El subterráneo fue un recinto ilegal de detenciones, operado por el Ejército. Allí fueron arrestados, torturados y asesinados compatriotas, a manos de militares. Fue un lugar de violación a los derechos humanos. El conmovedor relato de Ximena Canales, víctima de la irracionalidad, y el recuerdo de la ministra Carolina Tohá, hija del ex ministro José Tohá, asesinado en ese recinto hospitalario.
Equipo “El Siglo”. Santiago. 27/10/2022. Fue un momento conmovedor. De recuerdo de un drama originado en el odio y la irracionalidad. La innegable acción criminal, de violaciones a los derechos humanos, a la dignidad de las personas, incluso en presencia de pequeñas niñas y pequeños niños. La constatación del actuar odioso y criminal de integrantes del Ejército, la acción ilegal y asesina de agentes del Estado. Pero sobre todo, fue el recuerdo de víctimas dignas, patriotas auténticos, gente honesta y valiente.
Se entrelazaron las manos de varias familiares de quienes fueron agraviados, maltratados, torturados y asesinados. Entre ellas, Carolina Tohá, actual ministra de Interior, y Ximena Canales, trabajadora, víctima de lo ocurrido en ese recinto cuando era una niña.
Seguramente no quedaba más. Después de estudios y gestiones, finalmente el ex Hospital Militar (hoy Hospital Metropolitano), fue formalmente declarado Monumento Nacional, en categoría de Monumento Histórico del Sitio de Memoria Centro Clandestino de Detención Subterráneo del Ex Hospital Militar.
En el ex Hospital Militar, se ubicó al menos entre 1973 y 1974, la sección de logística y de Inteligencia del Comandos de Acción Jurisdiccional de la Seguridad Interior (CAJSI) dependiente del comandante de los Institutos Militares, y en el subterráneo del centro hospitalario funcionó un centro de detención clandestina.
Desde los tiempos de la dictadura cívico-militar hubo denuncias y testimonios de irregularidades y atrocidades ocurridas en el ex Hospital Militar y luego comenzaron las investigaciones y comprobaciones. En 2017, Ximena Canales Fernández, usuaria del Programa de Reparación y Atención Integral en Salud (PRAIS) y trabajadora del sector Salud, confirmó su testimonio como víctima y acreditó la existencia de un centro clandestino de detención y tortura al interior del hospital. También estaban los datos del Informe Retting de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación. De ahí comenzaron las gestiones ante el Consejo de Monumentos Nacionales (CMN) para declarar el lugar como Sitio de Memoria, con el patrocinio y trabajo del Ministerio de Salud y el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio.
Margarita Samamé, directora del actual Hospital Metropolitano, dijo en la actividad realizada de instalación del nuevo Sitio de Memoria, que “es difícil pensar que un hospital pueda ser un centro de detención ya que por definición debe ser un centro donde se busca recuperar la salud de las personas”. La ministra de Salud, Ximena Aguilera, expresó que “esta fecha es un momento para la memoria, para que nunca más en el país ocurran estos hecho, es un homenaje a la labor que han desarrollado los familiares de ejecutados políticos y las víctimas de los derechos humanos, gracias a cuya valentía, tesón y testimonio se ha podido preservar la memoria de las víctimas y presentar sus casos a la justicia”. La titular del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, Julieta Brodsky, sostuvo que “es importante estar aquí, en este lugar que por años se ha ignorado como un sitio de violación a los Derechos Humanos. No todas las personas reconocen al ex Hospital Militar como un espacio de torturas o tienen conocimiento de los crímenes de lesa humanidad que ocurrieron aquí y que son parte del dolor que llevamos como país”.
Según se informó, el Sitio de Memoria cuenta museografía que fue elaborada por el Museo de la Memoria y divide este lugar en tres momentos: el primero es una aproximación al lugar en sí mismo; el segundo da a conocer testimonios y biografías de las víctimas; mientras que el último es una propuesta contemplativa y experiencial respecto a los métodos de tortura empleados en dictadura.
Maria Luisa Ortiz, jefa de Colecciones e Investigación del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos explicó que “como Museo es muy relevante estar presente y acompañar este tipo de procesos, es parte de nuestra misión institucional, dignificar a las víctimas de las violaciones a los derechos humanos durante la dictadura y visibilizando las memorias para el Nunca Más”.
Testimonios conmovedores
Ximena Canales, detenida en el subterráneo del ex Hospital Militar, cuando tenía 7 años, junto a su hermano de 8 años. Estuvo cerca de la tortura, del maltrato y presenció el asesinato de un hombre.
“Fui testigo en primera persona de los hechos que se cometían en este lugar, estuvimos secuestrados junto a mi padre, ahora ya fallecido, mi hermano Rodrigo Fernando de ocho años y yo de siete años. Los dos fuimos encerrados en el sótano mientras torturaban a mi padre y a muchas otras personas detenidas. Al sentir un disparo corrí instintivamente y vi a un varón recién ejecutado. Esa imagen, junto al instante en que simulaban dispararnos y cómo jugaban con nuestras vidas se grabaron con sangre en mi alma”.
“Dedico este momento a ese hombre que vi morir…esta ceremonia reivindica el valor de la vida, los derechos humanos en su esencia, y en mi caso particular el respeto por el derecho de los niños que fuimos víctimas junto a nuestros padres y el daño generacional que le heredamos a nuestros hijos tan inocentes como nosotros”.
Carolina Tohá, ministra del Interior, hija de José Tohá, ministro del Interior del Presidente Salvador Allende, asesinado en ese recinto.
“Cuando llegamos en el auto y me bajé, tomé conciencia de que la última vez que entré a este recinto fue el 6 de febrero de 1974, era el día del cumpleaños de mi padre, en que nos autorizaron a visitarlo. El murió el 15 de marzo de ese mismo año, 5 semanas después. Había entrado a este recinto unas semanas antes provenientes de la Isla Dawson donde estaba en un campo de concentración.
“Mientras estuvo acá era sacado periódicamente y trasladado a recintos de la FACH, donde era sometido a interrogatorios y a torturas, algunas de esas salidas duraron varios días y mi madre no recibía ninguna información de donde estaba él, en su desesperación logró alguna vez que Augusto Pinochet la recibiera, que se mostró totalmente escandalizado por esta situación y a los pocos días volvió al recinto. Cuando volvió, en algunas de las últimas veces que mi madre lo pudo ver, le dijo que él sabía que lo iban a matar y le dijo que cuando estaba ahí acostado que lo humillaban y hacían mofa de él. No es lo que uno espera que suceda en un hospital.
“Cuando mi padre finalmente murió, autoridades de este recinto le dijeron ‘bueno, algo habrá hecho’, ese es el punto al que llegó Chile en esa etapa y mi padre murió en medio de calumnias y en medio de razones falsas sobre su muerte, que el tiempo se ha encargado de esclarecer.
“Reconocer sitios de memoria y que varios de ellos tengan categoría de Monumento Nacional, cuando lo hacemos, sin duda, hacemos un acto de reparación, no lo quiero decir en abstracto, yo personalmente siento un reparación de que este lugar sea reconocido como un lugar especial, Ximena, lo siente, lo acaba de contar”.
“Es muy impresionante entender por qué nos importan tanto los sitios de memoria, a fin de cuenta son lugares, edificios, cosas. Pero algo tienen los lugares que absorben la historia que pasó por sus recintos y que cuando uno los visita le pasan cosas como si se encontrara con una presencia, con un ser que comunica. A mí me pasa cuando entro a este lugar”.
Se señalan también como víctimas en el subterráneo del ex Hospital Militar a Gonzalo Marcial Toro, Rodolfo González Pérez, Luis Arias Pino y Ramón Augusto Muñoz.