Marchas en Berlín y Münich. Se fortalece “cordón sanitario” que se mantiene desde la Segunda Guerra Mundial para rechazar cualquier cooperación con los movimientos de extrema derecha y pro nazis. El emergente movimiento de “Omas gegen Rechts”, las abuelas contra la extrema derecha” y no querer volver a avances del fascismo.
Agencias. Berlín. 17/02/2025. Decenas de miles de alemanas y alemanes se sumaron a las manifestaciones que se ha realizado en los últimos meses en ciudades europeas en contra del fascismo y de grupos neonazis y de extrema derecha.
El domingo recién pasado, miles de ciudadanas y ciudadanos se expresaron en Berlín para rechazar a la extrema derecha y advertir de consecuencias muy graves si llegan a gobernar, sobre todo en cuanto a políticas antidemocráticas, represivas, anti-migrantes y que alentarían retrocesos civilizatorios y de derechos civiles.
Repudios principales fueron contra el partido Alternativa para Alemania (AfD), de ultraderecha y nacionalista a sólo una semana de las elecciones legislativas en el país. La consigna de la manifestación del domingo en Berlín era “Mano con mano, somos los apagafuegos”.
En la manifestación participaron 30 mil personas según la policía y 38 mil según los organizadores.
Una manifestación similar el 8 de febrero en Múnich congregó 250 mil personas, y otra el 2 de febrero en la capital alemana congregó entre 160 mil y 250 mil participantes.
También se fortaleció la posición del “cordón sanitario” que mantienen los partidos tradicionales en Alemania desde la Segunda Guerra Mundial para rechazar cualquier cooperación con los movimientos de extrema derecha y pro nazis.
Entre ciudadanos y sectores políticos desde Alemania causó mucha molestia que la semana pasada el vicepresidente estadunidense, JD Vance, de visita en este país, solicitara a los partidos políticos alemanes y a la derecha tradicional, no seguir condenando al ostracismo a la extrema derecha.
Las “abuelas contra la derecha”, que en las manifestaciones se distinguen por sus gruesos gorros de lana, se movilizaronn para proteger la democracia y luchar contra los discursos nacionalistas y antimigrantes.
Su misión: proteger la democracia para las generaciones futuras. Su emblema: un gorro de lana, hecho casi siempre a mano y que permite identificarlas en las manifestaciones que congregaron a cientos de miles de personas en las últimas semanas.
Las “Omas gegen Rechts”, sin embargo, no esperaron la última línea recta antes de los comicios para movilizarse. “Que seas viejo no significa que tengas que quedarte callado”, repiten desde hace siete años.
A sus sesenta, setenta e incluso noventa años, estas activistas, que crecieron en las décadas de posguerra marcadas por la memoria del Holocausto, sienten que tienen un deber.
“Tuve la suerte de vivir en paz y democracia durante 58 años” y “eso es lo que quiero preservar para mis tres nietos”, dice Gabi Heller, que dirige un grupo “Omas” en Núremberg, una gran ciudad del sur de Baviera. “Culpar a los flujos migratorios de todos los males es una solución fácil, pero es una completa tontería” añade, con una bandera de la organización colgada del hombro.
Eva-Maria Singer se unió al movimiento hace tres años. “Fuimos demasiado ingenuos”, dice esta mujer de 73 años en una manifestación en Núremberg. “Mi generación, los llamados sesentayochistas que salimos a la calle contra la vieja camarilla nazi y fascista, pensábamos que la habíamos erradicado, pero no es cierto, vuelve a crecer”, afirma.
El movimiento de las “Omas” nació en Alemania en 2018, siguiendo el modelo de iniciativas similares en Austria.
“El año pasado organizamos o participamos en más de 80 manifestaciones”, muchas de ellas contra el antisemitismo, explica Maja, una activista de 72 años entrevistada en Berlín. Su compromiso tiene raíces muy personales: “Mi abuela tuvo que abandonar Alemania con mi padre” por ser judía, cuenta. Algunos de sus nietos tienen orígenes “de Oriente Medio” y “no quiero que tengan que irse de Alemania, por eso me uní a los Omas”, confiesa.
Un primer congreso de las “Omas” se celebró este verano en Turingia, en el centro de Alemania. “Nos sorprendimos por el trato que recibimos”, dice Gabi Heller. En Núremberg, “aún no es así, puedo pasear por la calle con el cartel de ‘Omas’’ sin tener miedo”, dice.
Para Nicole Büttner, una “joven” de 46 años que se manifestó con ellas en Berlín a principios de febrero, el compromiso de estas veteranas es una inspiración. “Se trata de personas mayores, algunas de las cuales probablemente vivieron la guerra”, señala. “Se movilizan en contra del racismo, la discriminación y la misantropía. Es muy importante y muy alentador”, afirma.