“En el desfile triunfal de la victoria” por el 95 natalicio del Che

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Textos, recuerdos, vigencia, en un nuevo aniversario del natalicio del Comandante Ernesto Guevara de la Serna.

Dra. María del Carmen Ariet García. “Cubadebate”. La Habana. 14/6/2023. Rememorar los escritos de Ernesto Che Guevara en su 95 cumpleaños nos regocija y reconforta porque reafirma la solidez del camino emprendido después de nueve décadas, aun cuando solo pudo completar los 39 años en su aspiración de luchar y poder alcanzar un mundo mejor. Muchos pensamientos le inquietaron y siempre midió un posible final en circunstancias difíciles, marcado por el privilegio de entregar y de entregarse a los escabrosos momentos de la lucha, sin condicionarla a un final abrupto pero posible, expresado en  sus propias palabras cuando le escribió a su esposa Aleida March una poesía de despedida donde amalgama y dosifica sus posibles escenarios:

Salgo a edificar las primaveras de sangre y argamasa

[….]

Pero no me anunciaron la plaza reservada en el desfile triunfal de la victoria…

Cuando estudiamos o simplemente leemos al Che, siempre nos encontramos con una vitalidad nacida de sueños, anhelos y, sobre todo, de una búsqueda permanente para obtener las respuestas que con el tiempo, los tropiezos y dificultades fueron conformando un entramado de ideas, tesis y decisiones que encontraron su cauce en los objetivos y razones que complementarían su pensamiento y práctica revolucionaria.

Los viajes “iniciáticos”, como los calificara el joven Ernesto, realizados por el continente latinoamericano, conservan en las narraciones y pasajes descritos el aliento y el impulso que lo conducen, sin un plan preconcebido, a la aventura de los desconocido pero intuido por intermedio de las lecturas que como sabia nutriente lo impulsan a nuevas búsquedas y nuevas respuestas. Esa etapa de juventud actúa como una fuerza espontánea pero a la vez enriquecedora que lo llevan a conjugar reflexiones con acciones y lo acercan a contemplar el entorno y su realidad de un modo diferente a lo vivido hasta esos momentos.

Son detalles en los que logra adentrarse de manera vivencial a esa América desconocida, encargada de “tejerle” una trampa de la que nunca pudo salir. Se cruzan las lecturas anteriores con una práctica inusual dentro de sus circunstancias y contextos, a la vez que se siente atraído y dispuesto a dejarse atrapar hasta saciarse de todo una atracción nunca imaginada. Surge un impulso para adentrarse en una verdad que siente que le pertenece y el deseo de encontrar las respuestas para conocer ese mundo atrayente que lo va acercando a lo que llamaría la “Mayúscula América”, a entender las luchas libertarias precedentes y la enorme figura de Bolívar enfrascado en alcanzar una plena unidad de los pueblos de la región.

Ese camino, narrado desde un escalón primario lo lleva a una sensación de pertenencia al que asciende de manera dosificada y documental,construido en momentos relevantes y expuestos por intermedio de vivencias encargadas de proporcionar un pensamiento propio y de una avidez por poner a prueba su decisión de entregar lo mejor de sí. El resultado fue un camino “larguito” y de retrocesos aunque convencido que sería el determinante para avanzar en su futuro, donde se adentra en la práctica política y su carácter activo y donde, además, aprende de su ejercicio o al menos, en un primer momento, de poder evaluar sus comportamientos y poder poner en la balanza lo bueno y lo malo de su proceder. En esa percepción pudo profundizar y entender, desde la práctica política, el sistema y su fuerza dominante y darse cuenta del peso del poder hegemónico que, en el caso de América Latina, se distingue por la presencia brutal del imperialismo norteamericano. De todo ese quehacer quedan las huellas convertidas en ejes articuladores que cobrarían mayor fuerza y contenidos a medida que recorre con otra mirada y una percepción más aguda, para llegar sentirse más latinoamericanista y más antimperialista como nunca antes lo percibiera, siempre bajo la influencia directa del marxismo como el “instrumento real para erradicar los males de América”,

De las múltiples interrogantes que se han hecho sobre la vida y la obra del Che, el esclarecimiento de esa primera etapa de su vida contribuye a entender su posterior entrega a la liberación de nuestros pueblos y la determinación de avanzar por el bien de los desposeídos. Es en el joven Ernesto y en los caminos recorridos donde encuentra la fortaleza y el peso de las ideas acumuladas para adentrarse en los caminos de la revolución, convencido de que era la única vía para frenar la barbarie y la expoliación.

Todos esos ingredientes encuentran impulso en su determinación de luchar por la causa de la Revolución Cubana cuando conoce a una parte de los asaltantes del cuartel Moncada en Guatemala y a su líder, Fidel Castro en México. Comienza la leyenda convertida muchas veces en mito, afianzados cuando se agigante su decisión, no solo de luchar, sino de aportar sus conocimientos para contribuir al desarrollo de la Revolución y el socialismo como la vía adecuada para transformar la sociedad y al hombre en su accionar consecuente y consciente como su principal actor social.

En todos esos años, de 1956 a 1967, período de gran intensidad en su labor revolucionaria en múltiples facetas, se acumula un pensamiento teórico-práctico el que unido a su experiencia anterior, forman parte de una obra que lo distingue y lo convierte en parte de la corriente crítica del marxismo renovador y tercermundista y un dirigente de estatura internacional.

Construye una obra sólida para hacer avanzar el socialismo, en especial la transición socialista y sus particularidades en sociedades que transitan desde el capitalismo a nuevas formas de producción socialistas, además de investigar a profundidad y responder de manera directa y consecuente a los problemas que intuyó primero y que, después, actuaron como líneas y principios que debían cambiar si en realidad se deseaba construir una nueva sociedad sin enajenación y libre de trabas que la harían sucumbir y retrotraerse al capitalismo. Esa vasta obra permanece como fuente de tesón y creación para procesos que tracen el camino de la verdadera emancipación de los pueblos y que es resumido en el conocido “Mensaje a la Tricontinetal”, cuyo título original es “Crear dos tres, muchos Vietnam”, en clara alusión a la lucha enfrentada por ese heroico pueblo ante la agresión imperialista, con la clara advertencia premonitoria que de no frenar esa barbarie sería muy costosa para la humanidad y alargaría en años el triunfo de las fuerzas revolucionarias.

En este aniversario de su natalicio, el Centro de estudios Che Guevara en sus más de 30 años de sistematización, clasificación, ordenamiento temático y de investigaciones sobre su pensamiento y obra, rinde homenaje y tributo con la publicación de la Antología Mayor, convertida en la síntesis de sus trabajos escritos y sus discursos, la narrativa en sus diferentes estilos y géneros, su iconografía y otros documentos que permitan, sobre todo, al lector joven adentrarse en materias de su interés y poder seleccionar momentos trascedentes en el devenir de su evolución y desarrollo.

Ese caudal de información ha sido procesado y forma parte de los fondos archivísticos de la institución, los que por su importancia y sus contenidos fueron evaluados por la  Unesco dentro del Programa de la Memoria del Mundo, y aprobados como la colección más completa en el mundo sobre la vida y obra y su divulgación por intermedio de un Proyecto Editorial temático, en el que se integran textos inéditos, sobre todo de su etapa juvenil y de madurez intelectual, y otros libros integrados por las líneas que identifican lo más sobresaliente de su obra y legado y como paradigma universal por su coherencia, la profundidad de su pensamiento creador y la estatura cimera del revolucionario convertido en el escalón más alto a lo que se pudiera aspirar..

Che, desde sus páginas

Susana Besteiro Fornet. “Granma”. La Habana. 14/6/2023. La presentación de la Antología General de Ernesto Che Guevara, la mayor y más completa que existe del Guerrillero Heroico, tuvo lugar ayer en la sala que lleva el nombre del insigne guerrillero, en Casa de las Américas, en presencia del Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez.

A cargo del Centro de Estudios Che Guevara y de las editoriales Ocean Press-Ocean Sur, contempla valiosos documentos de la autoría del héroe. Se trata de una colección de siete tomos, compilados por las investigadoras María del Carmen Ariet y Disamis Arcia, que recogen gran parte de la obra escrita por Ernesto Guevara.

Un panel moderado por el historiador e investigador Fernando Luis Rojas López, e integrado por Abel Prieto Jiménez, presidente de Casa de las Américas; David Deutschmann, editor y presidente de las editoriales Ocean Press y Ocean Sur; la doctora en Ciencias Históricas y coordinadora del Centro de Estudios Che Guevara, María del Carmen Ariet García, y la profesora e investigadora Disamis Arcia Muñoz, hizo trascender anécdotas y entrañables reflexiones  en torno a la personalidad del Guerrillero.

Asistieron a la presentación el miembro del Buró Político y secretario de Organización, del Comité Central del Partido, Roberto Morales Ojeda; Rogelio Polanco Fuentes, integrante del Secretariado y jefe de su Departamento Ideológico; la vice primera ministra Inés María Chapman Waugh, y el ministro de Cultura, Alpidio Alonso.

Mate y habano

Mariano Saravia. “Granma”. La Habana. 14/6/2023. Se ha hablado tanto de la muerte del Che, que me honra escribir sobre su nacimiento. Sobre “el nacedor”, como lo llamó Eduardo Galeano.

Nació en el periodo de entreguerras, y hoy, en pleno siglo 21, vuelve a nacer.

En el entreguerras, cuando él nace, EE. UU. ocupa definitivamente el lugar del viejo Imperio Británico. En los 50 y 60, cuando él actúa, se desata la Guerra Fría. Y hoy, que vuelve a nacer, hay un mundo que está surgiendo.

Solo por casualidad nace en Rosario, ya que sus padres estaban de paso hacia Buenos Aires, para el parto. Pero durante sus primeros años crece en el noreste argentino, cerca de las fronteras con Brasil y Paraguay, en unos yerbatales que su familia tenía; quizá presagios de que en su vida lo acompañarían el internacionalismo y el mate.

Luego, el asma lo trae a las sierras de Córdoba, pero a principios de los 50 sale en bicicleta a recorrer los caminos de Argentina, y más tarde en moto los de Sudamérica. Una fría tarde de julio de 1953, sus padres van a la estación de trenes para la última despedida. Cuando la locomotora se pone en marcha, él apura el paso hacia el estribo y levanta el puño izquierdo gritando: “Acá va un soldado de América”.

A fines de los 40 y principios de los 50 el nuevo poder imperial occidental se muestra tal cual es. Crea instituciones: Cia, Sip, Oea, Onu, Fmi, Bm y tantas siglas más que lo único que hacen es darle legitimidad a la barbarie imperialista. Iniciando los 50, ese imperio lleva su barbarie al plano concreto con la Guerra de Corea (1950-1953), con la infiltración de la Revolución Boliviana (1952), con el golpe en Guatemala (1954) y con los ataques a gobiernos populares en Brasil (Getulio Vargas) y en Argentina (Juan Perón).

Ese momento lo encuentra en Guatemala, y él arma el rompecabezas en su cabeza y en su corazón. A todo lo que había visto y vivido en sus viajes, al conocimiento de esos pueblos postergados, oprimidos, pero soñadores y rebeldes, le agrega la teoría ideológica y la comprensión política. Conoce a los Castro y se convierte en el Che.

¡Qué paradoja! Decir “el Che” es como decir “el argentino”. Pero en realidad, para llegar a ser “el Che”, este hombre tuvo que sumar las experiencias chilena, peruana, venezolana, guatemalteca, mexicana…Ya es un internacionalista y, sobre todo, un antimperialista.

Cuando podía se tomaba unos mates, pero tenía más a mano los cigarros cubanos. Porque, como dijimos, nació en Rosario, pero creció en Misiones. Estudió en Córdoba, y se fue al mundo. Hasta que se autopercibió cubano, porque uno es del pueblo al que le entrega sus desvelos. Y él era de la humanidad.

El gran poeta misionero Ramón Ayala me contó que en 1962 fue a Cuba, invitado por el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos, y en un encuentro, el Che le dijo: “Yo cantaba tus canciones, sobre todo El Mensú, en los fogones, allá en la Sierra Maestra”. Y que el Che amaba la parte que dice: “Paz para mi tierra, cada día más roja con la sangre del pobre mensú”. El mensú es el obrero rural que en semiesclavitud produce la yerba mate. Quizá el Che, en cada sorbo de mate, pensaba en los mensúes del yerbatal donde creció.

Y en el oriente boliviano, todavía hoy en Samaipata, se canta lo que los paisanos llaman “la zamba del Che”, que no es otra que la Zamba para no morir. La letra dice: “Mi razón no pide piedad / Se dispone a partir / No me asusta la muerte ritual / Solo dormir, verme borrar / Una historia me recordará… vivo”.

No se trata del temor a morir, sino a morir sin haber hecho lo que uno tiene que hacer. Y el Che cantaba esa zamba en Samaipata, muy cerca de La Higuera, adonde acudirá con una tremenda dignidad y una consciente inexorabilidad. Es un internacionalista hasta el fin. Aunque cantó siempre cosas de su tierra, desde la Sierra Maestra hasta El Chapare.

Hoy, de él aprendemos cómo ser internacionalistas. Antes que todo, siendo antimperialistas. Me imagino un anciano de 95 años que, entre mate y habanos, me explica cómo y por qué se está reconfigurando geopolíticamente el mundo, y de qué lado tienen que estar los antimperialistas.

Hoy, como hace 60 o 65 años, el imperio sigue siendo Washington. Y hoy, como lo eran en su momento los pueblos africanos o asiáticos, hay pueblos que se levantan y ponen un freno.

El socialismo siempre va a ser el objetivo final. Pero en el mientras tanto, con todos los que se enfrenten al imperio, tendremos que caminar. ¿Cuánto? Ya se verá. Hasta la vida, siempre.