El exministro y dirigente del PC, Marcos Barraza, señaló que en el actual cuadro político del país incluso “en la oposición hay voces que exigen un debate de altura y el establecimiento de mínimos comunes” para avanzar en diversas materias. En esa línea, afirmó que los comunistas están por el diálogo “no solamente con los propios, sino con todo aquel dispuesto a dejar sus dogmas de lado” y enfatizó que “se requiere tener una visión integral y no integrista del escenario político en el que nos desenvolvemos”. En todo caso advirtió que “es más patente el riesgo de involución hacia prácticas autoritarias y populistas que pueden implicar serias regresiones”. Frente a cuestionamientos al Gobierno de que cambia de posición, por ejemplo al citar al Cosena o acordar con Soquimich, el dirigente comunista sentención que “no se ha sido ambivalente ni oscilante en las decisiones adoptadas”. En entrevista, rompió el silencio PC ante el anuncio de Ricardo Lagos de retirarse de la vida pública, y apuntó que en su momento el mandatario “hizo una autocrítica de sí mismo y su Gobierno” y que ahora “corresponde valorar positivamente ese ejercicio autocrítico y respetar su decisión de alejarse de la vida pública”. Frente a las reacciones por el desempeño del fallecido expresidente Sebastián Piñera, Barraza sostuvo que “hemos sido testigos de denodados esfuerzos por reescribir la historia y la biografía del expresidente Piñera” y resaltó que “es insoslayable su responsabilidad política en las graves violaciones a los derechos humanos ocurridas en Chile” en el 2019.
Hugo Guzmán. Periodista. “El Siglo”. Santiago. 10/2/2024. Quisiera abordar no tanto temas de contingencia, sino más de debates, de perspectiva, a partir de algunas opiniones y artículos vertidos en la última semana. Parto con esto: se dijo que el Partido Comunista “guardó silencio” ante el anuncio del expresidente Ricardo Lagos de dejar la vida política pública. ¿Cuál es la mirada que hay en el PC respecto a ese retiro de Lagos?
En diversas oportunidades me he referido al expresidente Ricardo Lagos y a su Gobierno en particular con una evaluación crítica. Más que volver sobre esas opiniones creo más atingente remitirse a lo señalado por el mismo expresidente respecto a materias como Transantiago y al CAE, como experiencias de políticas públicas, que analizados con la ventaja que permite el tiempo, y vistos sus impactos, asiente que los reformularía. En un sentido similar se refiere a las reformas constitucionales aprobadas durante su mandato cuando señala que hubiese sido conveniente someterlas a plebiscito para intentar mover un poco más el cerco hacia la consolidación democrática. O el reconocimiento de la vergüenza experimentada al ver a (Augusto) Pinochet levantarse de su silla de ruedas y mostrarse desafiante en su retorno al país luego de su arresto en Londres. Es decir, el expresidente Lagos, con esas afirmaciones, hizo una autocrítica de sí mismo y su Gobierno, por lo que no creo que corresponda otra cosa que asentir en lo sustantivo con esas opiniones. En ese sentido, sólo corresponde reconocer y valorar positivamente ese ejercicio autocrítico y respetar su decisión de alejarse de la vida pública.
Digo esto a propósito de los funerales del expresidente (Sebastián) Piñera donde se acusa falta de rigor histórico y político respecto de sus dos períodos presidenciales. Ambos estuvieron marcados por masivas manifestaciones y convulsiones sociales, las más severas desde el retorno a la democracia, en donde el expresidente dio muestras de graves incomprensiones sobre el origen del malestar, y que lejos de dar respuesta a las legítimas demandas populares respondió con las más graves violaciones a los derechos humanos acaecidas en Chile desde la dictadura. Este intento de falsificación histórica, de una acomodada gramática social, fue un recurso muy utilizado por el propio expresidente Piñera, quien reescribió su biografía política, económica y judicial en más de alguna oportunidad.
¿Cómo mira la figura del expresidente Sebastián Piñera?
Su trágico fallecimiento nos hace solidarizar con sus familiares, amigos y con todos quienes lamentan su muerte. Otra cosa es coincidir con el intento de falsear la historia, que claramente no compartimos. Hemos sido testigos de denodados esfuerzos por reescribir la historia y la biografía del expresidente Piñera, un político y empresario que no indiferenció los mismos métodos para hacerse de un lugar en los negocios y la política. Es insoslayable su responsabilidad política en las graves violaciones a los derechos humanos ocurridas en Chile. De igual modo resulta ineludible referirme a los incontables conflictos de interés con los que tuvo de convivir al mismo tiempo que ejercía facultades presidenciales. Su fallecimiento es una situación dolorosa, que logra su eximición de las causas civiles y penales por las que era investigado, pero que no lo absuelve del juicio que la historia y los chilenos y chilenas deben hacer una vez que la conmoción se disipe.
A partir de estos hechos, transversalmente se habla de que ya no hay en Chile estadistas, políticos con lucidez, con altura de miras, que piensen en el Chile del futuro, ¿comparte esas apreciaciones?
El protagonismo en los ciclos históricos no es privativo de una generación. Por el contrario, es tarea de todos los actores del sistema político mantener el ciclo transformador activo y con ello la reconfiguración y posicionamiento de nuevos liderazgos como expresión de un nuevo tiempo político. Es propósito del ciclo vigente encontrar precisamente esos liderazgos considerando un balance y aspecto crucial: quien aspire a conducir debe compatibilizar las legítimas expectativas de cambio con un sentido y orientación transformadora con el fortalecimiento de las capacidades institucionales del Estado.
Para esta tarea hay personas con total claridad, lucidez y otros atributos, en todo el espectro político y social. Es decir, en los partidos políticos, los movimientos sociales y también en el mundo de los independientes, se da un riguroso debate muy productivo para ampliar el horizonte de transformaciones necesarias para conseguir más y mejores condiciones de bienestar para toda nuestra población. La expresidenta (Michelle) Bachelet es una persona destacada en este debate. Ideas como el Estado Social y Democrático de Derecho ha sido fruto de esta discusión, la provisión mixta de bienes y servicios públicos, el retorno protagónico del Estado en la vida económica de la sociedad, etc. Estas y otras materias son fruto productivo de la discusión pública. Quien acusa desconocer estos avances escuda su falta de visión estratégica y carencia de visión de país con antojadizos argumentos, ofreciendo a la opinión pública una deficiente calidad deliberativa.
Quienes decidieron quedarse en la guerra de trincheras tienen una deuda con el país en términos de ofrecer una propuesta efectiva de mejoras para todos los chilenos y chilenas, no sólo para un selecto grupo. Incluso en el sector político de la oposición hay voces que exigen un debate de altura y el establecimiento de mínimos comunes, dejar los eslóganes ocurrentes, pero sin profundidad, de lado. Esa capacidad de dialogar que posee una parte de la oposición es deseable que se imponga a los embates ultra radicales de (José Antonio) Kast y sus adherentes.
“Aportes sustantivos de los comunistas”
En una entrevista en El Mercurio, el expresidente de la UDI, Pablo Longueira, afirmó que “cuando se creó la Nueva Mayoría e ingresó el PC al Gobierno se fue perdiendo la capacidad de lograr acuerdos” y enfatizó que “es muy complejo lograr cosas cuando en una coalición están los comunistas”. Usted fue ministro de Desarrollo Social en ese Gobierno, y Claudia Pascual ministra de la Mujer y la Equidad de Género. Ahora hay dos ministras, Camila Vallejo y Jeannette Jara, y un ministro, Nicolás Cataldo. ¿Se perdió o se pierde con ustedes en ministerios la capacidad de lograr acuerdos, es complejo lograr cosas con ministras y ministros comunistas en un Gobierno?
En todo campo del saber y de la cultura nacional es posible hallar aportes sustantivos de los comunistas para su desarrollo. Este es un aserto que no todos pueden decir, ni de sí mismos, ni de los grupos que representan, menos alguien formalizado por corrupción. Es necesario obviar ese berrinche. Ser comunista es adscribir a una filosofía y práctica política que antepone el bien común a cualquier otro interés. Esa conducta es fácilmente rastreable en toda nuestra historia que se prolonga por más de 110 años. Más importante aún, los resultados de este proceder están a la vista: Defensa irrestricta de la democracia y avances en mejoras sustantivas de bienestar comunitario. Para lograr aquello la disconformidad con la injusticia social, la movilización social, y el diálogo han sido fundamentales, diálogo no solamente con los propios, sino con todo aquel dispuesto a dejar sus dogmas de lado para concretar los anhelos de cambio que exige la ciudadanía al sistema político.
En el Gobierno que me correspondió participar en representación del Partido Comunista, nuestro trabajo fue crucial para introducir un sentido de urgencia y para lograr dinamizar una agenda transformadora a todo nivel institucional, toda vez que materias como la gratuidad de la educación superior, la reforma laboral o la interrupción del embarazo por tres causales, son demandas de larga data. Para la instalación en el debate de la autoridad de este y otros temas fue relevante la participación de los comunistas en el gobierno.
Gonzalo Cordero, columnista, que expresa posturas ultraconservadoras, escribió que ahora la izquierda apuesta por las revistas de papel couché con fotos propias de socialité, que reemplazaron a Gabriel Salazar por Jorge Baradit, y se dice que hoy sus figuras están más preocupadas de las redes sociales, del Tik Tok, de ser influencers, de sus agendas mediáticas propias, que de los medios de prensa propios, de elaborar teoría política, formar y formarse, de robustecer diarios o revistas de contenido. ¿Cuál es su apreciación de esos fenómenos?
¿Medios de prensa propios? ¿Dijo cuáles? Creo que no necesito profundizar en aquello de la concentración de medios, y plataformas de todo tipo que posee la derecha o sus grupos afines. Si algunos personeros oficialistas aparecen en ese tipo de medios o plataformas es el espacio que se ofrece y que debe aprovecharse para plantear desde esa tribuna sus ideas a un público que se expresa por estos canales. Respecto de Baradit u otros autores, es necesario reconocer el enorme estímulo que han significado sus libros para promover la lectura en públicos que, sin sus obras, no se hubiesen acercado a ese hábito. Tanto así que es uno de los más pirateados del país. Entonces no cabe hacer distinciones maliciosas entre audiencias, sino de apuntar a una democratización de los medios que habilite el sano ejercicio de la discusión e intercambio de ideas, que refleje la diversidad existente en el seno de nuestra comunidad y deje de lado la unilateralidad, el monolingüismo editorial existente hoy. Cada generación desarrolla sus propios medios para canalizar sus expresiones y plantear demandas. El uso de plataformas es un recurso que tiene sus códigos y no debemos estar ausentes de los intercambios que ahí se generan. No sólo es una decisión inteligente participar, sino que es necesario ser parte de esos y otros debates.
La construcción de ideas desde la izquierda
Le pregunté hace una semana a Jorge Arrate si la izquierda tiene un déficit en producción intelectual y me dijo que sí. ¿Usted compartes esa opinión?
En mi opinión la principal producción a la que la izquierda debiese estar abocada es a la construcción de un proyecto de mayorías que permita superar las graves deficiencias estructurales del modelo imperante y que impida que la desigualdad e inequidad se asiente y siga incrementándose de manera regresiva. Parte de aquella construcción se manifestó en los dos procesos constitucionales y particularmente en el primer proceso constitucional, en materias tan relevante como el reconocimiento y garantía de derechos sociales, que siguen siendo una necesidad muy demandada. Paralelamente a ello se requiere construir una correlación de fuerzas políticas sociales favorables.
La producción intelectual debe orientar el fortalecimiento de una formulación que compatibilice una propuesta estratégica de largo aliento con dimensiones tácticas para su operatividad. En esta lógica, lo relevante es disponer la teoría y práctica en función de un modelo de desarrollo que permita el crecimiento económico, la creación de empleo productivo con la sustentabilidad medioambiental y la sostenibilidad social.
En términos políticos, nuestra orientación debe lograr escudriñar las razones por las que la extrema derecha logra un espacio social creciente en el debate público, sin que éste avance sea percibido con los riesgos involutivos que conlleva. Las posiciones más radicales de derecha hegemonizan este sector amenazando e incrementando los riesgos para la convivencia democrática.
Creo que no va a desconocer que en la izquierda y en el PC hubo inquietud, hasta objeciones, con el acuerdo del Gobierno y Soquimich por el litio, con quitar pensiones de gracia a participantes del estallido social, con ceder en la reforma de pensiones, con estar de acuerdo ahora en citar al Cosena, y otros casos. ¿Cómo explicar eso, hay cambios de posturas porque se está en el Gobierno?
Son materias distintas en su origen, desarrollo y resultado. No puede formularse una respuesta englobadora para aquello, salvo en un sentido: cuando se es autoridad siempre se debe velar por el bien común, más aún cuando el fundamento es transformador. En todas las materias que usted menciona, ese principio se ha intentado cautelar teniendo como principal obstáculo el no tener las mayorías suficientes para conseguir un acuerdo del todo favorable. Cohabitamos con un Congreso muy propicio para la derecha. Ese es un dato realidad que no se puede ni debe obviar. Se requiere tener una visión integral y no integrista del escenario político en el que hoy nos desenvolvemos. Si somos rigurosos no ha habido un cambio de posturas. Por ejemplo, tenemos la fuerte convicción de que una Empresa Nacional del Litio es la herramienta fundamental para que el Estado ejerza de manera soberana la tutela que le corresponde sobre sus riquezas naturales. Pues bien, ese ideal se mantiene en el protocolo de acuerdo suscrito y restituye soberanía del Estado sobre el litio. Por supuesto que quisiéramos que Ponce Lerou no fuese parte de Soquimich, aspiramos que su salida se concrete en el futuro cercano para que la Empresa Nacional del Litio no surja con este lastre inicial. Lo mismo en el tema de pensiones, debate en el que entendíamos que negarse a legislar constituía un serio retroceso para mejorar pensiones presentes y futuras. En este sentido las 18 materias aprobadas constituyen una buena línea de base para la futura discusión legislativa. Respecto del Cosena, teniendo presente que sólo es un órgano consultivo, esto debe contextualizarse en la necesidad de dar señalas a la comunidad de que el tema de la seguridad debe ser una materia de Estado, y ahí se da una fuerte disputa con la derecha en materia da percepciones sociales, dado el crecimiento de los miedos sociales. Que involucre la puesta en marcha de una estrategia que incorpore a todos los actores institucionales que son parte de la política criminal. Este principio se mantiene inalterable y se tendrá que ser muy pedagógico al respecto con quienes dan muestras de incomprensión o de desconfianzas.
En este sentido, no se ha sido ambivalente ni oscilante en las decisiones adoptadas, sino que se ha actuado de acuerdo a cautelar los intereses generales en medio de un contexto absolutamente adverso, pero que sin duda muestra insoslayables avances.
“Una cosa es la crítica y otra tomar decisiones que afecten a la coalición de Gobierno”
De repente parece que al PC le cuesta separar bien esto de estar en un Gobierno y ser partido de izquierda con cierta independencia. Como que amalgama todo. En España, el PC critica duramente en algunas materias al Gobierno del que es parte, y no pasa nada grave. ¿Cómo resolver eso, o eso no es así como lo planteo?
Una cosa es la crítica y otra es tomar decisiones que afecten negativamente a la coalición de Gobierno de la que se es parte. En el caso que usted menciona, por ejemplo, Podemos votó en contra del subsidio de desempleo lo que obligó al jefe de Gobierno, Pedro Sánchez, a negociar con los partidos regionalistas para lograr la aprobación. En el caso de nuestro Congreso, de nuestra bancada parlamentaria, nuestra votación nunca ha puesto en riesgo la aprobación de una medida significativa para la agenda legislativa del Gobierno. Un trabajo de coalición exige un diálogo honesto, sincero. Es parte precisamente de esa honestidad y sinceridad la crítica fraterna en aquellas materias que generan desavenencias. Lo contrario no sería precisamente un trabajo de coalición, sino más bien una expresión de conducta políticamente desaprensiva de insospechadas consecuencias sociales.
Al Gobierno, del que es parte el Partido Comunista, le quedan dos años. Hay un sinfín de objetivos, desafíos y problemas serios. Pero luego la historia sigue. ¿Dónde fijaría los puntos de pensamiento del PC para cinco, diez o veinte años más adelante, más allá de la coyuntura actual, dónde están los desafíos de respuestas a esta nueva sociedad o este nuevo pueblo como se ha definido?
Cada período histórico define a sus protagonistas, sus herramientas para construir, sus contradicciones y sus procesos para abordarlas. Los comunistas haremos nuestra contribución en el plano de las ideas y organización con la realización de nuestro Congreso partidario. Ahora bien, el principal desafío es la construcción de un programa que permita superar las contradicciones de este período, condiciones que indudablemente permitirán consolidar una democracia profunda y de amplio alcance. El principal riesgo para ello es que no todo el espectro político apuesta por este proceso de consolidación democrática. Por el contrario, cada vez es más patente el riesgo de involución hacia prácticas autoritarias y populistas que pueden implicar serias regresiones. La derrota infringida a los Republicanos y Chile Vamos en el plebiscito del 17 de diciembre, es una expresión de sublime sabiduría popular, pero si no somos capaces de ofrecer respuestas concretas a las demandas ciudadanas más sentidas, puede que ese rechazo se torne en una oportunidad al neofascismo para legitimarse.