José Manuel Parada Maluenda

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“Diré que eras comunista de sangre palpitante y roja, y que no creías en una paz de cadenas o privilegios, no descansarías si en una casa rugía el hambre o se colaba el frío o un boca clamaba por agua…“Dirás que era chileno, militante y soñador; apasionado en sus lecturas de madrugada, en las caminatas cordilleranas, en sus poesías populares y de tierra seca, en el amor secreto por la pintura y la música, en su extenso respeto por el teatro, heredado de sus padres.

Camilo Parada Ortiz. Santiago. “Decir que eras chileno, padre de cuatro hijos: Antonio; Juan José; Javiera y yo. Decir que la María Estela  era tu compañera y no tu esposa, porque nunca creyeron en la institucionalidad del matrimonio ni en la posesión objetivante para caminar de la mano por la vida, que tus padres eran María Maluenda y Roberto Parada y tu hermana es Soledad Parada Maluenda.

“Diré que eras comunista de sangre palpitante y roja, y que no creías en una paz de cadenas o privilegios, no descansarías si en una casa rugía el hambre o se colaba el frío o un boca clamaba por agua.

“Diré que era solidario, y que jugó con otros niños, hijos de combatientes desaparecidos por la reacción tirana; diré que no hubo semana en que no inventó algo para que su prole supiera que vendría siempre un mañana y nada impediría las sonrisas en medio de la extensa noche.

“Dirás que era chileno, militante y soñador; apasionado en sus lecturas de madrugada, en las caminatas cordilleranas, en sus poesías populares y de tierra seca, en el amor secreto por la pintura y la música, en su extenso respeto por el teatro, heredado de sus padres.

“Decir que eras comunista de puño cerrado en su espesa resistencia, de barba rojiza y frente amplia, tus ojos miel se arrugaban buscando una puesta de sol diferente a las otras y tu sonrisa relativizaba cualquier tormento.

“Diré que eras solidario con los pescadores desconocidos del muelle de Chonchi, en aquel verano del 85 cuando quizás algo sospechabas de tu fin cercano, y compartías las carnadas, sin dejarnos ver ni el mínimo pliegue de sombra, porque lo importante era el presente, siempre el presente; con los arrieros que subían al final del invierno sus potros a pastar en las praderas, que suculentas mostraban hierbas abriéndose entre las últimas nieves allá en los valles del Arrayán; con cualquier persona que pedía una mano, sólo una mano, una mano que podían ser muchas.

“Di que era chileno, pero de abuela escocesa y colorina, colorina y campesina. Di que era internacionalista y que hacía de cada lucha su propia lucha. Cuantas veces nos hablaba de Cuba, Nicaragua, El Salvador, Palestina, Argelia, Vietnam, su querido Vietnam.

“Dirás que era comunista, de esos comunistas que creen en el bien común como antesala a cualquier bien individual, de aquellos que soñaban una sociedad sin clases y en la colectivización de los medios de producción, de aquellos de conversaciones largas y esperanzas férreas”.