La Ley de 40 Horas impulsada por Jeannette Jara muestra avances concretos: más tiempo para la familia, menos estrés y mayor productividad, pese a la resistencia inicial de la ultraderecha de José Antonio Kast.
Santiago. 9/2025. A un año y medio de su implementación, la Ley de 40 Horas ya muestra resultados claros en la vida de miles de chilenos y chilenas. Un reciente estudio de Laborum reveló que 6 de cada 10 trabajadores sienten que la reducción de la jornada laboral mejoró su vida personal, mientras que un 44% incluso ha visto aumentar su productividad. Los beneficios más destacados: más tiempo para la familia, menor estrés y un mejor equilibrio entre el trabajo y el descanso.
En este contexto se recuerda que fue durante la gestión de Jeannette Jara como ministra del Trabajo, que la reducción de la jornada laboral se convirtió en una realidad concreta, tras décadas de promesas incumplidas. En abril de 2024 comenzó a regir la primera etapa, con la rebaja de 45 a 44 horas semanales, un hito celebrado como “un logro para Chile” por la propia Jara en una actividad marcada por el entusiasmo de trabajadores, sindicatos, pymes y autoridades.
La gradualidad de la ley permitirá que en 2026 la jornada llegue a 42 horas y que en 2028 se cumpla el objetivo final: las ansiadas 40 horas semanales. Empresas de todos los tamaños ya han comenzado a adaptarse, y miles de ellas han recibido el Sello 40 Horas, reconociendo su compromiso con mejores condiciones laborales.
Pero el avance no estuvo exento de resistencias. Desde el sector de ultraderecha, incluido el candidato José Antonio Kast y su bancada Republicana, la ley fue duramente rechazada. En su momento, Kast aseguró que fue “una iniciativa que le hace un tremendo daño a un Chile que necesita crecer”, y recientemente volvió a deslizar la idea de “ayudar a los que están asfixiados con las 40 horas”, insinuando la posibilidad de retroceder en esta conquista laboral.
La contradicción es evidente: mientras estudios y experiencias muestran los efectos positivos de la reducción horaria, Kast se aferra a un discurso de miedo económico. En cambio, Jeannette Jara defiende la Ley de 40 Horas como una medida que pone la vida de las personas en el centro, demostrando que productividad y bienestar pueden ir de la mano.
Con menos horas y más tiempo para la familia, la cultura y el descanso, la ley se ha instalado como uno de los símbolos más claros del legado de Jara: convertir demandas ciudadanas en derechos efectivos que cambian el día a día de la gente.