En conversación, la periodista y escritora Alejandra Matus, abordó en tono polémico y crítico elementos presentes en el escenario medial, y sostuvo, por ejemplo, que en el mundo político “hay un castigo a la crítica” y que de paso “eso impide que los gobiernos vean y anticipen sus errores”. Opinó que “la desprolijidad política no se soluciona con un plan de comunicación” y advirtió que “no creo que los medios estén en condiciones de resolver el tema de las fake news”. Planteó que en el trabajo de la Convención Constitucional pudo cumplir un rol más efectivo Televisión Nacional y afirmó: “El Estado debió involucrarse mucho más en generar una comunicación necesaria”.
Hugo Guzmán. Periodista. “El Siglo”. Santiago. 10/09/2022. En estos días les atribuyeron a las periodistas Alejandra Matus y Mónica González haber escrito un artículo titulado “¿De qué te ríes?”, donde se ironizaba y cuestionaba a quienes celebraron el triunfo del Rechazo. Era falso, ellas no lo escribieron.
A partir de ese episodio surgió una conversación con Alejandra Matus, porque ese texto apócrifo en su autoría, viene a ser parte de otros episodios y de otras polémicas a la orden en el ejercicio del periodismo y el sistema medial chileno.
Sobre el artículo que circuló, la periodista y escritora apuntó que “a mi no me representa para nada, pero como decía Nicanor Parra, son artefactos que representan a mucha gente y alguna gente se sintió atraída por el texto y por quien supuestamente lo firmaba”.
Piensa que “sobre todo después del resultado del plebiscito del domingo, por la desazón que sentían, había gente que necesitaba un texto como el que se distribuyó, y lo difundieron más pensando que lo habíamos escrito nosotras”.
Para ella, conceptualmente no se trató de una noticia falsa, pero salta, en el inicio de la conversación, el tema de las fake news porque, en definitiva, todo se trató de una información falsa.
“Cuando tienes un campo fértil, las fake news se instalan”
“Las fake news son elaboradas por empresas y grupos de comunicación, por expertos en algoritmos de redes sociales, y son informaciones falsas, tiene la apariencia de una noticia o información, pero son falsas. Se difunden a sabiendas que son falsas, que son mentiras”, establece.
Alejandra Matus vivió en Estados Unidos por motivos laborales y académicos y recuerda: “Creo que el caso más emblemático fue el de la elección presidencial entre Donald Trump y Hillary Clinton, donde hubo una maquinaria muy potente de creación de noticias falsas, como decir que en la Casa Blanca había un subterráneo donde Hillary tenía grupos de migrantes escondidos, y hubo gente que lo creyó. Ése es el fenómeno de las fake news”.
Hay muchísimos ejemplos, como en la actual campaña de Jair Bolsonaro a la presidencia en Brasil y en lo que fue la campaña del Rechazo para el plebiscito aquí en Chile. Como que las noticias falsas llegaron para quedarse.
Y Matus pone un punto controversial. “¿Hasta qué punto las fake news son responsables de los resultados políticos?”, se pregunta, y se responde: “Sí influyen, pero creo que el antídoto no es la verdad…”
¿Cómo así?
“Es que está demostrado, y está súper estudiado, que las personas creen lo que están dispuestas a creer. Si las personas creen que Hillary Clinton es capaz de tener un subterráneo con migrantes sometidos, lo van a creer si alguien se los asegura, aunque sea mentira. Ninguna verdad va a sacar a esas personas de ese convencimiento. Eso tiene que ver también con lo que la gente quiere creer, le conviene creer”.
Luego asevera que “mi punto será siempre que la batalla contra las fake news está perdida mucho antes si se remite sólo a confrontarlas con la verdad, o desmintiéndolas”.
Precisa: “La batalla está perdida cuando no ha existido educación, cuando no ha existido información, cuando no ha existido conocimiento, cuando no ha existido educación en pensamiento crítico. Pensamiento crítico es evaluar la información, contrastar la fuente de información, ver qué peso tiene esa fuente, que lógica tiene”.
Es decir, ¿nuestras sociedades generan las condiciones para el desarrollo de las noticias falsas?
“Exacto. Cuando tienes un campo fértil, las fake news se instalan. Lo separo de culpar a la ignorancia. De decir que la gente es ignorante, que la gente no sabe. Creo que es una manera equivocada de pensar este tema, es fácil y simplista.
“Cuando no sé algo, y me dan la información, salgo de la ignorancia y puedo formarme una opinión. Así puedo tener pensamiento crítico. Cuando no lo tengo, cuando no tengo capacidad de evaluar la información con cierta lógica, entonces da lo mismo que me digan la verdad o una mentira”.
“Lo puede resolver la educación, la vida cívica, la vida comunitaria”
¿Sería distinto el escenario si tuviéramos desde la educación primaria una buena educación cívica, un incentivo a ser críticos…?
“Claro, si tuviéramos educación cívica, educación en el debate, en argumentos. Pero tenemos una educación en que creemos lo que nos enseñan simplemente porque lo dice el profesor, no se dan herramientas al alumno para buscar por su cuenta otra fuente, y cuestionar o confrontar con argumentos lógicos, informados. Si no me dan las herramientas del pensamiento crítico, basta que algo me lo diga un cura, un profesor, un vecino, para creer que es cierto”.
¿Y qué papel le atribuyes en todo esto a los medios de comunicación?
“El pluralismo, la diversidad mediática, la diversidad de informaciones, es necesario para un sistema democrático robusto. No como antídoto a las fake news, no creo que los medios estén en condiciones de resolver el tema de las fake news, eso lo puede resolver la educación, la vida cívica, la vida comunitaria, aprender a debatir, a ser crítico. Mira, en Chile es mal visto debatir, pero en serio, incluso sobre la base de la evidencia, de la información. Mucha gente que piensa desde su grupo de referencia y de ahí no la mueve nadie, y no habrá ninguna verdad, ningún medio, que la saque de ahí”.
Los medios de comunicación son muy diversos, empezando por sus formatos. Pero en lo global abordan la política, el entretenimiento, la economía, la farándula, el deporte, y se suele cuestionar un deficitario aporte a la cultura, a la educación, a la enseñanza cívica.
Alejandra Matus comenta que “es que los medios de comunicación no deberían tener sólo lo que tú señalas, y la gente espera que el periodismo sea la medicina para problemas que el periodismo no puede solucionar. Entonces, hay que considerar que los medios son también vehículos de educación, de cultura, de conocimiento. Por ejemplo, conocimiento de nuestros pueblos originarios, cómo viven, cómo producen, cómo piensan, cómo se relacionan, no tenemos idea. Y muchas veces la información que nos llega de ellos no es a través de sus representaciones, son vías indirectas. Es más, ¿dónde se pone con frecuencia a los dirigentes de los pueblos originarios? En las páginas de delitos y de tanto ponerlos ahí, y de tanto poner los temas de pueblos originarios en las páginas policiales, la gente asume que todo lo que se declara mapuche es violento”.
“Destellos de episodios” en la Convención
Inevitable entrar en cómo se abordó comunicacionalmente todo el trabajo de la Convención Constitucional para redactar el proyecto de nueva Constitución. En la mirada de esta periodista que no ha dejado de estar como panelista en la televisión, que no ha dejado de reportear y estar cerca de los procesos que va viviendo el país.
Parte recalcando que “se pone como que la Convención fue una institución completa, con recursos, con medios, como si hubiera podido decidir que quería informar y comunicar amplia y masivamente, y no quiso hacerlo. Recordemos que al principio en la sede de la Convención no había Internet, y después las carencias siguieron”.
Y añade otro factor, que “los aparatos del Estado no contribuyeron mucho tampoco. El Estado debió involucrarse mucho más en generar una comunicación necesaria, amplia…”
Pero con una Contraloría a la que la derecha apelaba para denunciar supuesto intervencionismo electoral si se informaba sobre el nuevo texto…
“Sí, había un temor a lo que la Contraloría dijera o no dijera.”
En otros países donde hubo procesos de nueva Constitución, hubo un papel determinante del Estado para educar, informar, ser didácticos sobre el nuevo proyecto, y se aprobaron las constituciones con el 60% en promedio.
“Es que eso es obvio. Mira, se pudieron hacer varias cosas. Por ejemplo, haber transmitido en vivo las sesiones y los trabajos de la Convención, que la gente lo pudiera ver, se pudiera ver a las y los convencionales trabajando, y seguramente habría sido más sano el juicio de las personas sobre la Convención. ¿De qué se enteró la ciudadanía en general? De destellos de episodios, el caso del convencional que mintió y que no tenía cáncer, del que votó mientras se duchaba, como si episodios similares o parecidos no pasaran seguido en el Congreso o en otras instituciones.
Si pues, la senadora tomando vino en la cama mientras estaba conectada a la sesión del Senado…
“Está lleno de episodios así. Pero no se lleva a plebiscito lo que se discute en el Parlamento, no está sujeto al escrutinio de la gente en una votación”.
Entonces, Alejandra Matus entra a la descripción. “Mira, se produce el fenómeno del plato -dice-. Tengo un plato pequeño, pongo un objeto pequeño, y ese objeto adquiere cierta dimensión. Si el plato es enorme y pongo el mismo objeto pequeño en el centro, pierde dimensión, tiende a perderse en ese plato grande. Lo que pasa es que muchos miran y evalúan según las proporciones, y si en el plato voy a poner el episodio de la ducha, entonces cambia la proporción y es difícil que se actúe con racionalidad. Piensa que estaban los debates de horas y horas, las voces de mujeres jóvenes maravillosas en sus argumentos, la exposición de ideas de muchas y muchos, los casos en que destrababan discusiones y había acuerdos, que los acuerdos fueron por amplias mayorías, el rechazo a ideas locas, y si eso hubiera estado on line, a la mano, en algunos medios en vivo, que alguien votara desde la ducha habría sido un pequeño porotito en un plato grande lleno de otras cosas”.
¿Coincidirías en que como nunca quedó en evidencia el error estratégico de sectores progresistas, democráticos, de izquierda, de no atender la preocupación por mantener y desarrollar medios de comunicación, de incentivar realmente los medios públicos? En lo que tú estás hablando viene a la mente el rol de Televisión Nacional.
“Me parecía obvio que teniendo un canal de televisión del Estado, cuya obligación es ser un medio público, se debía haber ocupado en ese proceso constituyente, por lo menos desde que asumió este Gobierno, porque el anterior tenía otro predicamento. Este Gobierno llegó con un predicamento y una opinión respecto a los medios de comunicación, pero continuó con programaciones determinadas en Televisión Nacional y no creo que eso haya sido más rentable que haber dedicado unas horas para transmitir lo que pasaba en la Convención, que era una tarea histórica. Si hubiera definido el resultado, no lo sé, y realmente no lo creo, pero era una obligación del Estado ocupar ese medio para informar sobre la Convención de manera directa.
Matus abunda: “El Estado no puede, y ese ha sido el error estratégico de las fuerzas progresistas y de izquierda sobre los medios de comunicación, acordarse de los medios sólo cuando los necesita. Tú no estableces un medio legítimo de un día para otro, no lo legitimas o lo colocas como creíble e indispensable porque lo usas sólo en un momento determinado, o dos días antes de una elección, y después te olvidas y desechas ese medio. En eso la derecha siempre ha sido consistente, constante y coherente en mantener sus medios porque entienden la importancia del medio y saben que su credibilidad de construye a lo largo del tiempo”.
“Los errores no forzados o la desprolijidad no se solucionan con un plan de comunicación”
Alejandra Matus deja la pelota dando bote: A propósito, ¿cómo miras las comunicaciones de este Gobierno?
Lo primero: “Las comunicaciones no hacen magia, para empezar. Los errores no forzados o la desprolijidad política no se solucionan con un plan de comunicación, decir eso es injusto”.
Una buena comunicación no puede resolver una mala política.
“No, no lo resuelve. Quizá la aminora. Mira, cuando uno ha trabajado en tantos medios, entre comillas independientes, uno ve siempre el mismo fenómeno. Alguien que quiere financiar o apoyar a un medio, quiere salir todos los días en portada. Eso es no entender el problema. Lo mismo pasa con el rol de las comunicaciones políticas o estratégicas, donde los gobiernos tienden a pensar que fundamentalmente te van a servir para tapar lo que no quieres mostrar, y para ensalzar lo que quieres decir. Y los periodistas sabemos que así no funciona la realidad”.
¿Y ese formato se mantiene?
“Ese formato se mantiene, no se logra salir de eso. Además, los equipos de comunicaciones son los más prescindibles. Mira, yo me imagino en el equipo de Irina Karamanos, la primera dama, que llega alguien con el documento donde le ponían su nombre a su cargo, y la jefa de comunicaciones lo ve y habrá dicho, uuuuhhhh. ¿Lo dijo, lo advirtió, hizo ver el riesgo? Quién sabe, pero uno se imagina al asesor pensando que si da la opinión verdadera lo van a echar. Eso pasa en los gobiernos. Y con temas de fondo, contingentes. El sistema político chileno en general tiende a expulsar las voces críticas y las considera desleales. Hay un castigo a la crítica. Eso impide que los gobiernos y los funcionarios vean y anticipen sus errores. Bueno, pasa en los partidos y en otros estamentos. El que se mantiene es el que te dice ‘vamos bien, mañana mejor’”.
Desde cualquier posición en medios, en labores periodísticas, el hacer o ejercer periodismo crítico va muy asociado a la credibilidad, eso es muy importante.
“Ser críticos en los medios y en la labor comunicacional es lo más eficiente que hay, es lo más eficiente que puede ser un Gobierno comunicacionalmente. Está llena la literatura comunicacional sobre esto, hay muchísimos ejemplos positivos sobre esto. Es más, muchas veces se recuerda aquello de que el Sultán se vestía con harapos y salía a los lugares donde más lo criticaban para saber lo que se decía. Para cualquier autócrata o dictador es necesario conocer los riesgos y para eso necesita escuchar las voces críticas, y no lo va a escuchar dentro del palacio, porque dentro del palacio sólo escucha alabanzas. Si eso es importante en un sultanato, cuanto más importante es en una democracia”.
Todo eso en un contexto de un sistema medial nacional de concentración de la propiedad, de unidireccionalidad editorial en la prensa de gran alcance, donde más del 80% de los medios grandes pertenecen a corporaciones privadas o trasnacionales. Es un hecho de la causa. En ese marco, Alejandra Matus indica que “creo que son necesarios los medios públicos, con periodismo público adentro. El periodismo no es la panacea, no resuelve todo, pero es necesario en una democracia. Y el periodismo público es necesario para la ciudadanía como un instrumento para tener una democracia y una ciudadanía robusta, y que ese periodismo público pueda ejercer su pensamiento crítico, que sea un periodismo que ayuda y entrega insumos para poner a prueba las distintas posiciones existentes en la sociedad. Contribuir a debates verdaderos, no estos debates acotados a tres personas que son tolerables para la audiencia de determinado medio, sino debates verdaderos, con verdaderas posiciones contrapuestas donde la ciudadanía pueda escuchar argumentos. Eso, le beneficie o no al Gobierno de turno”.
Más allá de personajes en debates, también están los temas que se tratan o no se tratan en los medios, y que podrían abordarse en medios públicos.
“En esto de las líneas editoriales, en general no es que los medios mientan, pero seccionan realidades y así omiten realidades. El problema que hay es la gran cantidad de temas que se omiten en los medios, más que la realidad que se tergiversa”.