“Nos propusimos estimular discusiones estratégicas al interior de las izquierdas. Diagnosticábamos que nuestro campo había perdido capacidad de discutir proyectos históricos, sobre el sentido de la acción política más allá de la administración de lo existente”. “De acuerdo con la reflexión que hemos venido realizando, no hemos llegado a la conclusión de que en la sociedad haya un rechazo a las ideas transformadoras”. “Las demandas son muchos más complejas de procesar de acuerdo a los esquemas clásicos que tenemos en la izquierda”. “Nos falta…convertir el conocimiento sobre la realidad social en una táctica política ajustada a esa realidad”.
Hugo Guzmán. Periodista. “El Siglo”. Santiago. 17/3/2023. La Fundación Nodo XXI cumple una década dedicada al estudio, la investigación, la publicación, el debate, en torno de ideas y la acción de las izquierdas, entrando a los procesos sociales y políticos con mirada crítica y asumiendo los cambios experimentados en la sociedad chilena.
Pierina Ferretti es la directora ejecutiva de la Fundación y en entrevista da un vistazo a los objetivos originales y los desafíos en este período de la sociedad chilena cruzado por temas de impacto como la posibilidad de una nueva Constitución y el acentuarse las demandas ciudadanas.
Nodo XXI llega a sus diez años de existencia, ¿se cumplieron los objetivos planteados en su creación, cuál sería el balance que harías?
Diría que los objetivos trazados son un horizonte que nunca se alcanza completamente pero que nos han dado una dirección durante estos diez años. La Fundación nace con una particular preocupación por recomponer la capacidad de las izquierdas de apropiarse de las condiciones histórico-concretas en que nos toca intervenir. En ese sentido, hemos buscado hacer una contribución al conocimiento de las condiciones sociales del Chile actual, del carácter específico del “neoliberalismo criollo”, de la fisionomía de los grupos sociales forjados en este medio siglo de neoliberalismo y de la conflictividad social que emerge de sus contradicciones. Queda mucho todavía por comprender, pero diría que hemos contribuido en este plano con investigaciones, publicaciones, escuelas de formación.
Nacimos también con el objetivo de generar “conocimiento interesado”, que pudiera contribuir al fortalecimiento de las luchas sociales que se estaban desarrollando y ampliando en el país. En nuestros comienzos pusimos especial énfasis en acompañar al movimiento estudiantil, pues veíamos en la lucha por la educación pública y contra su mercantilización un germen que podía abrir un horizonte de lucha por derechos sociales universales y por la superación del neoliberalismo. Con los años fuimos desarrollando otros temas e involucrándonos en otras luchas y con otras actorías sociales, por ejemplo, con organizaciones de trabajadores, con el movimiento feminista y con sectores ambientalistas.
También desde nuestros comienzos nos propusimos el objetivo de estimular discusiones estratégicas al interior de las izquierdas. Diagnosticábamos que nuestro campo había perdido capacidad de discutir sobre proyectos históricos, sobre el sentido de la acción política más allá de la administración de lo existente. Junto con ello, queríamos contribuir a la articulación de distintas culturas y organizaciones de la izquierda chilena y nos propusimos ser un espacio de encuentro entre partidos políticos y movimientos sociales. Creemos que esa articulación es clave y que es necesario seguir avanzando en el desarrollo de una cultura política democrática, de discusión abierta, de enfrentamiento de ideas, de procesamiento de diferencias. Hemos intentado crear instancias para aquello. El Espacio de Coyuntura que convoca la Fundación hace años es uno de nuestros principales esfuerzos en esa dirección.
Si bien queda mucho por hacer, han sido diez años bien trabajados y haciendo el balance, creo que tenemos razones para celebrar.
Entiendo que en su posicionamiento en Nodo XXI se definen, entre otras cosas, como antineoliberales, feministas, y se reconocen en el mundos de las izquierdas. Y parece que en el país vivimos, en contrapunto, una regresión conservadora, un rechazo a ideas transformadoras. ¿Cómo enfrentan este período a partir de sus propósitos?
De acuerdo con la reflexión que hemos venido realizando, sobre todo a partir de la derrota en el plebiscito, no hemos llegado a la conclusión de que en la sociedad chilena haya un rechazo a las ideas transformadoras. Al menos no creemos que sea esa la disposición más extendida. De acuerdo con nuestra lectura, la derrota del cuatro de septiembre no significa que la sociedad chilena no demande cambios. Creemos que las demandas de octubre siguen ahí y que la mayoría del país está de acuerdo con que tienen que ocurrir cambios y cree que las cosas no pueden seguir tal como están. Lo que ocurrió, aunque no hay una sola causa, es que las demandas de la sociedad chilena son muchos más complejas y difíciles de procesar de acuerdo a los esquemas clásicos que tenemos en la izquierda. No sabemos bien cómo responder a las demandas de protección social y de libertad, aunque sea entendida solo como libertad de elegir, que expresan amplias capas sociales. De todos modos, no vamos a negar que hay fuerzas regresivas actuando y que la ultraderecha ha ganado terreno a nivel social. Sin embargo, la conducción de la sociedad no la ha ganado la ultraderecha. Es un terreno en disputa.
Por otro lado, y como vimos el pasado 8 de marzo, el feminismo sigue gozando de buena salud y sigue siendo una fuerza de transformación viva y convocante. Creemos que existen en Chile fuerzas de transformación que siguen vivas y que sigue abierta la posibilidad de empujar transformaciones sociales a pesar de la derrota en el plebiscito. Insisto, la señal que dio el movimiento feminista hace pocas semanas atrás fue muy importante.
En la Fundación estamos intentando elaborar la complejidad de este momento, intentando anclar nuestra reflexión en la realidad, intentando extraer todo el aprendizaje que se pueda del proceso político en curso. Creemos que la derrota que sufrimos en el plebiscito nos puede permitir ajustar mucho más nuestra mirada y anclarnos en el Chile realmente existente. Pero no creemos que haya un rechazo a la transformación social a nivel mayoritario, sino más bien creemos que debemos elaborar mucho más cómo dar respuesta a los anhelos de transformación social que siguen estando en la sociedad.
¿Crees que la incidencia del mundo intelectual y académico es la apropiada a los procesos políticos que vive el país?
Creo que hay intelectuales y académicos que han hecho grandes aportes a la comprensión de la realidad social y han puesto elementos que tensionan las miradas más rígidas e ideologizadas que pueden todavía encontrarse en el campo de las izquierdas. Me refiero a la franja de intelectuales y académicos que están de alguna manera vinculados al proceso político y que buscan aportar a él. Sin embargo, me parece que hay un paso que nos falta. Que es convertir el conocimiento sobre la realidad social en una táctica política ajustada a esa realidad. Si hubiéramos sido más conscientes de esto quizás el resultado del plebiscito habría sido otro. Sin embargo, esa tarea excede la labor de académicos e intelectuales.
Se hizo más recurrente que en los medios aparezcan representantes de centro de estudios, fundaciones, de universidades, dando opiniones sobre el acontecer político -casi no les preguntan del acontecer social o casi no se aborda-, a veces por columnas pero muchas veces metiendo “cuñas”, frases. ¿Te parece la forma en que está la academia, los centros de estudio, la intelectualidad en el quehacer cotidiano de los medios? ¿Es claro el debate de ideas entre sectores transformadores y conservadores, o está medio disfrazado?
El debate que está comenzando sobre subsidiariedad y Estado social de derecho, y que va a cobrar más fuerza con el nuevo proceso constituyente, ejemplifica bien la opacidad que puede adquirir el debate de ideas cuando se intenta pasar gato por liebre.
La derecha está instalando la idea de que puede construirse un Estado social de derecho y al mismo tiempo conservar el principio de subsidiariedad. Intentan volteretas argumentativas para disfrazar una posición conservadora que busca salvar el corazón de la Constitución actual y revestirlo de legitimidad democrática. Es necesario sincerar el debate y hemos intentado contribuir en esa dirección. Camila Miranda, la presidenta de nuestra Fundación, ha dado un debate abierto sobre este punto, discutiendo con intelectuales de derecha en la prensa. Creo que este caso, de ideas conservadoras que se intentan disfrazar, se replica en otros temas, por ejemplo, cuando vemos liberales en contra del aborto argumentando de las maneras más originales para encubrir una posición abiertamente conservadora que choca con lo básico del ideario liberal. Me parece que es bueno sincerar las posiciones y tener discusiones honestas y racionales. Intentamos contribuir en ello.