Un nuevo holocausto en el siglo XXI. El sionismo amenaza al mundo

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El horror que producen las brutales acciones sionistas en Gaza y Cisjordania es expresión patente de la incapacidad de Occidente y del capitalismo  de proporcionar paz y desarrollo a la Humanidad.

Sergio Rodríguez Gelfenstein(*). Caracas. 12/6/2024. El horror que producen las brutales acciones sionistas en Gaza y Cisjordania es expresión patente de la incapacidad de Occidente y del capitalismo  de proporcionar paz y desarrollo a la Humanidad. El sionismo  se ha propuesto -en nombre de un supuesto mandato divino- barrer a los palestinos del territorio que les pertenece. Estos hechos son comparables con los crímenes más horrendos en la historia: el esclavismo, el señorío feudal y su plan de exterminio, los genocidios coloniales de Europa en África y América Latina y el Caribe, las dos guerras mundiales que incluyeron la barbarie nazi-fascista en su afán de aniquilamiento de comunistas, judíos y gitanos y el exterminio de los pueblos originarios durante la expansión estadounidense en el norte de América,

A través de la mayor parte de la historia, árabes y judíos vivieron en paz y armonía en el Asia Occidental. Pero, a finales del siglo XIX, en el marco del inicio de la fase imperialista de Estados Unidos, el sionismo surgió como instrumento de usurpación y exterminio territorial del pueblo palestino. A partir de ese momento, no ha habido paz para ellos. La historia del siglo XX es la historia del despojo palestino por parte del sionismo.

El acontecer del siglo XXI, iniciado tras las acciones terroristas del 11 de septiembre de 2001, que Estados Unidos conoció de antemano, pero no evitó a fin de imponer un mundo unipolar bajo su hegemonía, tuvo en los años 2008-2009 un punto de inflexión cuando la crisis financiera impidió que la supremacía unipolar se extendiera por el planeta.

Unido a ello, China se había transformado en una gran potencia económica, financiera, científica y tecnológica y Rusia había salido del marasmo en que la sumergió el descalabro de la Unión Soviética de la mano de Gorbachov y Yeltsin. En 2012, Vladimir Putin retomó las riendas del poder en Moscú. El mismo año, Xi Jinping fue elegido secretario General del partido comunista de China.

Algunos dirían que es el destino, otros, que fueron las circunstancias, los marxistas podrían opinar que, en realidad lo que se produjo fue una confluencia dialéctica de causas objetivas y subjetivas, pero lo cierto es que en ese año 2012, se inició un proceso de inflexión estratégico en la historia de la humanidad, comenzando una era de construcción de un nuevo mundo orientado por otros preceptos y bajo otros parámetros.

Entre otras, algunas señales son: que el espacio euro-asiático está desplazando al Atlántico como eje de la política mundial; que la transformación y efectividad de la red de instituciones alternativas en materia de economía, finanzas, seguridad y diplomacia se conforman como mecanismo más óptimo que la ONU para solucionar controversias; que el crecimiento y ampliación de los BRICS (que ya superaron el PIB del G-7) señala un camino distinto hacia el progreso y el desarrollo en paz; que los avances de la ultra derecha en Europa (a manera similar al siglo pasado cuando se entronizaron Hitler y los nazis), van desplazando la ineficacia de la política tradicional del Viejo Continente, desmontando su aparente cara benéfica y civilizadora;  que la rebelión anti neocolonial de África, echa las bases para su definitiva y total independencia; que los avances indetenibles del desarrollo científico-tecnológico de China, en particular en el área espacial, expresan una capacidad superior en el uso de la ciencia como instrumento de superación de los grandes problemas de la humanidad; y, que el poder que le concede a Rusia, China e Irán su posesión única de misiles hipersónicos, cambian la ecuación estratégica global en materia bélica al dejar a los portaviones en una situación de total minusvalía combativa.

Es decir, un nuevo mundo se abre paso al futuro. En ese contexto, a Estados Unidos solo le queda la agresión, el conflicto y la guerra. Su presupuesto está orientado a eso. Agita a Ucrania contra Rusia, a Taiwán contra China y a Israel contra el eje de la resistencia e Irán. He ahí los tres escenarios principales de conflicto que Estados Unidos ha promovido para buscar su salvación a través del desarrollo de guerras que incrementen el gasto bélico en favor de su Complejo Militar Industrial.

Aunque aparentemente tenía todo bajo su autoridad, el desbordamiento del sionismo ha puesto en cuestión la capacidad de liderazgo de Washington. Y lo que es peor para ellos, está ocurriendo en el año electoral. La actuación de Estados Unidos está orientada a eso: garantizar la continuidad del gobierno demócrata. Lo demás no le incumbe

No le importa Palestina ni su pueblo. No le conmueve los miles de niños y mujeres inocentes asesinados, no les preocupa la destrucción de hospitales y escuelas, no les interesan los periodistas inmolados mientras realizaban su trabajo. Su famoso eslogan de “libertad de prensa” quedó en un segundo plano en interés del poder, los mercados y la venta de armas.

En el colmo de la hipocresía intenta acciones diplomáticas, cuando simultáneamente incrementa el envío de armas a la entidad sionista. Incluso ha construido un muelle para, supuestamente hacer llegar ayuda humanitaria, cuando en realidad lo que hizo fue facilitar la incursión de las fuerzas armadas sionistas como preludio de la masacre del campamento de Nuseirat en Gaza que produjo decenas de muertos y heridos.

Todos los días nos despertamos alarmados, nos persigue el fantasma que nos interroga acerca de ¿qué hemos hecho para evitar esta barbarie?, ¿qué más podemos hacer?, sabiendo que cualquier cosa será insuficiente porque no le podremos devolver a las madres sus hijos vilmente sacrificados. Venezuela, el Presidente Maduro y el Gobierno han denunciado innumerables veces el genocidio sionista, no desde ahora, sino desde hace mucho tiempo atrás. Ya en 2009, durante el gobierno del Comandante Chávez, Venezuela rompió relaciones con la entidad sionista reafirmando nuestro total apoyo a la causa del pueblo palestino.

Ahora nos hemos propuesto desarrollar un seminario de alto nivel que, a través de un proceso de enseñanza-aprendizaje, permita que los participantes conozcan -desde posturas reflexivas- los argumentos que conduzcan a entender que en Palestina se está produciendo un nuevo holocausto en el siglo XXI, con la diferencia que  se hace a la vista y paciencia de las organizaciones internacionales creadas para evitarlo.

Con este fin, durante los días 13 y 14 de junio realizaremos en Caracas el seminario internacional “Un nuevo holocausto en el siglo XXI. El sionismo amenaza al mundo” con el objetivo de dar a conocer la barbarie de la agresión sionista en Gaza y la realización de un genocidio contra el pueblo palestino muy similar al que efectuaron los nazis contra los judíos, los comunistas y los gitanos en el siglo XX. Así mismo, nos proponemos establecer con claridad que Israel es un ente ilegal creado artificialmente por la ONU. También nos planteamos conocer el papel decisivo del eje de la resistencia en la lucha y el enfrentamiento al ente sionista. Finalmente queremos dejar patente la diferencia entre Israel, sionismo y judaísmo y su acercamiento distinto al conflicto.

Con la participación de 4 destacados ponentes venezolanos y 9 del exterior  debatiremos en estos días en cuatro paneles:

  1. Identidades judías e Israel.
  2. Israel, ente creado artificialmente.
  3. La agresión en Gaza viola el derecho Internacional, y
  4. La causa palestina, causa de la resistencia.

Este seminario va a aportar elementos de análisis y argumentos que permitan solidificar teórica y conceptualmente los instrumentos necesarios para apoyar y defender  la justa lucha del pueblo palestino, fortaleciendo en la práctica la militancia a favor de su libertad e independencia.

(*)Sergio Rodríguez Gelfenstein. Licenciado y magíster en Estudios Internacionales de la Universidad Central de Venezuela. Investigador del Centro de Estudios Sociales y Políticos de América Latina de la Universidad de los Andes (Venezuela).