Espectáculos de mal gusto

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El show debe continuar y, ante el retrato del senador Jaime Guzmán -mentor de la vilipendiada Constitución fascista del 80- se iniciaron los debates sobre una nueva Carta Magna de la cual se desconocen absolutamente sus contenidos, objetivos y mecanismos.

José Luis Córdova. Periodista. Santiago. 13/09/2022. Así como la vieja leyenda decía que todo lo que tocaba el rey Midas se convertía en oro, pareciera que cualquier tema que aborda la televisión chilena se convierte en un show. Hemos observado con cierta vergüenza los “análisis” sobre los resultados del plebiscito de salida y el rechazo al texto elaborado por la Convención Constitucional como si fueran El Ensayo o el Derby.

El anunciado cambio de gabinete del presidente Gabriel Boric también se transformó en un grotesco espectáculo, incluido el bochornoso incidente del nombramiento del subsecretario del Interior que prácticamente intentó opacar el protagonismo de la hija del colega Pablo Aguilera, una destacada científica, ante la popularidad de su progenitor.

Para la televisión, todo es show y en los últimos días se ha trasladado hasta el Reino Unido, donde la asunción de la ultra conservadora Liz Truss, designada primera ministra, quedó en segundo plano ante el delicado estado de salud de la Reina Isabel en los últimos días de su larga vida.

El colega José Antonio Neme se lució en el matinal “Mucho gusto” por sus conocimientos sobre la Casa Real británica, dejando prácticamente muda a la corresponsal del Mega que intentaba aportar actualidad a la situación directamente desde Londres.

Al respecto, un medio público como la BBC dio clases sobre protocolo, respeto a la institucionalidad y mostró la importancia de contar con un sistema de comunicaciones democrático en un país que garantice el derecho a la comunicación.

El show debe continuar y, ante el retrato del senador Jaime Guzmán -mentor de la vilipendiada Constitución fascista del 80- se iniciaron los debates sobre una nueva Carta Magna de la cual se desconocen absolutamente sus contenidos, objetivos y mecanismos.

Lo que está claro es que, debido al apabullante triunfo del Rechazo, quedan de lado avances tan importantes como la plurinacionalidad, los derechos sociales fundamentales en un supuesto nuevo pacto social que a duras penas respetará la paridad de género, a los pueblos originarios y los independientes. Todo el poder vuelve al Parlamento, contra la voluntad del 80% de la ciudadanía que habría desplazado al Poder Legislativo del poder constituyente.

Es más noticia la presencia del ultra reaccionario Partido Republicano en las conversaciones sobre un texto que podría ratificar la pre existencia de un Estado subsidiario que permite el lucro en la educación, la salud, las pensiones y la vivienda, impidiendo la descentralización y grados importantes de autonomía económica, política y social de las diferentes regiones del país.

Una vez más la voz de la calle queda invisibilizada y las cámaras de todos los canales de televisión están más interesadas en mostrar incidentes en las afuera de los colegios que en las pésimas condiciones de infraestructura de la educación pública, de las paupérrimas raciones de alimentación que empresas privadas entregan a través de la Junaeb a niños, niñas y adolescentes.

Ni siquiera el canal “público” (TVN) guarda cierta compostura ante el Gobierno y se suma sin reparos a los ataques a la administración del presidente Boric y al cuestionamiento de su programa, apresurándose a invalidar los proyectos de reforma tributaria y de un sistema de previsión social que exige la inmensa mayoría ciudadana.

Los canales de televisión siguen parapetados en los desastrosos resultados del plebiscito para mantener una brutal ofensiva contra las transformaciones sociales y económicas, insistiendo en temas sensibles como la delincuencia y el narcotráfico, sin analizar las causas profundas de estos fenómenos de carácter mundial.

En lugar de ocuparse de los problemas del calentamiento global, la protección del medio ambiente y de la propiedad y distribución del agua para la población, las cámaras de TV ponen el dedo en la llaga en la carestía de la vida y la inflación desatada como si la gente común y corriente desconociera esta terrible realidad.

La televisión tiene el triple objetivo de entretener, informar y educar pero ello no implica que todo lo que muestre sea un espectáculo banal, un show de cada vez más pésimo gusto, como hemos visto en las últimas semanas.