

Daniel Gedda Nuño (*). Torino. 03/03/2023. 1. Primer año de conflicto y de relatos de normalización belicista.

El día 24 de febrero se cumplió 1 año desde el comienzo de la “operación especial rusa” en Ucrania, y el 6 de abril se cumplirán 9 años desde el comienzo del conflicto del Donbass. El primero de estos hitos ha sido enormemente cubierto con especiales informativos por la gran mayoría de los medios de Europa, Estados Unidos y -en menor medida- Latinoamérica.[2]

La gran mayoría de dichas coberturas se orientaron por un lado en dar cuenta de relatos de carácter emocional sobre las consecuencias de la guerra para la población ucraniana, en específico hemos visto aparecer relatos personales de víctimas y otros de periodistas en terreno. Por el otro se ha buscado destacar la “heroica” resistencia ucraniana y la importancia de su lucha para el orden mundial y los “valores” occidentales.[3]

Los otros elementos que han venido anexos a dicha cobertura han sido un variado número de columnas, declaraciones y/o coberturas que ponen foco en la importancia del apoyo de la OTAN y Europa a Ucrania, algunas buscando aumentar la legitimidad del mismo en la población de los países que apoyan de forma activa a la parte ucraniana, otras en la defensa de una mayor profundización en las ayudas de carácter militar, y finalmente, algunas que buscan analizar en términos geopolíticos la actualidad y futuro de dicho conflicto.

En Latinoamérica hemos visto una variada cobertura al respecto, la cual suele poner el foco en los eventuales riesgos del conflicto para el continente, en las historias de horror que se vive día a día en él y finalmente algunos titulares de pie de página sobre los loables esfuerzos multilaterales que está efectuando el gobierno de Lula en Brasil.

En Chile diarios como El Mercurio informaron sobre la eventual nueva ofensiva rusa, así como de la insistencia de la oposición al gobierno de Gabriel Boric para que el presidente de Ucrania exponga ante el Congreso Nacional.

Es importante dejar en claro que esta -y ninguna cobertura mediática- es neutra, y es nuestro deber desentrañar cuales son los principales relatos que se han buscado instalar desde que comenzó la guerra en Ucrania. Los principales elementos que han surgido podrían ser los siguientes: a) Rusia como agente desestabilizador iliberal del orden mundial democrático occidental; b) Ucrania como un faro de luz de los valores del humanismo occidental; c) la OTAN y Europa como actores comprometidos con la defensa de la libertad sin intereses ulteriores; d) la legitimidad de las sanciones y ayudas militares a Ucrania; y e) la derrota de Rusia como única posible vía para poner fin a esta situación.

Todos los elementos previamente instalados se entremezclan en un macro relato sobre la legitimidad de base con la que cuentan los actores tradicionales del primer mundo en la defensa de la democracia y los derechos humanos.

Es este marco el cual hace bastante complejo el contar con posiciones basadas en la paz y en el dialogo como vía para la solución de conflictos, ya que los principales países que los proponen no son considerados como “democráticos” para la prensa pro occidental (Turquía, India o China como ejemplos), y los principales sectores políticos que los proponen en la esfera de influencia de la OTAN (parte de la izquierda y parte de la extrema derecha) son velozmente tildados de pro rusos y de tener intereses creados en la defensa de la invasión de ucrania.[4]

Sin perjuicio de lo anterior, es fundamental señalar que la izquierda presente en dicha esfera de influencia ha sufrido desde el comienzo de la invasión una fuerte confusión ideológico-política en torno al conflicto, la cual se ha caracterizado en sus extremos por posiciones tibias que no condenan abiertamente la invasión debido al enorme historial de hipocresía que tiene occidente respecto al sur global y la causa de los derechos humanos, y por otro lado en posiciones abiertamente pro otanistas que han tenido un bajo cuestionamiento crítico a las causas históricas del conflicto ucraniano[5] y de los intereses geopolíticos que fundan la participación de Estados Unidos en la guerra. Esta última posición muchas veces se funda en un miedo atávico a ser enmarcados como enemigos de la democracia liberal, discurso que los medios de comunicación siempre estarán entusiastas de replicar pese a las incongruencias históricas de las oligarquías primermundistas en la defensa de la democracia, la no intervención en terceros países y la defensa de los derechos humanos.[6]

Para la izquierda latinoamericana esta confusión ha sido bastante menor, sin perjuicio de que en países como Chile el discurso acrítico belicista “pro” ucraniano ha tenido importante eco en sectores de la coalición de gobierno, lo cual puede deberse a la fuerte influencia liberal en los planteamientos de las izquierdas, muy presente en países de esfera estadounidense y europea donde han sido las “centro izquierdas” tradicionales las que muchas veces han marcado pauta en desmedro de perspectivas críticas decoloniales y antimperialistas más presentes en el resto del continente.

  1. De las hipocresías del macro relato de la defensa de los “valores occidentales”.

Uno de los principales argumentos mediáticos para el compromiso occidental con el conflicto ucraniano es la defensa de un orden mundial fundado en la “ilegalidad de la guerra, la paz mundial resguardada por los principios de la Carta de Naciones Unidas, los derechos humanos, el multilateralismo y el Derecho Internacional.”[7] Con estas palabras lo dejaron claro un grupo de embajadores de los países de la alianza atlántica en Chile así como de sus aliados en el Asia-Pacifico.

Tan breve y completa forma de sintetizar el discurso mediático devela a la vez todas las falencias de dicho discurso en la confrontación con el sur global, ya que no es necesario ser un docto en historia para saber que dichos principios no se ajustan al actuar práctico de países como Estados Unidos y sus aliados, tal como atestigua las intervenciones en la otrora Yugoslavia el año 95, en Serbia el 99, la invasión de Irak el 2003, la intervención en Libia el 2011 entre otras. Esto sin contar la infinidad de golpes de estado, intentos de desestabilización y magnicidios ejecutados durante el siglo XX a lo largo y ancho de Latinoamérica, África y Asia.

Respecto a Ucrania como faro de luz de la democracia confrontada con las autocracias, no es necesario escarbar mucho para leer sobre leyes de idioma que castigaban el idioma ruso ya por el 2019[8], políticas de “descomunización” contrarias al pluralismo y un buen funcionamiento democrático[9] [10], la prohibición de múltiples partidos políticos de oposición, incluyendo a casi toda la izquierda, siempre bajo la acusación de ser “pro rusos”[11]. Todo lo anterior sin siquiera contar la estructura oligárquica del poder en Ucrania, sus identificaciones nacionalistas antisemitas en la figura de Stephan Bandera y la existencia de grupos paramilitares abiertamente neonazis en su ejército.

Quiero dejar en claro que repasar las hipocresías del relato occidental respecto a los valores democráticos tanto propios como de Ucrania no quiere decir bajo ningún motivo que se considere a Rusia un país de avanzada en estos términos, solo señalar que conflictos de esta índole es mejor no analizarlos desde la moral y los valores, si no desde los intereses geopolíticos implicados, que normalmente son mucho más cercanos al dinero que a cualquier otro valor.

  1. La guerra y sus costos económicos.

A un año del inicio del conflicto este pareciera no tener luces de dirigirse a una paz visible, más aún todo indica que nos enfrentamos a una guerra larga de desgaste donde los dos bandos no tienen interés -y quizás la posibilidad- de buscar por si solos una solución pacífica al conflicto. Por un lado, tenemos a Ucrania, cuya integridad territorial se ve amenazada por una invasión en curso donde ya ha perdido más o menos el 20% de su territorio, por el otro a Rusia, un país que otrora fue la segunda potencia mundial que hoy ve amenazada una de sus “líneas rojas”, la cual es tener de vecino a un país que sea parte de la OTAN, con los riesgos que ello implica para su estabilidad política y territorial.

Es así como la comunidad internacional se ha visto arrinconada por occidente para entregar apoyo al proceso de armado de Ucrania con niveles presupuestarios similares a los que tiene el país agresor, siendo el conjunto de la ayuda militar de la OTAN y sus aliados ya equivalente al 94% del presupuesto de defensa ruso en 2021, transformando de facto dicho conflicto en una guerra subsidiaria no asimétrica entre Rusia y la OTAN sobre suelo ucraniano, con los riesgos que ello implica.[12]

Gran parte del Sur Global ha manifestado la condena de la invasión sosteniendo una posición de no alineamiento con las partes en conflicto, pese a la enorme presión que ha sufrido para sumarse a uno de los dos bandos de guerra, esto principalmente debido a que sufre las consecuencias materiales de las crisis desatadas por la guerra y las sanciones unilaterales a Rusia. Clara ha sido la posición africana solicitando ya a mediados del año pasado que se levanten las sanciones para alivianar la crisis alimentaria que se vive en dicho continente,[13] con la misma fuerza Latinoamérica en su mayoría ha insistido en sus esfuerzos de paz y en la negativa a enviar armas a Ucrania. Estos esfuerzos se alinean por lo ya hecho en esta línea por las potencias emergentes del BRICS a nivel global, siempre buscando la primacía del multilateralismo por sobre el alineamiento acrítico con una de las partes.

Asimismo, las poblaciones de los países europeos se han visto inundadas de un relato legitimador de la guerra casi univoco por parte de los gobiernos, medios de comunicación e instituciones europeas. Pese a lo anterior el apoyo al envío de armas ha continuado disminuyendo en comparación a las cifras mostradas en marzo del 2022[14], así como la confianza en las sanciones económicas como forma de apoyar el esfuerzo ucraniano.[15] Esto ha venido de la mano con una constante alza de los precios en estos países impulsado fuertemente por el aumento del valor del gas natural licuado.[16]

Pero no todo es costo, al menos para EE. UU. que se asegura un nuevo mercado para su Gas Natural Licuado, así como para el sector de las empresas armamentísticas, como las estadounidenses Lockheed Martin, Northrop Grumman y Raytheon, que han visto crecer sus ingresos en un 7,13%, 11,18% y 18% respecto al año 2021. Misma situación viven las empresas petroleras fuertemente beneficiadas por el aumento del coste de la gasolina y el diésel, como Exxon Mobil, Chevron, Shell y Total Energies, las cuales en conjunto anotaron ingresos de un 120,05% respecto al año 2021. Finalmente el sector bancario ha aumentado sus beneficios hasta niveles récord, ayudados por el aumento de la inflación en parte consecuencia de la guerra. En el plano europeo, HSBC, el banco más grande del continente por número de activos, ha cosechado unas ganancias de 13.870 millones de euros, un 17,6% más que en 2021.[17][18]

  1. De los otros costos de la guerra.

Los conflictos de esta índole suelen fundar su análisis en las potenciales consecuencias económicas de sus alcances, debido a que estas representan una certeza más posible de ser cuantificada. Lamentablemente en una guerra hay ciertos elementos que suelen ser “pasados por alto” al no representar una cuantificación material inmediata del coste del conflicto, estos son las vidas de decenas de miles de personas que ya ha “costado” el conflicto.[19]

Más allá de lo lamentable de las vidas humanas que el conflicto ya ha dejado en el camino, el mayor riesgo que representa la invasión rusa de ucrania es el de una escalada bélica que termine en una guerra abierta entre fuerzas de alguna potencia nuclear perteneciente a la OTAN y Rusia. En general la retorica estadounidense y europea considera que esta opción está fuera del escenario, y que estas son amenazas vacías por parte del Kremlin. Sin perjuicio de lo anterior hay opiniones que consideran que el costo para Rusia de perder Crimea o Sebastopol sería altísimo, y que solo amenazar dichas posiciones podría significar que el Kremlin demandara una rápida negociación de paz favorable a Ucrania.[20]

Otras mentes más lúcidas señalan que no necesariamente una contraofensiva ucraniana podría implicar que Rusia se sentara a la mesa de negociación, si no abrir la puerta a que esta se sintiera acorralada e incrementara los esfuerzos bélicos, incluso recurriendo a las más de 5.977 ojivas nucleares que tiene en su poder[21], dichas opiniones han proliferado en algunos medios estadounidenses, conscientes que mientras más se extienda el conflicto y más se implique la OTAN mayor es el riesgo de un conflicto nuclear abierto entre potencias con las consecuencias inciertas que eso implica para -literalmente- todo el mundo.[22][23]

Es en esa línea que deberíamos encontrarnos todos en alerta preventiva de lo que implica la suspensión por parte de Rusia de su participación en el Nuevo Acuerdo de Armas Estratégicas (NewSTART por sus siglas en inglés) el pasado 21 de abril. Afirmar con certeza absoluta de que la segunda potencia mundial no echará la mano a su arsenal nuclear pareciera tener mucho de voluntarismo, poco de historia y casi nada de consciencia de las potenciales implicancias globales que dicho accionar desencadenaría.

Finalmente podemos incluir dentro de estos “otros costos” elementos que por su falta de atención por parte de los actores globales han dejado de ser tratados como prioritarios, pero todos con consecuencias enormes en términos de vidas y bienestar para el sur global, entre ellos la crisis alimentaria global en ciernes[24], la falta de acción climática concreta por parte de los países desarrollados para paliar las consecuencias del cambio climático en el año más caluroso de los últimos 107 años registrados[25] y una rampante desigualdad global que sigue incrementando a ritmos agigantados, habiendo el 1% más rico a nivel global acaparado casi dos terceras partes de la nueva riqueza generada desde el 2020.[26]

  1. La izquierda, la paz, el multilateralismo y el dialogo.

La coyuntura esbozada en los párrafos precedentes deja en claro que el escenario de la guerra de Ucrania generado a partir de la invasión rusa y la intervención de la OTAN tiene muchos flancos, pero estos poco y nada tienen que ver con la defensa de la democracia, de los derechos humanos o de un orden internacional fundado en el multilateralismo, si no que se funda más bien en el conflicto entre varias potencias con intereses cruzados, una, la invasora, buscando salvaguardar su «esfera de interés” a costa del pueblo ucraniano, y otras, la OTAN, buscando desmembrar lo poco y nada que queda de influencia rusa en el este de Europa, pero con el trasfondo mayor de impedir una amenaza directa al orden internacional establecido a partir de la caída de la Unión Soviética, impidiendo cualquier elemento que cuestione la hegemonía de occidente y sus potencias como actores dominantes en el escenario político internacional, también, a fin de cuentas, a costa del pueblo ucraniano.

Es debido a lo anterior que Ucrania “cuesta” más que cualquier otro conflicto del escenario internacional, y que se nos exija, como pequeños países del Sur Global, el apoyar al invadido como nunca se apoyó a Irak, Yemen, Palestina o cualquier otro país del tercer mundo que se haya visto amenazado por la OTAN o sus aliados. También es debido a las implicancias para la OTAN que dicho conflicto “cuesta” más que el eventual riesgo de una guerra nuclear, más que una crisis alimentaria global, más que las necesarias transformaciones climáticas y más que cuestionar las estructuras de un modelo global excluyente y desigual donde algunos países se llevan los frutos de una injusta división del trabajo global.

Por el mismo “coste” que este conflicto tiene para occidente y Rusia, y los posibles riesgos catastróficos que estos implican, es que la izquierda a nivel global no puede abandonar bajo ningún sentido el camino del dialogo y la primacía del real multilateralismo, de igual forma los países del Sur Global no tienen margen para enfrentar más consecuencias de una guerra entre potencias, ni tampoco el de alinearse de forma activa en un verdadero conflicto global de estas características. Este esfuerzo eso sí no debe ser vacío, y se necesitan compromisos reales de los países que no son parte de dicho conflicto para buscar una solución que realmente traiga la paz al pueblo ucraniano, entre ellas ayuda humanitaria, una zona desmilitarizada y la voluntad de nuestros países y gobiernos para ayudar en la gestión de esta.

Si seguimos esperando a que la OTAN, sus aliados y Rusia asuman lo que para ellos “cuesta” la guerra de Ucrania podemos irnos olvidando de una pronta paz en el conflicto, con todo lo que ello implica.

(*)Daniel Gedda Nuño. Abogado de la Universidad Católica de Chile. Estudiante de magíster en Ciencias de Gobierno de la Università degli Studi di Torino (Italia).

[1] Este artículo no busca dar cuenta del prolongado conflicto geopolítico entre la OTAN y Rusia en Europa del Este debido al progresivo incremento de la esfera de influencia de la primera en países que otrora fueron parte del Imperio Ruso y de la Unión Soviética.

[2] https://es.kiosko.net/2023-02-24/

[3] De acá en adelante se utilizará el termino occidente y sus derivados para dar cuenta de los países miembros de la Unión Europea, EE.UU y sus aliados en el Asia-Pacífico. Todos países desarrollados, con alto nivel de desarrollo humano y que concentran alrededor del 42% del PIB PPA según estimado de abril de 2022 del Banco Mundial.

[4] Es necesario hacer la salvedad de que efectivamente la extrema derecha a nivel europeo, estadounidense y latinoamericana comparten fuertes lazos ideológicos o de financiamiento material con el gobierno del kremlin, el cual pareciera ser un elemento rápidamente olvidado al momento de realizar la cobertura en torno a las posiciones partidarias sobre la guerra en estos países.

[5] Este artículo no busca dar cuenta del prolongado conflicto geopolítico entre la OTAN y Rusia en Europa del Este debido al progresivo incremento de la esfera de influencia de la primera en países que otrora fueron parte del Imperio Ruso y de la Unión Soviética.

[6] Mal que mal las oligarquías son propietarias de los medios de comunicación de masas, por lo que no debería sorprender la primacía de algunos relatos sobre otros.

[7] https://www.elmercurio.com/blogs/2023/02/24/105370/la-guerra-de-rusia.aspx

[8] https://www.dw.com/es/nuevo-choque-entre-rusia-y-ucrania-por-ley-de-idioma/a-48490975

[9] https://en.interfax.com.ua/news/general/312592.html

[10] https://www.theguardian.com/world/2015/dec/18/ukraine-communist-party-ban-hysteria

[11] https://www.theguardian.com/world/2022/mar/20/ukraine-suspends-11-political-parties-with-links-to-russia

[12] Esto sin siquiera dar cuenta de los elementos mercenarios que combaten en dicho conflicto, información que hoy en día sigue siendo confusa y contradictoria incluso en la parte rusa, pese a existir mayor claridad de la presencia del Grupo Wagner en el terreno, pero no de sus alcances ni de los nexos orgánicos con el resto del ejército ruso y el Kremlin.

[13] Profundizada por los constantes shocks que arrecian sobre la economía mundial a partir de la pandemia del COVID-19.

[14] https://eupinions.eu/de/text/end-of-summer-update-on-ukraine

[15] https://eupinions.eu/de/text/anxious-we-stand

[16] A inicios de la guerra el gas que le vendía EE. UU. a Europa era un 40% más caro que el ruso y representaba menos de la mitad que hoy en día. https://www.eleconomista.es/energia/noticias/11636201/02/22/El-gran-negocio-de-EEUU-vende-el-gas-a-Europa-un-40-mas-caro-que-Rusia.html https://www.rtve.es/noticias/20230219/europa-dependencia-energetica-gas-rusia-estados-unidos/2424690.shtml

[17] https://www.antena3.com/noticias/mundo/paises-sectores-economicos-que-han-salido-ganando-guerra-ucrania_2023022463f88826bbe58a00014f8a7b.html

[18] https://www.eleconomista.com.mx/mercados/Empresas-petroleras-lograron-ganancias-record-en-2022-20230219-0054.html

[19] Es muy difícil encontrar cifras consolidadas no interesadas, pero en todas se superan las decenas de miles de soldados combatientes y a lo menos 7000 civiles.

[20] https://elpais.com/opinion/2023-02-26/ucrania-ano-dos.html

[21] https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-60576483

[22] https://www.forbes.com/sites/lorenthompson/2023/02/13/washington-is-escalating-its-military-role-in-ukraine-what-happens-when-russia-reacts/?sh=2ead4bc5659b

[23] https://www.washingtonpost.com/world/2023/02/01/ukraine-avoid-long-war-rand-talks-argument/

[24] https://news.un.org/en/story/2023/01/1132407

[25] https://es.greenpeace.org/es/sala-de-prensa/comunicados/2022-el-ano-de-los-records-en-impactos-agravados-por-el-cambio-climatico/

[26] https://www.oxfam.org/es/notas-prensa/el-1-mas-rico-acumula-casi-el-doble-de-riqueza-que-el-resto-de-la-poblacion-mundial-en