La vía pacífica hacia el socialismo. Nacionalización del cobre

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Crónica N° 2 y Crónica Nº3.

Miguel Lawner (*). Santiago. 13/3/2023. La tesis de lograr el poder político en Chile por vía pacífica tuvo una larga elaboración. Fue concebida en el marco de la unificación de la Izquierda chilena en torno a un programa político claramente anti oligárquico y anti imperialista.

Recordemos que aún en la década del 60 del Siglo pasado, predominaba en el campo chileno la propiedad latifundista. Enormes extensiones de tierra estaban en manos de un puñado de grandes propietarios, que mantenían ociosas gran parte de sus haciendas y sometían a los campesinos al régimen del inquilinato, privados de sus derechos más elementales.

La gran riqueza del país estaba constituida por sus enormes reservas minerales de cobre, que eran explotadas por dos grandes compañías norteamericanas: La Kennecott Copper Company, en El Teniente, (1907) y la Anaconda Copper Mining, en Chuquicamata, (1922) que explotaban esos ricos yacimientos cupríferos, adueñándose casi en su totalidad de sus beneficios.

Con la organización del FRAP (Frente de Acción Popular), en 1956, se consolidó el entendimiento de los partidos políticos Comunista y Socialista, hegemónicos en la Izquierda chilena, estrechando así, la unidad política de la clase obrera.

A partir de su Décimo Congreso efectuado en 1956, el Partido Comunista señaló públicamente la perspectiva de conquistar el poder por una vía pacífica, aspiración considerada por muchos en un comienzo como inalcanzable. Pero este objetivo correspondía a un correcto análisis de la situación económica y social de Chile, y el Partido Comunista fue profundizando en una línea política innovadora, impregnando al movimiento popular con esta legítima expectativa.

“El Informe al XII Congreso celebrado en marzo de 1962 tuvo como título: “Hacia la conquista de un gobierno popular”, en tanto que en 1965 se realizó el XIII Congreso bajo el lema: “La clase obrera, centro de la unidad y motor de los cambios revolucionarios”, y en noviembre de 1969, el XVI Congreso levantó con toda fuerza la consigna: “Unidad Popular para conquistar el poder”.  ([1])

En 1964, al calor de la campaña presidencial de ese año, Luis Corvalan, Secretario General del Partido Comunista, publicó en el diario El Siglo un artículo titulado: “Aseguremos el camino pacífico”, Corvalan cuenta que. al leerlo, Salvador Allende le comentó: “Yo debí haberlo escrito”. ([2])

En el seno del Partido Socialista, predominaba un sector escéptico de la posibilidad de acceder al poder por vía pacífica, influenciado por la experiencia de la Revolución Cubana, pero, en definitiva, la mayoría de sus cuadros dirigentes y militantes de base, se incorporaron con lealtad a la campaña y más tarde al gobierno, no obstante la existencia de una fracción, siempre dispuesta a avanzar más allá del programa acordado por la Unidad Popular.

En definitiva, de todos los procesos revolucionarios que tuvieron lugar durante el siglo pasado, la experiencia chilena es la que más perdura en la memoria universal, ocupando un sitial destacado su conductor: Salvador Allende.

Escasamente se recuerda hoy día, a ilustres próceres revolucionarios como Lenin, Ho Chi Min o Mao Tze Tung. Salvo en sus países de origen, nadie en el resto del mundo propondría honrar su recuerdo, bautizando con su nombre alguna plaza o calle. Solo algunos dirigentes de la Revolución Cubana, conservan aún, el reconocimiento que merecen fuera de sus fronteras.

La Unión Soviética se desmoronó sin necesidad de disparar un solo proyectil, no obstante el heroico rol jugado en la derrota del nazismo que amenazaba con sojuzgar a toda Europa.

Los regímenes de Europa Oriental, que formaron parte del campo socialista, fueron borrados del mapa con el consentimiento mayoritario de su población, siendo Rumania el caso más dramático, marcado por la ejecución sumaria del presidente Nicolás Ceaucescu.

La revolución en Nicaragua sobrevive en medio de severos conflictos internos, y el nombre de Augusto Cesar Sandino es escasamente conocido fuera de su patria.

En cambio, el reconocimiento de Allende, a casi 50 años de su muerte, es inverosímil. Miles de calles, avenidas, plazas, liceos o escuelas, bibliotecas, policlínicos, centros sociales e incluso un barco, llevan hoy el nombre de Salvador Allende en los más remotos rincones del planeta. Una lista no exhaustiva de 92 ciudades de la aglomeración de París (la grand banlieu), contabiliza un total de 97 calles, plazas, parques, bulevares o avenidas que llevan el nombre de nuestro Presidente, ([3]) y ahora, pronto a cumplirse 50 años de su muerte, se anuncian numerosas actividades de reconocimiento a lo largo de todo el mundo.

¿Cuál es la causa que mantiene vigente esta admiración universal por Allende, a pesar de los años transcurridos?  ¿Qué razones motivan este persistente aprecio?

Es indiscutible que los regímenes de socialismo real desacreditaron los ideales humanistas invocados por Carlos Marx, al imponer un modelo social con severas restricciones a la democracia, y con manejos burocráticos de la economía.

En esas circunstancias, el eco que el gobierno de Allende tuvo en el mundo se debe a que devolvió a la humanidad el rostro humano del socialismo. Demostró que era posible llevar a cabo transformaciones estructurales manteniendo los derechos democráticos fundamentales. Tal como el propio Allende afirmó una y otra vez: “Nosotros transformaremos este país en pluralismo, democracia y libertad” y en otra ocasión manifestó que la nuestra era una revolución “con empanada y vino tinto”.

Y así cumplió. Nadie lo hizo cambiar en este sentido, no obstante los atentados múltiples cometidos por bandas terroristas como Patria y Libertad o las diatribas e insultos diarios emitidos por la prensa opositora.

La crisis mundial generada por el virus Covid-19, convulsionó a la humanidad. Los excesos generados por el modelo de economía neoliberal, las desigualdades, la extracción ilimitada de los recursos del planeta, la crisis ambiental, el calentamiento global y la desertificación, han elevado la conciencia universal en la necesidad de un cambio profundo. La guerra en Ucrania, ha intensificado ésta casi irrecuperable degradación del planeta. 

Nuestros queridos amigos y compañeros de ruta Ana Dall’Orso y el doctor Edgardo Condeza, publicaron hace poco en Concepción, un libro titulado: «Vigencia del Socialismo«, obra que proviene de largos años de investigación por parte de ambos, fundamentando las razones por las cuales  el modelo capitalista, exacerbado en la modalidad subsidiaria, ha generado el alto grado de pobreza que afecta a la mayoría de la población en todo el mundo y provocado una degradación ambiental, manifestada diariamente por aluviones, marejadas, temporales descomunales, altísimas temperaturas y gigantescos incendios, originados a lo largo de todo el planeta. La conclusión es que solo el socialismo, puede salvarnos del colapso definitivo de la humanidad.

Casi simultáneamente, acaba de aparecer en España otro libro orientado en el mismo sentido, que se titula: “Por qué Marx Tenía Razón” cuyo autor es Terry Eagleton. El diario español El País, escribió al respecto: “El libro obliga a volver a Marx, a leerlo a la luz de Eagleton o contra Eagleton, y a buscar en su extraordinaria fuerza, otra vez, la fuente posible de una salida a eso que se define como “nuestra tumba”:

En estas circunstancias, la experiencia de la vía pacífica al socialismo aplicada exitosamente en Chile durante los mil días de Allende, renace como una posibilidad real de un mundo donde puedan respetarse nuestros derechos sociales y los valores ambientales, de modo que sea posible repartir la miel, la leche y el pan para todos por igual, tal como soñaron los apóstoles en los tiempos bíblicos.

           

Nacionalización del cobre

La nacionalización del cobre fue la medida más importante del gobierno del Presidente Salvador Allende y la Unidad Popular. Constituye una de las realizaciones trascendentes de nuestra historia.

Fue incluida en el programa de las cuatro candidaturas de Allende. Aparece ya en su campaña de 1952. Un año antes, los senadores comunistas Salvador Ocampo y Elías Lafferte, habían presentado en el Senado el primer proyecto de nacionalización del cobre.

Durante el gobierno del presidente Eduardo Frei Montalva (1964-1970), se desarrollaron dos iniciativas orientadas a aumentar el control nacional sobre la principal riqueza del país: la “chilenización del cobre” y la “nacionalización pactada”. La primera debía durar 20 años. Fracasó y a los cuatro años debió ser sustituida por la “nacionalización pactada,” que sufrió igual suerte. Radomiro Tomic uno de los líderes de la DC reconoció el fracaso de estas fórmulas, e incorporó al programa de su candidatura presidencial de 1970, derechamente la nacionalización del cobre. Denunció que las compañías norteamericanas conscientes de que se avecinaba la nacionalización “se dedicaron a florear las minas”, es decir, a explotar selectivamente los minerales de alta pureza, a fin de obtener el máximo de utilidades en el escaso período de tiempo que les quedaba.

Por la recuperación del cobre, pasaba la posibilidad de alcanzar la independencia económica para Chile y el ejercicio pleno de su soberanía. La riqueza del cobre debía cimentar la nueva sociedad que se quería construir. No era posible, además, que siguiera una expoliación que duraba décadas. Allende denunció cifras impactantes, en su discurso de Naciones Unidas en diciembre de 1972: “con una inversión inicial de unos 30 millones de dólares, en 42 años las compañías habían retornado más de 4 mil millones de dólares de ganancias”.

En diciembre de 1970, el Presidente de la República Salvador Allende, envió al Congreso, el proyecto de nacionalización del cobre. El Ministro de Minería era Orlando Cantuarias y Hernán Soto su subsecretario. El jurista Eduardo Novoa, fue fundamental en la preparación del proyecto y en su trámite parlamentario. Allende firmó un decreto, estableciendo el monto que por concepto de rentabilidades excesivas, debía deducirse de las indemnizaciones a pagar a las empresas norteamericanas ([4]). La nacionalización se materializó mediante una Reforma Constitucional.

En el proceso de consolidación de la nacionalización del cobre, correspondió un papel destacado a Jorge Arrate, nominado Vicepresidente de CODELCO. También jugó un rol importante, el joven ingeniero David Silberman, primer Gerente General de la División Chuquicamata ([5]).

 El 11 de julio de 1971, el Congreso pleno aprobó por unanimidad la nacionalización del cobre. La derecha no se atrevió a rechazar la Reforma Constitucional que la hizo posible. Cinco días más tarde, fue publicada en el Diario Oficial y el estado tomó inmediatamente el control de yacimientos y empresas nacionalizadas.

Comenzó una labor titánica. Se trataba de elevar la producción superando los escollos derivados de los incumplimientos de los planes de expansión, del “floreo” de las minas y del éxodo de los técnicos extranjeros, estimulados por las compañías norteamericanas. Grupos de supervisores –remunerados en el llamado “rol oro” levantaron una fuerte oposición para mantener sus privilegios: recurrieron a huelgas y hasta a sabotajes. Poco a poco la situación se fue normalizando. El cobre produjo más que antes de la nacionalización.

Al cumplirse un año de la misma, el gerente general de Chuquicamata, David Silberman, respondió en El Mercurio a críticas afirmando que los aumentos de producción eran insuficientes: “Se ha sostenido además que estas cifras (las de producción) deberían haber sido superiores porque se habrían efectuado grandes inversiones en los planes de expansión. Efectivamente, estos planes existieron y el país aún los está adeudando. Pero las cifras en que se habían señalado como sus metas no corresponden a la realidad físico técnica”.

Silberman añadía detalles técnicos y se extendía en el tema de las relaciones con los trabajadores en las cuales reconocía la existencia de retrasos y en la participación de los técnicos, cuya edad promedio era de 31 años. Terminaba orgullosamente afirmando lo siguiente: “La conclusión es una sola: cifras más, cifras menos, problemas más, problemas menos, los chilenos se la han podido. La nacionalización es un éxito, pese a quien pese”.

Las cifras muestran el aumento sostenido de la producción en la Gran Minería en esos años.

PRODUCCION DE COBRE

(miles de toneladas métricas)

  Año                          Producción total        Gran Minería      Pequeña y Mediana

1968                                       657                             519                             138

1969                                       688                             540                             148

1970                                       692                             541                             151

1971                                       708                             571                             137

1972                                       717                             593                             124

1973                                       735                             615                             120

Fuente: Codelco. Citado por Banco Mundial:”Chile an Economy in transition” Washington DC. USA, January 1980.

Se iniciaron nuevos proyectos. Se incentivó la investigación científica y tecnológica con el apoyo del Centro de Investigaciones Mineras y Metalúrgicas (CIMM), de las universidades e incluso de técnicos militares. Se establecieron convenios con industriales y empresarios chilenos de abastecimiento para la Gran Minería.

Se multiplicaron las actividades de educación, culturales y de recreación en los campamentos y se mejoraron las condiciones medioambientales y de atención de salud. Se inició un camino que, a pesar de la desnacionalización de la riqueza minera y la apropiación de la misma por las transnacionales, ha significado por concepto del aporte de Codelco más de cuarenta mil millones de dólares para el estado chileno en 37 años.

Entretanto, la nacionalización siguió su curso mediante la determinación de las indemnizaciones que correspondió hacer al Contador General de la República. Una vez determinada, correspondía al Presidente de la República ordenar deducir de las mismas las utilidades percibidas por las compañías más allá de las consideradas normales, desde 1955, año de la ley 11.828, llamada de Nuevo Trato del Cobre. Todo esto de acuerdo a la norma constitucional aprobada por la unanimidad del Congreso. Allende lo explicó así en su discurso ante Naciones Unidas: “…de acuerdo con disposiciones constitucionales reparamos una injusticia histórica al deducir de la indemnización las utilidades percibidas por ellas, más allá de un 12% anual a partir de 1955”.

Las utilidades de las compañías habían sido notoriamente excesivas: Braden, filial de Kennecott había tenido, como promedio anual una utilidad del 52% y Chile Exploration, filial de de Anaconda en Chuquicamata y El Salvador, una utilidad promedio del 21,5% anual. Las deducciones fueron, por lo tanto, fortísimas. Kennecott y Anaconda no recibieron retribución del Estado de Chile. Sí, la recibiría en cambio, Cerro Corporation, dueña de Andina, que no había percibido utilidades excesivas.

Más allá del camino judicial en Chile, las compañías emplearon otras armas. En connivencia con el gobierno del presidente Richard Nixon, Estados Unidos estableció el tema del cobre y la nacionalización como el obstáculo principal que impedía relaciones normales con Chile. Presionó a fondo. Hubo un bloqueo de hecho a la exportación de repuestos e insumos para la Minería chilena. Se cumplía la amenaza del embajador Korry que antes de que Allende fuera Presidente advertía que “ni un tornillo ni una tuerca” llegarían a Chile si se nacionalizaba el cobre en condiciones no satisfactorias para las compañías. Los préstamos a Chile cayeron en picada casi hasta interrumpirse por completo. Las compañías recurrieron a los tribunales europeos para embargar el cobre producido por las empresas nacionalizadas que se exportara a países de Europa occidental. Sus demandas fueron rechazadas.

Tal como lo afirmó Allende, “el cobre es el sueldo de Chile”. Imposible calcular ahora la totalidad de los ingresos generados al país, desde el año 1974 hasta ahora. Citemos solo la siguiente cifra: «El cobre aportó más de US$ 108.000 millones al Estado entre 2000-2019, representando un 13,1% de los ingresos fiscales del periodo. Además, es la principal fuente de divisas con más de US$ 45.000 millones cada año de ventas al exterior, representando sobre el 55% de las exportaciones de Chile”.  «El cobre aportó más de US$ 108.000 millones al Estado entre 2000-2019, representando un 13,1% de los ingresos fiscales del periodo. Segundo, es la principal fuente de divisas con más de US$ 45.000 millones cada año de ventas al exterior, representando sobre el 55% de sus exportaciones de Chile.” ([6])

Como cabía suponerlo, en 1974, la dictadura indemnizó en cientos de millones de dólares a las empresas norteamericanas, como prerrequisito para la recuperar la confianza de los inversionistas extranjeros, pero no se atrevió durante todo su mandato, a revertir una aspiración tan anhelada por el pueblo chileno.

(*)Miguel Lawner, arquitecto chileno, Premio Nacional de Arquitectura 2019, director ejecutivo de la Corporación de Mejoramiento Urbano (CORMU) durante el Gobierno de Salvador Allende.

 

[1] Santiago Moscú Santiago. Apuntes del exilio. Luis Corvalan. Ediciones Coirón. España. 1983.

[2] De lo vivido y lo peleado. Luis Corvalan. Ediciones LOM 1997. Pg. 100.

[3] Hay calles Salvador Allende en:  Alemania, Angola, Argelia, Argentina, Australia, Austria, Bélgica, Bosnia- Herzegovina, Brasil, Bulgaria, Canadá ,Chile, Colombia, Cuba, Dinamarca, Ecuador, España, Estados Unidos, Francia, Guinea-Bissáu, Holanda, Hungría, Italia, Luxemburgo, Macedonia , México, Mozambique, Nicaragua, Perú, Portugal, Reino Unido, Checa, República Dominicana, Rusia, El Salvador, Uruguay, y Venezuela.

[4] El texto del Decreto Supremo N° 92. 1971, se encuentra en: Eduardo Novoa: “La batalla por el Cobre: comentarios y documentos”. Editorial Quimantú. 1972. Pg. 440-446.

[5] David  Silberman, se presentó voluntariamente después del golpe ante al Comandante Militar de Calama, Fernando Reveco, quien lo dejó detenido y juzgado por un Tribunal Militar en Tiempos de Guerra de Calama, que ordenó su traslado a la Penitenciaría de Santiago. Un año más tarde, fue secuestrado desde allí por personal de la DINA y trasladado a diferentes centros de detención clandestina, desde los cuales nunca apareció, siendo torturado, asesinado y su cadáver fue, probablemente, arrojado a las aguas del Océano Pacífico.

[6].-  ¿Es cierto que el cobre es el sueldo de Chile? La minería de cobre aportó un 11,5% del PIB del país en 2020 y durante 2000 y 2019 representó un 13,1% de los ingresos fiscales del país. PAUTA. por MARTINA CASAS Y MARTÍN ESTUARDO. VIERNES 5 DE NOVIEMBRE DE 2021