“No ha habido gladiador que haya librado más combates ideológicos que los que libró Lenin”: Fidel

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“Quizás no haya página más hermosa que las páginas de aquella lucha de Lenin en defensa del pensamiento revolucionario”. “Lenin es de esos casos humanos realmente excepcionales. La simple lectura de su vida, de su historia y de su obra, el análisis más objetivo de la forma en que se desenvolvió su pensamiento y su actividad a lo largo de su vida, lo hacen en realidad ante los ojos de todos los humanos un hombre verdaderamente -repito- excepcional”. “Nadie como él, fue capaz de interpretar toda la profundidad y toda la esencia y todo el valor de la teoría marxista. Nadie como él, fue capaz de interpretar esa teoría y llevarla adelante hasta sus últimas consecuencias. Nadie como él, fue capaz de desarrollarla y de enriquecerla en la forma en que él lo hizo”. “Lenin fue desde el primer instante no solo un teórico de la política, un filósofo de la política, sino un hombre de acción, un hombre de práctica revolucionaria constante e incesante”.

La Habana. 22/4/1970. Extractos del discurso del Comandante en Jefe, Fidel Castro, pronunciado el 22 de abril de 1970 cuando se conmemoraron los cien años del nacimiento de Vladimir Ilich Lenin, el líder de la Revolución Rusa. Ahora que se cumplen, en 2025, 155 años del natalicio de Lenin, cobran vigencia teórica, política y emotiva las palabras del líder revolucionario cubano.

El nombre de Lenin es algo sumamente familiar para todos nosotros.

No vamos a hacer un panegírico de Lenin. No nos atreveríamos a hacer un panegírico de Lenin, porque siempre nos quedaría la preocupación de que las ideas no fuesen capaces de expresar todo lo que realmente la admiración encierra.

Estas muestras de simpatía hacia Lenin se diferencian de lo que suele tradicionalmente caracterizar a muchas fechas históricas, que se convierten a veces en algo tradicional, algo convencional. En esta ocasión, el conmemorar una fecha que es -sin duda- una fecha histórica de extraordinaria trascendencia, puesto que nació un día como hoy uno de los hombres más extraordinarios de la historia, pero extraordinario no solo por sus condiciones humanas, sus extraordinarias condiciones revolucionarias, sino también, o -mejor aún- fundamentalmente por la extraordinaria repercusión que su vida y su actividad han tenido y tendrán en el mundo. Es decir que conmemoramos una fecha de un profundo significado, y la hemos conmemorado como real y únicamente podíamos conmemorarla, es decir: con el sentimiento, con el corazón.

Lenin es de esos casos humanos realmente excepcionales. La simple lectura de su vida, de su historia y de su obra, el análisis más objetivo de la forma en que se desenvolvió su pensamiento y su actividad a lo largo de su vida, lo hacen en realidad ante los ojos de todos los humanos un hombre verdaderamente -repito- excepcional.

Tuvo un maestro, que fue el fundador del marxismo. Dos maestros, sería mejor expresar: Carlos Marx y Federico Engels.

Nadie como él, fue capaz de interpretar toda la profundidad y toda la esencia y todo el valor de la teoría marxista. Nadie como él, fue capaz de interpretar esa teoría y llevarla adelante hasta sus últimas consecuencias. Nadie como él, fue capaz de desarrollarla y de enriquecerla en la forma en que él lo hizo.

Cuando Lenin era apenas un niño, ya figuraban en la historia de las doctrinas revolucionarias y en la historia del marxismo una serie de lumbreras filosóficas y políticas, una serie de famosísimos intérpretes de las doctrinas de Marx; cuando prácticamente nadie había oído mencionar el nombre de Lenin. Muchas de aquellas lumbreras que de una manera o de otra trataron de explicar, divulgar, desarrollar y aplicar las teorías de Marx, a lo largo de los años fueron opacadas por la figura y por la personalidad de Lenin en forma casi absoluta.

Porque Lenin fue desde el primer instante no solo un teórico de la política, un filósofo de la política, sino un hombre de acción, un hombre de práctica revolucionaria constante e incesante, y le correspondió desarrollar aquella doctrina y aplicar aquella doctrina en condiciones tan difíciles, que resulta verdaderamente imposible imaginársela en situaciones peores.

Lenin surge del seno de un país donde con relación al resto de Europa, como con relación a Inglaterra, Alemania, Francia, el desarrollo industrial, el desarrollo político, el desarrollo social, estaba muy atrás. Surge en el seno de un país donde la inmensa mayoría de la población era campesina y donde predominaban todavía condiciones absolutamente feudales, donde incluso cualquier dogmático del marxismo habría considerado que sería el último país de Europa o uno de los últimos en llevar a cabo la revolución marxista.

Y es precisamente en el seno de ese país, en el seno del imperio de los zares, donde surge este hombre genial, verdaderamente genial, y desarrolla allí y aplica allí, con un sentido extraordinariamente creador, la doctrina marxista.

Cuando las lumbreras del pensamiento revolucionario de Europa no tomaban para nada en cuenta a los revolucionarios rusos, cuando miraban con cierto desdén incluso a aquellos revolucionarios, cuando muchos de ellos no se habrían ni siquiera dignado a tomar en cuenta para nada el pensamiento de Lenin e incluso la posibilidad de una revolución marxista en aquella Rusia de los zares, emprendía Lenin su largo peregrinar, su largo y prolongado combate por llevar adelante la revolución marxista en las condiciones de aquel país.

Lenin es fundador de en aquel entonces la llamada Social Democracia rusa, que después es el Partido Bolchevique y después es el Partido Comunista de la Unión Soviética. Lenin empieza a poner prácticamente desde la primera piedra de esa organización, de ese movimiento.

Pocas veces en ningún proceso -y tal vez nunca en un proceso político- un pensamiento, una mente, una inteligencia haya sido capaz de hacer un aporte tan grande. Y es que Lenin fue un infatigable investigador, un incansable trabajador. Y puede decirse que desde que tuvo conciencia política no descansó un solo instante a lo largo de su vida, no descansó un solo instante de investigar, de estudiar y de trabajar en el camino de la revolución.

No ha habido gladiador que haya librado más combates ideológicos que los que libró Lenin. Es asombrosa la cantidad de batallas en el campo ideológico libradas por él. Y su historia no es en este caso comparable con la historia de otros hombres que hicieron hechos extraordinarios como méritos personales.

En nuestra historia vieja, en la Historia Universal, nos hablaban mucho sobre todo de los grandes conquistadores, desde la antigüedad hasta siglos más recientes, y se narraban sus proezas, sus victorias. Y realmente, cuando la Humanidad tenga una forma de evaluar mucho más racional, cuando tenga una forma superior de apreciar los acontecimientos de la vida pasada de la humanidad, se oscurecerán aquellas figuras al lado de quien fue gladiador, batallador en otro campo de batalla; el que no fue conquistador, el que batalló en el campo de las ideas para crear, el que libró y ganó cientos de batallas difíciles en el campo de las ideas para liberar a la Humanidad.

Cuando se haga una evaluación superior de las personalidades -repito- de la historia, Lenin, junto con Marx, descollarán entre los hombres, los pensamientos, las inteligencias, las conductas que mayor trascendencia habrán tenido en la historia de la Humanidad.

Marx y Lenin constituyen precisamente esas dos personalidades humanas que marcarán el paso de la prehistoria a la historia de la Humanidad.

Al lado de ellos, las anteriores personalidades no serán personalidades históricas, sino personalidades prehistóricas.

Pero a Lenin le tocó la posibilidad no solo de desarrollar la teoría, sino encontró el campo de acción concreto y la oportunidad de llevarla a la práctica.

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Luchó, como decíamos, en circunstancias extraordinariamente difíciles. Batalló centenares de veces en defensa de la doctrina. Pero no como el apóstol que defiende un pensamiento místico, sino el científico que defiende una interpretación científica.

Defendió la doctrina de Marx frente a todas las mistificaciones, tergiversaciones y deformaciones. La defendió y demostró cuánta razón tenía. Los hechos históricos demostraron cómo todas aquellas corrientes contra las cuales combatió Lenin condujeron, en los distintos países de Europa, a la crisis del movimiento revolucionario, al fracaso del movimiento revolucionario, a la traición al movimiento revolucionario.

¡Con qué clarividencia combatió desde los primeros instantes las corrientes economistas, a los llamados marxistas legales, a los oportunistas, a los revisionistas!

Cómo fue Lenin en aquellos instantes dificilísimos del movimiento revolucionario, quizás el más crítico de todos, que es cuando tiene lugar la Primera Guerra Mundial y la mayor parte -prácticamente con la única excepción del movimiento de Lenin- de la Socialdemocracia, al conjuro del patrioterismo, en cada uno de sus países, y traicionando el primer deber internacionalista y el primer principio internacionalista, votó los créditos y marchó a enrolarse como carne de cañón al servicio de los intereses de los capitalistas y de los imperialistas.

Fue precisamente en esos instantes cuando Lenin se queda prácticamente como el único dirigente en el seno del movimiento revolucionario, el único que permanece fiel -junto con sus seguidores- a aquellos principios, y libra desde entonces una batalla ideológica -¡una de las tantas!- contra los que virtualmente habían traicionado al marxismo, habían abandonado los principios del internacionalismo proletario. Y fue en aquellos años difíciles, una vez más, defensor incomparable de aquellos principios y de aquella doctrina.

Lenin tiene que desarrollar su obra en la clandestinidad, en las prisiones, en los destierros, en las emigraciones. Tiene que llevar a cabo su batalla político-ideológica superando inmensos obstáculos de todo tipo para poder imprimir una hoja, un folleto, para poderlo distribuir a través de los inmensos espacios de aquel país, para poder vencer las innumerables dificultades derivadas de tener que trabajar y transitar en medio de países cuyos sistemas sociales precisamente se proponía cambiar.

Y quizás no haya página más hermosa que las páginas de aquella lucha de Lenin en defensa del pensamiento revolucionario.

Si se preguntara si fuera posible concebir un hombre más optimista, habría que decir que no; un hombre más tenaz, un hombre más audaz, habría que decir que no.

Porque cuando se acercaba la coyuntura histórica, el momento de tomar el poder, el momento de llevar a cabo la revolución, Lenin tuvo que librar durísimas batallas en el seno de su propio partido, tuvo que luchar tenazmente incluso contra el criterio de muchos de los que habían sido sus discípulos durante años.

Si se dijera o si se preguntara si hubo algún hombre más incomprendido que Lenin, habría que decir que no. Pero, en cambio, sí habría que decir que no hubo hombre más comprendido por el trabajador humilde, más comprendido por el obrero, más comprendido por las masas, que Lenin. Asombra la paradoja entre la enorme incomprensión que encontraba a su alrededor y la inmensa comprensión que encontró siempre en las masas, y que fueron factor decisivo en cada uno de los momentos más críticos y más difíciles de aquel proceso revolucionario: las condiciones en medio de las cuales Lenin defiende la tesis de la toma del poder y la oportunidad de hacerlo, apoyado por las masas del partido que él había forjado durante casi 20 años y por un puñado de los hombres, de los discípulos que fueron capaces de comprenderlo.

Y resulta lógico el gran número de vacilaciones, puesto que el criterio de tomar el poder en aquellas circunstancias cuando había todavía muchos puntos débiles en el movimiento, cuando incluso el Partido Bolchevique no tenía una mayoría en el seno del campesinado, que era la mayoría de la población de la antigua Rusia, cuando el país estaba totalmente arruinado por la guerra, cuando tendría que enfrentarse después a los países imperialistas que lógicamente tratarían de aplastar la revolución victoriosa. Era tan enorme el cúmulo de dificultades que resultaba lógico que muchos vacilaran.

Sin embargo -y esta es una prueba de la grandeza de Lenin, de su férrea voluntad, de su confianza en las masas, de su fe en los principios científicos de la doctrina marxista- no vaciló un instante en afrontar todas aquellas dificultades y todos aquellos riesgos.

Y algún día habrá que decir también que ningún hombre realizó jamás una proeza más difícil que la proeza que le correspondió realizar a Lenin al frente del Partido Bolchevique en las condiciones en que se llevó a cabo la primera revolución socialista.

Hay que decir que no solo ha sido Lenin uno de los hombres más creadores, más luchadores y más geniales, sino uno de los hombres más valientes, moralmente valiente. Valentía que demostró en pruebas dificilísimas, en decisiones dificilísimas, a lo largo de su vida y a lo largo del proceso revolucionario.

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Creemos sinceramente que estudiar la vida de Lenin, estudiar el pensamiento de Lenin, las doctrinas de Lenin y el ejemplo de Lenin constituyen no un homenaje sino una conveniencia, un beneficio para los pueblos.

El homenaje a Lenin se le puede brindar con el sentimiento.

Pero cuando se estudia su obra y su vida, cuando se estudia su pensamiento y su doctrina, los pueblos adquieren lo que pudiera llamarse un verdadero tesoro desde el punto de vista político.

Esos escritos, esas obras, son numerosos. Algunas son más circunstanciales, otras son de un valor perenne, de un valor duradero, de un valor eterno. Pero prácticamente no hay una sola palabra, un solo escrito de Lenin que no tenga un valor por sí mismo. Y creemos que debemos hacer un esfuerzo por continuar imprimiendo, divulgando y estudiando las obras de Lenin.

Eso nos permitirá comprender mucho mejor los procesos sociales, los procesos políticos, los procesos revolucionarios, los procesos internacionales.

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Cuando vemos los procesos que hoy se desarrollan en distintas partes del mundo, en mayor o en menor grado, nosotros siempre tenemos el criterio, primero, de que ignorar el marxismo y el leninismo constituye una enorme desventaja para cualquier revolucionario. Y puede parecer paradójico llamar revolucionarios a hombres que no sean marxista-leninistas. Y no hay tal paradoja. Llamemos al hombre que es inconforme con la sociedad en que vive, con la injusticia que prevalece por doquier, que quiere cambiar, que tiene el instinto, la vocación del luchador, el instinto, la vocación del revolucionario… Porque, ¿cuándo se llega a ser revolucionario? Se empieza siendo revolucionario un día y no se termina nunca de ser revolucionario. Porque cada día se enriquecen los conocimientos, las ideas, el espíritu; y nadie puede decir que era ayer más revolucionario que hoy ni que mañana sea menos revolucionario que hoy.

Es decir, hay hombres que quieren cambiar, que tienen muchas de las condiciones que hacen a un revolucionario, los deseos que hacen a un revolucionario; incluso hay hombres que comprenden algunos de los problemas de hoy: la miseria, el subdesarrollo, el retraso tecnológico. Algunos hombres empiezan a comprender el problema y toman conciencia de la explotación económica del imperialismo, tienen madera de revolucionarios, actúan como revolucionarios. Pero, sin embargo, aquellos que no conozcan el marxismo y el leninismo sin duda que tendrán una inmensa dificultad, una enorme desventaja. Porque lo que sí puede afirmarse -y nosotros tenemos el derecho de afirmarlo porque hemos vivido esta singular experiencia, y cada día hemos tratado de sacar alguna lección de esa experiencia de nuestro país-, sí puede decirse que solo hay una ciencia revolucionaria, que solo hay una ciencia política: y esa ciencia revolucionaria y política es el marxismo-leninismo.

Y que no hay ninguna otra ciencia política y revolucionaria -no hay ninguna otra-, no hay ninguna otra teoría, todo lo más superficialidades, bagatelas, remiendos. Incluso en el lenguaje universal hoy día de los propios burgueses, de los propios imperialistas, se emplea mucha de la terminología marxista. La división de la sociedad en clases es algo que no lo discute nadie; en cualquier político burgués, en cualquier periódico burgués, en cualquier teórico burgués, el problema de las clases es universalmente aceptado. Y otras muchas ideas, otros muchos términos son cosa admitida. Y muchos de esos términos, muchas de esas ideas son ideas que provienen del marxismo-leninismo.

Esto quiere decir que las ideas marxista-leninistas se extienden por el mundo y se extienden cada vez más. Yo no diría que se aplican tanto como se extienden. Yo no diría que se usan tanto como se invocan. Porque es curioso: en cualquier parte del mundo, en los sectores estudiantiles, en los sectores intelectuales progresistas, por lo general la terminología, la frase, la idea que se escucha es una terminología, una frase, una idea marxista. Ya hoy día es un principio casi universalmente reconocido lo que anteriormente decíamos: que sin el marxismo-leninismo no hay teoría ni ciencia revolucionaria o política.

Y no tenemos la menor duda de que ese proceso continuará. No debemos olvidar que Marx fue uno de los hombres más combatidos y más calumniados de su época; pero que todavía en un grado mucho más alto fue combatido, fue difamado y fue calumniado Lenin. Se acudió a las peores infamias dentro del propio movimiento revolucionario. Fuera del movimiento revolucionario se trataba de pintar a Lenin como la encarnación del mismísimo diablo.

Con esas ideas, con esas fábulas, los burgueses y los reaccionarios de todo el mundo trataban de frenar la extensión y la divulgación de las ideas revolucionarias.

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Hay que decir algo más: después de la Revolución de Octubre surgieron toda una serie de negadores de Lenin. Una de las armas que usó el imperialismo contra el leninismo fue tratar de disminuir el papel de Lenin en el proceso revolucionario, tergiversar la historia. Y cientos de escritorzuelos, supuestamente de izquierda -tal como todavía ocurre incluso en esta etapa contemporánea: método y técnica usada por la reacción-, fueron historiadores supuestamente de izquierda que distorsionaban la historia del proceso revolucionario leninista.

Pero es que un estudio realmente objetivo de la historia no admite comparación posible, ¡no admite comparación posible!, no admite poner al lado de Lenin ningún otro pensamiento, porque el pensamiento de Lenin descuella desde el principio hasta el final y es la espina dorsal, el alma de ese proceso.

Desde luego que a medida que pase el tiempo no será solo nuestro país, no serán solo los países socialistas. Llegará el día en que el homenaje a Lenin sea el homenaje de todos los pueblos, llegará el día en que el homenaje a Lenin sea el homenaje de todos los Estados, llegará el día en que el homenaje a Lenin sea el homenaje de toda la Humanidad. De eso nosotros no tenemos la menor duda.

Baste recordar que hace 12 años se hubiera podido homenajear a Lenin solo bajo los palos de la policía. Apenas hace 12 años, este pueblo que le ha rendido tan bello homenaje, tan sincero y profundo homenaje a Lenin, hace 12 años únicamente en un parque, bajo los palos de los esbirros, habría podido rendirle tributo a Lenin. Y hoy son millones de cubanos quienes expresan su cariño y su admiración hacia Lenin.

De la misma manera, algún día millones de analfabetos de hoy conocerán a Lenin, su obra, su historia y su vida. Y será, repito, universal el homenaje. Lo cual engrandece su papel, del hombre que se enfrentó a tantas dificultades y a tantas incomprensiones para llegar un día a ser comprendido y admirado por miles de millones de seres humanos.