HABLEMOS DE LA TELE. Una industria «sui generis»

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Designación de la ingeniera civil industrial Susana García Echazú como directora ejecutiva en TVN: Todo hace suponer que continuará orientado a la competitividad con los canales comerciales para disputarse la torta publicitaria y desestimará cualquier intento de contribuir al desarrollo cultural, intelectual y artístico de la teleaudiencia.

José Luis Córdova. Periodista. “El Siglo”. Santiago. 12/3/2024. Aunque a algunos puede molestarnos o genuinamente resistirnos a aceptarlo, a estas alturas se dice que la televisión es una industria, pese a que otros agentes de la cultura y el arte se oponen a calificar sus creaciones como “productos”, pero lamentablemente la televisión -sobre todo pública- ha entrado a compartir el Producto Interno Bruto de este país (PIB), con la construcción, el comercio, la minería y la horticultura, así como con la educación y la salud en manos privadas.

Según la Real Academia española el término industria se define simplemente como “maña y destreza o artificio para hacer algo”. Se trataría de un conjunto de operaciones materiales ejecutadas para la obtención, transformación o transporte de varios productos naturales.

Como se sabe, la industria surge en la primera revolución industrial a comienzos del siglo XVIII, mediante el inicio del uso de la energía a vapor y la mecanización de la producción. Es decir, existe una clasificación de la industria que toma como base el grado de transformación de las materias primas, de acuerdo con ésta hay tres tipos de industria: básica, de bienes y equipos y la industria ligera.

¿Qué tiene que ver esto con la televisión chilena? ¿Podemos entender la labor sociocultural y educativa de un medio de comunicación masivo tan trascendente en estos términos? No faltan quienes aseguran que el arte musical, interpretación, grabación y difusión por los medios más sofisticados y tecnológicamente de vanguardia también constituiría una industria. ¿Asimismo el teatro, la danza, la pintura o la escultura?

De este modo, no es de extrañar que el directorio de Televisión Nacional de Chile haya designado a la ingeniera civil industrial de la Universidad de Chile Susana García Echazú, como directora ejecutiva de la única estación pública de nuestro país.

Reemplaza en el cargo al periodista Alfredo Ramírez Leigh, profesional de la Universidad Gabriela Mistral, quien encabezó la entidad rectora del Canal desde mayo de 2022 -francamente sin pena ni gloria- pese a los complejos y críticos acontecimientos que le correspondió cubrir a este medio de comunicación en el último período.

En 1996, Susana García era jefa de Planificación Comercial y Servicio al cliente en la Zona Santiago, después subgerenta de nuevos proyectos, gerenta de estrategia y control de gestión hasta gerenta corporativa de recursos humanos en la empresa nacional Vía Trans-Radio Chilena, VTR.

En 2006 aceptó la gerencia cooperativa de personas en la empresa de hoteles, casinos y resorts Enjoy y desde 2017 directora de personas en la transnacional Warner Media y de personas y operaciones en Paramount, ambas copropietarias del canal Chilevisión.

Habría que preguntarse qué motivó a los directores de TVN, Pilar Vergara, Gonzalo Cordero, Adriana Delpiano, Nivia Palma, Pauline Kantor, Rodrigo Cid, y Roberto Reyes a designarla directora ejecutiva.

También se ignora si, desde el 21 de diciembre pasado, el nombramiento del expluri ministro y exvocero de Gobierno, Francisco Vidal Salinas, como presidente del directorio de TVN (igual que entre 2006 y 2007), influyó en la importante decisión.

El colega Alfredo Ramírez Leigh, quien desde mayo de 2022 fuera director ejecutivo y tuviera entre sus méritos ser periodista profesional egresado de la Universidad Gabriela Mistral y profesor de análisis crítico de medios, así como creador del matinal “Bienvenidos” en Canal 13 y del programa juvenil “Calle 7” en TVN termina su gestión si siquiera haber sido convenientemente evaluado.

Los pergaminos de ambos personeros no dan luces sobre la eficiencia en las tareas impostergables del Canal público ni de la idoneidad para el cargo en la dirección ejecutiva y supone una injerencia inevitable de Pancho Vidal en la toma de decisiones.

De este modo, todo hace suponer que TVN continuará orientado a la competitividad con los canales comerciales para disputarse la torta publicitaria y desestimará cualquier intento de contribuir al desarrollo cultural, intelectual y artístico de la teleaudiencia.

¡Vengan más teleseries importadas, matinales chabacanos, más reality shows intrascendentes, noticiarios diseñados para predisponer y atemorizar al público con la crisis de seguridad a nivel planetario, programas “políticos” fatuos y cero pensamientos críticos, debates sin altura de miras sobre temas tan acuciantes como la delincuencia, el narcotráfico y el crimen organizado!

Lo único importante para estos “industriales de la televisión” (¿?) es la venta de avisos, spots publicitarios y auspicios de programas que impliquen ganancias y utilidades a costa del mal gusto, la grosería, contra la ética y la estética que deben primar en un medio de comunicación.