HABLEMOS DE LA TELE. ¡Se nos vino marzo!

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Jóvenes periodistas profesionales -así como animadores de matinales o conductores de programas “políticos”- se convierten de la noche a la mañana en expertos en pedagogía, administración de establecimientos educacionales y enfrentan discusiones especializadas -por ejemplo- en materia de currículos, programas de estudios y materias específicas sobre docencia.

José Luis Córdova. Periodista. “El Siglo”. Santiago. 26/2/2024. Terminan las vacaciones y las pautas de los matinales se repletan de incertidumbres. No más imágenes de playas, bikinis y cuerpos bien torneados y la muestra de hermosos paisajes y deliciosos platos de pescados y mariscos. A estas alturas deben ser reemplazadas por útiles escolares, venta y precios de uniformes, mochilas y otros productos.

El inicio de clases será un nuevo espectáculo, incluido en Atacama y la zona afectada por incendios forestales y la compleja situación de algunos deficientes servicios locales de educación (SLEP) que perjudican a niños, niñas y adolescentes, a sus padres y apoderados y también a profesores, directivos y administrativos -sobre todo- de la educación pública.

Buen tema para nuevas ofensivas contra el gobierno y el ministerio de Educación, como si los establecimientos educacionales se hubieran deteriorado en estos dos últimos años y como si el profesorado estuviera justamente molesto desde hace poco tiempo.

La verdad es que la derecha y la publicidad de grandes empresas, se enfocan a través de la TV a atacar el fin al lucro, a la selección y la gratuidad; contra la legislación para una nueva educación pública, la inclusión, el sistema de admisión escolar, la carrera docente, la deuda histórica, la evaluación docente y pruebas estandarizadas (PAES, SIMCE, PISA) entre otros avances de los últimos años.

Toda implementación de reformas tiene sus bemoles, certezas y dudas, correcciones y adaptaciones a realidades diferentes en diversas regiones del país. Los medios de comunicación tienen la obligación de precisar, esclarecer, recoger opiniones y propuestas y no focalizarse en meras críticas.

Sobre todo, los matinales de la televisión deberían convertirse en tribunas para el debate y no simplemente en campos de batalla de ideas, algunas utópicas e irrealizables en nuestra realidad actual y no como la de Finlandia u otros países. El desfile de exministros de educación y de supuestos “expertos” -la mayoría venidos de la educación privada- no contribuyen a una discusión abierta y transversal de contenidos pedagógicos o docentes.

Inclusive jóvenes periodistas profesionales -así como animadores de matinales o conductores de programas “políticos”- se convierten de la noche a la mañana en expertos en pedagogía, administración de establecimientos educacionales y enfrentan discusiones especializadas -por ejemplo- en materia de currículos, programas de estudios y materias específicas sobre docencia.

La opinión de padres y apoderados es tan trascendente como la de los directivos, padres y apoderados y la comunidad escolar en general, incluidos niños, niñas y adolescentes, pero esta no es escuchada ni difundida por la TV. Claro que las autoridades tienen mucho que decir y no basta con ceder espacio a sectores opositores al actual gobierno, a personeros que no supieron enfrentar la misma situación hace apenas algunos años, cuando eran autoridad.

Los canales de televisión se dejan llevar por las pautas de El Mercurio, Radio Biobío y fundaciones para estudios pedagógicos o personajes como Harald Beyer, José Joaquín Brunner, Mario Waissbluth y Raúl Figueroa, reconocidos neoliberales partidarios de una educación elitista, meritocrática que excluye de este derecho humano trascendental a grandes capas de la población carenciadas, vulnerables sin derecho a soñar, más allá del mundo ideal que les muestra la tele.

Precisamente las cámaras y periodistas profesionales responsables deben ser los motores de una educación parvularia, básica, media, universitaria y técnico-profesional gratuita y de calidad para toda la población del país. Es el principal acicate para el desarrollo social, económico y cultural de nuestro país. Partiendo por reponer las clases de filosofía, contar con formación ciudadana, educación física, sexual y de género en todos los ciclos educacionales: público, subvencionados o privados desde la sala cuna hasta la educación superior.

¡Se nos vino marzo! y nada ni nadie llamará la atención sobre estos complejos desafíos para el futuro de Chile y las nuevas generaciones.