¿Realmente el Presidente Gabriel Boric irá a la toma de posesión de Javier Milei porque se lo exigió la oposición? ¿O nunca dudó en hacer ese viaje? ¿Tuvo alguna complicación en barajar nombres como el de Viera-Gallo para reemplazar a Bárbara Figueroa en la embajada en Buenos Aires? ¿No será que la oposición y otros quieren instalar supuestas subordinaciones presidenciales?
Hugo Guzmán. Periodista. “El Siglo”. Santiago. 23/11/2023. De acuerdo a versiones extraoficiales, el Presidente Gabriel Boric nunca habría desechado asistir a la toma de posesión de Javier Milei como jefe del Ejecutivo de Argentina, dada la importancia estratégica de ese país en las relaciones y la política exterior chilena.
Lo declarado por la vocera de Gobierno, Camila Vallejo, ratifica tácitamente aquello: “Esa decisión está tomada, el Presidente representa al Estado de Chile y como se ha hecho siempre, va a asistir”. Se indica que en el equipo presidencial siempre existió “el criterio de Estado” y que independientemente que Milei haya insultado y agredido al mandatario chileno, Boric debía dar un gesto de Estado y asistir a la ceremonia en Buenos Aires. “No haber ido habría producido una situación enrarecida y se le atribuiría al Presidente Boric la tensión entre ambos, cuando esa tensión la generó Milei”, sostuvo una fuente que pidió no ser mencionada.
Eso echa por tierra que el Presidente chileno haya cedido o actuado en función de exigencias o recomendaciones de la oposición, específicamente de legisladores de derecha y extrema derecha, de que viajara a la asunción del nuevo mandatario argentino. No habría ocurrido tal cosa, porque el jefe del Ejecutivo tenía una postura establecida.
Hay que recordar que conocido que Milei asumiría, Gabriel Boric declaró enfáticamente: “Estas son cuestiones de Estado y yo no necesito a nadie que me diga lo que como Presidente tengo que hacer o no. Acá yo tengo que representar al Estado de Chile”.
Eso lleva a pensar que nuevamente en vocerías, versiones y notas de medios de prensa, se instaló una “incertidumbre”, “una duda”, “una exigencia” que nunca habría existido y menos que el Presidente de Chile haya tomado la decisión de viajar a Argentina como respuesta a la exigencia de la oposición y otros personeros.
También se sabe que el mandatario chileno no habría entrado en complicaciones, como se quiso establecer, para nombrar al nuevo embajador del país en Argentina, después de la renuncia de Bárbara Figueroa, quien optó por asumir la secretaría general del Partido Comunista. Lo primero es que sería falso que el PC, precisamente, haya presionado para mantener esa plaza, y en La Moneda, dado que los comunistas decidieron dejar esa embajada, tampoco se sentían en la obligación de volver a nombrar alguien del PC.
Lo que sí se confirma extraoficialmente, es que nunca se pensó en alguien de la carrera diplomática por el carácter estratégico y político de esa embajada. Pero se analizaba que tenía que ser una persona de experiencia y conocimiento de las lides diplomáticas y que tuviera nexos con los argentinos. Hechas consultas y análisis de nombres, se optó por José Antonio Viera-Gallo, por lo demás exembajador en Argentina, conocedor del terreno y con diversidad de nexos en el país vecino.
Viera-Gallo es militante del Partido Socialista, tiene experiencia como legislador, fue ministro de Estado, y tiene lazos políticos transversales en Chile y en Argentina.
Todo apunta a que en cuanto al viaje a Buenos Aires y el nombramiento del embajador en Argentina, el Presidente Boric junto a sus equipos, actuó con paso seguro, sin dudas ni riesgos, sopesando los tiempos. En medio de exigencias y recomendaciones, y ahora aprobaciones y consentimientos de la oposición, que parecen apuntar a instalar supuestas subordinaciones presidenciales, cuando en La Moneda se estaría trabajando acorde a su agenda y sus criterios. Resuena la afirmación del jefe del Ejecutivo cuando afirmó que “no necesito a nadie que me diga lo que como Presidente tengo que hacer o no”.