El triunfo de Jeannette Jara en la primaria que reunió a las fuerzas de izquierda y centroizquierda fue una bocanada de aire fresco para nuestro sector político. Ahora viene lo más difícil: ganar la elección presidencial y alcanzar una mayoría parlamentaria que permita cumplir los compromisos adquiridos.
Pierina Ferretti Fernández. Directora Ejecutiva de la Fundación Nodo XXI. El triunfo de Jeannette Jara en la primaria que reunió a las fuerzas de izquierda y centroizquierda fue una bocanada de aire fresco para nuestro sector político. No eran pocos quienes daban por perdida la elección de noviembre hasta que el llamado “fenómeno Jara” volvió a encender la chispa de la esperanza incluso más allá de las fronteras de la alianza de gobierno.
Sin embargo, lo sabemos, ahora viene lo más difícil: ganar la elección presidencial y alcanzar una mayoría parlamentaria que permita cumplir los compromisos adquiridos. Eso significa convocar a un Chile que por primera vez tendrá presidenciales y parlamentarias con voto obligatorio, condición que cambia radicalmente las proporciones del desafío. Un solo dato para graficarlo. Si el Presidente Boric fue electo con 4,6 millones de votos, nuestra candidata deberá reunir cerca de 8. Los altos niveles de participación electoral nos imponen un ejercicio que nunca debimos desatender: convocar a todo el país, en su heteróclita diversidad y, sobre todo, a los sectores populares, que conforman la enorme mayoría de quienes antes se abstenían de votar y que ahora lo hacen empujados por la obligatoriedad.
De acuerdo con el estudio “Ganar sin perder. Sobre el pragmatismo político de las y los nuevos votantes de sectores populares en Chile” desarrollado por la Fundación Nodo XXI, estos millones de votantes “obligados” no se identifican ni partidariamente ni en el eje izquierda-derecha y sienten una distancia enorme, que a veces llega al rechazo, con la política institucional de cualquier signo. Sin embargo, al mismo tiempo, demandan que la política dé solución a sus problemas y valoran a quienes demuestran concretamente que son capaces de hacerlo. El estudio muestra también, y no es una novedad, que los sectores populares están preocupados por la economía (vivienda, costo de la vida), por el trabajo (sueldos, desempleo), por el orden (migración, delincuencia, crisis de autoridad), al mismo tiempo que por las y los ancianos, los niños, niñas y adolescentes, la educación y la salud (sobre todo por las listas de espera).
Tenemos que mirar de frente a ese Chile realmente existente, con sus anhelos y temores, con su distancia de la política y sus exigencias de soluciones. Ese Chile que demanda orden y cambio, libertad individual y seguridad social. Las izquierdas no siempre hemos sabido entender las señales, pero hoy tenemos todo un Chile por delante. El desafío es enorme y no podemos fallar.