Recordar los sucesos en torno del derrocamiento de Allende no es un acto aséptico y a pesar de haber transcurrido medio siglo, las brasas permanecen calientes y activas. En ese marco surgen fuertes polémicas y miradas ciertamente contrapuestas donde parece difícil, sino imposible, aterrizar consensos o derivaciones conciliadoras. Uno de los debates es entre más reflexión o más iniciativas concretas.
Hugo Guzmán. Periodista. Santiago. 7/7/2023. 1.-El diputado de la UDI, Jorge Alessandri, expresó que “yo justifico el golpe militar”. El economista Manuel Riesco indicó que “el golpe militar fue un delito de lesa humanidad”. Dos afirmaciones que evidencian lo obvio en este año del cincuentenario del golpe de Estado que derrocó al Presidente Salvador Allende. En Chile, este 2023, hay quienes defienden/respaldan la asonada golpista, y hay quienes la fustigan/rechazan. De acuerdo a las vocerías y posicionamientos de las últimas semanas, ese es un factor de primer alcance respecto a la efeméride, y que daría al traste con una idea “de consenso” o un ánimo conciliador entre las partes. Y es que recordar los sucesos en torno del derrocamiento de Allende no es un acto aséptico y a pesar de haber transcurrido medio siglo, las brasas permanecen calientes y activas. En ese marco surgen fuertes polémicas y miradas contrapuestas donde parece difícil, sino imposible, aterrizar consensos o derivaciones conciliadoras.
2.-Junto a lo anterior, surgen controversias respecto “a la revisión” del período de la Unidad Popular y la gestión de Allende, la “explicación” y “motivación” del golpe de Estado, las “razones del quiebre democrático” y el contexto en que se produjeron los sucesos del martes 11 de septiembre de 1973. Revisando entrevistas, análisis, columnas, se llega a la conclusión de que allí también radica un punto de contraste/polémica. Porque se observa una notoria intencionalidad de echar mano al cuestionamiento de la UP y de Allende, relegando a un segundo plano el episodio del golpe, sus protagonistas, sus consecuencias dramáticas, llegando al punto de situar responsabilidades en el mandatario muerto en La Moneda, e introduciéndose dosis de omisión y negacionismo. En contrapunto, se observan opiniones y planteamientos que relevan, sobre todo, el hecho de la asonada golpista, los datos, antecedentes y sus secuelas, la recuperación de memoria y condena explícita del suceso. Finalmente, así como hay quienes defienden y quienes condenan el golpe de Estado, hay quienes priorizan por un esquema de análisis y otros que apuntan a otro formato. Y surgen críticas tanto de relativización como de exageración.
3.-¿Cómo conmemorar los 50 años del golpe? Eso está definido precisamente respecto a la posición que se tiene ante el hecho del martes 11 y en cuanto al formato de análisis del episodio histórico. Parece muy difícil, sino imposible, situarse en un plano de neutralidad o de simple espacio de reflexión. Lo cruento, dramático, duro, confrontacional y definitorio del 11 de septiembre, parece no permitir medias aguas. Claro que aparecen declaraciones como la de la presidenta de Evópoli, Gloria Hutt, que expresó el deseo de que esta fecha “fuera un punto de encuentro” entre los chilenos, y de otros personeros -de derecha, centro y progresistas- llamando a “no revivir la división de los chilenos”, apuntando a una reflexión “pensando en la unidad de los chilenos”, donde, en realidad, subyace una postura política definida. Pero ello rayaría en lo retórico/banal considerando las expresiones/acciones en torno de los 50 años del golpe. El diputado del Partido Socialista, Daniel Manoucheri, apuntó que “esperamos que con este conmemoración algunos recapaciten y entiendan que en esto no pueden existir dobles lecturas”. El académico Dino Pancani, estableció que “el marco conceptual y el tono de las actividades conmemorativas y discursivas no dan cuenta del país que se vivió en 1973 y tampoco del que vivimos hoy. No es posible construir mínimos comunes con una parte de la clase política que sigue justificando el Golpe de Estado y guarda silencio ante las violaciones a los derechos humanos”. En efecto, mientras unos reivindican/defienden la asonada golpista y otros piden situarse en la reflexión y el consenso, hay sectores que persisten en exigir la aparición de restos de más de mil detenidos desaparecidos, legalizar la sanción del negacionismo y la desaparición forzada, cerrar Punta Peuco, condenar el golpe de Estado, reivindicar lo realizado durante el Gobierno de la UP y resaltar el sentido demócrata de Salvador Allende.