Mónica Rincón y Constanza Santa María, a propósito del reciente acuerdo electoral para la realización de primarias en la elección de alcaldes, mostraron las lacras del periodismo nacional.
José Luis Córdova. Periodista. “El Siglo”. Santiago. 17/4/2024. Las colegas Mónica Rincón y Constanza Santa María hacen exactamente lo que no deben hacer en materia de periodismo para realizar entrevistas profesionales. Es probable que puedan mostrarse como buenas analistas políticas, defensoras del feminismo y otras causas nobles, pero para encarar a un personaje para entrevistarlo periodísticamente, dejan mucho que desear y sus intervenciones parecen verdaderos juicios a priori.
A propósito del reciente acuerdo electoral para la realización de primarias en la elección de alcaldes, ambas mostraron las lacras del periodismo nacional. El presidente de la Democracia Cristiana, diputado Alberto Undurraga debió soportar una andanada de críticas, desafíos y enfrentamientos verbales en “entrevista” con Cony Santa María. Se trataba de deslegitimar el acuerdo a toda costa, de mostrar a la DC como cediendo ante el “peligro” comunista arrastrando a su colectividad a la derecha, aunque el entrevistado insistió hasta la sociedad que no eran oficialistas y que no tenían un pacto político con el Frente Amplio, con el PC ni con el llamado socialismo democrático.
Los prejuicios, los conceptos preconcebidos, el afán por desacreditar al entrevistado y los resquemores evidentes de la entrevistadora no permiten un análisis serio y responsable de la situación. La profesional no trepidó en irrespetar a autoridades, precandidatos ni personeros de todas las colectividades progresistas en aras de imponer su criterio obstruccionista y delimitador de cualquier acuerdo para enfrentar democráticamente a los adversarios políticos.
Siguiendo las pautas del gran empresariado y de los financistas de Canal 13, Santa María impidió puntualizaciones y aclaraciones que habrían contribuido a despejar dudas y darle contenido específico al gesto democrático de llegar a acuerdos entre colectividades políticas de distinto signo, pero con objetivos generales comunes.
Mónica Rincón demuestra exagerada soltura y seguridad en sus afirmaciones políticas, pero lamentablemente, entrevistar a un dirigente o autoridad gubernamental no consiste en emplazar, desafiarlo sino por el contrario, en permitir que se explaye a través de un cuestionario constructivo, esclarecedor sin llevarlo a la exacerbación ni a respuestas simplistas y obvias ante ataques destemplados. Por ejemplo, cada vez que se refiere al alcalde de Recoleta, Daniel Jadue, muestra su abierta antipatía y refuerza su militancia como si ser comunista fuera un defecto. Increíble.
Que el periodismo chileno vive una profunda crisis es también la causa y efecto de comportamientos como los que describimos, mientras el profesionalismo de investigación es arrinconado y hasta auto censurado.
No de otra manera se explican las afirmaciones taxativas en casos policiales -sobre todo de actividades delictuales (de inmigrantes irregulares)- que son sancionados antes de sus respectivas formalizaciones. No ocurre lo mismo con malhechores de “cuello y corbata”, que demoran en demasía para ser siquiera procesados.
La falta de una real política de Inteligencia que coordine los departamentos respectivos de las fuerzas armadas y de orden con el aparato del estado se hace cada vez más patente. La imposibilidad de ingresar a campamentos de viviendas irregulares en todo el territorio nacional y el comportamiento arriesgado de uniformados con armas -de franco o de civil- ante grupos delincuenciales en las calles, parece ser una norma. Carabineros han sido víctimas de acciones solitarias, torpes, sin apoyo de inteligencia ni menos de colaboración táctica necesaria ante el nivel alcanzado hoy en Chile por la delincuencia, el narcotráfico y el crimen organizado.
La televisión parece vivir prácticamente en el Lejano Oeste donde la autoridad que maneja un arma de fuego la utiliza a diestra y siniestra, frente a civiles desprevenidos, poniendo en riesgo sus propias vidas y del público en general. Ante ello, los canales caen en un profundo duelo, ante los uniformados caídos -reconocimiento justo pero insuficiente- sustituyendo la tarea de comunicar hechos con cierta ecuanimidad y contribuyendo a enfrentar las actuales lacras sociales en nuestro país.
Revelar antecedentes, filtrar detalles no bastan para tener una buena información, si estos datos no se manejan con supervisión de aparatos de inteligencia -sin censura- pero con una mirada estratégica que no difunda modus operandi ni hechos que impidan seguimiento y/o captura de delincuentes.
Nuestros sacrificados uniformados -oficiales, suboficiales y tropa parecen ver demasiadas series televisivas como “FBI”, “Chicago PD”, “CSI Miami”, “El mentalista”, “La ley el orden” y poco estudio, razonamiento lógico y estratégico para perseguir seriamente al crimen en nuestro país. Si entrevistar no es enjuiciar, investigar tampoco es salir a matar.