Los factores que juegan en las candidaturas de Michelle Bachelet y Carolina Tohá

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Una decena de nombres figuran como posibilidad de candidatura presidencial del oficialismo llenando el ambiente de especulaciones y fantasmas, donde hasta apareció en los últimos días el nombre del dirigente deportivo Harold Mayne-Nicholls. Sin embargo, en estas semanas de veraneo todo ha girado en torno de la expresidenta y de la Ministra del Interior. Lo que incluye, era de esperar, vocerías de partidarios y detractores de ambas, en ese juego a veces travieso para posicionar una carta política. Como sea, en cuanto a ambas se instalaron en el último mes factores a favor y en contra de cada una, lo que incluye, por ejemplo, reticencias que habría en el equipo y antiguos colaboradores de la exmandataria, y mejoras ostensibles que tendría que hacer la ministra para avanzar mejor, según partidarios. Sintetizando opiniones reticentes respecto a la opción Bachelet, se dice que si bien la evidencia marca que es buena candidata, las condiciones advierten que tiene un complicado escenario. Respecto a Tohá, se sabe que le incomoda que pareciera depender de la decisión de la doctora, en tanto se le valora su inteligencia, conocimiento del arte de gobernar y buena gestión al frente del Ministerio del Interior, aunque se le cuestiona puntos como que no es una persona que tenga empatía y cercanía con la gente, “no la tiene ni con partidos de las coaliciones”. Todas y todos están esperando a marzo. Lo concreto es que todo terminará o terminaría antes con la frase explícita “yo no seré candidata en la presidencial de 2025”, que ninguna de las dos ha expresado. En cuanto a partidos políticos, está más que claro el respaldo convencido del PS, el FA, el PC, AH y otros hacia Michelle Bachelet, y en el caso de Carolina Tohá el único apoyo partidario explícito es el del PPD. Claro que no todo termina en ellas. Dentro de las fuerzas socialdemócratas, liberales, progresistas y de izquierda hay otras opciones que tienen más o menos proyección y que podrían estar no sólo en primarias, sino en la primera vuelta en noviembre y, quién sabe, en el balotaje presidencial en diciembre. Varias de esas candidaturas miran desde la tribuna el juego Bachelet-Tohá, prestas a salir a la cancha en su momento.

Hugo Guzmán R. Periodista. “El Siglo”. Santiago. 2/2025. Nerviosismo, incertidumbre, especulaciones, llamadas, encuentros informales, cruzan al oficialismo este febrero de vacaciones, donde un tema recurrente y de inquietud, es el destino de las candidaturas presidenciales para los comicios de noviembre próximo.

Una inquietud que en estas semanas está centrada en Michelle Bachelet Jeria y Carolina Tohá Morales, como posibles candidatas de las fuerzas socialdemócratas, liberales, progresistas, y de izquierda.

De hecho, las expectativas en torno de ambas son tan fuertes tanto en Socialismo Democrático como en Apruebo Dignidad, los dos conglomerados de Gobierno.

Lo más claro a esta fecha -que no significa que todo esté claro- es que ambas están corriendo, sin correr. Es decir, ninguna ha dicho que sí, pero tampoco que no.

En medio de todo se aparecen factores que gravitan en torno de ambas opciones, donde se mezclan certezas e incertidumbres.

Factores que parecen insoslayables para definiciones que deberían tomarse a más tardar las últimas semanas de marzo. En un escenario donde el cuadro no es fino ni lineal, sino lleno de matices y contrapuntos.

Carolina Tohá, en una de sus últimas declaraciones sobre el tema, dijo que “en esas definiciones va a haber que considerar todos los aspectos, todos, muchos”.

En efecto, todo indica que los aspectos a considerar son muchos, y se están moviendo piezas y motivando intercambios dentro del oficialismo, en un ambiente nada tranquilo ni pausado.

Bachelet y Tohá están a la vista de todas y todos como potenciales candidatas presidenciales y de eso se trata en estas semanas. Lo único que terminaría con todo esto sería la frase explícita “yo no seré candidata en la presidencial de 2025”. Algo que no se ha escuchado de ninguna de las dos.

Como punto de partida común, el historiador y académico de la Universidad Católica, Alfredo Riquelme, señaló a ElSiglo.cl que “ambas serían opciones muy competitivas frente a una derecha en vías de radicalización nacional y global que está socavando aceleradamente algunas de las democracias en el mundo y amenaza extenderse a nuestro país”.

Bachelet y la idea de no exponerla, evitarle una derrota dura y que no sea utilizada

Uno de los factores que surgen a la hora de hablar de la opción de la doctora Michelle Bachelet es que, según informaciones extraoficiales y de prensa, en su actual equipo y su entorno, hay una opinión de que ella no vaya por el sillón grande de La Moneda.

Según versiones y algunas fuentes consultadas, se esgrimen tres elementos clave para pensar que Bachelet no sea candidata. Uno, que no está garantizada para nada su elección y puede sufrir una derrota que golpee su trayectoria, considerando un estado no del todo positivo del oficialismo y que no es el escenario cuando fue candidata el 2005, bien instalada y con amplias ventajas, o en 2010 con una nueva propuesta frente a una derecha que fue desechando candidatos presidenciales en episodios traumáticos, hasta dar con Evelyn Matthei a la que Bachelet venció en segunda vuelta por unos 30 puntos; dos, se estima que la doctora estará expuesta a un duro ataque de la derecha, de la extrema derecha, de poderes fácticos, empresariales y comunicacionales, sacándola al pizarrón por sus gestiones en sus administraciones anteriores y casos polémicos como Caval; tres, que nada garantiza que estando en La Moneda pueda confiar a ciegas, totalmente, en todos los partidos que inicialmente la apoyen, como ya le ocurrió en el período de la Nueva Mayoría, en lo que influyen el desorden y pugnas intra-partidos del oficialismo.

En entornos bacheletistas no la quieren convertida en un segundo Frei Ruiz-Tagle, que perdió la presidencial frente a Sebastián Piñera en 2010. Hay dudas de que con la base electoral actual del oficialismo le alcance para ganar. En cita de El Mercurio, el exministro Sergio Bitar manifestó que “la vez pasada había certeza de que iba a ganar. Esta vez, no hay garantía de eso. Antes era representante del progresismo para reemplazar a un Gobierno de derecha. Ahora no. La Concertación era fuerte. También la DC. Hoy no. Es cierto que marca en las encuestas, pero marcar no es ganar. Además, hoy la derecha está cuestionando todos los grandes proyectos de su segundo gobierno. Se arriesga a una derrota que opacaría su trayectoria”.

También en entornos de la expresidenta hay una reticencia porque se considera que muchos en los partidos oficialistas la quieren de candidata para ordenar al sector, tener una opción de unidad, y sobre todo potenciar las candidaturas al Congreso para obtener escaños en el Senado y la Cámara Baja. En ese camino, al final del día a los partidos les daría lo mismo si Bachelet gana o Bachelet pierde.

Algunos esgrimen la columna de Carlos Peña en El Mercurio, donde contó una anécdota del expresidente Bill Clinton, donde un profesor le dijo que “nunca vayas a una elección si no tienes probabilidades de ganar, salvo que tengas una buena razón para perder”. Esta última frase la considerarían personeros de colectividades de Socialismo Democrático y Apruebo Dignidad.

Sintetizando algunas opiniones reticentes respecto a su candidatura, se podría decir que la evidencia indica que Michelle Bachelet es buena candidata, pero las condiciones advierten que tiene un complicado escenario.

En ese marco, en estos días también se comenta que algunos dirigentes estarían avivando la candidatura de la doctora más con fines e intereses de las internas partidarias.

A pesar de todo eso, en los vericuetos de las versiones extraoficiales y fuentes consultadas, si bien hay cierta comprensión de los criterios anteriores, aparecen posturas de personas de círculos más o menos ligados a la exmandataria que piensan que ella podría asumir el desafío con “una propuesta sólida, una conexión con la gente, una estatura ética, una experiencia que se valora, una capacidad tremenda” y que tiene los cartuchos para enfrentar arremetidas de la derecha y la extrema derecha.

Hay quienes sostienen que nada del escenario actual y por venir le es desconocido y sabría perfectamente en qué se está metiendo. Y tendría la fuerza y la capacidad para hacerlo, con buen apoyo ciudadano.

Se repite insistentemente estas semanas que la expresidenta “es la que puede parar y derrotar a la derecha y la extrema derecha”. Hay quienes piensan que eso, para ella, es fundamental como inspiración.

Quienes están en esas líneas de opinión, indican que hay “tareas solucionables” como mantener el orden en los partidos que serían de su Gobierno y que las circunstancias actuales le harían pagar un costo muy alto a quienes la golpetearan o se salieran del camino.

También en esa mirada, se señala que, dado el escenario actual de posicionamiento de la derecha y la extrema derecha, un oficialismo en dificultades y una candidatura de la oposición en la delantera, si Bachelet gana en segunda vuelta, sería un triunfo de alto alcance, potente, y que la dejaría en muy bien pie para encarar su administración. Sería una excelente muestra de su poderío político.

En todo caso, para algunas y algunos no son suficiente episodios de estos días, como la referencia a su artículo en el diario español El País, su conversación con el mandatario brasilero, Luiz Inacio “Lula” Da Silva, sobre un nuevo mandato, o declaraciones de dirigentes del Partido Socialista (PS) instándola a aceptar el desafío.

Ricardo Solari, dirigente del PS, en declaraciones de esta semana a La Segunda, indicó que “ella ha dicho que no está disponible a ser candidata”, y Francisco Vidal, hablando en El Mercurio, expresó que “ella ha dicho reiteradamente que no debe y que no quiere ser candidata”.

La confianza en un triunfo

El otro factor en torno de Michelle Bachelet es que de acuerdo a consultas hechas a dirigentas y dirigentes, y a la lectura de vocerías de partidos de Apruebo Dignidad y de Socialismo Democrático, hay prácticamente unanimidad en esas filas de que ella es la mejor opción como candidata presidencial del sector.

A lo que se podrían sumar  la Democracia Cristiana, partidos de izquierda no oficial y segmentos del llamado “centro político”.

Se argumenta que es la mejor posicionada en los sondeos y que eso no cambiará, que “es la única de nuestro sector que puede ganar, competirle seriamente a Evelyn Matthei”, como aseveró un diputado; se argumenta que goza de la confianza y simpatía de amplias capas de la población; que tiene un respaldo políticamente transversal, desde liberales, pasando por socialdemócratas, hasta la izquierda; ha sido capaz de armar una propuesta programática consistente y diversa; y que tiene experiencia al frente de La Moneda, incluidos los momentos difíciles.

Es claro que si la exmandataria dice que sí, esos factores van a gravitar de manera decisiva y seguramente las fuerzas que la apoyan los van a resaltar.

El secretario general del PS, Camilo Escalona, quien en las últimas semanas contribuyó a una especie de reinstalación de la opción Bachelet, declaró en La Tercera que “es la alternativa que tenemos. No veo otra. Ella cuenta hoy con una proyección en todo el país que, desafortunadamente, las otras figuras no han alcanzado”.

El dirigente comunista, Marcos Barraza, dijo a ElSiglo.cl que la doctora “tiene la cualidad de combinar el gobernar con transformar” y que podría encabezar una positiva administración, aparte de que “tiene las condiciones para ganar la elección presidencial, para derrotar a Evelyn Matthei”.

Para el académico Alfredo Riquelme “Bachelet es, junto al Presidente Boric, el liderazgo más arraigado transversalmente en la coalición”, al punto de que “no debería requerir de primarias para obtener su adhesión, contando también -por su trayectoria y carisma- con una muy sólida base de apoyo en la ciudadanía politizada y despolitizada”.

Una de las fórmulas que barajan en el oficialismo para instalar con fuerza a la doctora, es que sí o sí haya primarias. A todo evento ella las ganaría y saldría con una mayor fuerza, incluso para enrostrarla a la derecha y la ultraderecha. Un dirigente dijo que “no hay que ‘ungir’ a Bachelet, debe salir de una consulta democrática”. Eso la haría mostrar fuerza, adhesión ciudadana e impulsaría un mejor posicionamiento.

Una legisladora resaltó que “la amenaza de la derecha y la ultraderecha es muy fuerte y queremos una candidatura unitaria que enfrente a esos sectores ganándoles, y Michelle Bachelet está más que probada en sus capacidades” para esa meta.

Carolina Tohá está en la pista

Con su aseveración de que después de sus vacaciones comunicaría su decisión, la ministra del Interior, Carolina Tohá, mantuvo abierta la posibilidad de que se convierta en candidata presidencial, lo que básicamente significa ser la abanderada del Partido por la Democracia (PPD) y aspirar a ser la opción, al menos, del conglomerado Socialismo Democrático.

No marca bien en las encuestas, de hecho está fuera de los primeros lugares. Pero no es la primera candidatura que se enfrenta a ese factor y que luego resulta ser una óptima alternativa e incluso ganar la presidencial, como ocurrió con el actual Presidente Gabriel Boric.

Como sea, se podrán hacer análisis y especulaciones sobre su postulación, pero es un hecho de la causa que está corriendo y que tiene respaldos.

En el oficialismo hay quienes piensan que puede ser una buena candidata. Se le señalan virtudes como inteligencia, conocimiento del arte de gobernar, seriedad, experiencia política, conocimiento de la administración pública, arraigo en partidos tradicionales, buena gestión al frente del Ministerio del Interior.

Se señalan que Tohá puede revertir su condición actual, y “debería dar el salto” confiando en que puede instalar un liderazgo, acercarse a la gente, flexibilizar estilos y confiar más en nuevos equipos, más transversales.

Otro punto que señalan algunas y algunos analistas, es que con Carolina Tohá se pueden reoxigenar nuevas opciones de liderazgos desde la socialdemocracia, el progresismo y la izquierda, que puede haber proyección y garantía de gestión, sobre todo destacando su trayectoria política y las responsabilidades que ha tenido. Se agrega que es hora de su generación y a eso “se le puede sacar punta”.

Alfredo Riquelme sostuvo, en la eventualidad de que Tohá se afiance como candidata, que “la actual Ministra del Interior es, a mi juicio, el liderazgo política e intelectualmente más sólido de las generaciones Sub60 del Socialismo Democrático y la mejor carta de este sector para unas primarias de la coalición gubernamental”.

Desde el PPD insisten en que la ministra está corriendo y dispuesta a encarar los escenarios que llegan en marzo. Cristóbal Barra, vicepresidente de la colectividad, citado en La Segunda, indicó que “la opción de Tohá está vigente. Bachelet lo que ha dicho en reiteradas ocasiones es que no va a ser candidata y yo creo que se va a mantener así”.

Pocos desmienten en el PPD y entornos políticos de la ministra, que existe cierta molesta por esto de tener que esperar la decisión de Bachelet, pero se agrega que a la hora de instalar la postulación de Tohá, “todo eso quedará atrás”.

Posibles eslabones débiles

Es de Perogrullo mencionar que la actual Ministra del Interior está abajo en los sondeos. Hace meses que no figura en el grupo competitivo. A eso añaden algunos que no es una persona que tenga empatía y cercanía con la gente, “no la tiene ni con partidos de las coaliciones”, “le falta humor”, carisma, y sus atributos como ministra o gestora se pierden en su lejanía y formas distantes. En un documento de un partido oficialista se lee que Carolina Tohá “no es buena como candidata en la parte emocional, mediática, sensible, de percepción, se le ve dura, demasiada aplicada, rígida. Es algo a asumir y corregir”.

Una legisladora señaló que “quizá ella tenga atributos para ser Presidenta, pero no creo que pueda lograr el triunfo sobre Evelyn Matthei”. Hay preocupación en cuanto a que finalmente pueda despuntar en las encuestas y traducir eso en un buen porcentaje electoral.

Hay otro factor. Tohá es militante del PPD. Varias y varios dirigentes apuntan a que es la colectividad con la que resulta más difícil conversar y entenderse en el mundo oficialista. Reconocen que el vínculo del PPD con el Partido Comunista (PC), el Frente Amplio (FA), Acción Humanista (AH) y el Partido Socialista (PS) no es el mejor, más bien lleno de tensiones. Se recuerdan declaraciones consideradas “anticomunistas”, confrontacionales con el FA, cuestionadoras del Gobierno y “una bancada parlamentaria desordenada donde nunca se sabe qué harán y que no siempre ha estado cuadrada con el Gobierno”. También se señala que hay personalidades del PPD que están por Bachelet.

Otro elemento que podría jugarle en contra, es que desde el PC, el FA y AH, por mencionar algunas colectividades, hay reticencias e incomodidades respecto a los contenidos programáticos que se pudieran canalizar con Carolina Tohá.

Por ejemplo, se menciona que ella podría respaldar la reforma política que dejaría afuera del marco legal-institucional a los partidos considerados chicos, que tendría una postura económica más conciliadora y de consenso con el sector privado y que no tendría un real compromiso con un diseño de transformaciones estructurales.

Más allá de Bachelet y Tohá

Están corriendo la expresidenta y la ministra, pero no todo termina en ellas. Dentro de las fuerzas socialdemócratas, liberales, progresistas y de izquierda hay otras opciones que tienen más o menos proyección y que podrían estar no sólo en primarias, sino en la primera vuelta en noviembre y, quién sabe, en el balotaje presidencial en diciembre.

En el campo oficialista ya están proclamados formalmente como candidatos presidenciales Vlado Mirosevic por el Partido Liberal y Jaime Mulet, por la Federación Regionalista Verde Social. Ambos dispuestos a ir a una primaria del sector.

Al mismo tiempo están sobre la mesa, y de alguna manera ya corriendo, la ministra Jeannette Jara y el exalcalde Daniel Jadue por el Partido Comunista, Paulina Vodanovic por el PS, José Antonio Gómez por el Partido Radical, y Tomás Vodanovic y Beatríz Sánchez por el FA.

Varias y varios de ellos son considerados competitivos y con opciones de estar en la papeleta en noviembre. Lo que tiende a ser una certeza, es que la definición será en primarias.

Donde no hay claridad, es si ese mecanismo se aplicará en un proceso común de las dos coaliciones oficialistas, o si será por separado, es decir, una de Apruebo Dignidad (PC, FA, AH, FRVS) y otra de Socialismo Democrático (PS, PPD, PR, PL).

Se afirma que todas las colectividades están a la espera de la resolución de Michelle Bachelet, en la eventualidad de que todas la respaldarían. De no ser ella, se desencadenaría una competencia abierta entre todos los partidos del oficialismo.

Ahí entra otro elemento, que es cómo actuaría la Democracia Cristiana, que no pertenece a los conglomerados gobiernistas, y que tiene como aspirante a La Moneda a su presidente, Alberto Undurraga.

También se ha señalado la opción del actual Gobernador de la Región Metropolitana, Claudio Orrego, ex DC, que podría correr como independiente respaldado por las fuerzas oficialistas, pero en el sector indican que es algo poco probable, considerando que desdibujaría a las coaliciones y que “es impensable” que la candidatura presidencial no sea de algunos de los partidos del oficialismo.

Un punto que a algunos interesa, es la posibilidad de que partidos de la izquierda no oficial apoyen a alguna candidata o candidato de un partido de los conglomerados de Gobierno, que tendría alguna importancia por los votos que suman. Pero en ese ámbito, todo indica que al menos las colectividades de ese sector que están formalizadas, estaría inclinándose por tener una alternativa propia.

Para las primarias, las candidatas y los candidatos deben estar resueltos el último día de abril. Por eso se estima que marzo es el mes clave para la toma de decisiones, ya que las semanas de abril se dedicarían a las negociaciones y eventuales consensos entre los conglomerados (por ejemplo, si van juntos a una sola primaria) y a la instalación de las candidaturas.