“Formo parte de esta histórica flotilla a Gaza porque no puedo permanecer en silencio mientras se está produciendo un genocidio”, nos dijo Marita. “La solidaridad no es solo una palabra, exige acción”. Sus palabras resuenan de barco en barco.
Taroa Zúñiga y Vijay Prashad. “Globetrotter”. 9/2025. La Flotilla Sumud de Gaza zarpa de Túnez hacia las aguas que rodean Palestina. La palabra “Sumud” en árabe significa “resiliencia”. Es el sentimiento que albergan en su corazón los cientos de personas de cuarenta y cuatro países que se encuentran en los cincuenta barcos que navegan por el mar Mediterráneo. Uno de estos barcos transporta a un grupo de mujeres de todo el mundo. En ese barco se encuentra María “Marita” Rodríguez, una mujer sueca y chilena que vive en Estocolmo. Desde su barco, nos habló de su viaje y de por qué estaba allí.
El viaje, dijo Marita, “ha sido único”. Hubo un ataque con drones contra los barcos en el puerto de Túnez, pero eso ya ha quedado atrás. Están deseando romper el bloqueo israelí. Solo hay seis personas en su barco. La tripulación, formada por tres miembros, incluye a Anna (de Cataluña), una “mujer salvaje con un corazón de oro”, Anita (de Uruguay), “que siempre lleva su mate bajo el brazo y nos cuenta historias”, e Irene (de Italia), “nuestro rayo de sol, que siempre está de buen humor”. Entre las tres participantes hay una empresaria de Brunei y una enfermera. Marita es una activista cuyo padre fue ejecutado durante el golpe militar en Chile. “Todos somos personas normales”, dice, “que no podemos quedarnos de brazos cruzados cuando se está produciendo un genocidio ante nuestros ojos”. La moral en los barcos, dice Marita, es alta porque las personas que viajan en ellos “saben que estamos en el lado correcto de la historia”.
El padre de Marita, Rolando, fue asesinado por la dictadura militar del general Augusto Pinochet en 1976. Marita no llegó a conocer a su padre. Ese asesinato moldeó sus creencias, nos cuenta, y determinó “el camino que he elegido”. “Viví más tiempo del que él pudo vivir”, dice, “pero mi padre sigue presente en cada acto de solidaridad que realizo. Cuando veo grandes movimientos para hacer algo por cambiar el mundo”, dice, “lo veo a él”. De hecho, afirma que su participación en la flotilla es en memoria de su padre y “con la sonrisa de mi hijo en mi corazón”.
Israel ya ha dejado clara su intención con sus ataques a todos los intentos marítimos anteriores de romper su dominio sobre los palestinos en Gaza. Entre ellos se incluyen el violento ataque de Israel al Mavi Marmara en 2010 (en el que murieron nueve personas), la Flotilla de la Libertad II en 2011, la Flotilla por un Futuro Justo para Palestina en 2018 y las Flotillas de la Libertad de 2023 y 2025. Cuando se le preguntó qué esperaba de Israel, Marita respondió: “Con ellos, nunca se sabe. Lo que han hecho antes es abordar y secuestrar. Ese es uno de los escenarios que podrían darse. Pero con más ojos puestos en nosotros, y si los gobiernos del mundo hacen lo que deben, podríamos llegar a Gaza, y desde allí, los Estados deberían hacer cumplir los tratados internacionales”. El Ministerio de Asuntos Exteriores israelí ha comenzado a llamar a la Flotilla Sumud la “Flotilla de Hamás” y a argumentar que esta flotilla es “una iniciativa yihadista al servicio de los intereses del grupo terrorista”. Esta declaración imprudente tiene como objetivo enviar el mensaje de que el Gobierno israelí está dispuesto a hundir barcos y matar personas antes que ver esta misión como lo que es, es decir, una misión para entregar ayuda humanitaria.
Personas como Marita no están motivadas por el odio o la yihad, sino por el humanismo y la solidaridad. “Formo parte de esta histórica flotilla a Gaza porque no puedo permanecer en silencio mientras se está produciendo un genocidio”, nos dijo Marita. “La solidaridad no es solo una palabra, exige acción”. Sus palabras resuenan de barco en barco.
Cada uno tiene su propia historia sobre por qué está allí, pero la verdadera razón que les motiva es crear un corredor humanitario y garantizar que la población de Gaza, en medio de una hambruna provocada por Israel, pueda recibir alimentos y medicinas de forma inmediata. La Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas declaró el 18 de septiembre que Israel ha aumentado sus barreras a la ayuda: “Se están bloqueando sistemáticamente las oportunidades de ayudar a las personas que pasan hambre. Cada semana se imponen nuevas restricciones”. El secretario general de la ONU, António Guterres, dijo sobre la situación en Gaza: “Es un desastre provocado por el hombre, una acusación moral y un fracaso de la propia humanidad. La hambruna no tiene que ver con la comida, sino con el colapso deliberado de los sistemas necesarios para la supervivencia humana”. La agencia de la ONU se expresa en voz pasiva, y Guterres habla de “provocado por el hombre”, pero no menciona a Israel. Es Israel quien ha provocado esta hambruna, y es Israel quien está impidiendo que la flotilla llegue a Gaza y abra un corredor humanitario.
Marita espera que, si la flotilla logra romper el bloqueo de Israel sobre Gaza, tal vez los Estados tomen la iniciativa de enviar barcos más grandes para alimentar y atender a los palestinos de Gaza. O, dice, “mejor aún”, la llegada de la flotilla podría provocar que los Estados ejerzan más presión sobre Israel para que cese el genocidio. Sin embargo, eso es poco probable. El 18 de septiembre, los diez miembros no permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU (Argelia, Dinamarca, Grecia, Guyana, Pakistán, Panamá, República de Corea, Sierra Leona, Eslovenia y Somalia) presentaron una resolución para el alto el fuego en Gaza. Sin embargo, los Estados Unidos vetó la resolución. Este fue el sexto veto ejercido por los Estados Unidos para impedir el fin del genocidio. Tras la votación, el embajador de Pakistán, Asim Ahmad, dijo que este veto era “un momento oscuro en esta cámara. El mundo está mirando. Los gritos de los niños deberían traspasar nuestros corazones”. El embajador de Argelia, Amar Bendjama, pidió perdón al pueblo palestino: “Hermanos palestinos, hermanas palestinas: perdónennos”.
Mientras tanto, los tanques israelíes se dirigen hacia la ciudad de Gaza para intentar desalojar a quienes permanecen en la parte norte de la Franja de Gaza. La matanza es inminente. Marita tiene un mensaje para quienes vieron a la enviada adjunta de los Estados Unidos para Oriente Medio, Morgan Ortagus, levantar la mano para vetar la resolución: “No dejen que les impidan hablar de Gaza. En este momento, la ciudad de Gaza está siendo evacuada por la fuerza en medio de los bombardeos. Y todo el mundo sabe que no hay ningún lugar seguro en Gaza. Por eso les pido que se organicen y presionen a sus gobiernos. Hagan huelga, utilicen todas las herramientas de la no violencia activa”.