“El Siglo”. El último titular

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“Me tocó esa noche del lunes 10 hacer el último titular que saldría el martes 11 y que fue: “Cada cual en su puesto de combate”. Por la falta de material, tuve que hacerlo artesanalmente. Trabajábamos con letraset de importación, o sea, con letras adhesivas pero hacía meses que ya no teníamos. Así que habíamos impreso letras que recortábamos una por una para poder armar el título ideado por los jefes de redacción Sergio Villegas y Jaime Chamorro. En una hoja armé el título y en el taller hicieron el cliché a partir del cual se haría la página para imprimirla. Terminé como a medianoche”.

 Patricio Palomo Fuentes. 7/2023. A fines de los sesenta  conseguí un trabajo como “pegotista” (1) en la Revista del Domingo de El Mercurio que dirigía Julio Lanzarotti (2). En aquella época los textos salían en “palas”, o sea en columnas de papel que se enceraban para luego ser pegadas  en un diagrama que formaría la futura página impresa. Lanzarotti publicaba también un almanaque anual, que era superventas de El Mercurio. El equipo periodístico estaba integrado por gente de izquierda, lo cual parecía raro en esa empresa que defendía los intereses patronales. Lo que no dejó de pasar desapercibido por los sectores reaccionarios quienes a través de la revista ultraderechista PEC (Política/ Economía/Cultura) nos denunció publicando los nombres de todos los integrantes de la “camarilla comunista” que daba a luz cada año a ese almanaque y a la Revista del Domingo. Yo estaba en la lista.

A la llegada de la Unidad Popular, mi hermano caricaturista (Palomo) me comentó que Guidú (Guillermo Durán), caricaturista y diagramador de El Siglo andaba buscando un reemplazante. El se iba a trabajar a Quimantú para formar parte del equipo de dibujantes de ese gran proyecto editorial de la Unidad Popular que publicaría millones de revistas y libros para que la gente humilde tuviera acceso a la cultura. 

En noviembre del 70, me presenté entonces a la empresa Horizonte que  publicaba El Siglo y que estaba en la calle Lira. Guidú me recibió y me  informó cómo funcionaba la parte práctica y me dijo “sobre todo tienes que ser amigo con los compañeros del taller, andar con cigarros y de vez en cuando con una cerveza”. Los talleres estaban al lado de la redacción. Pero la parte diseño era la que estaba en contacto con los operarios que imprimían el diario. Luego la redacción se trasladaría, más al centro, a la calle Lord Cochrane.

Una vez que Guidú se fue, Pedro Callejas, otro diagramador de planta, por suerte me ayudó y me aconsejó. Muy distinto era ser “pegotista” a diagramador(4) de un diario. Para mí era algo nuevo dentro del oficio. El trabajo consistía en calcular los textos entregados por los periodistas sobre hojas escritas a máquina (cuartillas) e imaginar la página impresa incluyendo, títulos, subtítulos, fotos o dibujos. Obviamente, al principio me fallaban los cálculos y siempre me sobraban textos en linotipos, o sea líneas en metal que los linotipistas componían. Las columnas de metal no calzaban con lo que yo había calculado. Por suerte,  el jefe de taller me llamaba muy discretamente y riéndose, por mi falta de experiencia, me invitaba a buscar una solución para poder armar nuevamente la página. 

Al mismo tiempo, el diario necesitaba nuevos periodistas que había que formar sobre la marcha porque los  experimentados fueron a ocupar cargos en diferentes medios gubernamentales o crear diarios, radios o revistas en provincia.

El  joven equipo periodístico dirigido por Rodrigo Rojas comienza a conformarse con Mónica González, Pepe Maldavsky, Guillermo Torres y militantes de las Juventudes Comunistas. También venían muchos corresponsales extranjeros, que el diario acogía, para que pudieran despachar sus notas por Telex. El ambiente era ameno y organizábamos partidos de baby futbol entre periodistas, dibujantes, gente de taller para confraternizar y descansar del trabajo cotidiano.

El lunes 10 de septiembre del 73, estaba de turno de noche y encargado de  cerrar el diario para Santiago. El de provincia se hacía antes. Teníamos mucho trabajo por la crisis que vivía el país, por el paro sedicioso de los camioneros, el desabastecimiento provocado por el mercado negro creado por la reacción, los atentados, etc. La empresa estaba comprando una impresora offset  que venía de un país socialista para modernizar el proceso de impresión. Se trataba de dejar de lado la rotativa que funcionaba con linotipia y pasar a un procedimiento de impresión en el que la imagen entintada se traspasaba a un rodillo de caucho que a su vez imprimía el papel. Pero nunca logramos utilizar la nueva máquina. Sólo estuvimos ensayándola. Además había que pelear con la papelera, que pertenecía a Jorge Alessandri, a la derecha, para el tiraje diario.(5)

Me tocó esa noche del lunes 10 hacer el último titular que saldría el martes 11 y que fue: “Cada cual en su puesto de combate”. Por la falta de material, tuve que hacerlo artesanalmente. Trabajábamos con letraset de importación, o sea, con letras adhesivas pero hacía meses que ya no teníamos. Así que habíamos impreso letras que recortábamos una por una para poder armar el título ideado por los jefes de redacción Sergio Villegas y Jaime Chamorro. En una hoja armé el título y en el taller hicieron el cliché a partir del cual se haría la página para imprimirla. Terminé como a medianoche. Como la movilización colectiva estaba paralizada, había un vehículo que nos transportaba a casa. Yo vivía lejos, vivía en la población Lo Valledor(3) y tuve que esperar a que volviera el coche de su último viaje. Entre tanto, me dediqué a ordenar mis cosas y encontré mi carnet de militante comunista y sin tomar el peso de la situación lo dejé en el armario donde ordenábamos los materiales. Al día siguiente, mi padre me despertó como a las nueve anunciándome que el golpe estaba en marcha. 

Yo nunca volví a Lord Cochrane. Supe mucho después que habían destruido la oficina pero nunca supe si alguien de nosotros había alcanzado a quemar papeles o a hacer desaparecer documentos antes de que los militares  nos allanaran. 

Notas:

  1. m-f.     Ch.     p.u.     En diseño gráfico, persona encargada de componer y pegar imágenes e ilustraciones.
  2. suplemento de la edición semanal del diario «El Mercurio», (El eterno conspirador)
  3.  barrio comercial y residencial de la comuna de Pedro Aguirre Cerda.
  4. adj/sust.     Mx,     Ho,     Ni,     RD,     Ch,     Ur.     Referido a una máquina, y/o persona que sirve para diseñar una publicación y darle formato. 
  5. La CMPC (Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones), un monopolio del papel, también conocido como La Papelera, es un holding forestal y papelero chileno controlado por la familia Matte, fundada en 1920. La CMPC es propiedad del candidato derechista en las elecciones presidenciales de 1970 elección, J. Alessandri