A veces se nos olvida que la derecha también tiene gran experiencia de lucha y la aplica con todos sus recursos cuando se trata de defender sus intereses. Hoy, sobre todo en un contexto electoral, esa lucha se da significativamente en el plano comunicacional. En ese sentido, la candidatura de Jeannette Jara que está con viento de popa enfrentará en los próximos meses, sin duda alguna, las estrategias político-comunicacionales que en este momento están intensamente urdiendo sus adversarios.
Pedro Santander. Periodista. Académico Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. 7/2025. La derecha chilena está en shock. El arrasador triunfo de Jeannette Jara en las primarias, su inmediato paso a pole position en todas las encuestas y su indudable presencia en segunda vuelta los tiene de cabeza buscando estrategias para enfrentar esta nueva e inesperada realidad política.
No es la primera vez que ocurre. Sin ir más lejos, en el Plebiscito Constitucional de 2020 pasó algo similar; la derecha perdió por paliza en las dos preguntas que se refrendaban y también quedó en shock frente a un contexto inesperado y que no controlaban. Sin embargo, pronto se recuperaron y lograron enfrentar el posterior escenario constituyente exitosamente.
A veces se nos olvida que la derecha también tiene gran experiencia de lucha y la aplica con todos sus recursos cuando se trata de defender sus intereses. Hoy, sobre todo en un contexto electoral, esa lucha se da significativamente en el plano comunicacional. En ese sentido, la candidatura de Jeannette Jara que está con viento de popa enfrentará en los próximos meses, sin duda alguna, las estrategias político-comunicacionales que en este momento están intensamente urdiendo sus adversarios.
La candidatura de Jara se desplegará de acá a diciembre en un escenario de campaña que tiene muchas similitudes con el que han tenido que enfrentar otros aspirantes del mundo progresista en nuestro continente: en una orilla una candidata que a pesar de todas las dificultades genera energía movilizadora en amplias capas de la ciudadanía y, al frente, una legión de medios, periodistas, comunicadores, centros de opinión pública, etc., listos para detener esa ola de entusiasmo, en el marco de un sistema mediático concentrado y controlado por los dueños del capital.
Lo primero que el bloque conservador intentará frenar y revertir -a como dé lugar- es la energía movilizadora que Jara despierta. Se trata de una macroestrategia global de la derecha: volver las cosas al estado “normal” de desánimo moral que afecta a las capas populares, y de desaliento político que vive la militancia. Ese es el estado de normalidad deseado. El éxito o fracaso de esa iniciativa se juega fundamentalmente en el plano comunicacional.
Un análisis comparado de lo que en América Latina le ha ocurrido a otros/as candidatos/as fuertes de la izquierda en tiempos de campaña presidencial y en un marco neoliberal, nos permiten postular la más que probable aparición de cuatro escenarios político-comunicacionales que enfrentará la candidatura de Jeanette Jara en los próximos meses.
- Ambiente de desorden informativo: desinformación y discurso de odio
Un “ambiente de desorden informativo” fue el que vivimos en Chile en 2021-2022, durante la campaña del plebiscito de salida, y que hizo mucho daño político-electoral. Fue la contra-estrategia central del bloque conservador ante el avance popular que significó el estallido social y su tremenda derrota en el plebiscito de entrada. Es esta una situación donde buena parte de la información pública disponible en medios y en redes se torna confusa y poco fiable, gracias a la acción deliberada de actores interesados en generar dicho escenario. En este ambiente abundan:
- a) Información falsa: información creada deliberadamente para dañar a una persona, un candidato, un grupo social o una organización.
- b) Información maliciosa o “malintencionada”: información basada en hechos reales, es decir, se deriva de la verdad, pero que contiene medias verdades y contenido descontextualizado que se exagera de tal manera que induce a error y es usada para infligir daño, por ejemplo, a una candidatura.
- c) Información errónea: información que es falsa y se comparte, pero no es creada con la intención de causar daño.
Todos los estudios recientes en torno a este fenómeno indican tres cosas:
- las campañas electorales son el momento en que este tóxico ambiente se manifiesta con mayor intensidad;
- el contexto digital es el ambiente de creación y propagación protagónico (redes sociales, YouTube, podcast, etc.);
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los partidarios de la derecha son quienes más producen, más consumen y más comparten noticias falsas (https://www.elmostrador.cl/noticias/opinion/columnas/2023/10/16/usuarios-de-redes-sociales-de-derecha-son-los-que-mas-consumen-noticias-falsas-lo-dice-la-ciencia/).
Un ambiente comunicacional de este tipo genera confusión y dificultad para tomar decisiones, por ejemplo, por quién votar, pero también – y éste es principal objetivo- genera desconfianza y desaliento. Bien lo sabemos luego del plebiscito de 2022.
Para estacampaña lo más probable es que temas como el de seguridad y el de inmigración se conviertan en tópicos recurrentes en torno a los cuales se desinforme maliciosamente.
A la desinformación se suma otro elemento igual de dañino que la derecha usa sin complejos para envenenar comunicacionalmente el ambiente, sobre todo, en el plano virtual: el discurso de odio. También lo vivimos durante el proceso constitucional y lo que hay que tener en cuenta es que – tal como pudimos probar con nuestras investigaciones para el caso chileno y específicamente, para el primer plebiscito de salida- esta violencia digital se concentra y se personaliza. Es decir, no se trata de consignas abstractas o ideológicas lanzadas de forma difusa, sino que se elige una o dos figuras que serán blanco de ataque de la comunicación violenta. El 2022 ocurrió con Elisa Loncón. Este año el anticomunismo jugará su papel en la diseminación del odio y, con gran seguridad, lo veremos apuntalado y personificado en alguien que les permita afectar la campaña de Jara.
- El escándalo
Los escándalos que a menudo figuran en la agenda de los medios son, en general, fabricados con motivación política. Es importante tener en cuenta eso, es decir, no son naturales, son construidos comunicacionalmente en base a decisiones editoriales. Junto con la desinformación y el discurso de odio lo que los/las dirigentes del mundo progresista deben enfrentar de modo constante en sus campañas es la fabricación de escándalos. El propósito es debilitar su candidatura y su entorno y, consiguientemente, vaciarla de energía movilizadora. Ya estamos presenciando sus primeros atisbos: si a principios de 1990 Patricio Aylwin suspendió su militancia a la DC y en enero de 2010 Sebastián Piñera hizo lo mismo con R.N., bajo un marco de total normalidad y sin cuestionamiento mediático, la posible suspensión de la militancia de J. Jara se convirtió en el primer asunto polémico, controversial y de disputa postprimarias. Es sólo el principio.
El escándalo mediático tiene ciclos y grados: los hay de corta, de mediana y de larga duración, así como de baja, mediana y alta intensidad. Venezuela, por ejemplo, es un típico caso de larga duración y gran intensidad. Así, los medios han logrado que lo que en otro lado es normal, ahí sea escándalo. La extensión e intensidad del escándalo mediático depende de muchos factores y permite medir la fuerza y habilidad comunicacional de los actores en pugna. Cuando su fabricación es exitosa te quita potencial ofensivo en términos comunicacionales y se pierde el control sobre la agenda algo que hasta el día de hoy Jara aún tiene. Y cuando eso ocurre se crean las condiciones para la “interpelación” constante de nuestros/as candidatos/as.
- La interpelación
Además de reportear e interpretar acontecimientos, los periodistas suelen ser grandes “interpeladores”. Es decir, profesionales que en el marco de sus rutinas de trabajo están en posición de autoridad para pedirle explicaciones a alguien. El lugar desde el cual se interpela, al igual que los escándalos, se construye ideológicamente. Refleja, sobre todo, una correlación de fuerza. Interpelar permanentemente a nuestros/as candidatos/as acerca de Venezuela y Cuba, pero callar sobre Guantánamo y la dictadura chilena apoyada por los tres candidatos de la derecha, es un ejemplo de aquéllo. La interpelación te pone en una situación discursiva a la defensiva, obliga a negar lo que el adversario afirma o a aceptar su punto de vista y claudicar en torno a los propios.
Jara ha demostrado un gran talento y una inmensa inteligencia (comunicacional) para enfrentar la interpelación ideológica de la prensa, para ello ha usado el humor, la contra-interpelación y su agudeza intelectual.
La experiencia comparada demuestra que en este específico punto (el de la interpelación), el papel central para enfrentarla, revertirla e incluso invertirla, le cabe casi exclusivamente al candidato/a. Si él/ella no logra afrontar exitosamente la permanente interpelación de la que serán víctimas, a menudo en vivo y en directo, toda la campaña se debilita y no se logra maniobrar en los marcos planificados, en términos político-comunicacionales. Por el contrario, si la candidata sí lo logra – tal como hasta ahora hemos visto con Jeanette Jara- la campaña entera evita el viento de proa.
- La buena y la mala izquierda
Finalmente, podemos estar seguro que ésta será otra estrategia que la derecha buscará poner en práctica: diferenciar entre la buena y la mala izquierda. Se trata de una dicotomía histórica, de raíz colonial que enfrentamos las fuerzas de cambio hace más de 500 años. Empezó con la del mal indio y el buen indio, es decir, aquel buen salvaje que agradece ser conquistado por una raza superior, racional y educada versus el bárbaro irracional que se le opone; siguió con el negro sometido versus el negro cimarrón, hasta llegar a nuestros días con los candidatos, líderes y lideresas que buscan transformaciones sociales. Todos los gobiernos y candidatos de izquierda son mirados bajo ese lente colonialista y su campo temático suele ser la economía. Sin duda que las candidaturas germánicas acudirán a esa interpelación. Mientras la izquierda buena es promercado, proinversión, políticamente seria y con doctorados en Europa, la mala es latinoamericana, económicamente desastrosa e irrealista (ya le dijeron kirchnerista a Jara), por lo tanto, peligrosa para la estabilidad del país.
Como decíamos, el bloque conservador aún está en un cierto estado de conmoción con la irrupción y la fuerza de Jeanette Jara como candidata y como activadora de una energía política transformadora y entusiasta, aparentemente sepultada, después de las derrotas en el proceso constitucional. Pero igual de cierto es que las fuerzas reaccionarias tienen mucha experiencia de lucha y saben que hoy la batalla se juega críticamente en la dimensión comunicacional. Los cuatro puntos señalados son parte de ese terreno de lucha que enfrentaremos en los próximos meses.
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