Asumimos el desafío de no solo representar a todo el estudiantado, sino de también darle voz y fuerzas a nuestras compañeras feministas y a los grupos disidentes porque creemos que una democracia parte sobre la base de la igualdad y equidad, más aún en los espacios universitarios para que impulsen una formación consciente. No podemos quedarnos atrás de este proceso histórico y menos las personas que han llevado la batuta de una lucha incansable por nuestros derechos básicos.
Catalina Lufín(*1) y Antonia Allende(*2). Santiago. 03/08/2022. Nuestro país vivirá su elección democrática más importante de los últimos 50 años, tendremos la oportunidad histórica de acabar con las ataduras e injusticias impuestas por la actual Constitución. Nos parece imprescindible el rol que tomarán las y los estudiantes de la Universidad de Chile frente a este momento crucial de transformación. Son innegables los beneficios que nos entregará esta nueva Constitución en materia de educación superior. En el artículo 37 menciona explícitamente la prohibición de toda forma de lucro en la educación, la prohibición de cualquier discriminación y la equidad e inclusión de grupos históricamente excluidos. Es por esta razón que nuestra candidatura buscará incidir en toda toma decisión con perspectiva de género y disidente. Entendemos la relevancia que sean los mismos grupos excluidos quienes se inserten en los espacios de relevancia y es por eso mismo que no podemos quedarnos atrás. Más aún con la importancia que conlleva la aprobación de este nuevo texto y lo que significará para la construcción de una nueva sociedad.
Es precisamente en esta coyuntura, que tenemos una oportunidad histórica y asumimos la responsabilidad como estudiantes de estar a la altura de los cambios que este nuevo Chile se ha propuesto. Si bien las transformaciones pasarán formalmente por las autoridades políticas nacionales, los estudiantes y las instituciones públicas, como la Universidad de Chile, se ven mandatadas a repensar tanto su relación con la ciudadanía como sus dinámicas internas de convivencia democrática. La forma en que pensamos la educación pública no puede excluir una reflexión respecto de la distribución del poder dentro de las propias comunidades educativas, así como también con las decisiones políticas que allí se implementan y con quiénes las representan. Es por ello, que el Senado Universitario, al ser la mayor instancia deliberativa dentro de nuestra casa de estudios, cobra especial relevancia.
El Senado Universitario es un órgano que se establece dentro de la institución como un espacio triestamental, que permite el diálogo mediante la representación de cada estamento para la comunidad para ejercer funciones normativas y estratégicas, cuyo deber es actuar frente a la modificación de reglamentos y estatutos para generar políticas y estrategias de desarrollo institucional, objetivos y metas por cumplir que impacten a toda la triestamentalidad que compone el espacio universitario. Actualmente se compone por una presidencia que corresponde a rectoría, 27 académicas y académicos, siete estudiantes, dos funcionarias y funcionarios. Estos cargos son electos de forma democrática, sin embargo, la duración es muy distinta. En el caso de académicos y funcionarios tienen una duración de 4 años y 2 años de labor senatorial para los estudiantes.
La correlación de fuerzas dentro del Senado Universitario, en el sentido democrático, se mantiene de una posición sumamente desigual, en donde creemos que es necesario repensar los números de representación y así avanzar en pos de una democracia realmente efectiva dentro de nuestra universidad. Es relevante que las y los representantes de los estamentos tengan entre sus consignas la democratización de todos los espacios universitarios, asimismo, es esencial que todas las transformaciones que se produzcan tengan presente la perspectiva de género para crear y mantener espacios feministas, considerativos e inclusivos con comunidades históricamente violentadas en el área social, política y económica.
Nuestras candidaturas se enmarcan en la trayectoria feminista de organización que compartimos, por un lado, en la Facultad de Filosofía y Humanidades, al incorporar la Asamblea y posterior Coordinación Feminista de la carrera y, por otro lado, en la Facultad de Gobierno, siendo parte de la Comunidad Autónoma Feminista (CAFEM). Hemos comprendido lo esencial que es la instalación de liderazgos femeninos, en una sociedad donde el poder era visto como una característica masculina, es por eso que decidimos disputar hoy en el Senado Universitario.
Es por todo lo anterior, que nuestras candidaturas impulsarán en dicha instancia la democratización interna del espacio universitario con el objetivo de fomentar la triestamentalidad y, por tanto, la participación en igualdad de condiciones para estudiantes, funcionarias y funcionarios, e igualmente para académicas y académicos. La equidad sustantiva debe expresarse no solo a nivel individual o estamental, sino también a nivel de escuelas, facultades y campus, por lo que la redistribución equitativa de los recursos que se administran al interior de la Universidad es parte del avance que debemos impulsar para convivir en un espacio común y justo. Asimismo, la Universidad de Chile, en su rol como institución pública, tiene el deber político y social de impulsar la democratización del conocimiento, la deselitización y la disposición de los saberes generados en nuestra casa de estudios al conjunto del país, con especial énfasis en quienes actualmente no cuentan con la posibilidad de acceder a la educación superior.
De igual modo, es imperativo para nosotras hacer presente la potencia feminista que ha surgido con especial fuerza durante las últimas movilizaciones a lo largo de todo el país. Instalar en la agenda universitaria la profundización de las políticas feministas, tales como el Decreto Mara Rita, y la actualización y perfeccionamiento de los protocolos de género, es precisamente hacerse cargo desde la responsabilidad feminista que hoy representamos. Es determinante que todas estas transformaciones sean empujadas por las sujetas políticas que históricamente hemos sido excluidas de la toma de decisiones. Nos negamos a concebir una democracia donde los mismos sujetos hegemónicos hablen por nosotras.
No podemos olvidar también que la vuelta a la presencialidad ha reflejado nuevamente las carencias que se viven actualmente en nuestra casa de estudios. Aquello nos muestra la necesidad de trabajar incansablemente por el bienestar de toda la comunidad universitaria en cuestiones tan esenciales para la vida, como el acceso a una alimentación digna y la salud mental, que se ha visto especialmente perjudicada luego de 2 años de confinamiento. En último lugar, pero no por eso menos importante, la pandemia también profundizó la precarización que muchas y muchos de nosotros y nosotras vivimos en nuestra cotidianidad, por lo que la instalación de una política de corresponsabilidad que permita, a quienes se ven en la necesidad de trabajar y estudiar a la vez, un desarrollo académico óptimo, es una condición fundamental para el ejercicio pleno del derecho a la educación. En la línea de nuestro sentido feminista de construir política pública, es que los cuidados, y su compatibilidad con los estudios, también serán parte central de nuestro trabajo en el Senado Universitario.
Asumimos el desafío de no solo representar a todo el estudiantado, sino de también darle voz y fuerzas a nuestras compañeras feministas y a los grupos disidentes porque creemos que una democracia parte sobre la base de la igualdad y equidad, más aún en los espacios universitarios para que impulsen una formación consciente. No podemos quedarnos atrás de este proceso histórico y menos las personas que han llevado la batuta de una lucha incansable por nuestros derechos básicos. Es indispensable que comencemos a llenar todos los espacios de tomas de decisiones importantes y lograr cambios sustantivos para toda la comunidad, que a su vez se puedan ver reflejados en la relación de nuestra institución con la ciudadanía. Para que en conjunto logremos construir una universidad más democrática, pluralista y feminista.