240 restricciones aplica EU a Cuba, que significa afectación en alimentos, medicinas, insumos para la agricultura y la construcción, entre otras. Durante la pandemia del Covid-19, los estadounidenses evitaron que llegaran al país caribeño oxígeno medicinal y ventiladores pulmonares. El bloqueo ha provocado pérdidas a Cuba por 154 mil millones de dólares y durante la gestión de Joe Biden hubo más de 6 mil millones de dólares en pérdidas. Empresas europeas tuvieron que dejar de vender equipos para las centrales hidroeléctricas, por multas de EU, recrudeciéndose los apagones. Desde Washington aplican la tesis de que Cuba debe dejar su sistema político y económico, y ahí terminan el cerco. Que cada latinoamericana y latinoamericano se ponga a pensar un par de minutos cómo estaría y qué pensaría si a su país, Estados Unidos le aplicara las medidas que le aplica a la isla.
Hugo Guzmán. Periodista. Santiago. 03/11/2022. Doscientas cuarenta medidas financieras, migratorias y comerciales aplica Estados Unidos (EU) contra Cuba.
Todas tienen carácter extraterritorial, es decir, impactan también a otros países y empresas de distintas nacionalidades. Si comercian con la isla o hacen transacciones financieras, son multados o se suspenden convenios con EU.
Las principales afectaciones a la isla son en materia de alimentos, medicinas, insumos para la producción y la agricultura, construcción, turismo, transporte, ciencia y tecnología, y salud.
Cuba ha perdido hasta ahora, desde el inicio del bloqueo, más de 154 mil millones de dólares. Considerando el valor del dólar estadounidense frente al valor del oro, las pérdidas total de la isla ascienden a un billón 391 mil 111 millones de dólares.
Desde que Joe Biden es Presidente de Estados Unidos, las pérdidas para la isla fueron de más de 6 mil millones de dólares.
La isla no puede pedir créditos a organismos financieros internacionales, no puede realizar compras a proveedores cercanos y convenientes, no tiene la posibilidad de endeudarse como los otros países, sus embajadas (en países como Chile) tienen restricciones para acceder a servicios locales, no puede efectuar transacciones financieras, entre otras limitaciones.
Durante la pandemia, Estados Unidos le negó a Cuba el acceso a medicinas, tecnología médica e insumos médicos y tecnológicos, incluido el impedir la llegada de oxígeno medicinal y ventiladores pulmonares, aumentando las negativas consecuencias del Covid-19 en la población cubana.
El país caribeño sufre de apagones eléctricos y cortes de energía con enorme impacto en la gente. Pero el bloqueo impide comprar los repuestos y equipos para la mantención y actualización de las centrales hidroeléctricas. Grandes empresas europeas que abastecían de esos insumos técnicos a Cuba, dejaron de hacerlo porque fueron emplazadas por EU a pagar millonarias sumas de multas por violar las condiciones del bloqueo y sufrir otras represalias.
Por eso se dice que el bloqueo no sólo permanece, sino que se acrecienta.
Es un bloqueo preciso/concreto que golpea el desarrollo de la Mayor de las Antillas. No hay esgrimida ninguna otra razón para esta medida de alto impacto para 11 millones de cubanas y cubanos, que el carácter del sistema institucional, económico y político cubano, que el Gobierno de Estados Unidos rechaza.
Es decir, el bloqueo tiene un indesmentible origen ideológico, injerencista y de chantaje.
Si la isla cambia al sistema que promulga Estados Unidos, se acaba el bloqueo. De lo contrario, persiste. Es la consagración de la sinrazón, de la violación de la soberanía y el irrespeto en las relaciones internacionales.
Por un motivo ideológico y una actitud intervencionista, desde Estados Unidos se priva a 11 millones de cubanas y cubanos de alimentos, medicinas, insumos, tecnología, transporte, servicios, entre otras cosas.
Eso, por cierto, le genera al Gobierno cubano situaciones difíciles, porque es un Estado que no satisface las necesidades sólo de un porcentaje de la población, como ocurre en Chile y otros países latinoamericanos, sino que se hace responsable del suministro de alimentos, salud, educación, transporte, servicios, pensiones, etcétera, del total de la población.
Con el bloqueo, hasta mecanismos en manos de un sector privado o empresarial, y participación de empresas extranjeras, se dificulta enormemente.
Desde Washington se habla de violaciones a los derechos humanos, se critica el sistema político, se cuestiona el modelo económico y se llega al absurdo de colocar a esta nación llena de dificultades y trabajando por resistir el cerco de una potencia, en una lista de Estados patrocinadores del terrorismo.
Claro que EU mantiene relaciones con naciones de distinto sistema, y con gobiernos que son acusados por Naciones Unidas de graves violaciones a los derechos humanos, incluso los estadounidenses proveen armas y entrenamiento a grupos terroristas en distintos lugares del planeta, y ninguna de esas situaciones es motivo para bloqueos o cercos.
Esos, y otros elementos, consideraron 185 países de todo el mundo con distintos regímenes, no todos coincidentes con el sistema cubano, que este 3 de noviembre volvieron a condenar/rechazar el bloqueo a Cuba. EU e Israel votaron por continuar el bloqueo y Ucrania y Brasil se abstuvieron.
La votación en Naciones Unidas no es vinculante. Es decir, es una condena moral, política, diplomática, humanitaria, de la razón.
Eso al Gobierno de Estados Unidos lo tiene sin cuidado. Nada más y nada menos que su política de bloqueo es condenada por un 99% de la Humanidad, y sigue tal cual, defendiendo esa postura, mientras su Secretario de Estado hace visitas, como la que hizo a Chile, llamando a alianzas por la democracia, el respeto a las soberanías y a los derechos humanos.
Cuba es un país pequeño, subdesarrollado, con limitados recursos naturales propios. Pese a eso, de manera inteligente y estratégica, desarrolló áreas como el turismo, la producción de níquel y el desarrollo de la biotecnología. Fue capaz de desarrollar vacunas para combatir el Covid-19 (ha desarrollada otras vacunas), cuando naciones como Chile tuvieron que gastar cientos de millones de dólares para comprarlas a empresas trasnacionales. Los cubanos participan de sus procesos electorales y viven su institucionalidad, como la aprobación reciente de un nuevo/moderno Código de las Familias.
También asumen deficiencias/errores propios, como haber descuidado la producción agrícola, retrasar procesos financieros, caer en excesos burocráticos, no atender inquietudes de la población.
Viven desastres como el paso del huracán Ian que provocó tremendos daños de todo tipo, sobre todo a la población de varias provincias, la explosión de tanques de combustible en Matanzas, sequías y, por cierto, la pandemia del Covid-19.
Frente a todo eso, el reclamo de las cubanas y los cubanos es tan concreto como comprensible: que los dejen resolver sus asuntos sin intromisiones ni factores externos que alteren sus procesos internos.
El bloqueo impide eso.
Además, lastima a la población con carencias que se vuelven dramáticas.
Negar a 11 millones de personas el acceso a los productos y servicios básicos, no dejar que lleguen ayudas ante una pandemia o un desastre natural, y meterse en las dinámicas y resoluciones sociales y políticas internas es, ante todo, inhumano.
Que cada latinoamericana y latinoamericano se ponga a pensar un par de minutos cómo estaría y qué pensaría si a su país, Estados Unidos le aplicara las 200 medidas que le aplica a la isla, y les exigiera cambiar su institucionalidad y su modelo económico.