La sacrosanta propiedad privada

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“Las tomas de terreno contaron con el apoyo de profesionales solidarios con las legítimas demanda de los pobladores, a fin de que pudieran transformarse en un asentamiento normal. Yo mismo participé junto a varios otros profesionales o estudiantes de arquitectura, ingeniería o servicio social, asesorando tomas de terreno, que dieron vida a Poblaciones como La Victoria, Santa Adriana, 22 de Julio o Herminda de la Victoria, todas las cuales son hoy asentamientos normales, gracias a nuestro apoyo profesional. Fue una tarea tan digna y honorable como la que hoy cumple Cristián Castillo y de la cual no tenemos sino motivos de orgullo”.

Miguel Lawner(*). Santiago. 23/7/2024. Tras las dignas declaraciones de nuestro colega Cristián Castillo, recientemente designado Premio Nacional de Arquitectura, sosteniendo la legitimidad de las tomas de terreno, han surgido varias críticas de colegas, todas las cuales se amparan en el sacrosanto derecho de propiedad.

En una columna de El Mercurio, publicada tres días atrás, Cristian Rodríguez afirma que “las tomas de terreno atentan de manera flagrante contra la propiedad privada, uno de los pilares fundamentales del Estado de Derecho”.

La historia de Chile, conoció las tomas de terreno a partir de fines de los años 40 del siglo pasado, como consecuencia del proceso de industrialización, que atrajo a las grandes ciudades, a miles de familias campesinas sometidas al explotador sistema dellatifundio. Ese proceso dio vida a lo que entonces se llamaron poblaciones callampas, llamadas así porque surgían de la noche a la mañana y que, en el caso de Santiago, alcanzó a decenas de miles de familias. Se organizó entonces el Movimiento de Pobladores, bajo el auspicio de los partidos políticos de izquierda, destinado a canalizar la demanda por un terreno digno donde vivir.

Además, las tomas de terreno contaron con el apoyo de profesionales solidarios con las legítimas demanda de los pobladores, a fin de que pudieran transformarse en un asentamiento normal. Yo mismo participé junto a varios otros profesionales o estudiantes de arquitectura, ingeniería o servicio social, asesorando tomas de terreno, que dieron vida a Poblaciones como La Victoria, Santa Adriana, 22 de Julio o Herminda de la Victoria, todas las cuales son hoy asentamientos normales, gracias a nuestro apoyo profesional. Fue una tarea tan digna y honorable como la que hoy cumple Cristián Castillo y de la cual no tenemos sino motivos de orgullo.

Aprovecho de recordarles a los fanáticos defensores de la propiedad privada, que fue el presidente demócrata cristiano Eduardo Frei Montalva (1964-1970), quién promulgó la Ley 16.615 de fecha 18.01.67, subrayando la función social del Derecho de Propiedad, tal comolofijan sus primeros dos acápites:

1.- “La Ley establecerá el modo de adquirir la propiedad, de usar, gozar, y disponer de ella y las limitaciones y obligaciones que permitan asegurar su función social y hacerla accesible a todos. La función social de la propiedad comprende cuantoexijan los intereses generales del Estado, la utilidad ysalubridad pública, el mejor aprovechamiento de las fuentes yenergías productivas en el servicio de la colectividad y la elevación de las condiciones de vida común de los habitantes”.

2.- “Cuando elinterés de lacomunidad loexija, la Ley podrá reserva al Estado, eldominio exclusivo de recursos naturales, bienes de producción u otros que declare de importancia preeminente para la vida económica, social y cultural del país. Propenderá, asimismo, a la conveniente distribución de la propiedad y a la constitución de la propiedad familiar”.

¿Qué dirían hoy los detractores de nuestro flamante Premio Nacional, de dicha Ley, por lo demás vigente, pero inviable por disposiciones de la Constitución vigente?

Quienes ingresamos al Colegio de Arquitectos de Chile, juramos o prometemos cumplir un texto cuyo primer párrafo dice lo siguiente: “Procurar en la arquitectura la verdad, la belleza y el servicio a la comunidad”.

¡Qué justo, que digno y qué hermoso! Cristián Castillo no ha hecho otra cosa que cumplir con este Juramento, junto con todos los profesionales que hemos puesto nuestro noble oficio al servicio de la comunidad, cualquiera que sea su condición social.

(*)Miguel Lawner. Premio Nacional de Arquitectura, fue director ejecutivo de la Corporación de Mejoramiento Urbano (CORMU) en el Gobierno de Salvador Allende, académico en universidades chilenas y del extranjero.