Para la historia latinoamericana, además de ser uno de los fundadores de la Agencia Prensa Latina, Walsh fue también el periodista y militante intransigente con la dictadura castrense existente en Argentina, que tras regresar a su país la enfrentó en Buenos Aires y murió en combate con los militares que intentaban secuestrarlo.
Pedro Rioseco López-Trigo. “Granma”. La Habana. 13/01/2023. El argentino Rodolfo Walsh Gil pasaría a la historia cubana como el periodista de Prensa Latina que logró descifrar los mensajes secretos de Estados Unidos para invadir a Cuba por Playa Girón, y quien disfrazado de misionero religioso comprobó la existencia de sus campos de entrenamiento en Guatemala.
Pero, para la historia latinoamericana, además de ser uno de los fundadores de la Agencia Prensa Latina, Walsh fue también el periodista y militante intransigente con la dictadura castrense existente en Argentina, que tras regresar a su país la enfrentó en Buenos Aires y murió en combate con los militares que intentaban secuestrarlo. Su cuerpo nunca fue encontrado.
Rodolfo Walsh nació un 9 de enero de 1927 en Pueblo Nuevo, provincia argentina de Río Negro, hijo de Miguel Esteban Walsh y Dora Gill, ambos de ascendencia irlandesa. A los 17 años comenzó a trabajar en la Editorial Hachette como traductor y corrector de pruebas, y a los 20, comenzó a publicar sus primeros textos periodísticos. En 1950, conoció a Elina Tejerina en la Facultad de Filosofía y Letras, quien fue la madre de sus dos hijas. La Plata fue el lugar que eligieron para vivir y criar a María Victoria y Patricia. En 1953 publicó su primer libro, “Variaciones en rojo”.
Su vida es un claro ejemplo de evolución política y humana. Ese cambio comenzó a producirse en su interior en el momento en que escribía “Operación Masacre”. En 1958, siguiendo esa línea de trabajo, publicó las 32 notas que dieron vida a “Caso Satanowsky”, donde revela el funcionamiento de los servicios de Inteligencia militar y su conexión con la gran prensa argentina.
A mediados de 1959, acompañado de Pompeé Blanchard, su compañera entonces, emigró a Cuba, donde permaneció dos años. Allí participó de la fundación de la agencia de noticias Prensa Latina junto a su coterráneo Jorge Ricardo Masetti, en “la primera agencia latinoamericana que consigue inquietar a los monopolios yanquis”.
En PL fue el primer jefe de Servicios Especiales de la oficina central de La Habana. Allí, poco a poco, va descubriendo al mundo la realidad latinoamericana y exponiendo cada vez mejor al imperialismo actuante en ella y a sus agentes internos y externos.
Fue en esa época que el periodista Walsh, con su forma de andar, hablar y calma característicos, disfrazado de sacerdote vendedor de biblias, logró entrar en los campamentos creados por Estados Unidos en Guatemala para entrenar los mercenarios, confirmando así los preparativos de invasión a Cuba.
Luego de derrotada en Cuba la invasión mercenaria, ese mismo año regresa Walsh a Argentina, donde siempre fue un fiel defensor de la experiencia revolucionaria cubana y con la cual seguiría colaborando a través de PL.
Por esos años ya tiene un perfil intelectual más definido y, entre todos los oficios, decide que el de escritor es el que más le satisface. De ese periodo son sus obras de teatro “La Batalla”, y “La Granada”. Publica “Los oficios terrestres” (1966), donde incluye el cuento “Esa mujer”, uno de los más importantes de la literatura argentina, y publica “Un kilo de oro”. Ya es un cuentista consagrado y algunos críticos en la región lo consideran superior a Jorge Luis Borges.
En 1967 se produce un quiebre en su vida de escritor que él mismo resume con las siguientes palabras: “es imposible en la Argentina hacer literatura desvinculada de la política” y su evolución política lo va adentrando cada vez más profundamente en el campo nacional.
En 1970 milita en el Peronismo de Base, hasta que en 1973, durante la funesta etapa dictatorial en su país, decide unirse a las organizaciones guerrilleras peronistas FAP (Fuerzas Armadas Peronistas) y a la organización político-militar peronista Montoneros. En esos años, enseñó periodismo en villas miseria en la periferia de Buenos Aires y editó el Semanario Villero. Fue pionero de novelas testimoniales como “Operación Masacre”, considerada la primera novela de no ficción, y de “¿Quién mató a Rosendo?”
Tras el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, organiza en Argentina Ancla (Agencia de Noticias Clandestina), y poco más tarde Cadena Informativa, con las cuales mantuvo abiertos canales informativos alternativos para apoyar una más efectiva resistencia popular frente a la dictadura.
En los Montoneros ingresa con el grado de oficial segundo y el alias de Esteban. Integra el equipo que funda el rotativo Diario de Noticias, órgano de prensa que presentaba los puntos de vista de su organización del cual se convierte en redactor. Escribe entonces “Historia de la guerra sucia en la Argentina”, desgarradora síntesis de lo que sucedía en el país.
El 29 de septiembre de 1976, muere en un enfrentamiento su hija mayor Vicky, también militante peronista montonera, de 26 años y madre de una niña.
La vida de Rodolfo va llegando a su fin, acelerada por los errores que él denuncia de su organización, penetrada por dobles agentes de los servicios de Inteligencia argentinos y la embajada estadounidense, pero no es escuchado y muere fiel a sus ideas. El 25 de marzo de 1977, dos meses después de cumplir 50 años, cayó en combate con la misma determinación con que vivió.
Como legado dejó lo que el también fundador de Prensa Latina, Gabriel García Márquez, llamó La Universal, una carta abierta de un escritor a la Junta Militar argentina donde denunciaba los métodos y objetivos de la dictadura militar, el horror de las desapariciones y campos de tortura y exterminio, y la entrega del país por el Gobierno y la oligarquía a los poderes financieros internacionales, un testimonio de la brillantez, nivel de compromiso político y calidad periodística de quien fuera un gran escritor, pero más aún un gran revolucionario.