El tiempo vuela y vuela
Una a una vuelan las generaciones
se apean y cabalgan en sus vientos y en sus oasis, en sus grandezas y flaquezas.
Son hijos de las virtudes y de los pecados
Alvaro Peralta Artigas. Escritor. Santiago. 7&6/2024. Los oráculos no tienen tiempo. Tampoco la predestinación.
El tiempo vuela y vuela
Una a una vuelan las generaciones
se apean y cabalgan en sus vientos y en sus oasis, en sus grandezas y flaquezas.
Son hijos de las virtudes y de los pecados
Ahí se va fraguando la cultura y los modos, las miradas y los gustos.
Generaciones maravillosas.
Cada una con sus amores y sus soledades. Con su padres y madres,
maravillosos soles y lunas, oscuridades y amaneceres.
Ahí están, ahí laten. Son el camino y el vacío, la caricia, el cariño y el más cariño. La emoción pura. Amando como nadie.
Preámbulo a esa osadía, palabras y ojo, imperfectos,
rondando entre ilusión de frágil empuñadura, apática a lo geométrico, a sus incómodas aristas
Sus coreógrafos transformándolas, el yoga asistiéndolas
embobinando miradas, cuerpos, amores, libertades sin certezas, a veces intuición, otras, palabras que maduras y crecen en gesto y mirada haciendo la diferencia.
Años de privilegio acunando a esa generación de los sesenta.
La ciencia elevándola a los cielos. Pisadas del hombre en la luna. Raíz de revolución en comunicaciones. La televisión asomándose a la cultura. Acercando la imagen al ojo. La píldora haciendo lo suyo, en dignidad alojándose en las mujeres. El ritmo del rock and roll desordenando las cinturas. Liberándolas de pesados fardos de prejuicios.
El amor posesionándose de los cuerpos.