La diputada Karol Cariola afirmó que desde el «Gobierno tiene que encontrar un camino y una salida para retomar el rumbo» y encarar situaciones como el rechazo a la reforma tributaria. Planteó que medidas como aumento del salario mínimo y terminar con listas de espera en salud son prioritarias, pero sin abandonar las reformas estructurales. Advirtió que “el Gobierno del Presidente Gabriel Boric tiene objetivos de transformación, pero sin respaldo de la ciudadanía es más difícil cumplirlos”. La congresista dijo que “hay una lógica obstruccionista de un sector político de oposición que tomó la decisión de quitarle la sal y el agua al Gobierno” y en cuanto a boicotear la reforma tributaria “lo más grave por lejos, es que se hipotecó la posibilidad de aumentar las pensiones”.
Hugo Guzmán. Periodista. “El Siglo”. Santiago. 10/03/2023. Cuando a Karol Cariola le impidieron llegar, el año pasado, a la presidencia de la Cámara de Diputadas y Diputados, y se produjo la derrota del plebiscito siendo ella vocera del Apruebo, se dijo que estaba dolida y desgastada, que se había replegado. Hoy afirma categórica: “Ni desgastada ni dolida. Lo que estoy es más fuerte”.
La diputada -militante del Partido Comunista-, electa con la primera mayoría nacional, enfatiza que “el mandato que el pueblo me dio me moviliza y me motiva” para seguir bregando sobre todo para que se cumplan mejoras en la calidad de vida de las personas y se consagren derechos sociales.
Hablando de gestiones, horas antes de esta entrevista, la Agrupación de Empleados Fiscales (ANEF) distinguió a Karol Cariola con el reconocimiento “Fresia Arcos Albarracín”, “por su impronta en la nueva generación de políticos/as del país”.
Partamos con episodios positivos. Fue multitudinaria la marcha de las mujeres el 8 de marzo en Santiago, y el despliegue de las mujeres en regiones fue masivo. En momentos que se habla de reflujo de movimientos sociales, las mujeres potencian su convocatoria y movilización. ¿A qué se puede atribuir?
Creo que la principal razón de que el movimiento feminista y las mujeres organizadas y no organizadas seguimos tan activas es porque hay muchas cosas pendientes para nosotras en materia de conquista de derechos, igualdad de oportunidades, la presencia en los espacios de representación política que siguen siendo muy masculinizados. Las mujeres somos conscientes de eso, sobre todo cuando nos damos cuenta que cada año tenemos que lamentar una cantidad tan importante de mujeres asesinadas producto de la violencia machista, cuando nos damos cuenta que todavía la igualdad salarial no es una realidad a pesar de impulsar el proyecto “igual pega, igual paga”, que en el Parlamento no somos más del 33%, de que todos los días hay mujeres que tienen que llamar a un retén policial porque son agredidas o víctimas de violencia física, cuando nos damos cuenta que con la pandemia del Covid-19 las mujeres fueron las más impactadas y hubo un retroceso en el avance de ocupación laboral femenina. Podría seguir enumerando muchas otras situaciones en las cuales hay deudas y desigualdades. Las razones para salir a marchar son múltiples, estoy contenta de haber marchado, de ver el ambiente y la disposición de lucha y unidad del movimiento feminista que es muy importante y una oportunidad democratizadora para nuestro país.
Hay un claro reflujo de movimientos sociales, ¿esta no es una señal del rol que deben jugar?
Estoy convencida de que todos los movimientos sociales que logran desarrollar y levantar demandas, tienen que ser capaces de sostenerlos en el tiempo. Sobre todo, porque no hay ningún proceso de transformaciones en el país que no haya sido precedido por un movimiento social relevante que lo empujara. Las movilizaciones estudiantiles permitieron la gratuidad, si tuvimos cambios en derechos de las mujeres fue por el rol que jugó el movimiento feminista, lo mismo con el proceso constituyente: que tengamos la posibilidad de tener una nueva Constitución es producto de la revuelta popular de 2019. El movimiento social es fundamental para empujar, sostener, respaldar y resguardar los cambios y las transformaciones. Es por eso que hay un gran desafío de rearticulación, de desarrollo y de afinar las luchas. Levantar movilizaciones sociales no necesariamente es para estar en contra de un Gobierno o en contra de su proyecto de transformación, sino también en función de resguardar y asegurar que los proyectos de transformación se lleven adelante. El Gobierno del Presidente Gabriel Boric tiene objetivos de transformación, pero sin respaldo de la ciudadanía es más difícil cumplirlos.
“Se hipotecó la posibilidad de aumentar las pensiones”
Vamos a episodios negativos. ¿Es peligroso lo que ocurrió con el rechazo a la reforma tributaria en la Cámara Baja, donde la oposición ni siquiera estuvo dispuesta a analizar y modificar el proyecto sino que lo fusiló? ¿No es peligroso teniendo en cuenta que está pendiente la reforma previsional, la iniciativa de las 40 horas, la reforma de salud, entre otras?
Lo que pasó con la reforma tributaria es muy grave en distintos ámbitos. Lo primero es que hay una lógica obstruccionista de un sector político de oposición en el Parlamento que tomó la decisión de quitarle la sal y el agua al Gobierno. Es una decisión política muy antidemocrática desde el punto de vista del diálogo, porque lo que se rechazó fue la idea de legislar, ni siquiera se rechazó modificaciones o contenidos del proyecto donde ellos podrían tener diferencias, sino que ni siquiera dejaron que entráramos a la discusión del proyecto. Eso es tremendamente complejo para el avance de las reformas que vienen y va a implicar más esfuerzos de diálogos, más esfuerzos de los ministerios.
Pero para mí lo más grave de lo que pasó, lo más grave por lejos, es que se hipotecó la posibilidad de aumentar las pensiones al negar la reforma tributaria. Lo que hicieron quienes votaron en contra, quienes se abstuvieron y quienes se salieron de la sala para no votar, como fue el caso de las diputadas Jiles, Delgado y Arce, es que hipotecaron la posibilidad de subir en el corto plazo las pensiones. Pareciera que les pesa más obstruir al Gobierno que ayudar a la gente, a los pensionados. No se podrá subir a 250 mil pesos la PGU, no se podrán construir 160 mil viviendas, está hipotecado el sistema nacional de cuidados, habrá menos presupuesto para seguridad pública. Es importante que la ciudadanía entienda que lo que se rechazó no fue sólo una reforma para generar más impuesto, sino que es el mecanismo de financiar derechos sociales.
Usted dice que hay que hacer un mayor esfuerzo de diálogo. Pero hay declaraciones de legisladores de derecha, de dirigentes de derecha, en cuanto a que las reformas son malas, las van a rechazar sí o sí, y pretenden presentar sus propios proyectos sin analizar ni discutir los del Ejecutivo. Hay un planteamiento preestablecido de que estarán en contra. ¿Qué viabilidad puede tener un diálogo?
Quisiera diferenciar, porque hay una derecha que cree en la democracia y está dispuesta a llegar a acuerdos, pero hay otra derecha que va a cerrarse y negarse a todo. Vale la pena hacer la distinción entre “Chile Vamos” y el Partido Republicano. Por ejemplo, en relación a las 40 horas, en el Senado representantes de “Chile Vamos” estuvieron disponibles a avanzar en eso, no así del Partido Republicano. La correlación de fuerzas hay que plantearla con la realidad de hoy del Parlamento. Hay que hacer un llamado a que si realmente les interesa el país, dejen que el Gobierno pueda gobernar. Podrán hacer modificaciones, podrán legislar en función de sus opiniones, pero de ahí a boicotear el desarrollo del programa de un Gobierno, no es el camino. Quiero recordar que votamos favorablemente la reforma tributaria del expresidente Sebastián Piñera, a pesar de que teníamos diferencias importantes, y la aprobamos, con diferencias, con críticas y observaciones. Pero ahora cierran el diálogo, cierran la posibilidad de discutir, y amenazan con que el resto de las reformas no van a pasar. Echar abajo el desarrollo del programa de Gobierno y no dejar gobernar, es un camino complicado, y deben reflexionar sobre el daño que le pueden hacer al país en su desarrollo y estabilidad.
“La prioridad de cualquier Gobierno es escuchar las prioridades del pueblo”
¿Dónde colocar los acentos este 2023?
Es fundamental que la prioridad principal de cualquier Gobierno o de cualquier espacio institucional, esté en escuchar las prioridades del pueblo. Es evidente que hay una prioridad que es resolver los problemas de seguridad pública que enfrenta nuestro país. Por eso la reforma tributaria contemplaba mayores recursos y herramientas para mejorar la gestión de las policías. Ahí hay un desafío, no podemos desde la izquierda renunciar a ser parte de la construcción de propuestas, debemos ser más propositivos para mejorar la vida de las chilenas y chilenos.
Hay otros objetivos de derechos sociales, como aumentar el salario mínimo, que es importante por las necesidades económicas que viven las familias, hay una alta inflación, el costo de la vida ha ido aumentando y hay que tomar medidas en esa dirección, y el Gobierno puede tomar medidas por vía administrativa, no sólo legislativas. Hay que terminar con las listas de espera, eso tiene que ser un objetivo en el corto plazo. Eso no puede significar alterar el rumbo de las reformas, el Gobierno tiene que encontrar un camino y una salida para retomar el rumbo independiente de lo ocurrido con la reforma tributaria. Tuvimos un revés, pero no puede transformase en una derrota, tenemos que seguir proyectando y perspectivando el camino de transformación para que las reformas y el programa se cumplan en la mayor expresión posible. En eso, por cierto, el movimiento social juega un rol muy importante.
¿Un objetivo es mejorar el trabajo común entre los dos conglomerados de Gobierno?
Para gobernar se requiere de unidad. Al haber dos conglomerados en el Gobierno, lo cual es inédito, es importante mejorar la relación, porque no se trata de relaciones humanas, se trata de la responsabilidad política que tiene cada una de las fuerzas políticas que son parte del Gobierno, con el país. Si ponemos en el centro el bienestar del pueblo de Chile, eso no debiera ser un problema. Porque si el Gobierno se termina transformando en un botín que cada uno se quiere llevar para su casa, entonces no estamos pensando con altura de miras y sólo estamos pensando desde la perspectiva egoísta de cada uno de los sectores. Para gobernar hay que tener dos elementos: mucha generosidad y mucha capacidad de unidad. Si trabajamos en esas líneas, la alianza de Gobierno podrá proyectar sus objetivos y además podremos enfrentar los procesos electorales que vienen, la elección de los consejeros constitucionales, las municipales el próximo año, la elección de gobernadores regionales. Si seguimos peleándonos entre nosotros, y acentuando las diferencias más que las coincidencias, lo único que vamos a lograr es que la derecha tome la ventaja, incluso la extrema derecha. No podemos pensar que tenemos ganado todo de aquí en adelante, esta es una disputa diaria, permanente, que requiere del esfuerzo de todos los sectores comprometidos con la democracia para no permitir que en Chile lleguemos a tener un (Jair) Bolsonaro, o un liderazgo de ese estilo.
¿Qué fue lo peor de estos últimos doce meses?
No tengo dudas de que fue el rechazo a la reforma tributaria. También el haber perdido el plebiscito. Porque nos hemos planteado tener una mejor recaudación fiscal y tener una nueva Constitución. Esos dos son hitos muy determinantes dentro del proyecto político de nuestro sector, de la izquierda, de la centroizquierda. Esto provocó un retraso en la construcción de esos objetivos.
¿Y lo positivo de estos doce meses?
Hemos ido avanzando en el desarrollo de una sola alianza, el Presidente Boric ha ido empujando la unidad en función de los objetivos políticos, que estemos a punto de aprobar la jornada de 40 horas, que se haya implementado el copago cero en la salud pública es una buena noticia, que se haya ingresado la reforma previsional que va garantizar mejores pensiones; la experiencia asumida por ministras y ministros, subsecretarios y subsecretarias es algo bueno; me llena de orgullo que estemos avanzando en un proyecto de ley que establece una reparación integral a las víctimas de femicidio, que es relevante en nuestra agenda de género.