¿Por qué Chile no toma la iniciativa de ponerse al frente de los países de nuestra región y sentarse hablar con Venezuela formas de resolver el problema de la migración que tanto estrago ha generado en el norte de nuestro país?
Pablo Parry. “RevistaDeFrente” (*). 11/2202. En una escena digna de una comedia de bajo presupuesto, y durante la COP-27 realizada en Egipto, el actual presidente de Francia, Emmanuelle Macron, fue nada menos que a extenderle la mano, casi como un amigo de toda la vida, al presidente venezolano Nicolás Maduro, en un ánimo mucho más lejano que el flagrante injerecismo manifestado por el país europeo hacia Venezuela durante los últimos años y con mucha más fuerza desde el triunfo del mandatario galo en 2017.
Sabidas son las acciones que ha tomado el gobierno francés en el marco de la intensa presión internacional liderada por los EEUU contra el país caribeño, sobre todo, visto y considerando no solo los llamados públicos de Macron a aplicar sanciones más estrictas contra Venezuela y el apoyo explícito al auto-proclamado “presidente encargado”, Juan Guaidó, individuo quien llegara a solicitar una intervención militar extranjera contra Venezuela para remover por la fuerza al Gobierno de Nicolás Maduro, sino también por la presión ejercida por el gobierno francés hacia las inversiones francesas en Venezuela, generando un fuerte desmedro a la economía del pais.
Pero es que cuando la realpolitik se impone, algunos gobernantes son capaces de las volteretas más inimaginables. Y es que el Presidente de Francia, quien pronto cumplirá 6 años en el poder, no atraviesa por sus mejores momentos. La derrota en la elección parlamentaria de este año, con la cual el partido de Gobierno perdió la super-mayoría obtenida en 2017, ha derivado en una crisis institucional en la que se evidencia la polarización de un país golpeado por las políticas de austeridad instauradas en los últimos 10 años y que han sido caldo de cultivo para expresiones de extrema derecha que empiezan a mostrar capacidad real de tomar el poder en el futuro.
Por si la situación anterior no fuera lo suficientemente trágica, la guerra en Ucrania ha disparado los precios de los combustibles y el gas natural a niveles record, lo que ha generado un malestar creciente en la población francesa que ha visto golpeada severamente su calidad de vida. En escenarios tan adversos, y con los aliados saudíes tampoco pasando por circunstancias muy favorables, el barato petróleo y gas natural venezolano (Actualmente, con las reservas probadas más grandes del mundo) pareciera estar siendo una opción bastante más asequible en momentos donde los aliados energéticos de Francia y las europas no están rindiendo lo suficiente como Macron quisiera.
Lo que ya termina de ser evidente, y debiese ser una prueba más que suficiente para quienes mantienen juicios acríticos respecto de la crisis venezolana, es que el interés de países como Francia y del occidente anglo-europeo no es ni nunca ha sido la democracia o los DDHH sino puros intereses económicos bastante explícitos en tiempos donde la gran industria europea y norteamericana necesita de fuentes energéticas más diversificadas en un contexto de conflicto global creciente.
Más claro debe ser la irresponsabilidad e hipocresía de occidente en haber azuzado la crisis interna que vive Venezuela al punto cercano de la guerra civil de respaldar a un bufón de circo que no tuvo empacho en pedir una invasión contra su propia patria. Más payasesco es ver a los mismos que empujaron una de las peores crisis geopolíticas de nuestra región desde, al menos, la guerra contra en Nicaragua durante los ‘80, ahora abriéndose a invertir en la tierra del “narcodictador” Maduro quien en un acto de diplomacia mucho más seria que sus homólogos occidentales se abre a la negociación con quienes han hecho gallardía de la estupidez y la brutalidad como forma de hacer política exterior.
El apretón de manos entre Maduro y Macron debe ser una escena suficiente para que algunos que en el gobierno han decidido emular los discursos de la OTAN empiecen a “ponerse las pilas” en contribuir a una solución real a la crisis que vive Venezuela (y por tanto, Latinoamérica completa), alejada de sectarismos o discursos baratos que bajo la excusa de los DDHH (Cuestión por cierto importante y que nadie niega que debe ser abordada considerando la gravedad de la situación) se niegan a hacer un ejercicio de real-politik, poniendo a Chile en la posición infantil de no dialogar y aislando a nuestro país de ser una verdadera bisagra para resolver temas tan sentidos como la crisis migratoria, aspecto que ha recaído fuertemente en nuestras fronteras.
Dicho de otra manera: Si Macron pudo ¿Por qué Chile no toma la iniciativa de ponerse al frente de los países de nuestra región y sentarse hablar con Venezuela formas de resolver el problema de la migración que tanto estrago ha generado en el norte de nuestro país? ¿O es que acaso vamos a asumir la solución gringa de “no negociamos con terroristas” para dirigir nuestras relaciones internacionales?