Prensa de izquierda, la batalla cultural y un camino desafiante

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Hay un desafío intelectual y material en el ámbito de las comunicaciones, del periodismo y de los medios. Es un tema sensible/gravitante, no acabado, más bien deficitario y con gigantescos retos. El asunto es cómo se va más allá del diagnóstico y se implementan respuestas.

Hugo Guzmán R. Periodista. Santiago. 1/2025. El reciente debate/reflexión sobre la “batalla cultural” instalado por académicos, columnistas y dirigentes conservadores volvió, desde una perspectiva de izquierda, incluso recabarrenista y gramsciana, a relevar la consideración de la batalla de las ideas, de la lucha ideológica.

Un debate que se produce en medio de estudios, discusiones y proyecciones de fenómenos contemporáneos como la desinformación/noticias falsas, la Inteligencia Artificial, el rol de las redes sociales (RRSS), el destino de medios en formatos tradicionales, las plataformas digitales, la distribución publicitaria, el esquema de propiedad de los medios de comunicación, la maquinaria de rumores, entre otros factores tan apasionantes como decidores.

En el centro está el pueblo, los definidos como usuarios/consumidores, o considerados sujetos conscientes/ilustrados.

Finalmente, receptores de los relatos, narrativas, informaciones, percepciones, falsedades, veracidades, conocimientos, ignorancias, rumores, donde un eje podría ser cómo y para qué se llama la atención desde la diversidad de medios y plataformas.

Como sea, y de eso se preocupan representantes de los conservadores, a través de las comunicaciones se juega la batalla cultural, la concepción de sociedad, la idea del relacionamiento humano, el modelo de desarrollo, el ideario social/comunitario.

Para la izquierda todo esto constituye hoy un desafío intelectual y material en el ámbito de las comunicaciones, del periodismo y de los medios.

Se trata de asimilar la realidad contemporánea, sujetándose a elaboraciones pretéritas que pueden reforzar argumentos y acciones presentes y futuras, y buscando respuestas actualizadas.

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Antonio Maillo y Francisco Sierra en un artículo en Diario.es, Ignacio Ramonet en una columna en Le Monde Diplomatique y Pablo Iglesias de Canal Red en una Clase Magistral en Ciudad de México, abordaron recientemente temáticas relacionadas con las comunicaciones y las respuestas desde la izquierda o sectores transformadores/alternativos, dando cuenta de situaciones coyunturales pero con impacto de mediano y largo plazo, en materia de comunicaciones, con una perspectiva de izquierda.

No dejaron de plantear la táctica-estrategia y métodos desde los sectores/medios conservadores con la retórica de la mentira y las noticias falsas como argumento, la sistematización de percepciones para definir lo verosímil o no, el uso de relatos diseñados en función de apelar a sentimientos/distorsiones y de imponer códigos culturales, el entrar de frente a la batalla cultural y controlar las narrativas, con el ingrediente nada menor de controlar la propiedad de los medios, de las plataformas, de los instrumentos digitales, sobre todo de alcance masivo donde, como lo dijo Iglesias, la prioridad no es hacer necesariamente un gran negocio, sino controlar la mediación entre el poder y la ciudadanía.

En esos artículos se describe la utilidad e instalación de los GAFAM, del MAGA de Donald Trump, de X y META, y el rol que juegan personajes como Elon Musk, Mark Zuckerberg y Jeff Bezos.

Al mismo tiempo, Maillo, Sierra, Ramonet e Iglesias plantean la necesidad de que desde el campo alternativo, social, ciudadano, democrático, progresista, de izquierda, surjan respuestas y caminos para encarar esas arremetidas conservadoras, aunque sea en desnivel y desventaja, pero haciendo todo por incidir cada vez más en el pueblo, en la ciudadanía, en los relatos de ilustración/conocimientos, en los estados de ánimo, en la batalla cultural/ideológica, en la información y el acercamiento a los procesos sociales, políticos, económicos, culturales e internacionales.

Ramonet llega a apuntar a aplicar un boomerang al eslogan que impone Trump, e Iglesias insta a que la izquierda entienda mejor el papel de los medios y que comprenda la necesidad de alterar la correlación mediática de fuerzas.

Es que en todo el mundo y en todas las izquierdas está latente el diagnóstico respecto a los sistemas mediales dominantes, el desarrollo/aparición de nuevas tecnologías y plataformas, y cómo asumir la tarea de las comunicaciones -de nichos y masivas- con buenos niveles de alcance/incidencia, también considerando su aporte a la educación y el conocimiento.

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En el caso de la izquierda en Chile, este es un tema sensible/gravitante, no acabado, más bien deficitario y con gigantescos retos.

Es repetitivo mencionar el carácter privado, trasnacional, hegemónico, monopólico, conservador, uniforme, del sistema medial chileno, el déficit de medios públicos (hay uno sólo, marcando un record a nivel mundial), las insuficiencias en la diversidad medial y el papel decisivo que juegan en la existencia de medios grandes, consorcios financieros nativos y extranjeros.

A eso se agrega una constante de queja/denuncia desde la izquierda sobre el rol “de los medios de derecha”, la falta de compromiso del Estado con la diversidad medial, la prevalencia de prensa con línea editorial conservadora y agendas comunicacionales proclives a los sectores conservadores y de poderes fácticos.

Pero esa es una realidad que perdurará y podría acentuarse (incluso con poderes financieros y políticos haciendo uso de las nuevas tecnologías y plataformas) porque, al final del día, los conservadores hacen su trabajo y no tienen por qué desistir de sus planes.

Además, están las nuevas complejidades, en ocasiones inimaginables, de grandes consorcios de las comunicaciones usando plataformas digitales irradiando narrativas tan atractivas como peligrosas para enormes capas sociales y generacionales, con fines culturales y comerciales.

El asunto, desde una perspectiva de la izquierda y sectores transformadores, es cómo se supera y se va más allá del diagnóstico en materia comunicacional y de prensa.

Cómo no quedarse pegados en diagnósticos/caracterizaciones y trabajar  capacidades/voluntades múltiples para desarrollar gestión y producción que fortalezca/potencie una comunicación, un periodismo y medios de contenido popular, transformador, veraz, crítico, creativo, contrahegemónico.

Cómo las fuerzas orgánicas de la izquierda superan la etapa de la queja/diagnóstico, superan la retórica, y asumen compromisos materiales, políticos, ideológicos y profesionales para el desarrollo de sus comunicaciones propias, sus medios soberanos, sus plataformas independientes y toda aquella herramienta que sea útil para la batalla cultural, la batalla de las ideas y la difusión del ideario transformador.

En aquello, tener una visión de los de abajo, de la base, y no elitista, es decir, que se puedan conocer realidades, idearios y sucesos de sectores populares, comunitarios, regionales, sectoriales.

Para encontrar una matriz en todo esto, sirve ir a un tiempo atrás donde se encuentra un referente vigente por su ideario y su sentido práctico. Luis Emilio Recabarren sostuvo tesis que apuntaban a desarrollar prensa popular y alternativa, como un contrapunto (algo de sentido común) al desarrollo de prensa empresarial, oligárquica y conservadora, con la idea de contar con prensa propia.

No se quedó en eso. Sostuvo que las fuerzas orgánicas sociales y de izquierda, básicamente los sindicatos y los partidos, debían asumir la tarea de proporcionar los recursos financieros, materiales y profesionales para el desarrollo de la prensa propia.

Por eso resulta extraño/contradictorio que desde el campo de la izquierda haya quienes señalen que lo importante es “ganar espacios” en los medios hegemónicos, más que desarrollar medios propios, y sostengan tesis de mercado como que los medios populares “se deben autofinanciar” o deban depender de criterios de mercado.

Pero lo crucial es que desde inicios del siglo pasado en Chile y en el mundo se comprendió/atendió la necesidad de que las fuerzas transformadoras y populares contaran con sus propios medios y no supeditarse a las condiciones de los medios convencionales/conservadores.

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Claro que asumir un desafío comunicacional desde la izquierda requiere antes que nada de convicción. Sin ella, el andar está abortado desde el inicio.

Porque hoy es constatable que en el campo de la izquierda surgen concepciones socialdemócratas, neoliberales, de mercado, posmodernistas, distractoras, individualistas que apuntan -a veces con complejo- a meterse en el ámbito/criterio cultural y comunicacional conservador y hegemónico, desechando el desarrollo de capacidades propias y volviendo la espalda a tesis recabarrenistas.

Algunas/algunos privilegian un nota en un medio hegemónico a contar con un medio propio; usan las RRSS y plataformas digitales para posicionamientos individuales y se restan del esfuerzo colectivo; no muestran interés en contribuir a los medios sociales o partidarios; actúan con complejo y llegan a negar insumos informativos a los medios populares, pero corren a buscar espacios en los medios conservadores; niegan el apoyo financiero y de recursos materiales para medios populares y partidarios, invierten en proyectos personales, en apuestas mediáticas puntuales e incluso de prensa liberal.

En el campo de la izquierda hay cierta ausencia del análisis/debate profundo de las comunicaciones, sobre todo en la búsqueda de respuestas contrahegemónicas y antisistémicas, se instalan prejuicios sobre la prensa partidaria (no en pocas ocasiones con argumentos esgrimidos por los conservadores), se tienen miradas parciales y se llega a tener posiciones a partir de criterios sectarios o dominados por aprensiones políticas particulares y encapsuladas en pequeños grupos o corrientes.

Un punto que se constata es desechar tesis recabarrenistas, o de autores históricos o contemporáneos que diseñaron/argumentaron sobre la necesidad de una prensa y medios de comunicación (en todas las plataformas y formatos conocidos) de izquierda, populares, sociales, comunitarios y públicos. Una línea que Salvador Allende definió como “la prensa de trinchera”, en el sentido de un periodismo comprometido con el ideario transformador y popular.

La convicción, como lo señaló Recabarren, debe ir acompañada de la acción. Con la cuota de esfuerzo, compromiso y profesionalismo que permita el desarrollo de una prensa transformadora, popular, alternativa que contribuya a modificar/alterar el sistema medial hegemónico. Lo demás es música…o sumarse a la orquesta dominante y buscar un pequeño rincón donde emitir algunos mensajes.

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Es lógico plantearse que el desarrollo de prensa propia de la izquierda no riñe para nada con dar cuenta de los avances tecnológicos, de las nuevas plataformas, de las herramientas modernas, del nuevo tipo de relatos y formatos discursivos, del uso de imágenes, símbolos y gráficas.

De eso dan cuenta experiencias notables en muchos países latinoamericanos, europeos y asiáticos, con el desarrollo de medios que usan las nuevas plataformas, potencian RRSS y acceden a tecnologías para la emisión de todo tipo de mensajes.

Claro que asumiendo la batalla cultural, la batalla de las ideas, valdría la pena no desechar todos los formatos, sino complementarlos.

El buen impacto de un programa televisivo por YouTube puede armonizarse con la edición de un medio impreso. El uso de RRSS no tiene porqué ser contradictorio con la existencia de publicaciones teóricas/ideológicas.

Valga decir que en Chile, por ejemplo, en los últimos cinco años surgieron publicaciones ideológicas impresas y en portales Web, medios en la Web, impresos y continuidad de impresos, pertenecientes a centros de estudio conservadores y de la derecha orgánica, de grupos empresariales, de consorcios financieros y de segmentos de poderes fácticos. Como se ha repetido, ellos saben de qué va el cuento.

Es necesario tener presente que el tema de los recursos financieros y materiales es clave y requiere de tres factores determinantes: buena gestión, apoyo de orgánicas sociales y políticas, y respaldo de la gente, de los receptores. Adicionalmente, y de acuerdo a las características de los medios, se puede considerar la asignación de recursos desde el Estado a través de subsidios, avisajes o proyectos.

Hay modalidades que dependerán de la creatividad, de esfuerzos mancomunados y de respuestas como lo planteado por Ignacio Ramonet en cuanto a crear “un ejército de redes” desde los sectores populares y de izquierda para superar la falta de financiamiento en RRSS; si no se tiene dinero, se tienen ciudadanos o militantes.

Buscar la manera de que, por ejemplo, los gobiernos progresistas y de izquierda entreguen insumos informativos a los medios sociales, comunitarios y de izquierda, los potencien con una consideración profesional. Recurrir a fórmulas como “las mañaneras” de Andrés Manuel López Obrador y ahora Claudia Sheinbaum o lo que fue la Operación Verdad que implementó el Presidente Salvador Allende para dar a conocer el programa y las acciones del Gobierno de la Unidad Popular, convocando a la prensa de todo el arco ideológico, nacional e internacional.

Hay gobiernos de izquierda y progresistas, en Latinoamérica y Europa, que han implementado políticas comunicacionales y trabajo de prensa distanciado de formatos tradicionales y hegemónicos, potenciando medios propios y públicos, otorgando insumos e importancia a medios sociales, comunitarios y de izquierda, creando espacios novedosos de contacto comunicacional con la población, buscando cambios legislativos y enfrentando sin complejos a los poderes comunicacionales conservadores y fácticos.

En definitiva, está abierto el desafío a desarrollar unas comunicaciones, un periodismo, de corte popular, alternativo, social, soberano, contrahegemónico que actúe con veracidad, creatividad, sentido crítico, robustez y profesionalismo.