Por tercera vez el ex líder sindical llegó a la primera magistratura brasileña y enfrenta tareas no menores a las cuales se refirió al tomar posesión en el Congreso en Brasilia.
01/01/2023. Brasilia. Luiz Inacio Lula da Silva fue investido este domingo por tercera vez presidente de Brasil, en una ceremonia en el Congreso marcada por la ausencia de su predecesor, el ultraderechista Jair Bolsonaro, quien decidió irse a Estados Unidos (EU). Hace dos décadas Lula da Silva, de 77 años, asumió por primera vez la presidencia y ahora nuevamente fue proclamado Presidente junto al vicepresidente, Geraldo Alckmin.
Da Silva se comprometió este domingo a “reconstruir el país junto al pueblo brasileño”. En su discurso de toma de posesión dijo que “el diagnóstico que recibimos del Gobierno de transición es desastroso. Vaciaron los recursos de salud, desmontaron la educación, la cultura, la ciencia y la tecnología, destruyeron la protección del medio ambiente”.
El nuevo mandatario denunció que en el Gobierno de extrema derecha de Bolsonaro “los recursos del país fueron saqueados para satisfacer la codicia de los rentistas y accionistas privados de las empresas públicas”.
“Prometo mantener, defender y cumplir la Constitución, observar las leyes, promover el bien general del pueblo brasileño, sustentar la unión, la integridad y la independencia de Brasil”, declaró el nuevo gobernante, quien hace cuatro estaba en prisión condenado por supuesta corrupción en unos juicios luego anulados por la Corte Suprema, y luego fue liberado y recuperó todos sus derechos ciudadanos y civiles, en medio de fuertes cuestionamientos a lo que fue su proceso judicial.
El líder brasileño dijo que asumía un país en “terribles ruinas” con una situación de “desastre” social y económico. Añadió que el diagnóstico que recibió de los encargados de la transición con el gobierno anterior “es espantoso”. “Hubo una destrucción del Estado en nombre de supuestas libertades individuales”, aseguró Da Silva.
El entrante mandatario indicó que revocará los “decretos criminales” de Bolsonaro que relajaron las normas sobre el control de armas, y hará que su administración rinda cuentas por su negacionismo frente a la pandemia de covid-19. “No traemos ningún espíritu de venganza contra los que buscaron subyugar a la nación a sus designios personales e ideológicos, pero vamos a garantizar el estado de derecho”.
Añadió que quienes “erraron responderán por sus errores, con amplios derechos para su defensa dentro del proceso jurídico debido”.
El Presidente declaró que “hoy, le estamos diciendo al mundo que Brasil está de vuelta, que Brasil es demasiado grande para ser relegado a este triste papel de paria en el mundo”.
En su primer discurso como jefe de Estado de Brasil, Lula da Silva resaltó la democracia como el valor que primó en su triunfo: “A lo largo de esta campaña electoral vi brillar la esperanza en los ojos de un pueblo que sufría, como consecuencia de la destrucción de políticas públicas que promovían la ciudadanía, los derechos esenciales, la salud y la educación”.
“Se demostró que sí era posible gobernar este país con la más amplia participación social, incluyendo a los trabajadores y a los más pobres en el presupuesto y en las decisiones de gobierno”, afirmó Lula.
“Se ha demostrado que un representante de la clase trabajadora sí podría dialogar con la sociedad para promover el crecimiento económico de forma sostenible y en beneficio de todos, especialmente de los más necesitados”, agregó.
El mandatario prometió ayudar a los que más lo necesitan: “Ninguna nación se ha levantado ni puede levantarse sobre la miseria de su pueblo. Este compromiso empieza por garantizar un Programa Bolsa Família renovado, más fuerte y más justo para atender a los que más lo necesitan”.
Adelantó que las primeras acciones del Gobierno tendrán como objetivo “rescatar a 33 millones de personas del hambre y rescatar de la pobreza a más de 100 millones de brasileños que han soportado la carga más pesada del proyecto de destrucción nacional que hoy termina”.
El Presidente Lula Da Silva tendrá desafíos inmediatos mayores a los que enfrentó en sus otras dos presidencias, que dejó con una inusual popularidad del 87%. Unos 30 millones de los 215 millones de brasileños pasan hambre y la economía a duras penas logra recuperarse tras el golpe de la pandemia del Covid-19, extensión de delitos y el crimen organizado, déficit en salud, deficientes salarios y escasa inversión pública. Da Silva estará al frente de Brasil hasta el 2027.
Boric
La ceremonia de toma de posesión se inició con un minuto de silencio en recuerdo del notable futbolista Edson Arantes Do Nascimientos, Pelé, y del Papa Benedicto XVI, ambos fallecidos esta semana. Lula llegó al Congreso de Brasil, en la capital, en el tradicional Rolls Royce negro descapotable junto a la primera dama Rosangela da Silva, “Janja”, ante los vítores de sus seguidores, algunos de ellos con lágrimas en los ojos, constató la agencia informativa AFP. Bolsonario, al irse a EU, rompió la tradición democrática de traspasar la banda presidencial, en esos gestos conocidos de los dirigentes ultraderechistas. Estuvieron en la ceremonia los presidentes de Chile, Argentina, Colombia, Ecuador, Paraguay, Honduras y Uruguay, el Rey de España, Felipe VI, y el vicepresidente de China, Wang Qishan. La Casa Blanca envió a la secretaria de Interior, Deb Haaland, la primera indígena en integrar un gabinete en Estados Unidos y dura crítica de Bolsonaro.
El Presidente de Chile, Gabriel Boric, participó en la ceremonia de toma de posesión del Presidente Luiz Inacio Lula Da Silva, y en su visita a Brasil, fue acompañado por las ministras de Relaciones Exteriores, Antonia Urrejola, y la ministra vocera de La Moneda, Camila Vallejo.
En declaraciones en Brasilia, el mandatario chileno expresó que “es histórico, un momento de mucha esperanza para América Latina, ver además la resiliencia de Lula, del movimiento de los trabajadores, la amplia alianza que logró para lograr esta victoria en verdad es un aprendizaje para todos hay desafíos muy comunes”.