HABLEMOS DE LA TELE. Lecciones de un secuestro

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El último gran suceso comunicacional y criminal en el país -el secuestro y asesinato de un exmilitar venezolano- sirvió para esclarecer aún más la venalidad y los compromisos de canales y periodistas en materia de ética y el derecho a la comunicación. Si es cierto que la televisión es un reflejo de la sociedad en que vivimos, realmente estamos muy complicados.

José Luis Córdova. Periodista. “El Siglo”. Santiago. 5/3/2024. Atacar al Gobierno del Presidente Gabriel Boric usando como pretexto situaciones en países como Cuba, Nicaragua y Venezuela pareciera ser un deporte de la derecha. Pero hay quienes se destacan especialmente en esta materia. La colega Mónica Rincón es de las pocas profesionales que quieren aparecer como analista política, socióloga y antropóloga -al mismo tiempo- interpretando y derechamente opinando sobre noticias o la actualidad en Chile, proyectando todo desde esas otras naciones latinoamericanas.

Otros periodistas del mismo Canal CNN-Chile muestran tendencias parecidas en su parcialidad e intolerancia como son Daniel Matamala, Matías del Río y Fernando Paulsen. Sus opiniones son siempre taxativas e irrefutables, sobre todo en materia internacional y/o latinoamericana.

Desde luego hay quienes comparten sus dichos o defiende la posibilidad de expresarlos públicamente en aras de la mentada libertad de expresión.

En tanto, otros profesionales en el mismo medio televisivo exhiben un respetable nivel de imparcialidad, entre ellos, Fresia Soltof, Matilde Burgos, Sebastián Aguirre, Carolina Urrejola y hasta Macarena Pizarro y Claudia Escobar (de inocultables tendencias conservadoras) pero que se muestran bastante objetivas al reproducir o interpretar las informaciones del exterior.

Opinar no es lo mismo que interpretar, pero hay colegas en la televisión chilena que se permiten comentarios desenfadados sobre las noticias que leen, como son los casos de Rodrigo Sepúlveda, José Antonio Neme, Monserrat Álvarez y Constanza Santa María que no consiguen ocultar sus tendencias y gustos personales ante las cámaras.

Entre quienes aparecen menos “jugados” -en el peor sentido de la palabra- están Gonzalo Ramírez, Eduardo Fuentes, Iván Núñez, Julio César Rodríguez, Nicolás Pau, Ivo Goic, Patricia Venegas y Davor Djuranovic, entre otros.

El último gran suceso comunicacional y criminal en el país -el secuestro y asesinato de un exmilitar venezolano- sirvió para esclarecer aún más la venalidad y los compromisos de canales y periodistas en materia de ética y el derecho a la comunicación. Si es cierto que la televisión es un reflejo de la sociedad en que vivimos, realmente estamos muy complicados.

Desde luego se demostró que nuestro país carece de un sistema real de Inteligencia, que la famosa ANI (Agencia Nacional de Inteligencia) ni siquiera se coordina con los servicios de Inteligencia de las Fuerzas Armadas ni de Orden. Nadie sabía de la existencia en Chile del exteniente fugado de la cárcel en su país y feroz opositor al régimen de Maduro.

Las elucubraciones más demenciales se mezclaron con las fakes news de las redes sociales y los intereses espurios de personajes como el exagente de seguridad venezolano desde Miami, un tal Iván Simonovis -al parecer- coordinado con exministros de la Concertación y de Piñera como Jorge Burgos y Mario Desbordes, junto a personeros de Republicanos y afiebrados anticomunistas de larga data.

Hasta Rafael Cavada insistió hasta el último momento -mientras se develaban pormenores del secuestro y asesinato de Ojeda- que se trataba de un “crimen político”. Un ejemplar especialmente “exitoso” en estas lides opositoras y anticomunistas es el flamante nuevo Rector de la Universidad Adolfo Ibáñez -una sede de “estudios superiores” bastante cuestionada por su financiamiento y “méritos” académicos-. Se trata del -hasta ahora- decano de “artes liberales”, Francisco Covarrubias Porzio, panelista del “Tolerancia Cero” en CNN-Chile y columnista en La Tercera.

Nadie puede objetar su postura opositora al actual Gobierno, pero es más complejo aceptar su comportamiento intolerante representando a la derecha más extrema de nuestro país que, en momentos históricos, no trepidó en hacer tabla rasa de nuestra feble democracia.

Si la TV nos refleja en nuestro comportamiento y actitudes vitales, somos intolerantes, dogmáticos y ortodoxos hasta el paroxismo de anticomunistas como varios de los voceros de la derecha que se expresaron en las últimas semanas. Entre otras, las lecciones de un secuestro son: tener un efectivo sistema de Inteligencia, esperar resultados de pesquisas, respetar la reserva de las investigaciones y desconfiar de intereses externos con dudosos objetivos finales. Los periodistas deberíamos dar el ejemplo en estas labores para comunicar cómo se debe.