Militante comunista, colocolino de toda la vida, destacado traumatólogo, médico de la selección chilena y de varios clubes de fútbol, trabajó en la clandestinidad contra la dictadura y atendió a luchadores antidictatoriales.
Equipo “El Siglo”. Santiago. 01/06/2022. Enorme pesar causó en distintos ámbitos el fallecimiento del doctor Álvaro Reyes Bazán, destacado traumatólogo, médico cirujano, ex dirigente del Colegio Médico, militante del Partido Comunista, y médico especialista de la Selección Chilena y de varios clubes de fútbol.
Reyes murió a los 94 años, en una vida dedicada a la medicina, al deporte, y a la lucha por la democracia, que le costó cárcel y tortura a manos de los militares después del golpe de Estado de 1973. También fue reconocida su labor en defensa de los derechos humanos durante décadas.
“Hoy las banderas se inclinan para despedir a quien fuera un imprescindible luchador y defensor de la democracia y los DDHH por la dignidad de nuestro pueblo”, indicó un mensaje desde el Partido Comunista. Se recordaron las palabras del doctor cuando afirmó: “Por mis principios y mis ideas decidí ayudar a luchar contra la dictadura”. Reyes ingresó al PC en 1954.
Fue un hombre querido y respetado en el fútbol chileno, entre sus colegas médicos, en el PC y entre quienes se han dedicado a la promoción de los derechos humanos en el país.
Dedicación en el mundo del fútbol
Álvaro Reyes comenzó a trabajar en el mundo futbolístico en 1959 y además de ser médico de la Selección Chilena, trabajó profesionalmente en los clubes Colo-Colo -uno de sus amores de la vida-, Universidad de Chile, Ferrobádminton, Unión Española y Everton.
Desde la Selección Chilena se dijo por redes sociales: “Dr. Álvaro Reyes, muchas gracias por toda una vida dedicada a la medicina y al fútbol. Las selecciones nacionales lo recordarán por siempre por toda su entrega, vocación y profesionalismo”.
“Querido doctor y amigo Álvaro Reyes Bazán, hombre íntegro, solidario y de gran corazón, me da mucha tristeza saber que has partido. Tu legado en el fútbol quedará intacto en todos aquellos que tuvimos la suerte de compartir contigo”, escribió en redes sociales Carlos Caszely, antiguo jugador de Colo-Colo. Él, junto a Leonardo “Pollo” Véliz, pasaron a verlo a la cárcel, cuando estaba detenido por los militares golpistas, antes de partir a un viaje del seleccionado chileno, y siempre lo tuvieron presente como un hombre íntegro y un gran profesional que ayudó y atendió a muchos jugadores. La clínica en el Estadio Monumental, de Colo-Colo, lleva el nombre de Álvaro Reyes Bazán.
Allende y La Payita
Al doctor Reyes le tocó atender al Presidente Salvador Allende, en La Moneda, por una dolencia en una rodilla. Luego, en las horas del golpe de Estado, en la Posta Central recibió a Miria Contreras, La Payita, secretaria del mandatario, la enyesó y posibilitó que se trasladara a una casa, evadiendo a los militares que la buscaban.
Hace un tiempo, el militante comunista y traumatólogo, recordó: “Cuando fui a verlo, a La Moneda, fue porque él llamó a la Posta Central para decir que le mandaran un médico porque se había torcido una rodilla. Y el médico jefe me llamó a mí y me dijo: ‘Anda tú a ver’”. De Allende dijo que era “un hombre de una tremenda personalidad, muy sencillo, muy corriente, pero se notaba su peso intelectual y su personalidad, fuerte. Cuando llegamos a La Moneda, él había almorzado y sagradamente dormía una siesta de 20 a 30 minutos todos los días. Y no se podía hablar nada porque estaba durmiendo la siesta el compañero. Así que tuve que esperar a que se recuperara de la siesta para atenderlo. Y lo vi durmiendo… ¡si dormía en un sillón, en cualquier parte! No se retiraba para eso”.
Ser un hombre de ideas de izquierda y por los apoyos que dio desde el mismo día del golpe de Estado, le costó a Reyes Bazán la cárcel, la tortura y los apremios. Estuvo casi un año preso y dice que ser conocido sobre todo en el ambiente futbolístico, atendiendo a los seleccionados chilenos, y ser respetado como médico, fue lo que le salvó la vida.
“Me sometieron a interrogatorios y torturas. Me vendaron la vista, custodiado por dos conscriptos me llevaron al lugar de interrogatorio. Me preguntaron detalles de la Payita y gente de la UP de la Asistencia Pública”, narró en una ocasión. Contó que “fueron momentos muy duros, en una celda para dos que ocupábamos seis. Y nos turnábamos para dormir dos en unas banquetas y el resto en el suelo. Lo primero que me hicieron para debilitarme fue hacer flexiones de rodillas. No era un chiquillo, tenía 44 años, pero buen estado físico. Me hicieron hacer unas 100 flexiones. Al día siguiente no podía caminar. Me trataba de parar y se me doblaban las rodillas”.
Nunca quiso salir de Chile y en cuanto salió de la cárcel comenzó a trabajar en contra la dictadura, cumpliendo diversas tareas. Al mismo tiempo, desarrolló su actividad como traumatólogo, convirtiéndose en uno de los especialistas más destacados en el país.
Una de sus labores antidictatoriales las cumplió en la Clínica Chiloé, donde llegó a atender a militantes del Partido Comunista, la mayoría clandestinos, a combatientes del Frente Patriótico Manuel Rodríguez y a gente ligada a la lucha de resistencia y por los derechos humanos. Eso le costó, nuevamente, caer en manos de grupos represivos y estar preso. Pero siempre siguió adelante.
Contó que “teníamos convenio con la Vicaría de la Solidaridad y la gente llegaba y la atendíamos sin preguntar nada”, ahí en la Clínica Chiloé, que ya no existe. Una vez dijo que “siempre le digo a mi mujer que aún no sé cómo aún estoy vivo”.