18/10. “La revuelta impactó en la cultura chilena de manera profunda y duradera”

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El rector de la Universidad Academia Humanismo Cristiano, Álvaro Ramis, dijo también que “Chile es otro país después de octubre del 2019 y los actores políticos cambiaron, el mundo empresarial también se modificó culturalmente, aunque no en un sentido siempre positivo, y la sociabilidad de las personas también se alteró”. Apuntó que “el 18 de octubre es un fenómeno con una fuerte subjetividad y emocionalidad,  pero posee racionalidad”. Frente a los conservadores que hablan de “octubrismo” y del “estallido delincuencial”, el académico señaló que “es una forma de encasillar y denigrar a quienes se manifestaron legítimamente durante 2019” y que se trata de “otro recurso reduccionista y simplificador”.

Hugo Guzmán. Periodista. “El Siglo”. Santiago. 18/10/2023. ¿Qué te provoca la definición de “octubrismo” en relación a la revuelta social de 2019?

Es una forma de encasillar y denigrar a quienes se manifestaron legitimamente durante 2019 con la demanda de la dignidad en el centro de su discurso. A partir de la idea del “octubrismo” la derecha trata de homologar situaciones muy diversas: desde la gente que salió en su barrio a protestar hasta acciones delincuenciales que ha partir del narcotráfico también se desarrollaron debido a la incapacidad del Gobierno de (Sebastián) Piñera de garantizar la gobernabilidad democrática. El “octubrismo” es un cajon de sastre conceptual que permite indiferenciar todos los fenómenos que acontecieron durante el proceso de la revuelta o estallido social para hacer indistinguible su contenidoi transformador.

¿Y la definición de la derecha de “estallido delictual”?

Es otro recurso reduccionista y simplificador donde la dimensión delincuencial, que obviamente existió durante ese período, es exacerbada para opacar y negar la demanda legítima de millones de personas que se manifestaron por distintas causas que convergían en una transformación sustancial del modelo político y económico. Eso no quiere decir que no se puede verificar el uso por parte de grupos delincuenciales de esa coyuntura social para sus intereses particulares, pero ese análisis debería también considerar la incapacidad del Gobierno de Piñera de encauzar el proceso político y social bajo un marco de gobernabilidad y estabilidad que permitiera preservar la seguridad de las personas. El estallido es mucho más que delincuencia coma aunque se puedan identificar fenómenos delincuenciales en ese lapso de tiempo. A la vez lo delincuencial tiene fuertes vínculos con quienes trataron de desnaturalizar deliberadamente las demandas más profundas de la sociedad.

Hay de un sector político, columnistas y medios, una marcada alusión a la violencia, a la barbarie, a la locura, en relación al 18/10, ¿qué te produce esa mirada?

El 18 de octubre es un fenómeno con una fuerte subjetividad y emocionalidda,  pero posee racionalidad. No es una sola racionalidad, sino varias lógicas que corren por cauces paralelos. Está la demanda de los estudiantes secundarios por el alza del transporte público, están las causas regionales y territoriales, está el movimiento feminista denunciando “el violador en tu camino”, la acción de los cabildos de las poblaciones, las grandes manifestaciones culturales que convocaron a millones. Es un conjunto de procesos de carácter espontaneo y descoordinado, aunque tuvo momentos de articulación episódica muy relevantes.

¿Mantendrías la idea de que fue una revuelta social y ciudadana, que fue un párale al abuso, al modelo neoliberal, a la injusticia y la instalación fuerte de demandas sociales?

Esa es la interpretación más adecuada, aunque no terminemos de clarificar cuál es la propuesta de esa multitud abigarrada que demandó dignidad. Es posible que nuestra lectura, desde la izquierda, no comprenda todo el fenómeno, pero sí logra interpretar los aspectos centrales que tienen relación con la imposibilidad de esta sociedad de incluir, de retribuir, de dar seguridad social y personal, de generar equivalencia entre el esfuerzo desplegado en la vida personal y el resultado de esa dedicación y desgaste.

¿Hay que verlo como un suceso que impactó y no cuajó en su propósito?

En lo político no se ha logrado reflejar, tal vez porque el proceso constitucional no ha fructificado. Pero la revuelta impactó en la cultura chilena de manera profunda y duradera. Chile es otro país después de octubre del 2019 y los actores políticos cambiaron, el mundo empresarial también se modificó culturalmente, aunque no en un sentido siempre positivo, y la sociabilidad de las personas también se alteró.Lo que está todavía pendiente es saber cómo eso va a ir permeando las instituciones porque el proceso abierto en octubre de 2019 no ha concluido verdaderamente, las causas siguen latentes, las respuestas de fondo no llegan y una cunde cierta sensación respecto al poder que una manifestación social pude ellegar a tener, ya que un evento que parecía insignificante en un inicio demostró un enorme poder cuando se desplegó de forma masiva.

Una demanda central era nueva Constitución. ¿En qué estamos en eso?

El momento actual es malo, es difícil que tengamos una solución clara a la demanda constitucional, y es probable que el diferendo sobre nuestro orden político siga abierto en lo sucesivo. Cualquiera sea el escenario después del plebiscito de diciembre es improbable que se llegue a una solución de fondo. Por otra parte, las demandas de la sociedad no se reducen a un cambio constitucional, al contrario, en cierta forma no son demandas que puedan contenerse en un texto jurídico y requieren transformaciones de mayor calado cultural. Ello no impide que Chile requiera alcanzar un consenso constitucional mínimo, pero ese objetivo está lejos de poder solucionar las grandes demandas de la sociedad.

¿Cómo tomar hoy el 18/10, qué puede significar para los procesos sociales y políticos que vienen?

El 18 de octubre es un día para revalorar la dignidad de un pueblo que supo, con todas sus contradicciones, expresar su hastío con la mentalidad neoliberal que ha cundido en estas últimas décadas. Y ese acto de rebeldía nunca se olvidará y siempre constituirá un hito en la historia de nuestro pueblo. Es también un evento histórico que revela todo el clasismo, racismo, machismo y avaricia de las clases dominantes quien se atrincheraron para defender privilegios sin el menor pudor. Las violaciones a los derechos humanos no pueden borrarse y reclaman que se haga justicia y se generen condiciones de reparación y no repetición.