“Trump presiona públicamente a Zelenski para que acepte condiciones que muchos consideran una rendición, mientras Putin califica la propuesta de «modernizada» y apta para el diálogo”. A través de la conminación a aprobar un documento, “elaborado en consultas directas con el Kremlin”, Estados Unidos “exige concesiones dolorosas a Kiev y ha provocado un sismo en el viejo continente. Mientras los aliados europeos tradicionales (Francia, Alemania, Reino Unido y España) claman que la paz no puede lograrse a espaldas de Ucrania, la unidad del bloque se resquebraja con países como Hungría alineándose con la postura de detener la ayuda. El plan se presenta como un intento pragmático de reactivar la diplomacia, pero sus condiciones dejan abierta la incógnita sobre si estamos ante una paz real o ante la legitimación de la fuerza”.
Nelson Carrasco. Analista Internacional. Santiago. 01/12/2025. En una noche fría de noviembre, un documento secreto comenzó a circular de mano en mano entre periodistas y diplomáticos. No era un simple memorando, sino el borrador de una propuesta estadounidense: un marco de seguridad definitivo para Ucrania, diseñado para el día en que las armas callaran. Inspirado en el Artículo 5 de la OTAN, el texto prometía que cualquier agresión futura sería respondida por la comunidad transatlántica.
En Washington se hablaba de compromisos solemnes, apoyo militar y diplomacia firme. Pero en Moscú, las palabras sonaban huecas y la desconfianza imperaba. Mientras tanto, en Europa, capitales como Berlín, París y Londres reaccionaban con indignación, calificando el borrador de «capitulación». Así, el documento quedó suspendido en el aire, una promesa rota antes de nacer, mientras Ucrania seguía resistiendo por orden de sus patrocinadores de la UE, desangrándose entre escándalos de corrupción y millones de víctimas.
Este relato, que bien podría ser el inicio de una novela de ficción política, es la cruda realidad de noviembre de 2025. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha sido tajante: Volodímir Zelenski -quien enfrenta uno de los mayores escándalos de corrupción de su mandato- deberá aprobar el plan de paz diseñado por la Casa Blanca. La advertencia de Trump es clara: si el líder ucraniano no acepta la propuesta, «que sigan luchando solos». Para Washington, es la única vía viable, aunque el propio mandatario estadounidense reconozca que la situación actual es «horrible».
El ultimátum de Washington y la fractura europea
La reacción desde Moscú no se hizo esperar. Vladímir Putin, horas antes de la filtración completa, señaló que el plan de Trump podría servir como base para una solución definitiva, subrayando la disposición rusa a negociar.
La síntesis es brutal: Trump presiona públicamente a Zelenski para que acepte condiciones que muchos consideran una rendición, mientras Putin califica la propuesta de «modernizada» y apta para el diálogo. El documento, elaborado en consultas directas con el Kremlin, exige concesiones dolorosas a Kiev y ha provocado un sismo en el viejo continente. Mientras los aliados europeos tradicionales (Francia, Alemania, Reino Unido y España) claman que la paz no puede lograrse a espaldas de Ucrania, la unidad del bloque se resquebraja con países como Hungría alineándose con la postura de detener la ayuda.
Zelenski tenía hasta el jueves 27 de noviembre de 2025 para aceptar el acuerdo. Al no hacerlo arriesga la supervivencia misma de su administración. A continuación, desglosamos los pilares de esta polémica propuesta que reconfigura el orden mundial.
Los ejes del “Plan Trump”: una síntesis de los 28 puntos
El documento original se estructura en 28 puntos específicos que deberán ser supervisados por un nuevo «Consejo de Paz» presidido por Donald Trump. Los cuatro ejes estratégicos que emanan de dichos puntos y que establecen las nuevas condiciones vinculantes se resumen en “nueva geografía y soberanía”, “neutralidad y el fin de la expansión de la OTAN”, “economía: Negocios y Reconstrucción”, y “política interna y Derechos Humanos”.
El documento plantea que Crimea, Lugansk y Donetsk sean reconocidos de facto como territorio ruso (incluso por Estados Unidos) y que las regiones de Jersón y Zaporiyia queden «congeladas» en la línea de contacto actual.
También señala que las fuerzas ucranianas deberán retirarse de las zonas de Donetsk que aún controlan, estableciendo allí una zona neutral desmilitarizada. Asimismo, establece un compromiso de fronteras, prohibiendo modificar estos acuerdos por la fuerza y señalando que cualquier intento anulará las garantías de seguridad internacionales.
En cuanto a la relación con la OTAN, indica que Ucrania consagrará en su Constitución que no se unirá a la OTAN y que, a su vez, la Alianza modificará sus estatutos para prohibir la admisión futura de Kiev, comprometiéndose a no estacionar tropas en suelo ucraniano.
Otro punto consigna que el ejército ucraniano se limitará a 600.000 efectivos y que Ucrania aceptará ser un Estado no nuclear, estipulando además la existencia de garantías condicionadas, en cuanto a que Ucrania recibirá garantías de seguridad de Estados Unidos (pagando una compensación por ellas), la que se perderán si ésta ataca territorio ruso sin justificación.
Se creará un fondo de 100.000 millones de dólares con activos rusos congelados para reconstruir Ucrania. De los beneficios que genere esta iniciativa, Estados Unidos se quedará con el 50%.
Otros puntos del plan de Trump son:
-Reintegración de Rusia: Se levantarán las sanciones a Moscú de forma escalonada, se le invitará a volver al G8 y se firmarán acuerdos económicos a largo plazo con Washington para la explotación de recursos en el Ártico y energía.
-Energía compartida: La central nuclear de Zaporiyia operará bajo supervisión del OIEA, repartiendo la electricidad al 50 por ciento entre Rusia y Ucrania.
-Elecciones inmediatas: Ucrania deberá celebrar elecciones en un plazo de 100 días.
-Amnistía total: Se aplicará un «borrón y cuenta nueva» legal para todos los actores del conflicto.
-Desnazificación y cultura: Se prohíbe toda ideología y actividad nazi. Ucrania deberá adoptar normas de la Unión Europea sobre tolerancia religiosa y protección de minorías lingüísticas (rusoparlantes).
-Intercambio humanitario: Canje de prisioneros bajo la fórmula «todos por todos» y retorno de niños y civiles desplazados.
El plan se presenta como un intento pragmático de reactivar la diplomacia, pero sus condiciones dejan abierta la incógnita sobre si estamos ante una paz real o ante la legitimación de la fuerza. Con elecciones forzadas en 100 días y una cesión territorial masiva, Ucrania se enfrenta a la decisión más difícil de su historia: preservar una dignidad nacional hecha trizas o perder a su único aliado capaz de garantizar su supervivencia.