Se enciende el activismo universitario por Gaza

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Si bien la primera toma y la más larga fue en la Universidad de Vanderbilt, en Nashville, fue la Universidad de Columbia la que encendió la mecha de un movimiento estudiantil generalizado y atrajo la atención mundial. A partir del 26 de abril, las tomas estudiantiles se extendieron a Francia y Australia, además de a docenas de campus en los Estados Unidos. La represión policial ha sido feroz.

Saurav Sarkar(*).Globetrotter. 10/5/2024. Estudiantes de más de 40 universidades e institutos de los Estados Unidos y alrededor del mundo han avivado el movimiento de solidaridad con Palestina al instalar campamentos en sus campus. Están exigiendo que sus universidades dejen de ser cómplices del genocidio de Israel en Gaza y la ocupación de Palestina en general.

Si bien la primera toma y la más larga- fue en la Universidad de Vanderbilt, en Nashville (Tennessee), fue la Universidad de Columbia la que encendió la mecha de un movimiento estudiantil generalizado y atrajo la atención mundial. La decisión de la administración de la elitista universidad neoyorquina de enviar al represivo Departamento de Policía de Nueva York contra estudiantes que protestaban pacíficamente provocó un levantamiento mundial y dio esperanzas -por primera vez en meses- a innumerables personas. A partir del 26 de abril, las tomas estudiantiles se extendieron a Francia y Australia, además de a docenas de campus en los Estados Unidos.

La represión policial en otros lugares (además de Columbia) también ha sido feroz. En la Universidad Emerson de Boston (Massachusetts), se transmitió en directo cómo el Departamento de Policía de Boston reprimía a los manifestantes en las primeras horas del 25 de abril. En la Universidad Emory de Atlanta, Georgia, la policía tiró al suelo a Caroline Fohlin, una profesora de economía que intentó intervenir en las detenciones de estudiantes, y su cabeza golpeó el cemento. La Universidad del Sur de California permitió a los agentes disparar balas de goma contra los estudiantes, y en la Universidad de Texas-Austin la policía local y estatal detuvo a estudiantes en motocicletas, a caballo y a pie.

Pero la policía no siempre tuvo ventaja. En Cal Poly Humboldt, los estudiantes consiguieron atrincherarse en un edificio. Y en el City College de la City University de Nueva York, los y las manifestantes hicieron retroceder a la policía y mantuvieron la integridad de su campamento.

En todo momento, los y las estudiantes han centrado las protestas en lo importante: la situación en Gaza y los vínculos de sus universidades con Israel. Incluso cuando las figuras del poder se mostraban reticentes ante la revuelta estudiantil -el presidente Joe Biden trató de vincularlos con el “antisemitismo”-, se descubrieron dos fosas comunes en Palestina, creadas tras los ataques terroristas israelíes contra dos hospitales de Gaza. Unos 400 médicos, pacientes, niños, niñas y otras personas fueron encontrados muertos, en algunas casos fueron enterrados vivos.

Los altos mandos de los campus universitarios, las salas de juntas y los palacios presidenciales de todo el mundo parecían no tener nada nuevo que decir sobre las tácticas horripilantes y asesinas de Israel. El genocidio del Estado sionista en Gaza ha alcanzado ya su día 200, con al menos 34.000 muertos y una invasión al parecer inminente en Rafah, la ciudad meridional y último refugio de cientos de miles de palestinos y palestinas.

Aunque algunos han afirmado que el movimiento estudiantil, principalmente estadounidense, es una distracción, figuras del movimiento como Harsha Walia han denunciado las conexiones entre la violencia estatal racista en los Estados Unidos, Israel y otros lugares. Y el movimiento estudiantil, por lo menos, desde antes del lanzamiento de la “Flotilla de la Libertad” y del Día Internacional de los Trabajadores, está dando a innumerables activistas de la solidaridad con Palestina algo concreto que hacer más allá de ver durante horas las horribles imágenes de Gaza o de intentar seguir con sus vidas cotidianas ante el genocidio en curso.

Además, con miles de millones de dólares en dotaciones, capital social y, en algunos casos, vínculos directos con el Estado de Israel, las universidades son un importante lugar de lucha para el avance del movimiento de Boicot, Desinversión y Sanciones. Por ejemplo, la Universidad de Columbia mantiene un campus en Tel Aviv.

Los Estados Unidos se muestran cada vez más inhóspitos para la libertad de expresión, piedra angular de la democracia, y parece que casi todas las instituciones privadas y públicas se han corporativizado, militarizado o ambas cosas. Reproducir el papel histórico de las universidades como centros de conocimiento y de interés público, como están haciendo ahora los estudiantes, podría ofrecer un lugar para oponerse no sólo al genocidio de Gaza, sino a muchas otras cosas.

Es posible que en los próximos días se produzcan muchas más tomas en un número cada vez mayor de lugares de todo el mundo. Los manifestantes están unidos en su propósito, y en todo el mundo se escucha un grito colectivo: “¡Divulgar, desinvertir! ¡no pararemos, no descansaremos!”

(*)Saurav Sarkar es un escritor, editor y activista independiente que vive en Long Island, Nueva York. También ha vivido en Nueva Delhi, Londres y Washington D.C.