De cara a la ENADE: “Contra inmobilis”. ¿Dónde reside el estancamiento económico?

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Si realmente se quiere superar el inmovilismo es necesario que el empresariado supere su ideologizada visión neoliberal sobre el rol del Estado y se abra a avanzar en un pacto tributario y económico que permita construir un nuevo modelo de desarrollo económico y socialmente sustentable.

Daniel Núñez. Senador. 24/4/2024. Durante el último tiempo el crecimiento de la economía chilena se ha visto estancado, lo cual sin duda es una realidad incontrarrestable. Si en el periodo 1990-1998 el crecimiento del PIB llegó al 7,1%, en el periodo 1998-2008 llegó a 4,3% y entre 2018 y 2019 este alcanzó un 3,2%. Según el Banco Central, la expansión del producto tendencial proyectada para el periodo 2024-2033 alcanza en promedio un 1,9%.

Ante este escenario, desde el empresariado y sectores políticos han elucubrado un relato que culpa de este estancamiento por la reforma tributaria de la ex Presidenta Bachelet del año 2014. Sin embargo, este relato desconoce que el agotamiento de la economía chilena es un proceso estructural y que mientras no se reconozca este hecho nuestro país está condenado al inmovilismo en materia económica.

En este marco es que la convocatoria de la ENADE llama a superar el inmovilismo, pero ¿dónde reside este inmovilismo? ¿Qué dice la evidencia sobre las causas del estancamiento de la economía chilena?

En primer lugar, los altos niveles de crecimiento observados durante la década de los noventa son explicados por una diversificación productiva y exportadora significativa. Tal y como describe Agosín, en el periodo 1990 y 2000 las exportaciones no mineras crecieron a una tasa de un 11,5%, es decir, variaron a una tasa superior al crecimiento del producto, sin embargo, entre 2008 y 2018 estas exportaciones se estancaron solo creciendo en un promedio de un 1,6% al año.

A su vez este proceso explicaría otro fenómeno que evidencia el carácter estructural del estancamiento de la economía chilena. En Chile, con los mismos factores productivos, medidos como capital y trabajo, se produce menos. Según la Comisión Nacional de Evaluación y  Productividad, la productividad contribuyó con el 44% al crecimiento del PIB, entre 1991 y 1995. Por su parte, desde 1996 el año 2000, el aporte al PIB fue de un tercio del crecimiento, mientras que del año 2006 en adelante el aporte de la productividad al crecimiento ha sido nulo.

Este hecho, al ser correlativo al estancamiento de la diversificación productiva y exportadora, también implica que no se han generado empleos de alta productividad, lo que ha fomentado el crecimiento de empleos informales y la desigualdad en los ingresos.

Esto significa que el estancamiento económico está asociado a la interrupción del proceso de diversificación productiva y complejización económica en que nuestro país no ha sumado nuevos productos a su canasta exportadora, así como a la caída tendencial de la productividad en torno al año 2000, es decir ¡14 años antes de la reforma tributaria de la ex presidenta Bachelet!

¿Qué hacer contra este inmovilismo o estancamiento en materia económica?

Es necesario que en el país no se siga haciendo más de lo mismo, ya que el modelo primario exportador que funcionó en la década de los noventa, actualmente está agotado, porque la extracción intensiva de recursos naturales es insostenible ambientalmente y, aunque tengamos un nuevo “boom de los commodities”, no resulta esperable que traiga beneficios productivos de largo plazo.

Por ello, se requiere superar la cultura empresarial de la ganancia de corto plazo para pasar a una estrategia de desarrollo de largo plazo y así superar el modelo primario exportador.

En primer lugar, es necesario avanzar en la reindustrialización del país para producir y exportar productos con un mayor valor agregado. Por ejemplo, en minería aumentar la capacidad de fundición y refinación de cobre y  pasar de la exportación de salmuera de litio a productos con mayor elaboración. En el caso de la pesca, se requiere elaborar productos con un mayor grado de procesamiento y destinarlo a consumo humano.

En segundo lugar, es necesaria una estrategia de desarrollo productivo que incentive la generación de nuevos sectores económicos más dinámicos para diversificar y complejizar nuestra matriz productiva, donde los riesgos sean compartidos por el Estado y los privados, mientras que las ganancias por la creación de valor se distribuyan en beneficio de toda la sociedad.

En la actualidad, el Gobierno propone en el pacto fiscal medidas que apuntan a solucionar las principales fuentes del malestar social -como la desigualdad social- mediante Fondos de Créditos Tributarios para desarrollar industrias estratégicas como el litio, el hidrógeno verde o la economía digital. También ha puesto sobre la mesa diversas propuestas para dinamizar la economía con incentivos a la innovación y la creacion de una Banca Nacional de Desarrollo. Esto permitirá a Chile ser más productivo al insertarse en ventajosas cadenas mundiales de valor y agilizar el mercado interno.

Si realmente se quiere superar el inmovilismo es necesario que el empresariado supere su ideologizada visión neoliberal sobre el rol del Estado y se abra a avanzar en un pacto tributario y económico que permita construir un nuevo modelo de desarrollo económico y socialmente sustentable.