Todo sobre la próxima investidura presidencial en Venezuela

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El viernes se iniciará un nuevo período del Presidente Nicolás Maduro. Movilizaciones en apoyo al mandatario han convocado a decenas de miles de personas en los últimos meses. Las últimas manifestaciones opositoras han contado con poca participación, lo que obligó a la oposición a replegarse. Países como México, Colombia y Brasil confirmaron que se harán presentes a la juramentación; mientras que bloques como la ALBA-TCP, la CELAC y la Caricom enviarán delegaciones al acto de toma de posesión. Estados Unidos y otros países alineados intentan deslegitimar desde su inicio al Gobierno electo y han reconocido al candidato derrotado, Edmundo González Urrutia, como presidente electo pese a que todas las instituciones del Estado afirman lo contrario.  ¿Qué se espera del próximo mandato? Nicolás Maduro y la formalidad del 10 de enero de 2025.

“Telesur”. Caracas. 1/2025. El viernes 10 de enero iniciará el próximo mandato presidencial en Venezuela y esa será la fecha en que Nicolás Maduro asumirá como jefe de Estado para el mandato 2025-2031 en el recinto de la Asamblea Nacional.

El año legislativo venezolano inició con la convocatoria a la ceremonia de juramentación presidencial, la cual fue ratificada por el Poder Electoral y el Tribunal Supremo de Justicia venezolano, mientras que se espera una masiva manifestación de respaldo en los alrededores de la Plaza Bolívar, centro cívico de la capital, Caracas.

Países como México, Colombia y Brasil confirmaron que se harán presentes a través de delegaciones diplomáticas a la juramentación; mientras que bloques multilaterales entre los que se destacan la ALBA-TCP, la CELAC y la Caricom también enviarán delegaciones al acto de toma de posesión.

Sin embargo, Estados Unidos y otros países alineados intentan deslegitimar desde su inicio al Gobierno electo y han reconocido al candidato derrotado, Edmundo González Urrutia, como presidente electo pese a que todas las instituciones del Estado afirman lo contrario.

González Urrutia, quien afirmó haber ganado las elecciones del 28 de julio, dejó Venezuela para exiliarse en España y desde el exterior ha asegurado que se hará presente en mencionada fecha para mencionada juramentación paralela, carente de legitimidad al interior del país.

La renovación del mandato de Maduro esperanza a la población con la consolidación de un conjunto de políticas que permitieron al gobierno enfrentar de manera exitosa la política de sanciones impulsadas por Estados Unidos, poner fin a la escasez y la inflación descontrolada provocada por la guerra económica y con la cual se intentó boicotear la Revolución Bolivariana.

En su nuevo mandato, Maduro objetivó dar curso a las profundas reformas impulsadas a partir de numerosas convocatorias a la población y empoderar las construcción comunal, legado de la Constitución de 1999 instaurada tras un proceso constituyente impulsado por el entonces presidente Hugo Chávez Frias.

Manifestaciones a favor y en contra del presidente Maduro

Las movilizaciones en apoyo a Nicolás Maduro Moros han convocado a decenas de miles de personas en los últimos meses, produciéndose masivas movilizaciones tanto en la ciudad capital como al interior del país.

Las características propias del modelo venezolano hacen de la participación popular y de la manifestación colectiva un ejercicio permanente, por lo cual se espera una nutrida agenda de acciones favorables a la renovación del mandato de Maduro.

En contraste, las últimas manifestaciones opositoras han contado con poca participación, lo que obligó a la oposición a replegarse y no realizar actividades desde el 3 de agosto del 2024, en donde la escasa convocatoria hizo repensar la estrategia destituyente de la oposición radical.

Sin embargo, el nuevo reimpulso de la mediática internacional junto con la movilización a nivel internacional de gobiernos subordinados al Departamento de Estado intenta rescatar al extraviada oposición liderada por la derecha extrema.

Facción encabezada por la veterana María Corina Machado, quien instó a los partidarios a manifestarse el día anterior a la asunción en todo el país con el fin de derrocar el Gobierno. Escondida durante meses en un lugar no revelado, Machado aseguró a sus partidarios que se presentará en esa manifestación.

“Maduro no va a salir por su propia voluntad, debemos hacer que se vaya”, dijo Machado en un video en redes sociales. “Salgan, griten, luchen. Es hora de mantenerse firmes y hacerles entender que hasta aquí llegaron. Que esto se acabó”.

¿Qué se espera del próximo mandato?

La escasez de alimentos y la aguda inflación provocadas por el régimen de sanciones estadounidenses que han marcado la presidencia de Maduro han desaparecido, a la vez que la autosustentabilidad y el autoabastecimiento ha alcanzado a casi la totalidad de los alimentos.

Sin embargo, la recuperación de la crisis inducida aun sigue en proceso y plantea nuevos desafíos para el nuevo mandato de Nicolás Maduro, el cual estará marcado por la consolidación de estrategias políticas y económicas que buscan reforzar la estabilidad alcanzada durante 2024.

Al cierre de 2024, el Producto Interno Bruto (PIB) del país sudamericano habría crecido un 6,2 %, una cifra que contrasta con las proyecciones más modestas para otras economías de la región, como Brasil (3,2 %), México (1,4 %) y Colombia (1,8 %). Fuente: CEPAL

En lo político, se espera que el gobierno profundice los mecanismos de diálogo con sectores de oposición moderados, en línea con los acuerdos de Barbados, lo que podría contribuir a una mayor legitimidad institucional. Además, el Ejecutivo priorizará la cohesión interna y la ampliación de las políticas de participación y consulta popular junto con un mayor protagonismo de las comunas.

En lo económico, el gobierno proyecta continuar fortaleciendo sectores estratégicos como el petróleo, la producción industrial y el comercio, aprovechando los avances registrados el año pasado. La política de estabilización cambiaria y control inflacionario seguirá siendo clave, con la intención de reducir aún más las distorsiones económicas que han afectado el poder adquisitivo de la población.

Mientras que en el ámbito internacional, el presidente Maduro ha señalado que su prioridad será consolidar alianzas multilaterales para enfrentar las sanciones y promover la integración regional. En este sentido, el fortalecimiento de mecanismos como el ALBA-TCP y la participación activa en bloques como los BRICS ofrecen una plataforma para diversificar las relaciones geopolíticas y económicas.

Nicolás Maduro y la formalidad del 10 de enero de 2025

Omar Hassaan Fariñas. “Terlesur”. Caracas. 1/2025. ¿Qué pasará el 10 de enero de 2025 en Venezuela? La calma durante el mes de diciembre de 2024 tiene sus razones, pero primeramente resaltamos las que se escuchan desde los sectores violentos: no se puede hacer mucho hasta el momento en que sea oficial la transición de un período presidencial a otro, el 10 de enero de 2025.

Hasta la fecha indicada, no se amerita ninguna actividad. Adicionalmente, la temporada navideña es de inmensa importancia para los comerciantes venezolanos, así como para los pequeños y grandes distribuidores. En este sentido, provocar interrupciones en las ventas con el llamado a las movilizaciones políticas, los “paros” y la violencia callejera por parte de estos sectores desestabilizadores, provocarían pérdidas millonarias que los dueños de los medios de producción (o de distribución, en el caso venezolano) no estarían dispuestos a asumir, considerando además que la economía venezolana suele “enfriarse” en enero y febrero, después de la temporada navideña.

A pesar de la reiteración de estos argumentos, en realidad, estos alegatos no encajan perfectamente con la situación existente. Según estos mismos sectores desestabilizadores, el actual período presidencial de Nicolás Maduro -de 2019 a 2024- es “ilegítimo”, carece de legitimidad, al igual que su anterior mandato y todos los mandatos presidenciales de Maduro (y de Chávez) y de todas las instituciones del Estado, desde 1999. La Asamblea Nacional, así como el Consejo Nacional Electoral (CNE) y todos los poderes públicos son inválidos e ilegales, por lo cual, el inicio del proceso de “derrocamiento del gobierno” puede darse en cualquier momento, y en realidad no requiere de una fecha de inicio como el 10 de enero, ni ningún otro día.

Si fuera por legitimidad, entonces la Asamblea Nacional -donde debe ser investido el próximo presidente- no puede otorgar la investidura a ninguna otra persona que no sea la declarada invicta en un proceso electoral organizado por un “poder” muy específico de los cinco poderes existentes del Gobierno venezolano: el Consejo Nacional Electoral (CNE). En realidad, el acto protocolar en la Asamblea Nacional es precisamente eso: un acto, pues la toma de posesión del cargo de Presidente se decide no en la Asamblea Nacional, sino a través del pronunciamiento del CNE y sus boletines oficiales, así como de la Corte Suprema de Justicia, en el caso de solicitarse su opinión por una de las partes del proceso electoral, asunto que efectivamente sí ocurrió en el 2024, y la respuesta de la Corte Suprema coincide perfectamente con la respuesta del CNE, por lo que no hay “debates” jurídicos ni institucionales sobre el carácter o la legalidad de la investidura que debe realizarse el próximo 10 de enero, en la Asamblea Nacional, por tratarse de una mera formalidad de un evento constitucional.

Es interesante para quien suscribe, que el excandidato de la oposición violenta y su jefa insisten en la ilegitimidad del proceso electoral, del CNE, del Tribunal Supremo de Justicia, y de todas las entidades públicas, incluyendo la Asamblea Nacional electa en el 2020. No obstante, ambos siguen insistiendo que el excandidato estará en Venezuela para su “investidura” el 10 de enero de 2025, en la misma Asamblea Nacional ilegitima y carente de carácter democrático que tanto él como sus seguidores condenan cada día. Sin duda alguna, es un asunto que no carece de incoherencias, disparates e ironías.

Cuando hubo que resistir violentamente la decisión de impedir que se proclamara al candidato invicto, fue precisamente cuando el CNE lo declaró como el ganador, en una ceremonia en la sede del CNE, a pocos días del propio proceso electoral de julio de 2024. En efecto, fue entonces cuando se dieron los disturbios y los asesinatos que marcaron al país, alentados por los mismos actores de la oposición violenta, pero bajo la guía de sus superiores en Washington. Sin embargo, nada sustancialmente político se logró con toda esa violencia, salvo avanzar un poco más el plan del gobierno estadounidense de sentar las bases para una deslegitimación del gobierno de Nicolás Maduro, lo que podemos llamar el “plan de cada proceso electoral”, ajustado a las realidades del momento, claro, pero sin novedad alguna.

En realidad, es importante recordarnos que de acuerdo a la narrativa estadounidense y de sus socios minoritarios, el gobierno de Nicolás Maduro del periodo 2019-2024 ya era “ilegítimo”, y simplemente se ha mantenido esa posición, al negarle legitimidad que provenga de un proceso electoral, al actual gobierno de Caracas.

Por ello, los “dirigentes” opositores han señalado ahora cuál es el objetivo de la “investidura”, alegando que quien debe ser investido es el candidato perdedor de las elecciones, y no Nicolás Maduro, y que éste viajará a Venezuela (actualmente en Buenos Aires, cuando se redacta este texto) para que se cumpla lo que corresponde y sea él quien sea proclamado. Naturalmente, aunque la Asamblea Nacional “quiera” hacerlo, no puede, pues hacerlo sería una violación sistemática de la Constitución.

Adicionalmente, circulan rumores de que en República Dominicana se estarían haciendo preparativos para proclamar al violento líder opositor como presidente de la República Bolivariana de Venezuela, aunque hasta la fecha y hora en que se escribió este artículo, no ha habido señales de la veracidad de esta noticia. Como indicaremos nuevamente al final, habrá que esperar y ver. Si así fuera, carecería de efectividad real, pues no se hizo ni siquiera dentro del territorio nacional de la República que estos pretenden gobernar, lo que significaría también que las capitales que acepten esta “farsa”, volverán a las realidades de los últimos años: reconocer a un gobierno inútil e impotente, mientras trabajan con otro (el que efectivamente está en el poder), y que sí tiene los medios y las capacidades.

Vale mencionar que la Señora que dice ser la “líder” de la oposición violenta -la que nunca logró ser la “candidata”- efectivamente convocó a un mitin político para inicios de diciembre de 2024 (la convocatoria se hizo el 28 de noviembre de 2024). Tomamos este texto del diario español El País: “El Comando con Venezuela, el movimiento político de María Corina Machado y Edmundo González Urrutia, ha convocado a una movilización en Caracas este domingo 1 de diciembre. Es la primera convocatoria que hacen desde finales de septiembre, cuando convocaron a protestas efímeras ‘modo enjambre’, en las que no lograron movilizar a mucha gente”. De hecho, la movilización del 1 de diciembre fue tan limitada -peor que las de fines de septiembre mencionadas en la cita anterior- que, por razones bastante obvias, nunca más se hicieron convocatorias después de aquella, hasta la que se realizó para el 09 de enero de 2025.

Las razones de la calma absoluta durante el mes de diciembre de 2024 en Venezuela son, de hecho, las enunciadas anteriormente: la falta de capacidad, por parte de la oposición desestabilizadora, para movilizar a sus seguidores y a otros; la ausencia física de sus “líderes” del país desde septiembre y noviembre de 2024; la necesidad de no interrumpir la temporada de ventas de diciembre, y la necesaria situación de espera que deben asumir, para tener precisión sobre la posición de Washington después del 20 de enero de 2025, una cuestión que será tan decisiva para la oposición y los factores de derecha en América Latina, como lo será para la guerra entre la OTAN y Rusia, que se está gestando en Ucrania.

Esta última cuestión de la posición estadounidense después del 20 de enero es bastante complicada. Por un lado, el próximo canciller estadounidense será Marco Rubio, una persona que estaría dispuesta a ver los cadáveres de miles de venezolanos y cubanos, con tal de lograr el “cambio de régimen” en ambos países latinoamericanos que tanto desea. Por otro lado, tenemos la siguiente noticia, publicada en El Universal el 4 de enero de 2025:

El senador republicano Bernie Moreno dijo que el presidente electo de EE.UU., Donald Trump, “trabajará con Nicolás Maduro –presidente venezolano- porque es él quien asumirá el cargo la próxima semana”. Moreno explicó que “EE.UU. no es quien elige quiénes son los líderes de estos países, ellos tuvieron una elección…”. [1]

Todos estos elementos generan inmensas incertidumbres para los actores de la oposición (y para el Gobierno Bolivariano también). Si cuentan con el apoyo irrestricto de Estados Unidos para derrocar al Gobierno Bolivariano, entonces las “manifestaciones pacíficas” convocadas para el 9 de enero serán bastante violentas, y se espera que sean el inicio de un proceso de intervención estadounidense (posiblemente, no es automático este asunto, aunque sí es probable), en el caso de que las fuerzas armadas no emprendan acciones violentas e inconstitucionales para exterminar al Gobierno Bolivariano, mediante un golpe de Estado en Caracas.

Pero, ¿qué pasa si no cuentan con el apoyo de Washington? Si Washington en cambio decide limitar su participación a operar con quienes están en Caracas –si fueran de la oposición violenta, que así sea, pero si fueran del Gobierno Bolivariano, igual- entonces, en este caso, ¿qué pasaría? Habíamos señalado antes el caso de Ucrania porque efectivamente ambos casos –Venezuela y Ucrania– tienen un elemento en común muy importante: Ambos requieren de la participación activa y agresiva de Washington, para lograr con éxito los objetivos generales de los opositores violentos, en el caso venezolano, y los del gobierno en Kiev, en el caso ucraniano. Sin el apoyo irrestricto de Washington, la posibilidad de éxito para Kiev, por un lado, y para la oposición violenta en Venezuela por el otro, es mínima.

Eso no quiere decir que con el apoyo irrestricto y violento de Washington, el éxito de los violentos estaría garantizado. En el caso ucraniano, las victorias rusas en el campo de batalla son las que determinarán el futuro de este desafío geopolítico global. En el mismo sentido, la Venezuela del 2019, la que dependía altamente de su entorno latinoamericano, la que enfrentó el Covid en el 2020, la que tuvo pocas alternativas y margen de maniobra para colocar su petróleo en los mercados internacionales, ya no es la misma Venezuela del 2025. Incluso, hasta si Washington decide retomar políticas de máxima presión contra Caracas -con medidas coercitivas unilaterales más agresivas que las de los periodos presidenciales de Trump I y Biden-, Caracas está mejor preparada para los ataques estadounidenses, de lo que estuvo en los años 2019 a 2021.

Sin embargo, alternativamente, en el caso de máxima presión, Venezuela no podrá sostenerse indefinidamente, mucho menos sin sus aliados tradicionales. El abandono por parte de Caracas de uno de sus aliados tradicionales en este momento crucial -teniendo en cuenta que la nueva administración política estadounidense está liderada por un sujeto altamente “mercurial” e “inestable”- podría tener consecuencias catastróficas para el Gobierno Bolivariano. Por ello, incluso si se llega a una dinámica de “coexistencia” entre Washington y Caracas, esta debe ser vista como una de carácter coyuntural y breve, en la que en cualquier momento pudiera regresar a una dinámica de alta hostilidad abierta, y quizás Caracas no podrá sobrevivir sin el apoyo activo de sus aliados tradicionales.

Otra cuestión que complica las aspiraciones de la oposición violenta es que ambos supuestos “líderes” se encuentran fuera del país, y supuestamente no pueden ingresar al país de manera clandestina, y, más importante aún, el supuesto “candidato” que dice haber ganado las elecciones, ha recibido asilo político por parte del gobierno en Madrid. Con este asilo, no se entiende exactamente cómo pretende regresar e ingresar al país, así como tampoco se explica si pretende ingresar a pesar de la orden de captura que el Gobierno Bolivariano ha girado en su contra ante la Interpol.

Alternativamente, un llamado a la movilización política para el 9 de enero de 2025, que ya ha sido emitido por la “líder” femenina de los violentos, tendrá grandes limitaciones para captar la atención de los medios de comunicación y de sus seguidores, si ambos “líderes” se encuentran cómodamente fuera del país, y exigen a sus seguidores enfrentarse violentamente al aparato de seguridad del Estado, mientras ellos se encuentran en la comodidad y seguridad de la ciudad de Madrid y/o de otra ciudad latinoamericana.

Así, de todos los elementos expuestos, podemos extraer dos conclusiones generales: en primer lugar, el nivel de incertidumbre sobre el caso venezolano sólo puede medirse tomando en consideración los siguientes cuatro factores, a saber:

  1. Si los “líderes” opositores entran o no al país antes del 10 de enero de 2025, y cuál será su situación, una vez que lleguen al punto de entrada del país;
  2. El grado de concentración de los manifestantes -que sin duda serán violentos mientras alegan ser “pacíficos”, con el fin de ganar la atención de los medios internacionales y de los aliados en Washington-, así como el grado de violencia que logren generar;
  3. El nivel de impacto que los líderes opositores -en realidad, Washington (tanto el de Biden como el de Trump)- tengan para convencer a elementos de las Fuerzas Armadas Bolivarianas de organizar un golpe de Estado (quizás el factor más peligroso);
  4. La posición de Washington en relación al actual Gobierno Bolivariano en Caracas, después del 20 de enero de 2025 (toma de posesión de Trump), entre un posible “pragmatismo” con Caracas, o el retorno a una posición de “máxima hostilidad”, con el fin de lograr un “cambio de régimen”.

Tal como estamos hoy, 6 de enero de 2025, nadie tiene respuestas claras y precisas a todas las cuatro cuestiones señaladas anteriormente, por lo que sólo podemos especular y hablar de posibles escenarios. ¿Habrá violencia (punto 2 de la lista anterior), el 9 o el 10? Es muy probable, pero si esta violencia no se coordina con una respuesta positiva (positiva para la oposición violenta, naturalmente) a los otros 3 puntos mencionados anteriormente, entonces esta violencia sólo servirá como un truco de Relaciones Públicas, con pocos resultados tangibles para los objetivos generales del Cambio de Régimen. De nuevo, como hemos mencionado antes y debemos seguir insistiendo, solo se puede esperar, y ver.