Una conversación con Chas Gerretsen, el fotógrafo del golpe

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Un vistazo a la historia de este profesional neerlandés que tomó fotos emblemáticas de los días de la asonada militar en Chile, en 1973. Y su narración de cómo cubrió el 11/9 y días posteriores. Sobre la imagen del Presidente Allende asomado en un balcón de La Moneda la mañana del golpe: “Lo pillé justo cuando se estaba girando hacia dentro. Había alrededor de una docena de estudiantes y una docena de periodistas y esa fue la última vez que alguien vio públicamente al Presidente”. Sobre el momento del ataque: “Tomo fotos y más fotos y ya La Moneda estaba ardiendo, la bandera estaba ardiendo. De pronto viene un repentino silencio”. Cuenta que luego la Junta Militar organizó todo “y siempre se avisaba a la prensa de lo que iba a pasar, lo mismo ocurrió en el Te Deum, el día que saqué la foto a Pinochet con lentes oscuros”.

Ana María Olivares. Periodista. “El Siglo”. 18/08/2023. Una larga fila de asistentes esperó este viernes fuera del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos para presenciar la entrevista en vivo que realizó el periodista Daniel Matamala a Chas Gerretsen, fotógrafo neerlandés, quien es el autor de una de las fotos más conocidas del dictador Augusto Pinochet tomada en el Te Deum del 18 de septiembre de 1973. Esta entrevista fue parte de la inauguración de la muestra fotográfica “Rebobinar, reimaginar, reportar”, la primera exposición en Chile que reúne el trabajo del fotógrafo en los meses previos y posteriores al golpe de Estado.

ElSiglo.cl conversó con Gerretsen una semana antes de viajar a Chile a inaugurar  la exposición que contempla alrededor de 800 fotos, muchas que nunca han sido exhibidas en Chile y que se encuentran resguardadas en el archivo del Nederlands Fotomuseum de Rotterdam (Museo de Fotografía de Holanda). Además, este trabajo se enmarca en la realización del libro “Chile. El archivo fotográfico 1973-1974”, cuya financiación está a cargo de sus mismos seguidores quienes pueden apoyar y encargar su libro en https://www.kickstarter.com/projects/chasgerretsen/chile-the-photo-archive-1973-74 cuya elaboración fue a petición de los miles de chilenos que lo siguen en sus redes sociales y que, para Chas Gerretsen tiene como finalidad que “sirva como recordatorio del pasado y ayude a las futuras generaciones a no cometer los mismos errores.”

Chas llegó por primera vez a Chile el 9 de enero de 1973 cuando tenía 29 años. Se independizó muy joven cuando salió de su hogar a los 16 años para recorrer el mundo. Comenzó viajando por Europa, Australia y Estados Unidos; después se fue al sudeste asiático a cubrir las guerras en Vietnam y Camboya. Había llegado a suramérica hacía muy poco cuando, desde Argentina, la revista Time le propuso una corresponsalía en Chile. 

En ese instante no sabía que sus fotos serían el gran testimonio de uno de los momentos más terribles en la historia de nuestro país y que impactaría en todo el mundo, registrando los antes y después de golpe de Estado y retratando la foto más icónica del dictador Pinochet que recorrería el mundo hasta hoy. “Empecé fotografiando la vida cotidiana, gente en bares, restaurantes. La gente siempre fue muy amable, tanto los de la izquierda como los de la derecha y no sólo eran amable conmigo, la gente era amistosa entre sí” comenta de esos meses previos al Golpe.

Gerretsen cuenta que gran parte de las protestas eran protagonizadas por jóvenes que se enfrentaban entre los de la extrema derecha y los partidarios de Allende, “pero cuando había un partido de fútbol, un partido de Colo-Colo, en 5 minutos las calles se quedaban vacías porque un partido de fútbol era mucho más importante; lo mismo cuando llovía, nadie quería mojarse”, recuerda.

Sin embargo, según el fotógrafo, todo cambió después de la huelga de los mineros de El Teniente. “Cuando los mineros se involucraron en la pelea, la pelea se volvió seria. Los demócratas cristianos se unieron a los mineros. Se producían disparos, se rompían ventanas y ambos luchaban contra el gobierno de la UP. Ya no eran peleas entre dos grupos de jóvenes, se convirtió en una lucha por la supervivencia, en una lucha mezquina, empezaron a matar a gente. Era una lucha directa en contra del Gobierno” señala.

Posteriormente vino el “tanquetazo” del 29 de junio, donde el teniente coronel, Roberto Souper, comandante del Regimiento Blindados Nº2, encabezó un intento de golpe de Estado que fue sofocado rápidamente, pero que dejó más de 20 muertos en unas horas. “Fue la única vez que me amenazaron con matarme si sacaba fotos de los (militares) rebeldes”. 

Lo que efectivamente ocurrió con el camarógrafo argentino Leonardo Henrichsen Ferrari cuando filmaba la rebelión. “(A Herichsen) le faltaba experiencia. Muchos fotógrafos se esconden detrás de la cámara, no ven lo que filman como realidad, no forman parte de ella” reflexiona. 

Garretsen también estaba tomando fotografías cuando mataron a Henrichsen y vió lo que ocurrió directamente: “La primera persona que le disparó, su rifle falló; un oficial que disparó con su pistola erró varias veces; entonces otro soldado lo intentó y también falló el tiro; luego otro soldado disparó y él filmó todo esto. Quizás él pensó que era invencible y eso es falta de experiencia, tienes que darte cuenta que cuando te disparan te pueden matar. Él no se escondió detrás de la esquina, no grabó desde la esquina, se paró en medio de la calle y filmó su propia muerte”.

Increíblemente no fueron muchas las fotos que el fotógrafo neerlandés pudo sacar al Presidente Salvador Allende, porque no había instancias para hacer relaciones públicas con la prensa. “(Allende) me recordaba a mi padre, que era un humanista y creía en un futuro mejor para la humanidad. Las únicas veces que conseguí la fotografía del Presidente fueron un par de veces en corresponsalía con la revista Time y Newsweek en su oficina en La Moneda y en apariciones públicas, no había un trabajo en las relaciones con la prensa”.

Sin embargo, el día 4 de septiembre retrató la inmensa alegría con que el pueblo chileno festejó el tercer aniversario del Gobierno de Allende, primero en la Plaza de la Constitución y después en el Estadio Nacional. “Habían unas 80 mil personas gritando ¡Allende el pueblo te defiende! y más de 20 mil fuera del Estadio. Era una alegría inmensa que se reflejaba en todos”. 

En los intensos días de agosto de 1973, Gerretsen conoció a quien sería un amigo entrañable. “Durante uno de los disturbios callejeros, había otro fotógrafo y parecía extranjero. Yo hasta entonces no tenía competencia y me di cuenta de que si era extranjero, sería competencia. Así que me acerqué a él y le pregunté quién era” cuenta. El fotógrafo Sylvain Julienne trabajaba para una agencia extranjera y se hicieron muy buenos amigos. “Él alojaba en el Hotel Carrera y el 11 de septiembre yo todavía dormía cuando recibí una llamada telefónica  suya alrededor de las 7 de la mañana” recuerda Chas. “-Han rodeado el palacio de La Moneda. Algo está pasando. Trae tu trasero aquí-” le señaló su amigo”. Encendí la radio y sólo había música militar, ni noticias, ni nada. Así que guardé mi cámara, puse rollos de película en ella, cogí mis otras cuatro cámaras y salí a la calle. No había taxis ni autobuses. Había sólo algún coche privado de vez en cuando” comenta.

“Éramos los dos únicos fotógrafos que quedábamos”

Después de atravesar cortes de tránsito de Carabineros, logró llegar a La Moneda y vio al Presidente Allende en el balcón hacia la Plaza de la Constitución. “Lo pillé justo cuando se estaba girando hacia dentro. Había alrededor de una docena de estudiantes y una docena de periodistas y esa fue la última vez que alguien vio públicamente al Presidente” relata.

“Vimos a un grupo de civiles abandonar La Moneda, al parecer también la hija de Allende. Todos abandonaron La Moneda. Minutos después, los tanques llegaron. Todos los periodistas desaparecieron y sólo quedamos Sylvain y yo. Éramos los dos únicos fotógrafos que quedábamos. Todos los demás se metieron en el garaje subterráneo que está frente a La Moneda que entra al Hotel Cabrera” recuerda Chas Gerretsen. “Por lo menos tres o cuatro tanques se alinearon a los soldados y abrieron fuego contra La Moneda. Las ametralladoras de los tanques y los soldados disparaban contra el edificio y como las balas golpeaban las paredes, parecían pequeñas explosiones en la fachada del palacio”.

“En un momento dejaron de disparar y los tanques se marcharon. Había un grupo de gente, jóvenes, curiosos que habían observado todo y uno de ellos tenía una radio de transistores. Y oyó que al Presidente Allende le habían dado un ultimátum de rendición. Caminamos hasta el otro lado de La Moneda, donde está el edificio del Ministerio de Defensa, allí tampoco pasaba nada. Un tanque había pasado por encima de un par de coches que estaban aparcados allí, probablemente para divertirse. Ya sabes, coches aparcados en el estacionamiento de La Moneda que habrían sido izquierdistas, los coches estaban completamente planos. Volvimos a nuestro lugar y en el camino nos pararon un par de soldados que no sabían qué hacer con nosotros, dijeron que llamaron por radio y les dijeron que nos dejaran ir. Continuamos y en ese momento oímos el sonido de los aviones de combate” relata el Gerretsen.

“Intenté fotografiarlos (a los aviones), pero en ese momento iban muy rápido y son edificios altos. Tome un par de fotografías y solo después vi que el edificio tenía un reloj y decía 5 minutos para las 12. Así que ese fue el momento en que La Moneda fue bombardeada. Seguimos corriendo hacia La Moneda y en la esquina una nube de polvo vino hacia nosotros. Tomo fotos y más fotos y ya La Moneda estaba ardiendo, la bandera estaba ardiendo. De pronto viene un repentino silencio, y llega el perro negro que ya sabes, con La Moneda ardiendo al fondo, es la foto de la portada de mi libro”.

Después del golpe

Chas Gerretsen, que ya tenía experiencia en cubrir estados de guerra, siguió fuertemente trabajando en lo que venía. Para su sorpresa, la Junta Militar tenía experiencia en hacer relaciones públicas con la prensa y fueron muy afines a que cubrieran sus actividades y espacios, especialmente Augusto Pinochet.

“La Junta invitó a la prensa a visitar el estadio donde estaban todos los prisioneros, podíamos verlos y fotografiarlos. Todo estaba organizado y siempre se avisaba a la prensa de lo que iba a pasar, lo mismo ocurrió en el Te Deum, el día que saqué la foto a Pinochet con lentes oscuros” señala Chas. 

“Llegué a la conclusión de que Pinochet era el último actor. Él jugó todos los papeles para el público, fue un general como el general Patton cuando camina en la calle con el general Prats; era un caballero oficial cuando le fotografié en su oficina; y en su casa era un abuelo. Creo que (Federico) Willoughby, que era el hombre de relaciones públicas, fue algo sustancial en eso”, señala Chas del que fuera el encargado de relaciones públicas de la Ford Motor Company.

Además, iniciaron lo que se conoce como operación Pelusa, para sacar a todos los niños vagabundos de las calles. Chas fotografió la inauguración del Hogar Javiera Carrera, que se hizo en la que fuese casa de la Payita Miria Contreras (secretaria privada de Allende) con cientos de niños vestidos con uniforme en una casa con evidentes muestras de disparos por toda ella. “Nos dijeron que iban a ayudar a los pobres. Niños que no tenían hogar, que pasaban hambre y por la bondad de su corazón, el Gobierno de Pinochet iba a ayudar a los niños. Y no nos dijeron que muchos de los padres de los niños habían desaparecido, fueron encerrados, fueron asesinados o que los padres no tenían dinero para alimentar a sus hijos. El Gobierno de la Junta era muy buena haciéndose publicidad”. 

Hoy toda esta historia y más se puede conocer en las 800 fotografías que están exponiéndose en el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, y que han tardado 50 años en llegar a Chile.