El Doctor en Historia, Aníbal Pérez Contreras, estableció que esa corriente dentro de la derecha, necesita “un liderazgo que gestione dicha corriente sin que se desarticule. Ello es difícil, pues uno de los problemas del político-empresario era precisamente el personalismo acentuado”. Además, indicó que “con el escenario político actual marcado en la agenda de seguridad e inmigración como vector, estamos en un terreno fértil para que las recetas autoritarias de derecha florezcan, y con eso el sector de Kast marque su terreno”.
Equipo “El Siglo”. Santiago. 9/2/2024. ¿Era Sebastián Piñera el líder indiscutible de la derecha?
La derecha, al igual que la izquierda, no es un todo homogéneo. Más aún, en la historia del siglo XX chileno sólo cuando el derecho de propiedad estuvo en cuestión, las derechas tendieron a converger. Pero incluso en los tiempos revolucionarios, una vez que suspendieron sus diferencias para boicotear la “vía chilena al socialismo”, rápidamente afloraron las discrepancias. En cambio, cuando los intereses que vehiculizan no han estado en tensión estructural, dicho sector ha mostrado guerras sin cuartel. Tanto así, que diversos especialistas prefieren pensar en “las derechas”, más que la derecha.
En este sentido, el expresidente Sebastián Piñera representa a una corriente al interior de las familias conservadoras, pues existen también otras, como la liderada por Mario Desbordes, así como una de raíz católica en el IES, además de otra más radical representada en (José Antonio) Kast. Por tanto, Piñera más que líder indiscutible del sector, fue un liderazgo que logró hegemonizar de manera relativamente estable a las expresiones partidarias tradicionales de la derecha posdictatorial. A pesar de eso, como sabemos la hegemonía se construye y alimenta, pero no es eterna, por tanto, el escenario está abierto.
Ahora bien, una primera cuestión interesante del liderazgo de Piñera es que logró articular su trayectoria empresarial con la política jugando siempre al límite de lo aceptable y en más de una ocasión, cruzando dicha frontera. Con esta fórmula logró por una parte distanciarse del pinochetismo más duro, así como construir respaldo electoral ciudadano. De una u otra manera, fue esta rústica trayectoria la que movilizó franjas del electorado chileno, con una cultura muy neoliberal más el mito meritocrático y excepcionalista de este país. Una segunda cuestión, tiene que ver con la forma de liderazgo. Mi hipótesis es que el piñerismo es una corriente transpartidaria en la derecha. En este sentido, Piñera logró sobrepasar las estructuras políticas y gestionar personas formadas por él en su trayectoria empresarial para instalaras en el Estado a través de su propio liderazgo. Muy en su estilo personalista, articuló una tendencia que atravesó horizontalmente al sector, desde los tanques de pensamiento, pasando por los partidos y la burocracia financiera.
¿Cómo se vendrá ahora el posicionamiento de líderes de derecha?
Dado el contexto actual, pienso que serán tiempos duros para el piñerismo. Primero necesitan un liderazgo que gestione dicha corriente sin que se desarticule. Ello es difícil, pues uno de los problemas del político-empresario era precisamente el personalismo acentuado, lo que debilitó los procesos institucionales internos para el recambio. Por otra parte, con el escenario político actual marcado en la agenda de seguridad e inmigración como vector -lo de la AFP pasará, pero el miedo continuará-, estamos en un terreno fértil para que las recetas autoritarias de derecha florezcan, y con eso el sector de Kast marque su terreno. De una u otra manera, el piñerismo apostó a ocupar un espacio menos radicalizado que el de Republicanos, sin embargo, huérfanos de su líder, existe un flanco abierto para la extrema derecha.
Por otra parte, la articulación lógica del piñerismo puede ser de manera transpartidaria con Amarillos hacia el supuesto centro, pero el problema que se avecina es si dicho arco alcanza o no para ganar unas elecciones. Así, lo votos consolidados de la derecha dura, serán un imán para el sector si pretenden gobernar y ello implicará que nuevamente los “liberales” en la derecha tendrán una ardua tarea con la tentación endógena de las familias conservadoras: el autoritarismo.