Prioridad para Milei: Implementar una “política de shock” económico

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El mandatario argentino reconoció que “naturalmente ello impactará de modo negativo sobre el nivel de actividad, el empleo, los salarios reales, la cantidad de pobres e indigentes”. Indicó que “necesitamos un ajuste fiscal que recaiga en el Estado y no en el sector privado”. Al mismo tiempo, el nuevo jefe del Ejecutivo del país vecino estableció que “Argentina se ha convertido en un baño de sangre. Los delincuentes caminan libres mientras los argentinos de bien se encierran tras las rejas”.

“El Siglo”. Buenos Aires. 11/12/2023. No fue una sorpresa. Se esperaba que el primer discurso del ultraderechista Javier Milei como nuevo jefe del Ejecutivo de Argentina apuntara, fundamentalmente, a una dura política económica y a destacar la necesidad de combatir la delincuencia. Relatos que prioriza la extrema derecha a nivel mundial.

Párrafos destacados de su intervención, que hizo fuera del Congreso, rompiendo una norma institucional, para hablarle sólo a sus partidarios:

“Habrá estanflación, es cierto, pero no es algo muy distinto a lo que ha pasado en los últimos 12 años. Recordemos que en los últimos 12 años el PBI per cápita ha caído 15% en un contexto donde acumulamos 5000% de inflación, por lo tanto, hace más de una década que vivimos en estanflación, por lo tanto, este es el último mal trago para comenzar la reconstrucción de Argentina”.

“Estamos recibiendo un país en donde la mitad de la población es pobre, con el tejido social completamente roto, más de 20 millones de argentinos no pueden vivir una vida digna porque son presos de un sistema que lo único que genera es más pobreza”.

“Como dice el gran Jesús Huera de Soto: ‘Los planes contra la pobreza generan más pobreza, la única forma de salir de la pobreza es con más libertad’”.

“Debe quedar claro que no hay alternativa posible al ajuste. Tampoco hay lugar a la discusión entre shock y gradualismo. Desde el punto de vista empírico, todos los programas gradualistas terminaron mal, mientras que todos los programas de shock, salvo el de 1959, fueron exitosos”.

“Para hacer gradualismo es necesario que haya financiamiento y lamentablemente, tengo que decírselos de nuevo, no hay plata. Por ende, la conclusión es que no hay alternativa al juste y no hay alternativa al shock”.

“Naturalmente ello impactará de modo negativo sobre el nivel de actividad, el empleo, los salarios reales, la cantidad de pobres e indigentes”. “En el corto plazo la situación empeorará, luego veremos los frutos de nuestro esfuerzo”.

“Necesitamos un ajuste fiscal que recaiga en el Estado y no en el sector privado”.

“Desde el punto de vista teórico, si un país carece de reputación, como lamentablemente es el caso de Argentina, los empresarios no invertirán hasta que vean el ajuste fiscal haciendo que el mismo sea recesivo”.

“Argentina se ha convertido en un baño de sangre. Los delincuentes caminan libres mientras los argentinos de bien se encierran tras las rejas. El narcotráfico se apoderó totalmente de nuestras calles, a punto tal que una de las ciudades más importantes de nuestro país ha sido secuestrada por los narcos y la violencia”.

“Nuestras fuerzas de seguridad han sido humilladas y maltratadas durante décadas. Han sido abandonados por una clase política que le ha dado la espalda a quienes nos cuidan. La anomia es tal que sólo el 3% de los delitos son condenados. Se acabó con el ‘siga, siga’ de los delincuentes”.

Antes de jurar el cargo, Milei firmó en el libro de honor del Congreso de presidentes “Viva la libertad carajo”, su frase de campaña y su eslogan político.

Cinco legisladores de izquierda, desde sus puestos en el Congreso, mostraron un cartel que decía: “No al plan motosierra de Milei contra el pueblo”.

Como se esperaba, al tomar posesión del cargo, Milei se rodeó de representantes de la extrema derecha y nacionalistas: El presidente de Ucrania, Volodymir Zelenskyy, el primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, el jefe del partido Vox, Santiago Abascal, el exmandatario brasileño, Jais Bolsonaro, el dirigente chileno ultraderechista José Antonio Kast, Franco Parisi, dirigente de un grupo político chileno ultraneoliberal, y los presidentes conservadores de Uruguay, Paraguay y Ecuador, Luis Lacalle Pou, Santiago Peña y Daniel Noboa, respectivamente.

No asistieron a la ceremonia los presidentes Luiz Inácio Lula Da Silva (Brasil), Andrés Manuel López Obrador (México) y Gustavo Petro (Colombia). Nicolás Maduro (Venezuela), Miguel Díaz-Canel (Cuba) y Daniel Ortega (Nicaragua) no fueron invitados.  Del grupo de mandatarios considerados progresistas en la región, sólo asistió el Presidente de Chile, Gabriel Boric.