“Hay factores que configuran un escenario para crecimiento de la extrema derecha”

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Pierina Ferretti, directora ejecutiva de la Fundación Nodo XXI, en el contexto del triunfo del Partido Republicano en las elecciones del Consejo Constitucional, enfatizó que “hay un ambiente proclive donde es fácil que los discursos de derecha, de extrema derecha hagan sentido en masas sociales más amplias”. En todo caso planteó que “en este contexto adverso no hay espacio para tirar la esponja” y que es necesaria mucha pedagogía y comunicación política desde el progresismo y la izquireda. Relevó que “la necesidad de construir la unidad del progresismo y la izquierda es urgente”. Frente a lo que viene en la labor del órgano que redactará la nueva Constitución, con gran mayoría de la ultraderecha y la derecha, la socióloga dijo que los sectores oficialistas deben “convocar a la ciudadanía a estar activa, estar vigilante, estar muy pendiente y presente en este proceso” y que “habrá que estimular el debate público para traspasar las barreras y las cuatro paredes del Consejo”. Sobre los 2 millones de votos nulos en los comicios, advirtió que “no es descabellado pensar que una parte proviene de sectores desencantados del oficialismo”. Ante la posibilidad de ir contra una propuesta constitucional que sea muy conservadora o termine como una Constitución pinochetista 2.0, indicó que “todavía hay mucho que jugar y no es el momento aún para evaluar si se rechaza o aprueba esta propuesta”.

Hugo Guzmán. Periodista. “El Siglo”. Santiago. 9/5/2023. ¿A qué atribuyes la alta votación de la extrema derecha representada en el Partido Republicano?

Hay que tener en consideración un conjunto de factores que configuran un escenario propicio para un crecimiento de la extrema derecha, que tampoco es una sorpresa, y eso me gustaría recordarlo, porque no debemos perder de vista que la primera vuelta de las pasadas elecciones presidenciales la ganó José Antonio Kast, y eso fue nuestra primera gran sorpresa y la primera vez que nos enfrentamos al hecho palpable de que el Partido Republicano, la extrema derecha, experimentaba un crecimiento bien considerable, y superó al candidato de la izquierda, Gabriel Boric. Ese crecimiento se fue consolidando. Particularmente debido a un agravamiento de condiciones sociales que la extrema derecha sabe abordar muy bien, sobre todo en materia de seguridad y migración en base a problemas que son reales. Y plantearon una confrontación muy directa con este Gobierno. Los temas de seguridad, de migración, de la economía, son muy sensibles en estos momentos para las familias chilenas, particularmente para sectores populares que viven más directamente las consecuencias de esos problemas. 

Hay un ambiente proclive donde es fácil que los discursos de derecha, de extrema derecha hagan sentido en masas sociales más amplias. Eso no ocurre sólo en Chile, lo hemos observado en otros países, donde hay un guión más o menos similar que permite colgarse de miedos, de temores que existen en la ciudadanía. En ese contexto me parece que las izquierdas debemos hacer una autocrítica, que la venimos haciendo, pero debemos intensificar más la reflexión a este respecto, de cómo no hemos sido capaces de entregar certezas a la ciudadanía. En este mar de incertidumbres, de amenazas, la izquierda, junto con el progresismo, ahora que estamos en el Gobierno, si bien hemos hecho esfuerzos, no hemos avanzado de manera lo suficientemente decidida en ofrecer certezas a las familias chilenas, y ofrecer un nuevo orden donde podamos combinar las necesarias transformaciones que el país requiere, con estabilidad, orden, con tener una vida cotidiana vivible, segura. Las demandas sociales siguen teniendo vigencia y adhesión, entonces vamos a tener que combinar eso. Hasta el momento nos hemos quedado cortos en las respuestas, y ese malestar social que sigue existiendo, que se sigue acumulando -las condiciones de vida desde el estallido social no han mejorado, más bien han empeorado- lo está capturando la derecha, y en particular la ultraderecha.

Hay otro elemento y es que nosotros, la izquierda, dejamos de estar en el lugar de impugnación al sistema como lugar principal, ahora estamos en el Gobierno, y ya no sólo podemos impugnar y decir que todo está mal, sino que tenemos la responsabilidad de conducir al país hacia un nuevo modelo, un nuevo orden, implementar reformas, pero no sólo que pasen por el Parlamento, sino reformas políticas, sociales, de Estado, que permitan enfrentar los problemas que tiene la ciudadanía. Ahora el lugar de la impugnación, de antisistema, lo está ocupando la extrema derecha, el Partido de la Gente -aunque se desinfló en esta vuelta-, lo que puede tener mucho rédito desde el punto de vista electoral.

En ese sentido, el crecimiento de la extrema derecha se explica por factores internos, pero también son movimientos a nivel internacional, y en ese sentido podría no ser una novedad lo que está ocurriendo en Chile, si bien tiene sus característica particularidades Y al menos en esta elección no logró configurarse una épica antifascista, anti ultraderecha, que sí ocurrió en la segunda vuelta presidencial que movilizó a tantas personas, sobre todo a mujeres y jóvenes de comunas populares que fueron a votar para que no avanzara la derecha extrema, para que no avanzara el fascismo, para que no avanzara el Partido Republicano y Kast. En esta vuelta, esa épica no logró configurarse, no logró ser un factor de movilización masiva. Eso permitió el avance que vimos.

¿Y la cantidad de votos nulos, algo más de dos millones, como factor en estos comicios?

Los votos nulos es un dato relevante en esta elección. Tuvimos 2 millones de votos nulos y 500 mil votos blancos, lo que suma dos millones y medio que porcentualmente reflejan un 21,5% de los 12 millones de electores que fueron a votar. La pregunta es de dónde salen esos votos nulos, porque la abstención de mantiene estable, como en un 15%, no hay mayor abstención que en el pasado plebiscito de salida. Entonces, ¿de dónde salen esos dos millones? Me parece importante señalar que nuestro campo del Apruebo, pierde votos en esta elección. Si para el plebiscito de salida votaron Apruebo 4,8 millones de electores, que era una número similar a los electores que le dieron la victoria al Presidente Gabriel Boric en la segunda vuelta, ahora las coaliciones, las dos listas que representaban al oficialismo, obtienen en total, 3,6 millones de votos. Entonces, está claramente marcado la cantidad de votos que los partidos progresistas y de izquierda pierden, como un millón de votos. La pregunta es por qué más de un millón 200 mil personas que votaron Apruebo, que votaron por Boric, esta vez no votaron por candidatos de la lista Unidad para Chile o Todo por Chile. Aquí hay que hacer una reflexión respecto a lo que ha estado ocurriendo con una parte del electorado que le dio apoyo al Presidente Boric en la segunda vuelta, que votó Apruebo, y que ahora no está apoyando esta alternativa. Me parece interesante pensar que una parte de quienes dieron esos votos, no pueden ser considerados como votos nuestros, que nos pertenecen, que son votos estables para nosotros, sino más bien se confirma bastante lo que muchos sostuvimos, de que un porcentaje importante que se moviliza a votar en la segunda vuelta fue para que no ganara Kast, que no necesariamente era una adhesión absoluta o estable al proyecto del Gobierno del Presidente Boric. No es antojadizo pensar que en un poco más de un año de Gobierno hay cuestiones que han ido desencantando y restando apoyo en esa base. Por ejemplo, la aprobación del TPP-11, la aprobación de la Ley Naín-Retamal, que son cuestiones que para un electorado de izquierda, un electorado que ha dado su apoyo a este Gobierno, motivado sobre todo para evitar un avance de la ultraderecha, han significado un golpe, se han sentido golpeados. Me parece que hay que pensar en las consecuencias que eso ha tenido.

Por otra parte, hay que señalar que tanto el Partido Republicano como Chile Seguro y el Partido de la Gente, obtienen menos votos que el Rechazo en el plebiscito pasado. Ese 62%, que representó más de 7 millones de votos, no se alcanza con lo que obtienen ahora Republicanos, el Partido de la Gente y Chile Vamos, que suman 6 millones de votos. Entonces también acá hay una parte del Rechazo que no vota por la derecha y se pasa a voto nulo o voto blanco. 

Son datos que hay que calibrar. Lo primero que podemos decir es que el sistema político está al debe, no está logrando convocar a una parte muy relevante de la ciudadanía, que ahora por voto obligatorio va a votar, pero que no está optando por ninguna de las opciones que el sistema político le ofrece. Y, haciendo un análisis preliminar, no es descabellado pensar que una parte de ese voto nulo proviene de sectores desencantados del oficialismo y del Rechazo que no adscriben a la propuesta de la derecha. Ahí hay una franja social muy importante de dos millones y medio de ciudadanas y ciudadanos que no están siendo representadas por las alternativas que ofrece el sistema político. Y si le sumamos el 15% de abstención, tenemos que alrededor del 35% del padrón electoral no se están sintiendo convocado, un 15% que no va a votar y un 21% que no vota por las alternativas que se le ofrecen. Es un dato tremendamente relevante y que no debería dejar satisfecho ni contento a ningún sector político porque todos están al debe.

“Nuestro sector tiene que convocar a la ciudadanía”

¿Qué podrán hacer en el Consejo Constitucional los 16 consejeros del progresismo, la socialdemocracia y la izquierda, cuando no siquiera tienen los 2/5 para vetar o contener las propuestas más conservadoras?

Efectivamente es un escenario muy complejo para nuestras fuerzas y para los objetivos que nos hemos trazado en este proceso constitucional. Me parece que nuestro deber será insistir en la pelea por un Estado social. La condición que quedamos de minoría, sin siquiera la posibilidad de veto, va a implicar que nuestro sector se preocupe de reactivar a la ciudadanía, de convocar a la ciudadanía, a los sectores organizados, al movimiento social, y a sectores interesados en este proceso, porque no va a bastar lo que hagamos al interior del Consejo Constitucional, habrá que estimular el debate público para traspasar las barreras y las cuatro paredes del Consejo, y el aislamiento en que quedarán nuestras fuerzas por el poco peso cuantitativo que van a tener en el Consejo, sin siquiera el derecho a veto. Y porque la derecha puede alcanzar los 3/5, con total exclusión de nuestros consejeros. Me parece que habrá un trabajo al interior del Consejo Constitucional, con nuestras consejeras y nuestros consejeros dando una pelea tenaz por un Estado social de derechos, levantando resistencia a las posturas conservadoras y también levantando propuestas, acuerdos y diálogos, y levantando con firmeza la resistencia a que se reedite una Constitución que le de rango constitucional a un Estado subsidiario, me parece que hay que ser firme en impedir aquello. Nuestro sector tiene que convocar a la ciudadanía a estar activa, estar vigilante, estar muy pendiente y presente en este proceso, defendiendo derechos y posiciones, sobre todo en materia de Estado social de derecho y libertades en materias como derechos sexuales y reproductivos, por ejemplo. Creo que el movimiento feminista, por mencionar uno, tendrá que mantenerse en una posición activa y vigilante, no permitiendo que el Consejo Constitucional tome decisiones que no pasen por un debate público. Pero debemos reconocer, y no lo debemos ocultar, que con el resultado obtenido, claramente para nuestras consejeras y consejeros hará muy difícil el trabajo en el Consejo, cargan sobre sus hombros con una gran responsabilidad en un ambiente adverso.

“Muy pronto para sostener un llamado al rechazo”

Precisamente, frente a la inquietud de lo que salga finalmente como texto constitucional, se llega a hablar de una Constitución pinochetista 2.0, o un texto conservador, ¿se abre la posibilidad de convocar a un Rechazo a esta propuesta por parte del progresismo y la izquierda?

Me parece muy pronto para sostener un llamado al rechazo, desde ahora. Pero, efectivamente, existe la posibilidad de que la nueva Constitución propuesta por este Consejo dada la conformación que tiene, culmine en una Constitución pinochetista 2.0, que termine constitucionalizando el Estado subsidiario, retrocesos en libertades y derechos, constitucionalizando retrocesos en derechos de las mujeres. Ante eso la izquierda tendrá que evaluar qué hacer en ese escenario. Eso debiera procesarse con un debate amplio, abierto, muy transparente, de cara a la ciudadanía, también de cara a nuestro propio campo, nuestras bases, nuestra militancia. Tiene que ser una decisión meditada. 

Pero antes de ponerse en ese escenario, lo primero que estamos obligados a hacer, es dar la pelea. En este contexto adverso no hay espacio para tirar la esponja, lo que hay que hacer, en un ejercicio de pedagogía política y de comunicación política, es ir momento a momento en este proceso, estableciendo quienes quieren impedir avances y quienes no, planteando que hay que construir derechos sociales. Como izquierda tenemos que convocar a la ciudadanía en torno a demandas que, si bien la ciudadanía votó por la derecha y la ultraderecha, hay que promover, como tener un Estado social, tener más derechos, y como izquierda y progresismo tenemos que recoger esas demandas, impulsarlas al interior del Consejo, y en cada momento del debate hacer pedagogía política, comunicación política, mostrando quiénes ponen trabas para que esas demandas y esas aspiraciones avancen y se consagren como derechos. 

Todavía hay mucho que jugar y no es el momento aún para evaluar si se rechaza o aprueba esta propuesta constitucional. Este es el momento para elaborar una táctica, para trabajar al interior del Consejo Constitucional y hacia la sociedad. Ahí deben estar puestas nuestras energías.

Al final del día, ¿definitivamente se abrió un nuevo ciclo de la política chilena?

Sí, estamos en un nuevo ciclo que se abrió el 2019 y es un ciclo político que no se encuentra para nada cerrado y que cuyo desenlace está en disputa. En esa batalla nuestro sector ha perdido terreno, veníamos ganando terreno, hay que reconocer que la izquierda y la centroizquierda, desde el estallido social hasta la segunda vuelta presidencial, fuimos capaces de ofrecer una alternativa y conducir a sectores sociales en una dirección. En distintos momentos del proceso político nuestro sector logró conducir, si bien es cierto bajo el esquema de voto voluntario donde un porcentaje de la población estaba autoexcluida del proceso político y una vez que se integra ese sector debido al voto obligatorio, queda claro que sobre ellos no tuvimos capacidad de conducción, no ofrecimos una alternativa convocante. 

Estamos en un nuevo ciclo cuya conducción se encuentra en disputa, cuyo desenlace se encuentra abierto, donde en las últimas batallas hemos perdido terreno. En ese sentido, desde nuestro sector debemos repensar y tomarnos muy en serio la necesidad de avanzar hacia una alianza amplia progresista y de izquierda, que incluya a una nueva izquierda, a la izquierda tradicional, al Frente Amplio y al Partido Comunista, también al Partido Socialista, de la ex Concertación, pero más allá, que logre convocar a quienes hoy votaron nulo, a los que se abstuvieron, incluso a sectores que votaron por la derecha pero que en otras condiciones podrían votar por un proyecto progresista. La conformación de ese fuerza política de izquierda y progresista que logre ganar la conducción de la sociedad chilena, ganar la salida de esta crisis, que sea capaz de ofrecerle al país un proyecto de futuro, de darle estabilidad al país al mismo tiempo que haga transformaciones, en esa combinación tan difícil. General estabilidad, orden y confianza en el país, confianza de la ciudadanía, de que somos capaces de llevar al país en una dirección de prosperidad, de estabilidad, de mayor bienestar económico, de seguridad pública, de seguridad económica, de seguridad social. Si logramos crear esa fuerza y avanzar en esa dirección, a pesar de los reveses, y vamos firmes hacia allá, lograremos ser una alternativa que conduzca al país. 

Ahora, hay que reconocer que esta última elección muestra que las fuerzas de Apruebo Dignidad, del progresismo y la izquierda, son las que dentro del oficialismo lograron convocar con mayor claridad a la ciudadanía, eso es importante remarcarlo. Hubo una operación muy fuerte de la prensa tradicional, de los partidos tradicionales, en machacar esta idea de las dos almas, que Socialismo Democrático y Apruebo Dignidad se oponen, e incluso que Apruebo Dignidad es un problema para el Gobierno por su extremismo, por su actitud obtusa, cerrada, que no está dispuesta al diálogo y la negociación. Pero los mejores resultados los tuvo el Partido Comunista y partidos del Frente Amplio, y así estas elecciones muestran que Apruebo Dignidad es la coalición base, la coalición fuerte del Gobierno, y que no puede prescindir del Partido Socialista que, felizmente, decide responder al llamado que hizo Apruebo Dignidad de la unidad más amplia de las fuerzas progresistas y de izquierda. Y se crea un posible eje de una alianza progresista y de izquierda de futuro para la sociedad chilena. Pero acá también tienen que estar los que en esta vuelta cometieron un error, y un error histórico -hay que decirlo así-, de ir en un camino propio, de hacer otra lista, el PPD, la DC, el Partido Radical, que tuvieron resultados nefastos para ellos, y para la izquierda y el progresismo en general. Ese sector también tiene que estar convocado a una alianza amplia, que tiene que pensar en ampliar mucho más su base social, salir del nicho al que le estamos hablando, incluso pensando en que ese nicho se ha ido debilitando, en llegar a ese sector que votó nulo, a quienes se abstuvieron de acudir a votar, ahí está el desafío y para eso se necesita una alianza política amplia. 

Apruebo Dignidad debe tener un rol protagónico en eso, un rol que articule, que sea un eje articulador de la nueva izquierda, la izquierda tradicional y el progresismo. Una unidad política con objetivos, y el objetivo es convertirse en una alternativa política, en un instrumento y una fuerza política capaz de dar dirección, que nos haga salir de la crisis con más democracia, con más derechos, con más libertades. Si no lo logramos, esa conducción política la va a tomar la derecha liderada por los Republicanos. La derecha avanzó en su capacidad de conducir a la sociedad, Republicanos avanzó en su capacidad de conducir, por lo tanto la necesidad de construir esa unidad del progresismo y la izquierda es urgente para enfrentar los cambios en el país y para enfrentar el avance de la extrema derecha. Chile necesita un bloque político de conducción y las fuerzas que pueden conformarlo son las que están en Apruebo Dignidad, Socialismo Democrático y la tarea es articular esa fuerza, ese bloque.