Lo más grave es que el texto constitucional emanado del Consejo, acota y desecha derechos sociales y ciudadanos de una manera feroz y con ello profundiza el ADN de lo que fue el texto emanado de la dictadura.
“El Siglo”. El Editorial. 3/11/2023. Los análisis del texto salido del Consejo Constitucional apuntan a un escrito que consagra una institucionalidad pinochetista 2.0, es decir, que actualiza tesis autoritarias, neoliberales, coercitivas y privatizadoras, y por lo tanto apunta a una Constitución retardaría, conservadora y negadora de derechos sociales.
Por mencionar algunas materias del texto que se convierte en una segunda propuesta constitucional que la ciudadanía tendrá que votar el próximo 17 de diciembre, éste limita el derecho a huelga, coloca en peligro derechos alcanzados por las mujeres, profundiza la educación y la salud privadas, constitucionaliza las AFP y las Isapres, niega derechos a los pueblos indígenas, otorga beneficios a violadores de derechos humanos y delincuentes, fortalece una economía de mercado, acota derechos sociales, mantiene la privatización del agua y otros recursos naturales estratégicos para Chile, desprotege a un importante porcentaje de niñas-niños y adolescentes, apoya a los grandes empresarios y grupos monopólicos financieros extranjeros y nacionales, se niega la justicia ambiental, aumenta quórum para reformas, quita recursos a las municipalidades, afecta opciones de vivienda y no garantiza un sistema realmente democrático y participativo, relegando la capacidad de decisión de la ciudadanía.
Todo aquello afecta a millones y millones de chilenas y de chilenos. No sólo esta “nueva” Constitución no es “la casa de todos”, sino que es un engendro que beneficia al 1% privilegiado del país y a minoritarios segmentos sociales y del poder económico.
Lo más grave es que el texto constitucional emanado del Consejo, marcado por la mayoría circunstancial de la extrema derecha y la derecha, acota y desecha derechos sociales y ciudadanos de una manera feroz y con ello profundiza el ADN de lo que fue el texto emanado de la dictadura. Esta propuesta empeora condiciones establecidas en la Constitución pinochetista.
Es imposible que alguien que tenga una postura progresista, transformadora, moderna y de justicia, pueda dar su respaldo a este escrito. Eso es un hecho de la causa.
Esta no es “una nueva Constitución”, sino una Constitución del continuismo.
Estar en contra de ella, por lo tanto, es un acto democrático, progresista y de negación al conservadurismo, el autoritarismo y al neoliberalismo.